“Tú,
pues, hijo mío, esfuérzate en la Gracia que es de Cristo Jesús.”
La Buena Nueva, es el mensaje de paz, que el Maestro
dirige, también, al corazón de la juventud, convidándola a colaborar en la
edificación de su Reino, contribuyendo en el esfuerzo de transformación de la
fisonomía moral del mundo. El evangelio salvará a la humanidad, porqué es la
Luz Divina que iluminará a todas las criaturas en los purificadores caminos de
la vida. El Cristo afirmó: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Ninguno irá
al Padre sino por mí.” Ir al Padre significa embellecerse, elevarse, purificarse
moral y espiritualmente. Engrandecerse en el amor a la Sabiduría. Gozar las
primicias celestiales, en la ejecución de los trabajos del Creador, en donde la
lucha y el progreso continúan sin fin. Para encontrar al Padre, tendremos por
consiguiente, que aceptar la mano que su dilecto Hijo nos ofrece.
La Doctrina Espirita, esclarece que la mano de Jesús, son
sus enseñanzas y ejemplos, fecundamente encontrados en las luminosas páginas
del Evangelio. En él, no encontramos ningún pasaje que justifique peleas,
ambición o vanidades. Todo en él nos habla de fraternidad y comprensión. Es por
eso que solamente el Evangelio salvará a la Humanidad, porque él es humilde. Y
la humildad es compasiva, prudente y tolerante. El Cristo, ejemplificando esa
sublime y difícil virtud, ciñose con una toalla, tomó un recipiente y lavó los
pies a los discípulos…
Solamente el Evangelio, meditémoslo bien, solucionará el
problema evolutivo de la humanidad. En donde hubiera Evangelio, sentido y
vivido, habrá Caridad y Perdón, cesando de esta forma discordias y
desinteligencias. Cesando las desinteligencias y discordias, las
manifestaciones egoístas, que producen las luchas entre los hombres, jamás se
diseminarán sobre la faz de la Tierra, porque el Espíritu humano será iluminado
por las divinas claridades del Altruismo. Al influjo del Amor, las hierbas
dañinas no brotarán.
Derramada la Buena Nueva, difundidas las enseñanzas
evangélicas, a través de la palabra hablada y escrita, y de los ejemplos
edificantes, la luz divina de la Gran Lámpara aclarará conciencias y controlará
corazones en todos los rincones de la Tierra. Estableciendo el reinado de la
Comprensión y de la Fraternidad, no habrá luchas ni guerras, porque guerras y
luchas son generadas por la ambición. Luchas y guerras son incompatibles con
los preceptos del Cristianismo. Todas las criaturas, (en ese glorioso reinado
que está por venir), recordarán, tendrán siempre en mente y cumplirán el
mandamiento: “No matarás.” Solamente el Evangelio, juventud idealista, salvará
a la Humanidad.
Recordemos pues, la recomendación de Pablo al joven
Timoteo, alentándolo con amor: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la Gracia que
está en Cristo Jesús.” Los tratados, las juntas internacionales, los
reglamentos humanos, en los que pese a su respetabilidad, elaboramos muchas
veces, según la conveniencia de cada pueblo, raza o agrupamiento político o
religioso, cada cual con su personalismo y ambiciones, en fin, las leyes y
conferencias se han demostrado ineficaces, hasta cierto punto, en sus objetivos
confraternizadores. Es que los hombres, en verdad, no están interiormente
iluminados. No sienten en el alma, el fulgor de esa luz prodigiosa,
deslumbrante y eterna que emana del sentimiento puro, de la magia y del suave
encanto del Evangelio del Maestro Galileo. Luz que se hace para siempre, en la
gloriosa alborada del nacimiento en Belén.
Las reformas tiene que pasar principalmente del individuo
a la sociedad. De la unidad para el conjunto, de lo simple para lo compuesto.
Del hombre para la familia, grupos o colectividades. No se darán, en tiempo
alguno, desde afuera para adentro, de la periferia para el centro. Resultan, o
tendrán que resultar, de la claridad interna, de la modificación íntima.
Carecen, o carecerán de adoctrinamiento y aprendizaje, de perseverancia o
esfuerzo. Son obra divina y fruto del tiempo. Los jóvenes espiritas de hoy
edificarán, con el Evangelio, la reforma de las costumbres, a fin de que pueda
Jesús, decir un día: “Mi Reino ya es de este mundo.”
Martins Peralva
Extraído
del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
2 Timoteo
2:1Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús.
2 Timoteo 2:1Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús.
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