Espiritismo Kardeciano





Espiritismo Kardeciano
El espirirismo kardeciano puede ser definido como aquel tipo de espiritismo que se practica en Puerto Rico conservando en su forma más pura las enseñanzas de Allan Kardec, con muy poco o ningún sincretismo con doctrinas religiosas.  La mayor parte de los espiritistas que practican este tipo de espiritismo son de clase media y tienen una orientación académica-intelectual hacia la práctica de este sistema.


Los espiritistas kardecianos están especialmente interesados en seguir la concepción del espiritismo como ciencia y sistema filosófico

Kardec define el espiritismo como la ciencia que estudia la naturaleza, origen y destino de los espíritus  y sus relaciones con el mundo corporal. 

Como sistema filosófico el espiritismo enfatiza las consecuencias morales que se derivan de estas relaciones.


De acuerdo a Kardec, el espiritismo es científico porque su objeto de estudio (el mundo espiritual y la mediumnidad) es susceptible de ser analizado y controlado a través de la aplicación de una metodología rigurosa y precisa. Kardec argumenta que por medio del estudio del espiritismo es posible conocer nuestro origen y destino, obteniendo respuestas sobre el porqué estamos en el planeta Tierra. Uno puede lograr este conocimiento guiándose por la razón y la lógica .


Kardec considera que, para ser científico, el espiritismo no puede concebirse como una religión debido a que el conocimiento religioso se basa en una fe no racional y en dogmas. En general, Kardec propone que los espiritistas estudien y realicen investigaciones sobre el origen, la naturaleza y el destino de los espíritus, y las relaciones entre el mundo material y el espiritual.  


Desde comienzos de siglo existía una organización espiritista en Puerto Rico llamada la Federacion Espiritista, la cual promovía la práctica del Espiritismo Kardeciano.  Sin embargo,  un gran número de centros afiliados a la Federación practicaban el espiritismo folclórico.  Debido a ésto existían dos grupos principales en la Federación: aquel compuesto por espiritistas que deseaban practicar un espiritismo a lo Kardec y el que quería practicar un tipo de espiritismo sincretizado con creencias de sanación folklórica (Rodríguez Escudero, 1978).


Esta tensión llegó al punto en que, en el 1977, un grupo de espiritistas en desacuerdo con la "orientación religiosa" de la Federación creó una nueva organización llamada Consejo Espírita de Relaciones de Puerto Rico, mejor conocida como la Confederación Espiritista, la cual está afiliada a una asociación internacional de espiritistas. La Confederación empezó a publicar una revista llamada Puerto Rico Espírita, cuyo propósito principal era promover el desarrollo del espiritismo kardeciano.      

El espiritismo kardeciano es practicado por varios grupos espiritistas a través de la Isla, pero hay cuatro grupos que son bien conocidos:

 el Centro Lumen (Ponce), 

el Centro Renacimiento (Mayagüez),  

la Casa de las Almas (Santurce) 

y los centros de la Escuela de Consejo Moral. 

La Escuelas de Consejo Moral fueron fundadas por Silvestre Falgas Ayala (1843-1924). 

En Puerto Rico se han establecido diecisiete(17) escuelas basadas en este movimiento. También, existen centros en los Estados Unidos. En este movimiento espiritista se recalca la enseñanza y la moral espiritista desde una perspectiva kardeciana.


Como producto de  mis observaciones en varios centros kardecianos, he identificado una serie de características que distinguen este tipo de espiritismo de los demás. 

Primeramente, estos grupos enfatizan el estudio del espiritismo por medio de lecturas de libros espiritistas. Los líderes de estos grupos usualmente conocen la literatura espiritista y también son versados en parapsicología e hipnotismo.


Estos centros espiritistas tienen usualmente un espacio para una biblioteca, la cual contiene libros sobre espiritismo y tópicos relacionados. Uno de estos centros tiene  una biblioteca de alrededor de trescientos libros sobre espiritismo. 

Estos centros también venden libros espiritistas a clientes y miembros.


Debido al enfásis  en el estudio del espiritismo  estos grupos tienen días designados  para presentaciones y clases sobre espiritismo. Algunas veces tienen invitados especiales que disertan sobre asuntos relacionados al espiritismo.


Dos de estos centros espiritistas tienen cursos organizados sobre el espiritismo como ciencia y el desarrollo de la médiumnidad. 

Uno de estos centros desarrolló un curso de tres meses que incluye los siguientes temas: 

un análisis histórico del espiritismo en Europa, espiritualismo, parapsicología, hipnotismo, magnetismo, yoga y meditación. 

Los otros centros espiritistas tienen clases semanales que incluyen temas tales como las diferentes clases de médium y la reencarnación.


Otro característica de este movimiento es su interés en rechazar la práctica del espiritismo como religión. En este sentido, siguen el consejo de Kardec de que el verdadero carácter del espiritismo se encuentra en su dimensión científica .  Ellos creen que las características de la religión tales como la creencia en dogmas, la admisión de lo sobrenatural, la aceptación del conocimiento por fe y la adopción de rituales, están en contra de los verdaderos principios del espiritismo.


Sin embargo, es necesario mencionar que Kardec reconoció la naturaleza "religiosa" del espiritismo:


En un sentido filosófico el espiritismo es una religión porque es una doctrina que se fundamenta en los lazos de fraternidad y comunión de las leyes de la naturaleza. Nosotros declaramos que no es una religión porque solamente hay una palabra para expresar dos ideas diferentes y esta palabra es inseparable del culto. (1975, p. 53)


Los espiritistas kardecianos consideran que practican un espiritismo secular y racional. Esta orientación se manifiesta de diferentes maneras. 

Primeramente, los centros se llaman escuelas  e institutos, en vez de templos. La estructura física de estos centros es similar a la de un salón de clases.

 No hay cuadros de santos católicos o de Jesús, pero si cuadros de Kardec y otros famosos líderes espiritistas.  Muchos de estos centros no tienen la tradicional mesa blanca con la copa de agua  que caracteriza al espiritismo folclórico. En estos centros no hay velas, incienso, flores, ni la parafernalia asociada con el espiritismo folclórico.


Los espiritistas kardecianos consideran que el uso de objetos rituales es signo de ignorancia y superstición. Los líderes de estos grupos rechazan todas las prácticas basadas en objetos rituales argumentando que el uso de éstos atrae a espíritus ignorantes debido a que los espíritus de luz no necesitan usar estos objetos para manifestarse. Además, ellos señalan que el uso de estos objetos estimula la dependencia en el médium porque para ayudar a otros necesita utilizar recursos externos.  De acuerdo a los espiritistas kardecianos, el médium que utiliza objetos rituales es ignorante y supersticioso porque estos objetos no tienen ningún poder de sanación. Señalan que un buen médium debe aprender a ayudar a otros sin usar ningún tipo de objetos.


La organización y el desarrollo de las reuniones en los centros kardecianos es significativamente diferente de las reuniones de los centros folclóricos. En vez de usar oraciones, los espiritistas kardecianos usan meditaciones, técnicas de relajación, imaginería dirigida y música clásica con el objetivo de promover un estado de concentración.


La manifestación directa de los espíritus buenos e ignorantes a través de un médium  no es un elemento central en la mayor parte de las reuniones del espiritismo kardeciano. Mas aún, uno de estos centros espiritistas  prohibió las manifestaciones espirituales a través de un médium. Los líderes de este centro argumentaron que las manifestaciones de espirítus ignorantes representan un peligro para la salud del médium, y que estos espíritus pueden ser educados sin la necesidad de ser incorporados por un médium (Los espiritistas kardecianos utilizan la palabra incorporar para referirse a lo que en en el espiritismo folclórico se conoce como "pasar los espíritus"). Además, señalaron que la comunicación de los espirítus de luz no es necesaria debido a que todo está escrito en los libros. En vez de escuchar a los espíritus que no necesariamente están evolucionados, los líderes de este centro mencionaron que uno puede aprender de una conferencia dictada por un invitado especial. Uno de los líderes del centro, que no era miembro cuando la decisión fue tomada, me manifesto que el resultado de esta decisión fue que la mayor parte de los médiums abandonó el centro.


A pesar de que esta posición particular dentro del espiritismo kardeciano es una radical, la tendencia en la mayor parte de estos centros es no recalcar la manifestación de los espíritus. A la mayor parte de los médiums se les dice que se comuniquen con los espíritus utilizando sus mentes en vez de incorporarlos.
 
 


R-1/12/2023

Manifiesto Azucarero


Manifiesto Azucarero


La definición de manifiesto proviene del latín manifiestus y significa un documento o escrito, a través del cual se hace público una declaración de propósitos. El Movimiento en Pro de Museo Histórico- Cultural Azucarero (MPMH-CA), se fundó el 19 de noviembre de 2013.
Su propósito fundamental radica en el establecimiento de un Museo Azucarero en la Central Azucarera y su Batey en el Municipio de Yabucoa. Tanto el Alcalde Rafael Surillo Ruiz, el Representante del Distrito 34 Ramón Luis Cruz Burgos y todos los participantes de la asamblea de pueblo, firmamos una proclama en unidad de un mismo propósito: “el desarrollo del Museo Azucarero”.

Actualmente, realizamos en forma semanal una publicación en nuestra página Facebook/Museo Azucarero. En la misma contamos aproximadamente con 1,745 seguidores.
En adición, desde enero del 2015, contamos con nuestra página web museoazucarero.com. Las vistas de la página han alcanzado un total 3,922 provenientes de 79 diferentes países del mundo.
Estos son: Estados Unidos (1,337), Puerto Rico (1,016), China (133), Rusia (95), Japón (77), Alemania (67), Brasil (48), Corea del sur (46), Italia (39), Reino Unido(38), Francia (33), Países Bajos (30), Canadá (29), India (27), México (23), Argentina (15), Australia (15), Polonia (15), Taiwán (14), España (12), Dinamarca (11), Indonesia (10), África del Sur (10), Ucrania (9), Suecia (8), Turquía (8), Austria (7), Noruega (7), Bélgica 6), Portugal y otros países y territorios (603).

Esto refleja interés por el museo azucarero. Un alcalde que dice que apuesta al turismo en Yabucoa, aquí tiene su respuesta.
Las expresiones del Alcalde Surillo Ruiz con relación a la creación de un Museo en la central azucarera de Yabucoa fueron las siguientes: “Puedo garantizarle a mi pueblo que en los últimos dos años y medio, hemos hecho mucho más por la central que en los pasados 12 años” A continuación nuestra reacción como MPMH-CA a estas expresiones del Alcalde Surillo Ruiz.
Desde el 2 de enero de 2013, cuando se somete el Proyecto de la Cámara 0052 por el Representante Cruz Burgos, hasta el día de hoy (3 de agosto de 2015), han estado ocurriendo unos hechos sobresalientes en el proceso de convertir la central azucarera en museo (24 de febrero de 2015 – Ley 18).
1. El 13 de septiembre de 2013, se establece un contrato de compraventa de material excedente en la central azucarera de Yabucoa, entre la Autoridad de Tierras y González Constractor Power Corp. (GCPC).

Veamos dos cláusulas y condiciones: 
a) primero: La Autoridad de Tierras, vende y traspasa a GCPC todo el material excedente de la central Roig, para su demolición, remoción y disposición. 
b) cuarto: GCPC pagará la cantidad de ciento veinticinco dólares $125.00, por tonelada métrica a la Autoridad por la compra de aproximadamente cinco mil (5,000) toneladas de material excedente de la central Roig, vía transferencia electrónica a la cuenta 011-347333 del Banco Popular de Puerto Rico en número de ruta 021502011, previo a que el material removido salga de la facilidad.
GCPC, durante su estadía demoledora de nuestra central, se llevó alrededor            de $17,000.00 en material excedente, en adición destruyó una (1) de las            grúas y dos chimeneas de las cuatro (4) que tenía el entorno de nuestra       central azucarera.
Ocurrió una caída de la grúa (estructura silente y       emblemática de nuestro patrimonio cultural) derribada sobre una         edificación nueva en la central (expertos sostienen que el zinc del techo y        laterales tienen durabilidad de 300 años) dejándola parcialmente destruida .
¿Cuánto dinero generó esa atrocidad cultural en beneficio de la ciudad del   azúcar (Yabucoa)? ¿Dónde estaba el Representante del Distrito 34, Cruz         Burgos, en defensa de su Proyecto de Ley de la Cámara 0052?

El Alcalde Surillo Ruiz, señala que estaba ajeno de todo. Pero, en un video en nuestro      poder, se visualiza el diálogo de Salvador Ramírez (Director Autoridad de     Tierras), el Alcalde Surillo Ruiz, el Representante Cruz Burgos y el ingeniero      civil Camacho en los predios de la central.
2. El 22 de agosto de 2014, surge un nuevo contrato de compraventa de material excedente por una parte la Autoridad de Tierras y de la otra parte Ricleim Enviromental Services Corp.

Al final de la página 1, en el renglón de las cláusulas y condiciones dice lo siguiente: a) primero: La Autoridad de Tierras vende y traspasa a Ricleim Enviromental Services Corp., todo el material excedente de la Central Roig para demolición, remoción y disposición.
B) Cuarto: Ricleim Enviromental Services Corp., pagará a la Autoridad de Tierras la cantidad de seiscientos mil dólares ($600,000.00) por todo el material excedente que se encuentra en la Central Roig, que se desglosará de la siguiente manera: a) un depósito de ciento vente mil dólares ($120,000.00) pagadero dentro de los próximos diez días (10) días, los cuales no serán reembolsables. b) un segundo pago de cuatrocientos ochenta mil dólares ($480,000.00) pagaderos a los cuatro (4) meses de haber obtenido los permisos necesarios para realizar las labores.
En caso de no poder demoler la facilidad en su totalidad por causas ajenas a Ricleim Enviromental Services Corp., las partes acuerdan ajustar la suma ofrecida tomando en consideración la cantidad de material ferroso que no se puede remover, el costo de las labores realizadas en cumplimiento con la orden de EPA y otros factores que razonablemente pueda afectar los intereses de las partes.

Observamos que el Proyecto de Ley 0052, fue aprobado en la Cámara de Representantes (29 de abril de 2014) y el 22 de agosto de 2014 entra en vigencia este contrato. ¿Dónde estaba el alcalde Surillo Ruiz y el Representante Cruz Burgos?
¿Por qué la compañía Ricleim Enviromental Services, a pesar de finalizar su contrato el 22 de diciembre de 2014, continúa en la Central Azucarera hasta junio de 2015? Esta compañía destruyó 4 ranchones y se llevó un sinnúmero de material ferroso del interior de la Central.
¿Cuánto material excedente se llevó esa compañía? La Ley 18 del 24 de febrero de 2015, establece que no se puede llevar ningún metal de las edificaciones de la central fuera de sus predios, desde la fecha en que entra en vigencia la ley. Solamente si se cumple el artículo 2 de la Ley 18.

Por eso vemos que ahora (4 de agosto de 2015), es que entra en acción el Comité en defensa del Museo Azucarero. ¿Por qué no hay vigilancia verdadera y genuina del ente que tiene la custodia y titularidad de los terrenos de la Central Azucarera y su Batey (Municipio de Yabucoa?
En julio de 2015 entró en vigencia el presupuesto del gobierno municipal de Yabucoa. ¿Cuánto dinero se ha asignado a una de las promesas de campaña del alcalde Surillo Ruiz (El Museo del Azúcar)?

Representante del Distrito 34, Senadores del Distrito de Humacao, Comisionado Residente, Representantes y Senadores por Acumulación: ¿Cuántas partidas van destinadas al Museo del Azúcar de sus respectivos presupuestos?

Por último, en nuestro Manifiesto Azucarero, sostenemos la posición adoptada el 21 de abril de 2015 en nuestra Asamblea de pueblo y publicada en nuestra página de Facebook/museoazucarero del 22 de abril de 2015 y señalamos como sigue:
“Hemos sido informados que nuestro Movimiento en Pro del Museo Histórico- Cultural Azucarero no formará parte del equipo que será responsable del desarrollo del Museo. Continuamos más fortalecidos en nuestra lucha. Por el valor histórico de la central, reclamamos un museo que no se permita que se continúe la demolición de estructura alguna. Que comience la fase de rehabilitación de la central para nuestras futuras generaciones! Pueblo Azucarero mantente vigilante!


Nota:
Este Manifiesto Azucarero fue aprobado y firmado  por miembros del Movimiento en Pro de Museo Histórico- Cultural Azucarero,  en la asamblea de pueblo efectuada el 3 de agosto de 2015.


Para informacion; http://museoazucarero.com/category/historia-azucarera/
 



R-05/18/2023

La fe se construye en casa







La fe se construye en casa
Por: Iris de la Rosa Vélez. 
(Viernes, 18 de octubre de 2013) 


    Se ha definido la fe como la creencia en algo sin la necesidad de confirmarlo

Pero cuando hablamos de la fe religiosa nos estamos refiriendo al conjunto de reglas morales y espirituales de dicha religión.  Por lo tanto es la confianza  que tenemos hacia los conceptos religiosos y la promesa dictada en el libro sagrado, La Biblia.  La cual damos testimonio de esa fe en nuestro estilo de vida.  


Se ha estudiado mucho de la fe cristiana pero poco se ha puesto en práctica. Es muy lamentable que hoy en día se esté practicando una fe ciega y con firmamento muy distorsionado.  La fe es un concepto judío que significaba firmeza, seguridad y fidelidad. Según el libro religioso fundamental usado en las mayorías de las religiones, 

La Biblia especifica que: “la fe sin obras está muerta”  (Santiago 2:26). 


Es por ello que se espera que en los hogares Puertorriqueños se inculque la fe. Pero está ocurriendo todo lo contrario.En Puerto Rico las personas  se han preguntado: ¿por qué el sistema de enseñanza pública no ensena religión? Muchas personas religiosas a afirmado que la doctrina religiosa se ha sacado de los salones de clase. Pero no es solo la doctrina religiosa que quiere someter a los estudiante de escuela pública, a esto se le añade la educación sexual, el militarismo, y partidismo.  

Surge la duda y la inquietud; ¿de quien es la responsabilidad de la crianza de los hijos?  En la década del siglo pasado la responsabilidad era de todas las familias, dicho en otras palabras del seno del hogar.  

El seno del hogar ha sido distorsionado con leyes, costumbres y tradiciones la cual no se ha definido del todo.  Según la Revista USA Today  se ha identificado 28 forma de familia. La razón nos dicta que el futuro de una nación depende del futuro de la familia.  

La vida religiosa del hogar influye en la sociedad donde se desarrolla el individuo.  En la actualidad la familia está agonizando.  Ya no se dedica el tiempo, energía y recurso para que el hogar sea el centro del individuo.  Es por ello que encontramos familias en crisis y confundida.  Esto se debe mayormente que ha dejado de buscar las cosas espirituales y la han sustituido por las materiales.  La familia ya no ora en las casas, no leen la  biblia en sus hogares con los miembros de su familia, no tiene devocionales en familia y las conversaciones de las cuestiones religiosas y de la fe cristiana son limitadas. 

Es hora que la prioridad de los hogares sea la fe cristiana y una vida religiosa sana.  Si no hacemos algo al respecto  nos enfrentaremos a grave situaciones que empeorara la calidad de vida del individuo a largo y corto plazo.   Hoy se ha dejado de vivir en los hogares una vida que reflejaba la fe para traer a los hogares el orgullo, egoísmos, discordia, etc.  

Se ha asociado negativamente a la religión institucional con los problemas sociales. Mientras no se resuelva las crisis de la familia no podemos tener una sociedad sana y saludable mental y sicológicamente.  

La fe no siempre se puede ensenar, pero por otra parte se puede construir. 


 Es por ello que el hogar es el lugar y no en el salón de clase donde debe inculcar la fe.  La fe no se basa en programas, es una relación personal con el creador y Jesucristo. La fe se refleja en nuestra conducta. En términos práctico la fe  se construye en casa. 

Primero elaboraremos una lista de actividades y disciplina saludable. 
La cual debe incluir: 
la oración, 
la lectura de la biblia, 
los devocionales, 
la bendición entre los ocupante del hogar, 
proyectos de servicio familiar y así consecutivamente. 

Teniendo en cuenta que dichas actividades sea para inspirar, motivar y capacitar.  Esto requiere de tiempo y energía. Incluso puede darse el caso que se deje de hacer otras cosas para dedicarnos a nuestra idea principal. La cual será el comienzo del proceso de crecimiento y desarrollo progresivo en la espiritualidad.  


El resultados es llevar al hogar la voluntad y el propósito del todopoderoso, Dios. Hay que asumir el compromiso para tener un hogar saludable y fuerte ante los problemas y situaciones del diario vivir. No necesariamente tiene que asistir a una iglesia para empezar a construir tu fe. Son muchos los que dicen que creen en Dios y asiste a una iglesia pero a la hora de la verdad no lo demuestra, ni se le nota. Por otra parte hay personas que no asiste a la iglesia,  porque la religión organizada se interesa  en los programas, edificios y números. Sus metas están dirigidas a lo material y no a lo espiritual. La cual tiene algo de cierto; por lo cuanto han perdido de vista lo que sucede en los hogares. 

Primeramente asignemos la importancia en construir una fe y un hogar saludable. Todos tenemos la capacidad de construir un entorno sano y saludable por medio de la fe.  Se puede empezar con la simple tradición de memorizar versículos bíblicos.  Inculcar la fe en nuestra vida se requiere compromiso y repeticiones continuas en nuestra vida religiosa. Poco a poco veras y notaras como te rodeara de una fe y un desarrollo espiritual cada día mayor.  

¡Adelante!



R2/2/2023

Resurrección de la carne


Resurrección de la carne

¿Sera posible una persona volver a la vida, incluso después de literalmente haber muerto, esto es, después del desprendimiento definitivo entre el cuerpo u espíritu? Si eso fuese posible, estaríamos delante de algo extraordinario, en oposición a una ley divina básica, que trata con absoluta equidad a todos los seres humanos: la muerte del cuerpo físico, cuyo propósito es la renovación del Espíritu y su trayectoria evolutiva, la cual se hace por etapas. Tal vez por eso parezca tan extraños para nosotros, estudiosos de los principios espirituales, constatar personas gastando millones de dólares con la criogenia humana, con la esperanza de que, en un futuro incierto, sus cuerpos puedan ser descongelados y resucitados, sea para la eliminación de dolencias actualmente incurables, sea para alcanzar una utópica inmortalidad en la carne, que, si fuese posible, mas se asemejaría a una “maldición” que una bendición.

La palabra “resurrección”, del punto de vista semántico, es un término equivocado o polisémico, esto es, posee más de un significado o interpretación. En el sentido tradicional del término, es más conocido como el “Acto de resurgir o reaparecer vivo después de haber muerto; restitución del muerto a la vida” (1). Dicen los que defienden esta tisis – de la vuelta del Espíritu a un cuerpo ya muerto – que para Dios nada es imposible y que existen “milagros” como aquellos atribuidos a Jesús y descritos en el Nuevo Testamento (Lucas, 7:11 a 17 “El hijo de la viuda de Naim”, y Mateo, 9:23 a 26 “la hija de Jairol”), siendo la resurrección de Lázaro (Juan, 11:1 al 45), el caso más conocido).

No se desconoce el poder del Creador, ¿pero tendría realmente necesidad de revocar las propias leyes, solamente para probar su poder, para agradar o convencer criaturas céticas e ignorantes como nosotros, aun matriculadas en las primeras lecciones del alfabeto del Espíritus? Para decepción de los que veneran lo “maravilloso”, es preciso informar que el fenómeno descrito en el Nuevo Testamento no se trata de ningún milagro, pues aquellos personajes bíblicos no estaban efectivamente muertos. (2) Posiblemente, experimentaron los efectos de otra ley natural, la facultad de emancipación o desdoblamiento del alma, que ocurre por medio de la catalepsia y de la letargia, desconocidas de la Medicina de aquel tiempo, época en que el diagnostico de la muerte era comparado por la simple parada cardiorespiratoria y no por la cesación del funcionamiento del tronco encefálico, criterio actualmente aceptado por la comunidad científica” (*)

Los teólogos, casi siempre distanciados de las leyes naturales, adoptaron también, para el término “resurrección”, la connotación escatológica, fundada en la interpretación literal de la Biblia: la resurrección de los muertos en el día del “Juicio Final”, ignorando que “muchas veces la palabra de Jesús era alegórica y en forma de parábolas, porque El hablaba de acuerdo con la época y los lugares”(3), hasta el momento en “que la Ciencia, de un lado, y el Espiritismo, del otro, revelasen las nuevas leyes de la Naturaleza, haciendo comprensible su verdadero sentido” (4)

En vista de eso, el Espiritismo perfila una interpretación racional para el fenómeno de la resurrección de la carne, en el día del “Juicio Final”: La resurrección de los muertos en el último día, en el fin de los tiempos, es una alegoría judaica que Jesús utilizo, como de tantos otros elementos del Judaísmo, para enseñar el sentido verdadero de la muerte como transición o pasaje de un mundo para otro, del mundo material para el espiritual. El último día es apenas aquel en que morimos. (5) (Grifo nosso) Por tanto, la creencia en la “resurrección” como vuelta del Espíritu al mismo cuerpo, después del “Juicio Final”, también no tiene respaldo científico, pues los despojos del organismo humano no se conservan homogéneos y se descomponen en sus elementos químicos, que van a ser utilizados para la estructura de nuevos cuerpos. (6)

Conforme orientan los Espíritus de la Codificación, el dogma de la resurrección de la carne, tomando en su verdadero sentido, es la consagración de la inmortalidad y de la reencarnación enseñada por los Espíritus superiores: La reencarnación formaba parte de los dogmas judaicos, bajo el nombre de resurrección; sólo los saduceos que creían que todo terminaba con la muerte, no creían en ella. Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que vivió podía revivir, sin explicarse con precisión la manera cómo esto podía suceder; designaban con la palabra resurrección, lo que el Espiritismo llama más juiciosamente reencarnación. En efecto, la resurrección supone el regreso a la vida del cuerpo que murió, lo que la Ciencia demuestra ser materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de ese cuerpo están, desde hace mucho, dispersos y absortos. La reencarnación es el retorno del alma o Espíritu, a la vida corporal, pero en otro cuerpo nuevamente formado para ella, y que nada tiene de común con el antiguo. La palabra resurrección podía de este modo, aplicarse a Lázaro, pero no a Elías, ni a los profetas. Pues, si según su creencia, Juan el Bautista era Elías, el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se había visto a Juan niño y se conocía a su padre y a su madre. Así, Juan podía ser Elías reencarnado, pero no resucitado. (7)

Toda vez que se pronuncia el termino resurrección, mas tarde la asociamos al fenómeno de la resurrección de Jesús entre los hombres, después la tragedia del Gólgota, que, por regla general, es interpretado como siendo el resurgir del Maestro con el mismo cuerpo material que utilizo en su sublime misión terrena. Todavía, más de una vez, es preciso colocar las cosas en su debido lugar. La “resurrección”, de Jesús no tiene nada que ver con lo que aconteció con el hijo de la viuda de Naim, con la hija de Jairo o con Lázaro. Lo que los apóstoles y otras personas vieron, muy probablemente, no fue el cuerpo físico de Jesús sino su Espíritu momentáneamente materializado.

En esas afirmaciones, encontramos los siguientes esclarecimientos del escritor espirita Severino Celestino da Silva, profesor de la disciplina Ciencias de las Religiones, de la Universidad Federal de Paraíba, que así resume la posición espirita: Quien resucita es el Periespíritu. Es el molde del cuerpo, constituido de materia quintaesenciada, funcionando como el intermediario entre el cuerpo físico y el espíritu durante la vida corpórea, por tanto, es lo que vemos después de la muerte. Fue el periespíritu del Cristo que fue visto en el tercer día y no su cuerpo. El cuerpo que sirvió de morada al espíritu no puede ser visto, después de la muerte, pues vuelve a la tierra que lo origino y por ella es destruido. Y así, lo que se llama de resurrección es lo mismo que Reencarnación, es como vimos, según Daniel y Ezequiel, ella ocurre en la tierra y no en el mundo espiritual, y ocurre todos los días conforme afirma Pablo a los hebreos 9:27 después de la muerte ocurre el juicio. Quedando la verdadera y conocida “resurrección del último día” como sinónimo de “etapa final de evolución” en nuestro planeta. La resurrección del ultimo día será la conquista espiritual suprema obtenida por nosotros. Después de ella, no habrá más necesidad de Reencarnación. (8) (Grifos nosso)

En suma, la resurrección de la carne es la propia reencarnación, corolario de la inmortalidad en innúmeros pasajes de los textos bíblicos (Viejo y Nuevo Testamento), bajo la forma alegórica. Su turno, la resurrección física de un ser que aun no desencarnó es de efecto temporal, pues la ley natural de la muerte biológica alcance a todos indistintamente, y hasta Jesús a esta se sometió dentro de la normalidad de las cosas. Ya la resurrección espiritual es el retorno del ser al mundo espiritual de donde vino, antes de la reencarnación, pudiendo hacerse visible y hasta tangible o no a los encarnados, conforme las circunstancias a que dan oportunidad las leyes divinas.

Finalizando, nunca es de más recordar que, en un otro sentido espiritual, tenemos la oportunidad de resucitar todos los días para le mejora de nuestras condiciones morales, ejercitando los legítimos valores de la vida, corrigiendo en nosotros los vicios que entorpecen las potencias del Espíritu, destinado al progreso y a la felicidad plena.

Christiano Torchi

(*) La catalepsia y la letargia son una especie de sueño físico de orden patológico. Se caracterizan por la pérdida temporal de la sensibilidad y del movimiento del cuerpo físico, que asume, temporalmente, la apariencia de muerte biológica. Hay registros, aun en la actualidad, de personas sepultadas vivas, por haber sido diagnosticadas, equivocadamente, como muertos. (Para más información, remitimos el lector al artículo de nuestra autoría, bajo el titulo Letargia, catalepsia, muertes aparentes, publicado en esta Revista en noviembre del 2008 p29 (427) al 31 (429)

Referencia:

(1) Diccionario brasileño de la lengua portuguesa. Palabra “Ressurreição”
(2) Allan Kardec. La génesis
(3) Allan Kardec. El libro de los Espíritus.
(4) Allan Kardec. El evangelio según el espiritismo.
(5) J. Herculano Pires. Educación para la muerte.
(6) Allan Kardec. El libro de los Espíritus.
(7) Allan Kardec. El evangelio según el espiritismo.
(8) Severino Celestino da Silva. Analizando las traducciones bíblicas.

Revista Reformador. Marzo 2013

Para mayor informacion; http://soyespirita.blogspot.com/2015/08/espiritismo-prueba-que-nunca-existio-la.html
 





R-05/18/2023 

Punto de vista sobre la cremación


Punto de vista sobre la cremación

De tradición católica, Francia ha tenido durante muchos siglos un predominio de los entierros llamados clásicos, con inhumación del ataúd en la tierra. Hoy en día, la tendencia, sin llegar a invertirse, se modifica. La cremación gana cada vez más adeptos. En 1975, sólo el 0,4% de las exequias eran cremaciones. Hoy, se cuenta más del 30% en Francia, 40% en París y con frecuencia más del 50% en las grandes ciudad.

¿Qué sucede en los demás países? La cremación es muy practicada en Japón (99,8% de las defunciones), así como en Hong Kong (86%). En los Estados Unidos, donde hace un siglo la mayoría de los norteamericanos era muy hostil, la proporción es hoy del 32% de los muertos que son incinerados. En varios países europeos, la tasa es muy elevada, como por ejemplo, en Suiza (89% en 2010), Reino Unido (70% en 2010), República Checa (78%) y Dinamarca (73%). Es más rara en los países católicos, como Italia (8,5%), y España (19,3%). En los países confesionalmente compartidos, oscila alrededor del 50%. Es el caso de los Países Bajos. Hagamos una rápida reseña histórica de esta práctica que tiene sus defensores y detractores.

Historia de la cremación

Desde la prehistoria, durante la edad de bronce, se conocen casos de cremación en Europa. La cremación más antigua parece ser una de más de 22.000 años, de la mujer de Mungo, en Australia. Se encontraron los restos de una joven parcialmente incinerada, cuyos huesos rotos fueron enterrados luego con los restos de la hoguera utilizada para su cremación. Pero las sepulturas más antiguas certificadas con certeza datan de 275.000 a 35.000 años antes de J.C. y han sido localizadas en el Cercano Oriente. La cremación aparece en Asia 4.000 años antes de J.C. En la India, la primera cremación conocida data de 1.900 años antes de J.C. En cuanto a los griegos, no habrían comenzado a practicar la cremación sino cerca del siglo XII antes de J.C. Durante nuestra Edad Media, lo que prevaleció en el occidente cristiano fue la inhumación, el entierro del difunto, pues el cuerpo debía conservar su integridad a la espera del juicio final. Bajo el Antiguo Régimen, los nobles se hacían enterrar en la capilla de sus castillos y casas solariegas, y los pobres eran puestos en la fosa común.

En la Revolución Francesa, el principio de igualdad hizo emerger la idea del cementerio para todos, así como la de la cremación, defendida en la época por francmasones y protestantes. En el siglo XIX, las grandes epidemias de tifus y cólera que sufrió Europa incitaron a las municipalidades de la época, bajo la influencia del movimiento higienista, a reglamentar la inhumación (espesor mínimo del ataúd y profundidad del entierro) y a desarrollar la idea de la cremación. La primera cremación en Francia tuvo lugar en París, el 30 de enero de 1889, en el crematorio del Père- Lachaise recientemente inaugurado, algunos meses antes de que apareciera el decreto de aplicación de la ley sobre la libertad de funeral, votada en 1887 y que autorizaba la cremación. Luego fueron creados crematorios en Ruán en 1899, Reims en 1903, Marsella en 1907, Lyon en 1913 y Estrasburgo en 1922. Hoy, Francia cuenta con 141 crematorios.

La posición de los movimientos religiosos

En lo que respecta a las religiones cristianas, las Iglesias protestantes la autorizan a partir de 1887 pues, según la teoría de la Reforma, la resurrección de la carne no está en juego: solamente la esperanza en Dios puede salvar y ésta ofrece una nueva vida independientemente del estado del cuerpo. Sin duda es por eso que la mayoría de los países donde la religión protestante es dominante, tiene una tasa de cremación más elevada que el resto de Europa. La Iglesia católica recomienda la inhumación pero no prohíbe la cremación, desde el 8 de mayo de 1963. En cuanto a la Iglesia ortodoxa, evaluando la resurrección de los muertos y la veneración de las reliquias, prohíbe la cremación, igual que las Iglesias adventistas y presbiterianas. Para la religión judía, los creyentes, en su gran mayoría, no practican la cremación, pues es un deber devolver el cuerpo a Dios en el estado en que se encuentre.

En la religión musulmana, el Corán no admite la cremación, pues la santidad del cuerpo no disminuye con la muerte o la salida del alma. El cuerpo debe poder resucitar y los creyentes deben velar por el respeto del cuerpo del difunto. En las religiones budista e hinduista, la cremación tiene lugar tres o cuatro días después del deceso. Es considerada como la liberación del alma del cuerpo.

La opinión espírita

Que la cremación sea autorizada, permitida, incluso presentada como necesaria u obligatoria, nada se dice sobre el después de la cremación. 
¿Qué pasa, qué le sucede al espíritu recién desencarnado que ve quemarse su cuerpo físico, qué siente en ese momento preciso y cómo vive él esa situación? 
En primer lugar recordemos los tres componentes puestos en evidencia por Allan Kardec y los científicos que han estudiado la manifestación de los muertos y que son el cuerpo que es la parte material del ser, el espíritu y el periespíritu. 
El espíritu, la parte inmaterial, es una entidad espiritual individualizada, que tiene un comienzo, el de la creación divina. Esta entidad necesita vivir experiencias en la materia para su propia evolución, aprender a hacer la diferencia entre el bien y el mal, aprender a amar y descubrir su génesis espiritual y reconocer la presencia de Dios, su Padre, para un día reunirse con él despojada de sus defectos y participar con él en la creación. Para que el espíritu pueda integrar la materia, necesita un intermediario, una envoltura semi-material, es decir compuesta de materia muy tenue: el periespíritu. 
Este periespíritu acompaña al espíritu a lo largo de su camino evolutivo en la materia pero igualmente en el más allá, y le permite manifestarse a los vivos aunque esté despojado de su cuerpo físico. Durante la vida, es pues a través de este mismo periespíritu que el espíritu percibe diversas sensaciones, actúa sobre el cuerpo y dirige sus movimientos.

Recordemos igualmente que este periespíritu posee, entre otras, una facultad memorizante, que le permite registrar, a través de las células que lo componen, lo que vivimos tanto en estado encarnado como en estado desencarnado. Esta interacción entre el espíritu y el periespíritu repercute en las células del cuerpo físico. Lo cual significa que todo lo que el espíritu vive en la materia, que todos los choques físicos o psíquicos se graban a nivel de su envoltura periespiritual, y así le seguirán en una, incluso en varias encarnaciones, y se expresa por ejemplo, bajo la forma de desórdenes, ya sean psíquicos (angustias, fobias…), o físicos (diversas discapacidades, alteración de la piel, ausencia de un miembro, de uno o varios de nuestros sentidos, etc.) hasta que el espíritu sea lo bastante fuerte para superarlos y vencerlos.

La muerte acarrea la separación del alma y el cuerpo por la ruptura del vínculo fluídico que los une. Esa es la razón por la cual el cuerpo vuelve a ser materia inerte, mientras que el periespíritu se desprende poco a poco del cuerpo físico. Pero sucede a veces que el espíritu recién desencarnado está aún muy cerca de su cuerpo físico durante su entierro, a saber, la inhumación o la cremación. 
Y en esta situación precisa, la cremación puede producir un traumatismo sobre el espíritu que, por repercusión, va a imprimir ese traumatismo en su periespíritu. Y es entonces cuando el periespíritu puede ser perjudicado en su estructura.

En el proceso normal de la desencarnación, el periespíritu se desprende naturalmente del cuerpo físico en el momento de la muerte, pero por diversas posibles razones de apego a la materia, puede suceder que el periespíritu no haya salido totalmente del cuerpo cuando sobreviene la cremación. Y en este caso en particular, existe el riesgo de un traumatismo que puede engendrar una alteración accidental del periespíritu por el fuego. Es entonces cuando la desencarnación ya no sigue su curso normal y natural, pero ese sigue siendo un caso de excepción que no debe conducir a una psicosis frente a la cremación. 
No obstante, por precaución se puede recurrir al acompañamiento del fallecido por el pensamiento, ya sea individual o colectivo, para asegurarse de una total liberación del espíritu en el momento de la inhumación. 
En nuestros medios espíritas, tenemos por costumbre realizar cadenas fluídicas para nuestros fallecidos, para abreviar su turbación, lo que garantiza simultáneamente un pronto desprendimiento del espíritu del cuerpo, lo cual por lo mismo evita toda eventualidad de una alteración del periespíritu con motivo de la cremación.

Así pues, desde un punto de vista espírita, la cremación no constituye realmente un problema de gran magnitud, pero tampoco se puede ignorar que existen algunos factores de riesgo para ciertas personas, por lo cual la oración o las acciones de pensamiento, si fueran generalizadas, eliminarían toda eventualidad de daños accidentales a nivel de los periespíritus.

Catherine Gouttière

Tomado de; http://acep.espiritas.net/files/Le-Journal-Spirite-97-3T-2014_.pdf






R-2/8/2023



El Espiritismo entre los druidas


 

El Espiritismo entre los druidas

Con el título: Le Vieux-Neuf (Lo Viejo Nuevo), el Sr. Édouard Fournier ha publicado en Le Siècle (El Siglo) –hace unos diez años– una serie de artículos tan notables desde el punto de vista de la erudición, que interesan bajo el aspecto histórico. 
Al pasar revista a todos los inventos y descubrimientos modernos, el autor prueba que si nuestro siglo tiene el mérito de la aplicación y del desarrollo, no tiene –al menos para la mayoría– el de la prioridad. En la época en que el Sr. Édouard Fournier escribía estos cultos folletines, aún no era planteada la cuestión de los Espíritus, sin la que no hubiera dejado de mostrarnos que todo lo que sucede no es más que una repetición de lo que los Antiguos sabían tan bien y quizás mejor que nosotros. 
Por nuestra parte lo lamentamos, porque sus profundas investigaciones le hubiesen permitido sondar la antigüedad mística, como ha sondado la antigüedad industrial; formulamos votos para que un día él dirija hacia ese lado sus laboriosas investigaciones. 
En cuanto a nosotros, nuestras observaciones personales no nos dejan ninguna duda sobre la antigüedad y la universalidad de la Doctrina que nos enseñan los Espíritus. Esta coincidencia entre lo que ellos nos dicen hoy y las creencias de los tiempos más remotos son un hecho significativo de un alto alcance. Entretanto, haremos notar que si encontramos por todas partes los vestigios de la Doctrina Espírita, en ninguna parte la vemos completa: parece haber sido reservado a nuestra época coordinar esos fragmentos esparcidos entre todos los pueblos, para llegar a la unidad de principios por medio de un conjunto más completo y sobre todo más general de manifestaciones, que parecen dar razón al autor del artículo anterior sobre el período psicológico en que la Humanidad parece entrar.

Casi por todas partes la ignorancia y los prejuicios han desfigurado esta doctrina, cuyos principios fundamentales son mezclados con las prácticas supersticiosas de todos los tiempos, explotadas para sofocar la razón. Pero bajo este montón de absurdos germinan las ideas más sublimes, como preciosas semillas escondidas bajo las malezas, sólo esperando la luz vivificante del Sol para emprender su vuelo. Más universalmente esclarecida, nuestra generación aparta las malezas, pero tal roturación no puede cumplirse sin transición. Por lo tanto, dejemos a las buenas semillas el tiempo para desarrollarse y a las hierbas malas el de desaparecer. 
La doctrina druídica nos ofrece un curioso ejemplo de lo que acabamos de decir. Esta doctrina, de la que apenas se conocen sus prácticas externas, en ciertos aspectos se elevaba hasta las más sublimes verdades; pero estas verdades eran solamente para los iniciados: el vulgo, aterrorizado por los sangrientos sacrificios, recogía con un santo respeto el muérdago sagrado del roble y sólo veía lo fantasmagórico. 
Se podrá juzgar eso por la siguiente cita extraída de un documento tan precioso como poco conocido, y que derrama una luz enteramente nueva sobre la verdadera teología de nuestros antepasados.

«Entregamos a la reflexión de nuestros lectores un texto céltico  publicado hace poco y cuya aparición ha causado una cierta emoción en el mundo cultural. Es imposible saber exactamente quién ha sido el autor, ni tampoco a qué siglo se remonta. Pero lo que es indiscutible es que pertenece a la tradición de los bardos  del País de Gales, y este origen es suficiente para conferirle un valor de primer orden.

«En efecto, se sabe que el País de Gales forma todavía en nuestros días el refugio más fiel de la nacionalidad gala que, entre nosotros, ha sufrido modificaciones tan profundas. Apenas rozado por la dominación romana, estuvo allí por poco tiempo y débilmente; preservado de la invasión de los bárbaros por la energía de sus habitantes y por las dificultades de su territorio, y sometido más tarde por la dinastía normanda que debió dejarle, sin embargo, un cierto grado de independencia, el nombre de Gales, Gallia, que siempre ha llevado, es un rasgo distintivo por el cual se vincula al período antiguo, sin discontinuidad. 
La lengua kímrica –hablada en otros tiempos en toda la parte septentrional de la Galia– nunca ha dejado de estar en uso en aquel lugar, y muchas de las costumbres son allí igualmente galas. De todas las influencias extranjeras, la del Cristianismo ha sido la única que hubo encontrado un medio de triunfar allí plenamente; pero esto no ha ocurrido sin haber pasado por grandes dificultades relacionadas con la supremacía de la Iglesia romana, cuya reforma del siglo XVI no ha hecho más que determinar la caída desde largo tiempo preparada en esas regiones llenas de un sentimiento indefectible de independencia.

«Se puede incluso decir que los druidas, al convertirse enteramente al Cristianismo, no se extinguieron totalmente en el País de Gales, como en nuestra Bretaña y en los otros países de sangre gala. Ellos han tenido como consecuencia inmediata una sociedad muy sólidamente constituida, principalmente consagrada, en apariencia, al culto de la poesía nacional, pero que bajo el manto poético ha conservado con una fidelidad notable la herencia intelectual de la antigua Galia: es la Sociedad Bárdica del País de Gales que, después de haberse mantenido como sociedad secreta durante toda la duración de la Edad Media –a través de una transmisión oral de sus monumentos literarios y de su doctrina, a imitación de la práctica de los druidas–, decidió, hacia el siglo XVI y XVII, confiar a la escritura las partes más esenciales de esta herencia. 
De este bagaje, cuya autenticidad está así atestada por una cadena tradicional ininterrumpida, procede el texto del cual hablamos; y en razón de esas circunstancias, su valor no depende –como se ve– ni de la mano que tuvo el mérito de escribirlo, ni de la época en la que su redacción pudo haber adquirido su última forma. Por encima de todo, lo que allí se refleja es el espíritu de los bardos de la Edad Media, que eran los últimos discípulos de esta corporación sabia y religiosa que, con el nombre de druidas, dominó la Galia durante el primer período de su Historia, más o menos de la misma manera como el clero latino durante el de la Edad Media.

«Aunque estuviésemos privados de todas las luces sobre el origen de ese texto, sería puesto muy claramente en camino por su concordancia con las enseñanzas que los autores griegos y latinos nos han dejado con relación a la doctrina religiosa de los druidas. Esta concordancia constituye puntos de solidaridad que no ofrecen ninguna duda, porque se apoyan en las razones extraídas de la propia esencia del escrito; y la solidaridad así demostrada por los artículos capitales –los únicos de los cuales los Antiguos nos han hablado– se extiende naturalmente a los desarrollos secundarios. En efecto, estos desarrollos, penetrados del mismo Espíritu, derivan necesariamente de la misma fuente; forman parte de ese bagaje y no pueden explicarse sino a través de éste. 
Y al mismo tiempo que por una generación tan lógica remontan a los primitivos depositarios de la religión druídica, es imposible asignarles cualquier otro punto de partida; porque, fuera de la influencia druídica, el país de donde ellos provienen sólo ha conocido la influencia cristiana, la cual es totalmente extraña a tales doctrinas.

«Los desarrollos contenidos en las tríadas están, incluso, tan perfectamente fuera del Cristianismo, que las pocas emociones cristianas que se han deslizado aquí y allá en su conjunto, se distinguen a primera vista del fondo primitivo. Estas emanaciones, ingenuamente salidas de la conciencia de los bardos cristianos, bien han podido –si se puede decirlo así– intercalarse en los intersticios de la tradición, pero no pudieron fundirse con ella. Por lo tanto, el análisis del texto es tan simple como riguroso, desde que puede reducirse a poner a un lado todo lo que lleva la marca del Cristianismo y, una vez operada la selección, considerarse como de origen druídico todo lo que queda visiblemente caracterizado por una religión diferente de la del Evangelio y de los concilios. De esta manera, para no citar más que lo esencial, partiendo de este principio tan conocido de que el dogma de la caridad en Dios y en el hombre es tan especial al Cristianismo como el de la migración de las almas lo es al antiguo druidismo, un cierto número de tríadas –en las cuales se refleja un espíritu de amor como nunca ha conocido la Galia primitiva– revela inmediatamente las marcas de un carácter comparativamente moderno; mientras que las otras, animadas por un soplo diferente, dejan ver un tanto mejor el sello de la alta Antigüedad que las distingue.

«En fin, no es inútil hacer observar que la propia forma de la enseñanza contenida en las tríadas es de origen druídico. Se sabe que los druidas tenían una predilección particular por el número tres, y ellos lo empleaban especialmente –así como nos lo muestra la mayoría de los monumentos galeses– para la transmisión de sus lecciones que, mediante esa precisa presentación, se grababan más fácilmente en la memoria.
 Diógenes Laercio  nos ha conservado una de esas tríadas que sucintamente resume el conjunto de los deberes del hombre para con la Divinidad, para con sus semejantes y para consigo mismo: «Honrar a los seres superiores, no cometer injusticias y cultivar en sí mismo la virtud viril». 
La literatura de los bardos ha propagado hasta nosotros una multitud de aforismos del mismo género, en lo tocante a todas las ramas del saber humano: Ciencias, Historia, Moral, Derecho, Poesía. No las hay de más interesantes y más propias para inspirar grandes reflexiones que aquellas cuyo texto publicamos aquí, según la traducción que ha sido hecha por el Sr. Adolphe Pictet.

«De esta serie de tríadas, las once primeras son consagradas a la exposición de los atributos característicos de la Divinidad. Como era fácil preverlo, es en esta sección que las influencias cristianas han tenido una mayor acción. Si no se puede negar que el druidismo haya conocido el principio de la unidad de Dios, puede incluso ser que, por consecuencia de su predilección por el número ternario, pudo haber sido llevado a concebir algo confusamente la divina Trinidad; sin embargo, es indiscutible que lo que completa esta alta concepción teológica –el saber la distinción de las personas y particularmente de la tercera– ha debido quedar perfectamente extraño a esta antigua religión. 
Todo está de acuerdo en probar que sus sectarios estaban mucho más preocupados en fundar la libertad del hombre que en fundar la caridad; y es por seguir esta falsa posición desde su punto de partida que ha perecido. Todo ese inicio también parece relacionarse a una influencia cristiana, más o menos determinada, particularmente a partir de la quinta tríada.

«A continuación de los principios generales relativos a la naturaleza de Dios, el texto pasa a exponer la constitución del Universo. El conjunto de esta constitución es superiormente formulado en tres tríadas que, mostrando a los seres particulares en un orden absolutamente diferente al de Dios, completan la idea que debe formarse del Ser único e inmutable. Además, con fórmulas más explícitas, esas tríadas no hacen sino reproducir lo que ya se sabía –a través del testimonio de los Antiguos– sobre la doctrina de la circulación de las almas, que pasan alternadamente de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. Pueden ser consideradas como el comentario de un célebre verso de La Farsalia, en el cual el poeta exclama, al dirigirse a los sacerdotes de la Galia, que si lo que ellos enseñan es verdad, la muerte no es más que el medio de una larga vida: Longæ vitæ mors media est.

DIOS Y EL UNIVERSO

I – Hay tres unidades primitivas, y de cada una de ellas no podría existir más que una sola: un Dios, una verdad y un punto de libertad, es decir, el punto donde se encuentra el equilibrio de toda oposición.

II – Tres cosas proceden de las tres unidades primitivas: toda vida, todo bien y todo poder.

III – Dios es necesariamente tres cosas: la parte mayor de la vida, la parte mayor de la ciencia y la parte mayor del poder; y no podría tener una parte mayor de cada cosa.

IV – Tres cosas que Dios no puede dejar de ser: lo que debe constituir el bien perfecto, lo que debe querer el bien perfecto y lo que debe cumplir el bien perfecto.

V – Tres garantías de lo que Dios hace y hará: su poder infinito, su sabiduría infinita y su amor infinito; porque no hay nada que no pueda ser efectuado, que no pueda volverse verdadero y que no pueda ser querido por un atributo.

VI – Tres fines principales de la obra de Dios, como Creador de todas las cosas: disminuir el mal, reforzar el bien y hacer resaltar toda la diferencia, de tal manera que se pueda saber lo que debe ser o, al contrario, lo que no debe ser.

VII – Tres cosas que Dios no puede dejar de conceder: lo que hay de más ventajoso, lo que hay de más necesario y lo que hay de más bello para cada cosa.

VIII – Tres poderes de la existencia: no poder ser de otro modo, no ser necesariamente otro y no poder ser mejor por la concepción; y en eso está la perfección de todas las cosas.

IX – Tres cosas prevalecerán necesariamente: el supremo poder, la suprema inteligencia y el supremo amor de Dios.

X – Las tres grandezas de Dios: vida perfecta, ciencia perfecta, poder perfecto.

XI – Tres causas originales de los seres vivos: el amor divino de acuerdo con la suprema inteligencia, la sabiduría suprema por el conocimiento perfecto de todos los medios y el poder divino de acuerdo con la voluntad, el amor y la sabiduría de Dios.

LOS TRES CÍRCULOS

XII – Hay tres círculos de la existencia: el círculo de la región vacía (ceugant), donde –excepto Dios– no hay nada de vivo ni de muerto, y ningún ser más que Dios puede atravesarlo; el círculo de la migración (abred), donde todo ser animado procede de la muerte, y el hombre lo ha atravesado; y el círculo de la felicidad (gwynfyd), donde todo ser animado procede de la vida, y el hombre lo atravesará en el cielo.

XIII – Tres estados sucesivos de seres animados: el estado de descenso en el abismo (annoufn), el estado de libertad en la humanidad y el estado de felicidad en el cielo.

XIV – Tres fases necesarias de toda existencia con relación a la vida: el comienzo en annoufn, la transmigración en abred y la plenitud en gwynfyd; y sin estas tres cosas nadie puede existir, excepto Dios.

«Así, en resumen, sobre ese punto capital de la teología cristiana, de que Dios –por su poder creativo– saca a las almas de la nada, las tríadas no se pronuncian de una manera precisa. Después de haber mostrado a Dios en su esfera eterna e inaccesible, ellas muestran simplemente a las almas naciendo en las profundidades del Universo, en el abismo (annoufn); de allí, esas almas pasan al círculo de las migraciones (abred), donde su destino se determina a través de una serie de existencias, conforme al buen o mal uso que hayan hecho de su libertad; en fin, se elevan al círculo supremo (gwynfyd), donde las migraciones cesan, donde no se muere más, donde de aquí en adelante la vida transcurre en la felicidad, conservando en todo su perpetua actividad y la plena conciencia de su individualidad. 
En efecto, el druidismo no cae en el error de las teologías orientales que conducen al hombre a ser absorbido finalmente en el seno inmutable de la Divinidad; porque, al contrario, distingue un círculo especial, el círculo del vacío o del infinito (ceugant), que forma el privilegio incomunicable del Ser supremo, y en el cual ningún ser –sea cual fuere su grado de santidad– podrá jamás penetrar. Éste es el punto más elevado de la religión, porque marca el límite puesto al vuelo de las criaturas.

«El rasgo más característico de esta teología, aunque sea un rasgo puramente negativo, consiste en la ausencia de un círculo particular, tal como el Tártaro de la antigüedad pagana, destinado a la punición sin fin de las almas criminales. 
Entre los druidas, el infierno propiamente dicho no existe. A sus ojos, la distribución de los castigos se efectúa en el círculo de las migraciones a través del compromiso de las almas en pasar por condiciones de existencia más o menos infelices, donde –siempre dueñas de su libertad– expían sus faltas a través del sufrimiento y se disponen, por la reforma de sus vicios, a un futuro mejor. En ciertos casos, puede incluso suceder que las almas retrograden hasta esa región de annoufn, donde nacen, y a la cual no parece muy posible dar otro significado que el de la animalidad. Por este lado peligroso (la retrogradación), y que nada justifica, ya que la diversidad de las condiciones de existencia en el círculo de la humanidad es perfectamente suficiente a la penalidad de todos los grados, el druidismo habría entonces llegado a deslizarse hasta en la metempsicosis. 
Pero este lamentable extremo, al cual no conduce ninguna necesidad de la doctrina del desenvolvimiento de las almas por el camino de las migraciones, parece haber ocupado –como se ha de juzgar por la serie de tríadas relativas al régimen del círculo de abred– un lugar secundario en el sistema de la religión.

«Excepto algunas obscuridades que tal vez son debidas a las dificultades de una lengua cuyas profundidades metafísicas no son todavía bien conocidas, las declaraciones de las tríadas en lo tocante a las condiciones inherentes al círculo de abred esparcen las más vivas luces sobre el conjunto de la religión druídica. Se siente en ella respirar el soplo de una originalidad superior. 
El misterio que a nuestra inteligencia ofrece el espectáculo de nuestra existencia presente, toma allí un giro singular que no se ve en ninguna otra parte, y se diría que un gran velo se rasga antes y después de la vida, haciendo conque de repente el alma se sienta nadar, con una fuerza inesperada, a través de una extensión indefinida que, en su encierro entre las pesadas puertas del nacimiento y de la muerte, no era capaz de sospechar por sí misma. Cualquiera que fuere el juicio que se haga sobre la veracidad de esta doctrina, no se puede negar que sea una doctrina poderosa; y al reflexionar sobre el efecto que debía inevitablemente producir en las almas ingenuas tales aperturas sobre su origen y su destino, es fácil darse cuenta de la inmensa influencia que los druidas habían adquirido naturalmente sobre el espíritu de nuestros antepasados. En medio de las tinieblas de la Antigüedad, esos ministros sagrados no podían dejar de aparecer a los ojos de las poblaciones como los reveladores del Cielo y de la Tierra.

«He aquí el texto notable que abordamos:

EL CÍRCULO DE ABRED

XV – Tres cosas necesarias en el círculo de abred: el menor grado posible de toda la vida, y de ahí su comienzo; la materia de todas las cosas, y de ahí el crecimiento progresivo, el cual no puede operarse más que en el estado de necesidad; y la formación de todas las cosas de la muerte, y de ahí la debilidad de las existencias.

XVI – Tres cosas a las cuales todo ser vivo participa necesariamente por la justicia de Dios: el socorro de Dios en abred, porque sin eso nadie podría conocer ninguna cosa; el privilegio de participar del amor de Dios; y el acuerdo con Él en cuanto al cumplimiento por el poder de Dios, en calidad de justo y misericordioso.

XVII – Tres causas de la necesidad del círculo de abred: el desarrollo de la substancia material de todo ser animado; el desarrollo del conocimiento de todas las cosas; y el desarrollo de la fuerza moral para superar todo contrario y a Cythraul (el Espíritu malo), y para librarse de Droug (el mal). Y sin esta transición de cada estado de vida, no podría haber allí la realización de ningún ser.

XVIII – Tres calamidades primitivas de abred: la necesidad, la ausencia de memoria y la muerte.

XIX – Tres condiciones necesarias para llegar a la plenitud de la ciencia: transmigrar en abred, transmigrar en gwynfyd y recordarse de todas las cosas pasadas, hasta en annoufn.

XX – Tres cosas indispensables en el círculo de abred: la transgresión de la ley, porque no puede ser de otro modo; la liberación por la muerte ante Droug y Cythraul; el crecimiento de la vida y del bien por el alejamiento de Droug en la liberación de la muerte; y esto por el amor de Dios, que abarca todas las cosas.

XXI – Tres medios eficaces de Dios en abred para dominar a Droug y a Cythraul, y superar su oposición con relación al círculo de gwynfyd: la necesidad, la pérdida de la memoria y la muerte.

XXII – Tres cosas son primitivamente contemporáneas: el hombre, la libertad y la luz.

XXIII – Tres cosas necesarias para el triunfo del hombre sobre el mal: la firmeza contra el dolor, el cambio, la libertad de elegir; y con el poder que el hombre tiene de elegir, anticipadamente no se puede saber con certeza dónde irá.

XXIV – Tres alternativas ofrecidas al hombre: abred y gwynfyd, necesidad y libertad, mal y bien; estando el todo en equilibrio, el hombre puede a su voluntad vincularse a uno o al otro.

XXV – Por tres cosas el hombre cae en la necesidad de abred: por la ausencia de esfuerzo hacia el conocimiento, por no vincularse al bien y por su vinculación al mal. Como consecuencia de estas cosas, desciende en abred hasta su análogo y recomienza el curso de su transmigración.

XXVI – Por tres cosas el hombre vuelve a descender necesariamente en abred, aunque en otros aspectos esté vinculado a lo que es bueno: por orgullo, cae hasta en annoufn; por falsedad, hasta el punto del demérito equivalente, y por crueldad, hasta el grado correspondiente de animalidad. De ahí transmigra de nuevo hacia la humanidad, como antes.

XXVII – Las tres cosas principales a obtener en el estado de humanidad: la ciencia, el amor y la fuerza moral, en el más alto grado posible de desarrollo antes que sobrevenga la muerte. Esto no puede ser obtenido anteriormente al estado de humanidad, y no puede serlo sino por el privilegio de la libertad y de la elección. Esas tres cosas son llamadas las tres victorias.

XXVIII – Hay tres victorias sobre Droug  y Cythraul: la ciencia, el amor y la fuerza moral; porque el saber, el querer y el poder cumplen lo que quiera que sea en su conexión con las cosas. Esas tres victorias comienzan en la condición de humanidad y continúan eternamente.

XXIX – Tres privilegios de la condición del hombre: el equilibrio del bien y del mal, y de ahí la facultad de comparar; la libertad en la elección, y de ahí el juicio y la preferencia; y el desarrollo de la fuerza moral como consecuencia del juicio, y de ahí la preferencia. Esas tres cosas son necesarias para cumplir lo que quiera que sea.

«Así, en resumen, el inicio de los seres en el seno del Universo se produce en el punto más bajo de la escala de la vida; y si no es llevar demasiado lejos las consecuencias de la declaración contenida en la vigésimo-sexta tríada, se puede conjeturar que, en la doctrina druídica, este punto inicial se lo consideraba situado en el abismo confuso y misterioso de la animalidad. De ahí, por consecuencia, desde el propio origen de la historia del alma, existe una necesidad lógica de progreso, ya que los seres no están destinados por Dios a quedarse en una condición tan baja y tan oscura. Sin embargo, en los niveles más bajos del Universo, ese progreso no se efectúa siguiendo una línea continua; esta larga vida, nacida tan bajo para elevarse tan alto, se quiebra en fragmentos, solidarios en lo más hondo de su sucesión, pero la cual, gracias a la falta de memoria, la misteriosa solidaridad escapa –al menos por un tiempo– a la conciencia del individuo. Son éstas las interrupciones periódicas en el curso secular de la vida que constituyen lo que llamamos la muerte; de manera que la muerte y el nacimiento que, por una observación superficial, forman acontecimientos tan diversos, en realidad no son sino las dos caras del mismo fenómeno, una mirando hacia el período que se acaba y la otra hacia el período que sigue.

«Desde entonces la muerte, considerada en sí misma, no es por lo tanto una calamidad verdadera, sino un beneficio de Dios, que al romper los hábitos demasiado estrechos que habíamos contraído con nuestra vida presente, nos transporta a nuevas condiciones y de ese modo da lugar a que nos elevemos más libremente a nuevos progresos.

«Al igual que la muerte, la pérdida de memoria que la acompaña no debe ser tomada sino como un beneficio. Es una consecuencia del primer punto; porque si el alma, en el curso de esta larga vida, conservase claramente sus recuerdos de un período al otro, la interrupción sólo sería accidental y no habría propiamente dicho ni muerte, ni nacimiento, ya que esos dos acontecimientos perderían desde entonces el carácter absoluto que los distingue y que hacen a su fuerza. E incluso, desde el punto de vista de esta teología, no parece difícil percibir directamente que la pérdida de la memoria, en lo tocante a los períodos pasados, puede ser considerada como un beneficio con relación al hombre en su condición presente; porque si esos períodos pasados han sido desgraciadamente manchados de errores y de crímenes –causa primera de las miserias y de las expiaciones de hoy–, como la actual posición del hombre en un mundo de sufrimientos que se le vuelven una prueba, es evidentemente una ventaja para el alma encontrarse libre de la visión de una multitud tan grande de faltas y, al mismo tiempo, de remordimientos demasiado abrumadores que de allí nacerían. 
No obligándola a un arrepentimiento formal con relación a las culpas de su vida actual, compadeciéndose así de su debilidad, Dios le concede efectivamente una gran gracia.

«En fin, según esta misma manera de considerar el misterio de la vida, las necesidades de toda naturaleza a las cuales estamos sujetos en la Tierra, y que desde nuestro nacimiento determinan, por una decisión por así decirlo fatal, la forma de nuestra existencia en el presente período, constituyen un último beneficio tan sensible como los otros dos; porque, en definitiva, son esas necesidades que dan a nuestra vida el carácter que mejor conviene a nuestras expiaciones y pruebas, y por consecuencia a nuestro desarrollo moral; y son también esas mismas necesidades, ya sea de nuestro organismo físico o de circunstancias externas al medio en el cual nos encontramos colocados que, al conducirnos forzosamente al término de la muerte, nos conduce de ese modo a nuestra suprema liberación. 
En resumen, como lo dicen las tríadas en su enérgica concisión, están ahí al mismo tiempo las tres calamidades primitivas y los tres medios eficaces de Dios en abred.

«Pero, ¿mediante qué conducta el alma se eleva realmente en esta vida, y merece alcanzar, después de la muerte, un modo superior de existencia? La respuesta que da el Cristianismo a esta cuestión fundamental es conocida por todos: es con la condición de deshacer en sí el egoísmo y el orgullo, de desarrollar en la intimidad de su substancia las fuerzas de la humildad y de la caridad, únicas eficaces y meritorias ante Dios: 
¡Bienaventurados los mansos –dice el Evangelio–, bienaventurados los humildes! La respuesta del druidismo es totalmente diversa y contrasta nítidamente con ésta. Según sus lecciones, el alma se eleva en la escala de las existencias con la condición de fortificar su propia personalidad por su trabajo sobre sí misma, y éste es un resultado que ella obtiene naturalmente a través del desarrollo de la fuerza del carácter junto al desarrollo del saber. Es lo que expresa la vigésimo-quinta tríada, que declara que el alma cae en la necesidad de las transmigraciones, es decir, en las vidas confusas y mortales, no sólo por mantener las malas pasiones, sino por el hábito de la cobardía en el cumplimiento de las acciones justas y por la falta de firmeza en la vinculación a lo que prescribe la conciencia; en una palabra, por la debilidad de carácter; y además de esta falta de virtud moral, el alma es aún retenida en su vuelo hacia el cielo por la falta de perfeccionamiento del Espíritu. 
La iluminación intelectual, necesaria para la plenitud de la felicidad, no se opera simplemente en el alma bienaventurada por una irradiación de lo Alto enteramente gratuita; sólo se produce en la vida celestial si la propia alma ha sabido hacer esfuerzos desde esta vida para adquirirla. 
También la tríada no habla solamente de la falta de saber, sino de la falta de esfuerzo hacia el saber, lo que es, en el fondo –como para la virtud precedente– un precepto de actividad y de movimiento.

«En verdad, en las tríadas siguientes, la caridad se encuentra recomendada con el mismo título que la ciencia y la fuerza moral; pero también aquí, como en lo que toca a la naturaleza divina, la influencia del Cristianismo es sensible. Es a éste, y no a la fuerte pero dura religión de nuestros antepasados, que pertenecen la predicación y la entronización en el mundo, de la ley de la caridad en Dios y en el hombre; y si esta ley brilla en las tríadas, es por efecto de una alianza con el Evangelio o, mejor dicho, de un feliz perfeccionamiento de la teología de los druidas por la acción de la de los Apóstoles, y no por una tradición primitiva. 
Quitemos este rayo divino y tendremos, en su ruda grandeza, la moral de la Galia, moral que ha podido producir, en el orden del heroísmo y de la ciencia, poderosas personalidades, pero que no ha sabido unirlas entre sí, ni a la multitud de los humildes.»IX

La Doctrina Espírita no consiste solamente en la creencia de las manifestaciones de los Espíritus, sino en todo lo que ellos nos enseñan sobre la naturaleza y el destino del alma. 
Por lo tanto, si se consiente en remitirse a los preceptos contenidos en El Libro de los Espíritus –donde se encuentra formulada toda su enseñanza–, ha de admirarse la identidad de algunos de los principios fundamentales con los de la doctrina druídica, de los cuales uno de los más salientes es indiscutiblemente el de la reencarnación. 
En los tres círculos, en los tres estados sucesivos de los seres animados, encontramos todas las fases que presenta nuestra escala espírita. En efecto, ¿qué es el círculo de abred o el de la migración, sino los dos órdenes de Espíritus que se depuran por sus existencias sucesivas? En el círculo de gwynfyd, el hombre no transmigra más, goza de la felicidad suprema. ¿No es éste el primer orden de la escala, el de los Espíritus puros que, al haber cumplido todas las pruebas, no tienen más necesidad de encarnarse y gozan de la vida eterna? 
Notemos aún que, según la doctrina druídica, el hombre conserva su libre albedrío; que se eleva gradualmente por su voluntad, por su perfección progresiva y por las pruebas que sufre,

IX Extraído del Magasin pittoresque (Revista Ilustrada), 1857. [Nota de Allan Kardec.]

de annoufn o el abismo, hasta la perfecta felicidad en gwynfyd, con la diferencia, no obstante, que el druidismo admite el posible retorno a las clases inferiores, mientras que, según el Espiritismo, el Espíritu puede permanecer estacionario, pero no puede degenerar. 
Para completar la analogía, sólo tendríamos que agregar a nuestra escala –debajo del tercer orden– el círculo de annoufn para caracterizar el abismo o el origen desconocido de las almas, y encima del primer orden el círculo de ceugant, morada de Dios, inaccesible a las criaturas.

 

Tomado de; REVISTA ESPÍRITA PERIÓDICO DE ESTUDIOS PSICOLÓGICOS
Año I – Abril de 1858 – Nº 4






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