PARA ALEJAR A LOS MALOS ESPÍRITUS
Los malos Espíritus sólo van
donde pueden satisfacer su perversidad;
para alejarlos,
no basta pedirlo ni menos mandarlo; es
preciso
despojarnos de lo que les atrae. Los malos
Espíritus
olfatean las llagas del alma, como las
moscas olfatean
las del cuerpo; del mismo modo que
limpiáis el cuerpo
para evitar la inmundicia, limpiad también
el alma de
sus impurezas para evitar a los malos
Espíritus. Como
vivimos en un mundo en que pululan los
malos
Espíritus, las buenas cualidades del
corazón no siempre
nos ponen al abrigo de sus tentativas,
pero dan fuerza
para resistirles.
17. ORACIÓN. En nombre de Dios Todopoderoso,
que los malos Espíritus se alejen de mí y
que
los buenos me sirvan de protección contra
ellos.
Espíritus malhechores, que inspiráis malos
pensamientos a los hombres; Espíritus
tramposos y
mentirosos que les engañáis; Espíritus
burlones que
abusáis de su credulidad, os rechazo con
todas las
fuerzas de mi alma y cierro el oído a
vuestras
sugestiones; pero pido para vosotros la
misericordia
de Dios.
Buenos Espíritus, que os dignáis
asistirme,
dadme fuerza para resistir a la influencia
de los malos
Espíritus y luz necesaria para no ser
víctima de sus
embustes. Preservadme del orgullo y de la
presunción;
separad de mi corazón los celos, el odio,
la malevolencia
y todo sentimiento contrario a la caridad,
porque son
otras
tantas puertas abiertas al Espíritu del mal.
El karma y los espíritus malignos
ResponderEliminarEl hinduismo defiende la teoría de la reencarnación y la transmigración de las almas de acuerdo a su Karma. Las almas (atman) de los muertos son adjudicados por el Yama y se otorgan diversos castigos como purga antes de volver a nacer. Los seres humanos que han cometido errores extraordinarios están condenados a vagar por el mundo tan solo como espíritus, a menudo malignos, por un período de tiempo determinado antes de volver a nacer. Muchos tipos de tales espíritus (vetalas, pishachas, bhutas) se pueden reconocer, a partir de los textos hindúes, y en un sentido limitado, como verdaderos demonios.