Huye
también de las pasiones juveniles”
El consejo de Pablo a Timoteo interpreta llanamente el
problema de la reforma interior, que no es fácil de realizar. Requiere lucha,
estudio, meditación, perseverancia. Las imperfecciones y tendencias para el
mal, son inherentes a la propia condición de inferioridad del planeta, el cual
constituye, en esta etapa de nuestro proceso evolutivo, el hábitat temporal de
la psique. Retoñan en él, vigorosamente, los sentimientos anti evangélicos. Las
semillas del mal encuentran, en la esfera terrena, la gleba propicia para
despertar. Aún mismo, almas ya dotadas de ciertos conocimientos intelectuales y
cualidades nobles, sufren, al reencarnar en la Tierra, las influencias del
ambiente, sin que eso constituya, como tal vez pueda parecer, un retroceso o
regresión.
Innumerable cantidad de veces el propio Pablo de Tarso
confesaba, amargado: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago.” La fuerza del mal es tan insinuante, que un pequeño
descuido, en el desenvolvimiento y en la aplicación de las virtudes, podrá
precipitarnos temporalmente en el infierno de las condenaciones psíquicas,
retardando así, la marcha progresiva de nuestro espíritu.
En la mejor de las hipótesis, producirá un estancamiento
tan inconveniente y perjudicial como, para el estudiante, la repetición de un
año lectivo, perdido en la embriaguez de las futilidades y de los placeres que
nada construye. Los jóvenes, principalmente, dada a la naturaleza incipiente y
maleable de sus funciones intelectivas, en función de su desarrollo fisiológico,
presentan un estado de mayor y mejor vulnerabilidad a las cosas buenas o malas,
elevadas o deprimentes. Está claro que tenemos que combatir a un gran y
terrible enemigo, representado por nuestras imperfecciones.
Para los jóvenes espiritas, con todo, la tarea se torna
menos ardua. La Doctrina, por su argumentación lógica, racional y convincente,
cimentada en la tesis reencarnacionista, tiene el sublime privilegio de
esclarecer e iluminar, instruir y confortar. Tiene el joven espirita una siembra
inagotable de enseñanzas y experiencias capaces de asegurarle el buen éxito, en
el esfuerzo evolutivo, cuando tuviera perseverancia y tenacidad. En el campo
del Espiritismo, a pesar de todas las influencias negativas del mundo exterior
y de su propia alma, el joven encontrará los elementos que necesita para su
progreso moral y cultural. Dispone de libros admirables para consultar.
Enfermos para visitar.
Desalentados para reconfortar. La noción de la
responsabilidad, suscitada por el conocimiento doctrinario, nos impone un
esfuerzo mayor en el sentido de nuestra mejoría. La certeza de la preexistencia
del espíritu, con el activo y el pasivo que le es peculiar, apunta, define y
revela obligaciones y responsabilidades. La invalorable convicción sobre la
vida futura nos induce, a su turno, a la valorización del talento-tiempo. El
conocimiento de las leyes de las reencarnaciones sucesivas, científicamente
comprobadas por el Espiritismo, determina a la juventud grandes
responsabilidades. La lleva, tácitamente, a luchar con denuedo por el
perfeccionamiento individual, resultando de allí naturalmente, el paso inicial
y decisivo, para la iluminación interna.
La más noble tarea del joven espirita es la de llevar su
sana influencia al ambiente en donde vive. Ejemplificar el bien, para que el
bien se expanda, afirme y triunfe. Es esa la tarea atribuida a los jóvenes
espiritas, a los jóvenes cristianos, especialmente ahora, cuando la mentalidad
juvenil enfrenta a una sociedad materialista, cuyos principios amenazan extinguir
los sentimientos nobles del corazón, en cuyo santuario deberá ser levantado el
maravilloso edificio de la Fraternidad Humana.
Martins
Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
2 Timoteo 2:22 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
ResponderEliminar22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
Sagradas Escrituras 1569
ResponderEliminarHuye también de los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de limpio corazón.