Apuntes para una Sociología Espirita 1
Escreve: Mario A. Molfino
Escreve: Mario A. Molfino
Para conocer al hombre
basta estudiarse a sí mismo; para conocer a los hombres hay que vivir en medio
de ellos.
Séneca.
El Espiritismo, como doctrina, no está divorciado de todos los aspectos que hacen a la vida social del individuo y por ende a su interpretación.
Es evidente que toda aquella problemática de los estadios de su evolución terrena y que pertenecen al campo de la antropología, de la historia, de la economía, de la política y de la sociología no escapan a la cosmovisión espírita del hombre y su circunstancia. Esto es así porque el hombre es espíritu y materia, y como tal, se halla inserto en el mundo material en un todo de acuerdo a planes evolutivos que determinan su progreso, merced a su experiencia de vida.
Esta, es un conjunto de hechos humanos, conductas y determinaciones con un contenido ético correspondiente al nivel de comprensión y conciencia del ser encarnado. La "vida de relación" y la "conducta social" no escapan a la consideración
del Espiritismo, toda vez que el estudio del hombre, de su hábitat y de su conducta individual y social, dan lugar al desarrollo de una ontología y una sociología espírita.
Contiene la Doctrina Espírita un plexo normativo, integrado por leyes morales que relacionan al hombre con Dios y con su prójimo.
Estas Leyes son preceptos que refieren a seres libres, es decir a aquellos capaces de optar en virtud de su libre albedrío, conciencia y libertad, entre la contravención o la serena disposición a las mismas. No olvidemos que la finalidad intrínseca de la Ley es provocar un comportamiento que, en definitiva, es promovente de la evolución social. Es así que las leyes morales rigen la vida del espíritu encarnado en su
proyección metahistórica, en el espacio y en el tiempo y como tales constituyen parámetros fundamentales para analizar el hecho social y la sociedad con una visión metafísica, en un proceso dinámico y dialéctico, por cuanto la conducta es una síntesis de comportamientos que surgen de la interacción de los factores físicos y biológicos con la realidad trascendente del espíritu y evolución.
Todos los fenómenos de la vida de relación del hombre, de su participación como ente individual en el hecho social, las instituciones por él conformadas, la inciativa privada, los factores económicos, el bien común, son susceptibles de ser analizados a la luz de la Doctrina Espírita.
La vida humana en su totalidad se expresa como vida individual (vivencia) o vida humana social (convivencia). El hombre no sólo existe, sino que coexiste. No sólo vive, sino que convive.
La sociedad es un entre supraindividual , pero en conexión con nuestra existencia y coexistencia. Ella no existe independientemente de nosotros, sino con y a través de nosotros, al formar parte de ella.
En este sentido, la sociedad es vida humana objetivada en forma de hábitos, costumbres, normas e instituciones a lo largo de generaciones. Del carácter gregario del hombre, se desprenden tres atributos inherentes al mismo:
1. Convivencia – El ser se mantiene en forma gregaria (integrado a otros seres)
2. Solidaridad – El hombre lucha por su vida luchando por la vida del grupo
3. Sociabilidad – La fraternidad del grupo se amplía y se desarrolla la idea de que la especie humana es una gran familia, con origen y destino común.
Séneca.
El Espiritismo, como doctrina, no está divorciado de todos los aspectos que hacen a la vida social del individuo y por ende a su interpretación.
Es evidente que toda aquella problemática de los estadios de su evolución terrena y que pertenecen al campo de la antropología, de la historia, de la economía, de la política y de la sociología no escapan a la cosmovisión espírita del hombre y su circunstancia. Esto es así porque el hombre es espíritu y materia, y como tal, se halla inserto en el mundo material en un todo de acuerdo a planes evolutivos que determinan su progreso, merced a su experiencia de vida.
Esta, es un conjunto de hechos humanos, conductas y determinaciones con un contenido ético correspondiente al nivel de comprensión y conciencia del ser encarnado. La "vida de relación" y la "conducta social" no escapan a la consideración
del Espiritismo, toda vez que el estudio del hombre, de su hábitat y de su conducta individual y social, dan lugar al desarrollo de una ontología y una sociología espírita.
Contiene la Doctrina Espírita un plexo normativo, integrado por leyes morales que relacionan al hombre con Dios y con su prójimo.
Estas Leyes son preceptos que refieren a seres libres, es decir a aquellos capaces de optar en virtud de su libre albedrío, conciencia y libertad, entre la contravención o la serena disposición a las mismas. No olvidemos que la finalidad intrínseca de la Ley es provocar un comportamiento que, en definitiva, es promovente de la evolución social. Es así que las leyes morales rigen la vida del espíritu encarnado en su
proyección metahistórica, en el espacio y en el tiempo y como tales constituyen parámetros fundamentales para analizar el hecho social y la sociedad con una visión metafísica, en un proceso dinámico y dialéctico, por cuanto la conducta es una síntesis de comportamientos que surgen de la interacción de los factores físicos y biológicos con la realidad trascendente del espíritu y evolución.
Todos los fenómenos de la vida de relación del hombre, de su participación como ente individual en el hecho social, las instituciones por él conformadas, la inciativa privada, los factores económicos, el bien común, son susceptibles de ser analizados a la luz de la Doctrina Espírita.
La vida humana en su totalidad se expresa como vida individual (vivencia) o vida humana social (convivencia). El hombre no sólo existe, sino que coexiste. No sólo vive, sino que convive.
La sociedad es un entre supraindividual , pero en conexión con nuestra existencia y coexistencia. Ella no existe independientemente de nosotros, sino con y a través de nosotros, al formar parte de ella.
En este sentido, la sociedad es vida humana objetivada en forma de hábitos, costumbres, normas e instituciones a lo largo de generaciones. Del carácter gregario del hombre, se desprenden tres atributos inherentes al mismo:
1. Convivencia – El ser se mantiene en forma gregaria (integrado a otros seres)
2. Solidaridad – El hombre lucha por su vida luchando por la vida del grupo
3. Sociabilidad – La fraternidad del grupo se amplía y se desarrolla la idea de que la especie humana es una gran familia, con origen y destino común.
Rafaela,
20 de mayo de 1999.
Mario A. Molfino é advogado, ex-secretário Administrativo da Confederação Espírita Pan-Americana e diretor-geral do Conjunto Diretivo da Sociedad Espiritismo Verdadero, de Rafaela, Santa Fé, Argentina
Mario A. Molfino é advogado, ex-secretário Administrativo da Confederação Espírita Pan-Americana e diretor-geral do Conjunto Diretivo da Sociedad Espiritismo Verdadero, de Rafaela, Santa Fé, Argentina
La sociedad es un entre supraindividual , pero en conexión con nuestra existencia y coexistencia. Ella no existe independientemente de nosotros, sino con y a través de nosotros, al formar parte de ella.
ResponderEliminarEn este sentido, la sociedad es vida humana objetivada en forma de hábitos, costumbres, normas e instituciones a lo largo de generaciones. Del carácter gregario del hombre, se desprenden tres atributos inherentes al mismo:
1. Convivencia – El ser se mantiene en forma gregaria (integrado a otros seres)
2. Solidaridad – El hombre lucha por su vida luchando por la vida del grupo
3. Sociabilidad – La fraternidad del grupo se amplía y se desarrolla la idea de que la especie humana es una gran familia, con origen y destino común.