El hombre en el mundo


El hombre en el mundo


10. Un sentimiento de piedad debe siempre animar el corazón de aquellos que se reunen bajo el amparo del Señor e imploran la asistencia de buenos espíritus. Purificad, pues, vuestros corazones: no permitáis que tome raíces en él ningún pensamiento mundano o fútil; elevad vuestro espíritu hacia aquellos a quienes llamáis, a fin de que, encontrando en vosotros las disposiciones necesarias, puedan esparcir con profusion la semilla que debe germinar en vuestros corazones, y producir en ellos frutos de caridad y de justicia. Sin embargo, no creáis que excitándoos sin cesar a la oración y a la evolución mental, os induzcamos a vivir místicamente, colocándoos fuera de las leyes de la sociedad en donde estáis condenados a vivir. No; vivid con los hombres de vuestra época como deben vivir las personas, y sacrificáos a las necesidades aun a las frivolidades del día; pero sacrificáos con un sentimiento de pureza que pueda santificarías. Estáis llamados a estar en contacto con genios de naturaleza diferente, con caracteres opuestos; no choquéis con ninguno de aquellos con quienes os encontraréis. Sed alegres, sed felices, pero con la alegría que da una buena conciencia y con la felicidad del heredero del cielo que cuenta los días que le aproximan a su herencia. La austeridad de conducta y de corazón no consiste en revestirse de un aspecto severo, ni rechazar los placeres que vuestras condiciones humanas permiten; basta dedicar todos los actos de vuestra existencia al Criador que os ha dado esta vida, basta que cuando empecéis o acabéis una obra, dirijáis vuestro pensamiento al Criador y pidáis, por un impulso del alma, ya sea su protección para salir bien, ya sea su bendición pbr la obra concluída. No hagáis nada nunca sin remontaros al orígen de todas las cosas; no hagáis jamás nada sin que la memoria de Dios venga a purificar y santificar vuestros actos. La perfección es completa, como ha dicho Cristo, con la práctica de la caridad absoluta; pero los deberes de la caridad se extienden a todas las posiciones sociales, desde el más pequeño hasta el más grande. El hombre que viviese solo, no tendría con quién ejercer la caridad; únicamente en el contacto de sus semejantes y en las luchas más penosas, encuentra esta ocasión. El que se aisla, pues, se priva voluntariamente del más poderoso medio de perfección; no teniendo en quién pensar, su vida es la del egoísta. (Cap. V, núm. 26). No os imaginéis, pues, que para vivir en comunicación constante con nosotros, para vivir a la vista del Señor, sea preciso revestir el silicio y cubrirse de ceniza; no, no, lo repito; sed felices según las felicidades de la humanidad, pero que en vuestra felicidad no entre nunca, ni un pensamiento, ni un acto que pueda ofenderle o hacer bajar la frente de los que os aman y dirigen. Dios es amor y bendice a los que aman santamente. (Un Espíritu protector. Bordeaux, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

EL GRAN ENIGMA, Dios y el Universo – León Denis


Tema¦ EL GRAN ENIGMA, Dios y el Universo – León Denis –



Anotaciones

Reunión #27



·         Dios se revela en el Universo, que es su representación, pero no se confunde con él.

·         No busques a Dios en los templos de piedra o de mármol, ¡oh hombre que quieres conocerle! Búscalo en el templo eterno de la Naturaleza

·         Dios está en cada uno de nosotros, en el templo viviente de la conciencia. Allí es el lugar sagrado, el santuario donde se oculta la divina chispa

·         Los seres vivos también emiten radiaciones de diferentes naturalezas.

·         Dios es el espíritu de sabiduría, de amor y de vida; el poder infinito que gobierna al mundo.

·         Nosotros estamos unidos a Dios por la relación estrecha que une la causa al efecto, y somos tan necesarios a su existencia como Él lo es a la nuestra. Dios, Espíritu universal, se manifiesta en la Naturaleza, y el hombre es, en la Tierra, la más alta expresión de Dios, que es la fuente del bien.

·         la verdadera felicidad no está en las cosas de la materia, pasajeras y cambiantes, sino en la perfección moral.

·         El alma sólo puede progresar realmente en la vida colectiva: trabajando por el provecho de todos.

·         Las religiones nos han hecho olvidar de la oración, convirtiéndola en un ejercicio ocioso, ridículo a veces

·         El Universo es un poema sublime del cual apenas empezamos a deletrear el primer canto.

·         Dios es más grande que todas las teorías y que todos los sistemas. Por esto no le perjudican ni llegan hasta El los errores ni las faltas que los hombres han cometido en su nombre.

·         Dios está por encima de todo

·         La ley es la manifestación de una inteligencia, porque ella es la obra de un pensamiento.

·         Todo nos habla de Dios, lo visible y lo invisible. La inteligencia lo discierne, la razón y la conciencia lo proclaman.

·         No hay dos principios en el mundo: el bien y el mal. El mal no es más que un efecto de contraste, lo que la noche es al día. El mal no tiene existencia propia; es el estado de inferioridad y de ignorancia del Ser en vía de evolución.

·         entregarse a las prácticas espíritas sin purificar sus pensamientos, sin fortificarlos con la fe y la oración, sería ejecutar una obra funesta cuya responsabilidad podría recaer pesadamente sobre sus autores.

·         Se ha abusado tanto de la idea de Dios a través de los siglos; se han torturado e inmolado en su nombre a tantas inocentes víctimas; bajo el nombre de Dios se ha regado de tal manera el mundo con sangre humana, que el hombre moderno se ha apartado de El

·         el amor puede dominar a las fuerzas y reducirlas, puede trasformar el alma humana, principio de la vida en nosotros, asiento de las fuerzas del pensamiento.

·         cuanto más nos desarrollamos en inteligencia y en moralidad, más se afirma nuestra personalidad.

·         es preciso que cada uno se convierta en su propio médium y aprenda a comunicar con el mundo superior del Espíritu.

·         Siendo Dios la perfección, no puede ser limitado.

·         Para amar a Dios, no es necesario separarlo de su obra; es preciso verlo en su universalidad, en el raudal de vida y amor que derrama sobre todas las cosas. Dios no es lo desconocido, es solamente lo invisible.

·         la idea de Dios está falseada, desnaturalizada por unos, rechazada y desconocida por muchos











Iris de la Rosa Vélez

21 noviembre de 2016

Los superiores y los inferiores


Los superiores y los inferiores



9. La autoridad, lo mismo que la fortuna, es una delegación de la que se pedirá cuenta al que está revestido de ella; no creáis que se la haya dado para procurarle el vano placer de mandar, ni como lo creen falsamente la mayor parte de los poderosos de la tierra, como un derecho, una propiedad. Dios, sin embargo, les prueba muy bien que no es ni lo uno ni lo otro, puesto que se la retira cuando le place. Si fuese un privilegio unido a la persona, sería inalienable. Nadie puede, pues, decir que una cosa le pertenece, cuando se le puede quitar sin su consentimiento. Dios la da a titulo de misión o de prueba, cuando así le conviene, y la retira del mismo modo. Cualquiera que sea depositario de la autoridad, sea cual fuere su extensión, desde el señor sobre su servidor, hasta el soberano sobre su pueblo, no puede negar que tiene el encargo de almas; él responderá de la buena o mala dirección que habrá dado a sus subordinados, y las faltas que éstos podrán cometer, los vicios a los cuales serán arrastrados a consecuencia de esta dirección o de los malos ejemplos, recaerán sobre él, mientras que recogerá los frutos de su solicitud para conducirles al bien. Todo hombre tiene en la tierra una posición grande o pequeña; cualquiera que sea, siempre se la ha dado para el bien; es, pues, faltar si la falsea en su principio. Si Dios pregunta al rico: ¿Qué has hecho de la fortuna que debía ser entre tus manos un manantial que esparciese la fecundidad a tu alrededor?, preguntará también al que posee una autoridad cualquiera: ¿Qué uso has hecho de esa autoridad? ¿Qué males has evitado? ¿Qué progresos has becho hacer? Si te he dado subordinados, no ha sido para que de ellos hicieras esclavos de tu voluntad, ni instrumentos dóciles de tus caprichos o de tu avaricia; te hice fuerte y te confié a los débiles para sostenerles y ayudarles a subir hacia mí. El Superior que está penetrado de las palabras de Cristo, no desprecia a ninguno de aquellos que están a sus órdenes, porque sabe que las distinciones socia les no existen delante de Dios. El Espiritismo le enseña que si hoy le obedecen, le han podido mandar o le mandarán más tarde, y entonces será tratado como él haya tratado a los otros. Si el superior tiene deberes que cumplir, el inferior los tiene también por su parte, que no son menos sagrados. Si este último es espiritista, su conciencia le dirá aún mejor que no está dispensado de ellos, aun cuando su jefe no cumpla los suyos; porque sabe que no debe devolver mal por mal, y que las faltas de los unos no autorizan las de los otros. Si sufre por su posición, dice que seguramente lo ha merecido, porque él mismo ha podido abusar en otro tiempo de su autoridad, y porque debe resistir a la vez los inconvenientes de lo que ha hecho sufrir a los otros. Si se ve forzado a sufrir esta posición por no encontrar otra mejor, el Espiritismo le enseña a resignarse como una prueba de su humildad necesaria a su adelantamiento. Su creencia le guía en su conducta; obra como quisiera que sus subordinados obrasen con él, si fuera el jefe. Por esto mismo es más escrupuloso en el cumplimiento de sus obligaciones, porque comprende que todo descuido en el trabajo que se le ha confiado, es un perjuicio para el que le remunera y a quien debe su tiempo y sus cuidados; en una palabra, está solícito, por el cumplimiento del deber que le da su fe, y la certeza de que toda desviación del camino derecho, es una deuda que será preciso purgar tarde o temprano. (FranciscoNicolás-Madaleine, cardenal Morlot. París, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

EFICACIA  DE  LA  ORACIÓN


EFICACIA  DE  LA  ORACIÓN



5. Todo lo que pidiereis orando, creed que lo

recibiréis y os será concedido. (San Marcos, cap. XI, v. 24).

6. Hay personas que niegan la eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose todo en el Universo por leyes eternas, nuestro votos no pueden cambiar los decretos de Dios. Sin ninguna duda, hay leyes naturales e inmutables que Dios no puede derogar a capricho de cada uno; pero de esto a creer que todas las circunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad, es grande la distancia. Si fuese así, el hombre sólo sería un instrumento pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa. En esta hipótesis no habría más que doblar la cabeza al golpe de los acontecimientos, sin procurar evitarlos y por lo tanto, no se hubiera procurado desviar el rayo. Dios no le ha dado el discernimiento y la inteligencia para no servirse de ellos, ni la voluntad para no querer, ni la actividad para estar en la inacción. Siendo libre el hombre para obrar en un sentido o en otro, sus actos tienen para sí y para los otros, consecuencias subordinadas a lo que hace o deja de hacer; hay acontecimientos que por su iniciativa escapan forzosamente a la fatalidad sin que por esto se destruyan la armonía de las leyes universales, como el avance o el retraso de las agujas de un péndulo no destruye la ley

del movimiento, sobre la cual está establecido el mecanismo. Dios puede acceder a ciertas súplicas sin derogar la inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto, quedando siempre su acción subordinada a su voluntad.

7. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener y sería injusto acusar a la Providencia porque no concede todo pedido que le es hecho, pues ella sabe, mejor que nosotros, lo que es para nuestro bien. Hace lo mismo que un padre prudente que rehusa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación. Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándoles de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a sí mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero, generalmente se prefiere ser socorrido por un milagro, sin hacer nada. (Cap. XXV, números 1 y siguientes).

8. Pongamos un ejemplo. Un hombre se ha perdido en el desierto y sufre una sed horrible; siéntese desfallecer y se deja caer en el suelo; entonces, ruega a Dios que le asista y espera; pero ningún ángel viene a traerle agua. Sin embargo, un buen Espíritu le ha sugerido  el pensamiento de levantarse, seguir uno de los senderos que se presentan ante él, y entonces por un movimiento maquinal, reúne sus fuerzas, se levanta y marcha a la ventura. Llega a una colina y descubre a lo lejos un arroyuelo, y ante esta vista, recobra ánimo. Si tiene fe exclamará: “Gracias, Dios mío, por el pensamiento que me habéis inspirado y por la fuerza que me habéis dado”. Si no tiene fe, dirá: “¡Qué buen pensamiento he tenido! ¡Qué  suerte tuve de haber tomado el camino de la derecha más bien que el de la izquierda! ¡La  casualidad, verdaderamente, nos sirve bien algunas veces! ¡Cuánto me felicito por mi valor en no dejarme abatir!” Pero, se dirá, ¿por qué el buen Espíritu no le dijo claramente: “Siga esta senda y al extremo encontrarás lo que necesitas?” ¿Por qué no se le manifestó, para guiarle y sostenerle en su abatimiento?  De este modo, quedaría convencido de la intervención de la  Providencia. Primero, fue para enseñarle que es preciso ayudarse a sí mismo y

hacer uso de sus propias fuerzas. Además, por tal incertidumbre, Dios pone a prueba su confianza y sumisión a su voluntad. Este hombre estaba en la situación de un niño que cae y si ve a alguno, grita y espera que le vayan a levantar; si no ve a nadie, hace esfuerzos y se levanta sólo. Si el ángel que acompañó a Tobías le hubiese dicho: “Soy el enviado de Dios para guiarte en tu viaje y preservarte de todo peligro”, Tobías no hubiera tenido ningún mérito; confiando en su compañero, no tendría ni siquiera necesidad de pensar; por esto el ángel no se dio a conocer hasta el regreso.

Involúcrese (poema)


Involúcrese



Cuanta bondad en el camino,

Espíritus cargados de dudas.

Solo cristo ayudador de nuestra salvación.

Rico desanimo la conciencia del creyente,

De sobrellevar las pruebas continuas.

El principio de dar puede dar la gloria del día.

Santo de confiar la senda del yugo.

La trampa excepción a fidelidad verdadera.

Conciencia las nuestras en respuesta de vencer.

Todas oraciones a Dios, lucha la testación

Dios de la vida y de la llenura.

Dios para cada fin.



La virtud


La virtud



8. La virtud, en su más alto grado, encierra el conjunto de todas las cualidades esenciales que constituyen el hombre de bien. Ser bueno, caritativo, laborioso, sobrio y modesto, son las cualidades del hombre virtuoso. Desgraciadamente estas cualidades están muchas veces acompañadas de pequeñas flaquezas morales que las quitan el brillo y las atenúan. El que hace gala de su virtud, no es virtuoso, puesto que le falta la caridad principal: la modestia, y puesto que tiene el vicio más contrario: el orgullo. La virtud, verdaderamente digna de este nombre, no pretende adquirir fama; se adivina, pero se oculta en la obscuridad, y huye de la admiración de la multitud. San Vicente de Paul era virtuoso; el digno cura de Ars era virtuoso, y también muchos otros poco conocidos del mundo, pero conocidos de Dios. Todos esos hombres de bien ignoraban ellos mismos que fuesen virtuosos; se dejaban llevar por la corriente de sus santas inspiraciones y practicaban el bien con un desinterés completo y un entero olvido de sí mismos. A esa virtud, comprendida y practicada de este modo, os convido, hijos míos; a esta virtud verdaderamente cristiana y verdaderamente espiritista, os exhorto a que os consagréis; pero alejad de vuestros corazones el pensamiento del orgullo, de la vanidad y del amor propio que paralizan todas estas hermosas cualidades. No imitéis a ese hombre que se presenta como modelo y él mismo pregona sus propias cualidades a todos los oídos complacientes. Esta virtud de ostentación, oculta, muy a menudo, una multitud de pequeñas torpezas y odiosas falsedades. En principio, el hombre que se exalta a sí mismo, que levanta una estatua a su propia virtud, sólo por este hecho aniquila todo el mérito efectivo que puede tener. Pero ¿qué diré de aquel cuyo valor consiste en parecer lo que no es? Yo quiero admitir que el hombre que hace bien, sienta en el fondo de su corazón una satisfacción íntima, pero desde que esta satisfacción se manifiesta, fuera para recoger elogios, degenera en amor propio. ¡Oh, todos vosotros a quienes la fe espiritista ha calentado con sus rayos, y que sabéis cuán lejos está el hombre de la perfección, no caigáis nunca en semejante falta! La virtud es una gracia que yo deseo a todos los sinceros espiritistas, pero les diré: Más vale menos virtud con la modestia, que mucha con el orgulío. Por el orgullo las humanidades sucesivas se perdieron y por la humildad deberán redimirse un día. (Francisco-Nicolás-Madaleine. París, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Los Apóstoles


Los Apóstoles

1 – Circula en el medio espirita la idea de que cada siglo un discípulo de Jesús, miembro del colegio apostólico, reencarna para fortalecer el mensaje cristiano. ¿Es correcta esa información?
No se si los poderes espirituales que nos gobiernan establecieron esa rutina, pero no hay duda de que los apóstoles han reencarnado, atendiendo a su propia evolución y a la sustentación del ideal cristiano. Es perfectamente lógico que continúen colaborando con Jesús, entrando en la carne, periódicamente. Muchos de los grandes personajes del Cristianismo, en estos veinte siglos, ciertamente fueron miembros de su círculo íntimo.

2 – ¿Se habrían situado en la cúpula del movimiento, desde donde podrían ejercer una influencia más acentuada?
Así como Jesús lo hizo, creo que preferirían posiciones de subalternos. Los grandes misioneros de Cristo vienen siempre vestidos de trabajadores, empeñados en servir. Saben que en la simplicidad y en la dedicación al prójimo están las bases de sustentación de su esfuerzo. Un ejemplo típico lo tenemos en Francisco de Asís, en otro tiempo Juan Evangelista, el discípulo amado.

3 – ¿Existe alguna revelación?
Si, hay referencias en obras mediúmnicas, pero ni sería necesario. Basta observar. Existe una identidad psicológica, comprendiendo el comportamiento de esos dos abnegados mensajeros del Cristo, sugiriendo que son la misma persona.

4 – ¿Y cual sería la misión de Juan Evangelista al reencarnar como Francisco de Asís?
Una tentativa de reconducir el Cristianismo a la pureza inicial, superando las exterioridades, los rituales, la pompa, el profesionalismo religioso, las disputas por el poder, que tomaron de asalto el culto cristiano. La orden franciscana se fundamenta en la esencia del Evangelio: simplicidad y espíritu de servicio.

5 – ¿Sería posible identificar a otros apóstoles reencarnados?
En la obra Las Marcas del Cristo, Hermínio Miranda, consagrado escritor espirita, habla de sus investigaciones sobre la vida de Lucero, situándolo como la reencarnación de Paulo de Tarso.
Destaca el autor que solamente el gran luchador tendría condiciones para enfrentar el poder temporal de que se revestía la Iglesia, iniciando una reforma capaz de liberar el Evangelio de las amarras de una teología fantasiosa, fijada por el dogma.

6 – Y Judas, que fracasó en el apostolado, traicionando a Jesús y acabando por suicidarse, ¿también retornó?
Según el Espíritu Humberto de Campos, que describe un encuentro con Judas, en el libro Crónicas de Más Allá de la Tumba, psicografiado por Francisco Cándido Xavier, el apóstol reencarnó varias veces después de la desastrosa experiencia, en rescates dolorosos. Culminó en el siglo XV, cuando quitó sus últimas deudas.

7 – ¿Y quien habría sido Judas, en esa existencia?
Se admite que fue Juana de Arco (1412-1431) que, a semejanza de Jesús, fue traicionada, vencida, humillada y muerta. Sólo que no fue crucificada. Murió en una hoguera.

8 – ¿Existe algún apóstol en el medio espirita?
Hay especulaciones. Consta que Euripides Barsanulfo (1880-1918), gran misionero espirita, dedicado a la enseñanza y a la caridad, habría sido uno de ellos. En A Camino de la Luz, psicografía de Chico Xavier, Emmanuel dice que “uno de los más lúcidos discípulos del Cristo baja al planeta…”, al comentar la reencarnación de Allan Kardec. Considerando la importancia de la Doctrina Espirita, el Consolador Prometido por Jesús, es bien probable que uno de sus apóstoles haya recibido la grandiosa misión de codificarla.


REENCARNACIÓN
TODO LO QUE USTED
NECESITA SABER

Richard Simonetti










El deber


El deber



7. El deber es la obligación moral, primero con respecto a sí mismo, y en seguida con respecto a los otros. El deber es la ley de la vida, se encuentra en los más ínfimos detalles, lo mismo que en los actos elevados. Yo hablo sólo de deber moral, y no del que imponen las profesiones. En el orden de sentimientos, el deber es muy difícil de cumplir, porque es el antagonismo de las seducciones del interés y del corazón, sus victorias no tienen testigos y sus derrotas no tienen represión. El deber intimo del hombre está abandonado a su libre albedrío: el aguijón de la conciencia, esta guardiana de la probidad interior, le advierte y le sostiene, pero a menudo permanece impotente ante los sofismas de la pasión. El deber del corazón fielmente observado, eleva al hombre; pero este deber ¿cómo se precisa? ¿En dónde empieza? ¿En dónde se para? "Empieza, precisamente, en el punto en que amenazáis la felicidad o el reposo de vuestro prójimo y termina en el límite que no quisiérais ver traspasar para vosotros". Dios ha criado a todos los hombres iguales para el dolor; pequeños o grandes, ignorantes o ilustrados, sufren por las mismas causas, a fin de que cada uno juzgue sanamente el mal que puede hacer. No existe el mismo criterio para el bien, es infinitamente variado en sus expansiones. "La igualdad ante el dolor es una sublime previsión de Dios, que quiere que sus hijos instruídos, por la experiencia común, no cometan el mal arguyendo la ignorancia de sus efectos".

El deber es el resumen práctico de todas las experiencias morales; es una bravura del alma que desafía las agonías de la lucha; es austero y flexible y pronto a doblarse a las diversas complicaciones, permaneciendo inflexible ante las tentaciones. "El hombre que cumple su deber, ama a Dios más que a las criaturas y a las criaturas más que a sí mismo"; es, a la vez, juez y esclavo de su propia causa. El deber es el más hermoso florón de la razón, y depende de ella como el hijo depende de su madre. El hombre debe amar el deber, no porque preserve de los males de la vida, a los cuales la humanidad no puede sustraerse, sino porque da al alma el vigor necesario para su desarrollo. El deber engrandece y radia bajo una forma más elevada en cada una de las etapas superiores a la humanidad; la obligación moral no cesa nunca en la criatura de Dios; debe reflejar las virtudes del Eterno, que no acepta un bosquejo imperfecto, porque quiere que la hermosura de su obra resplandezca ante él. (Lázaro. París, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

LA PROPUESTRA ESPÍRITA


Tema¦ LA PROPUESTRA ESPÍRITA



Anotaciones

Reunión # 26



·         la educación es un proceso único

·         las formas de manifestar y conducir ese proceso son:

1.           Educación – Instrucción

2.           Educación Social

3.           Educación para Dios

4.           Educación en el Hogar

5.           Autoeducación

·         La regla de oro de la educación del espíritu es la repetición.

·         La propuesta de la Doctrina Espírita es de revivir los valores morales

·         Para educar antes debemos educarnos pues es solo a través de la experiencia propia que podremos transmitir con sinceridad aquello que ya sabemos.

·         La propuesta de la doctrina espírita es proporcionar herramientas e instrucciones para que se pueda entender y construir la pluralidad de rutas que componen la trayectoria de vida.







Referencia

  1. http://innvista.com/society/education/hogar/educacion-del-espiritu/
  2. http://gabrieldepujadash.blogspot.com/2008/06/la-educacin-del-espritu.html
  3. http://www.elangeldelbien.com/2015/08/espiritismo-propuesta-para-la-educacion.html
  4. https://metamorphoseon2.wordpress.com/2014/06/28/la-trayectoria-de-vida/







Iris de la Rosa Vélez

14 noviembre de 2016

Parábola de la semilla


Parábola de la semilla



5. En aquel día saliendo Jesús de la casa, se sentó a la orilla del mar. - Y se llegaron a El muchas gentes por manera que entrando en un barco se sentó, y toda ella estaba de pie en la ribera. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí que salió un sembrador a sembrar. - Y cuando sembraba, algunas semillas cayeron junto al camino, y vinieron las aves del cielo y las comieron.

Otras cayeron en lugares pedregosos, en donde no tenían mucha tierra; y nacieron luego porque no tenían tierra profunda. - Mas en saliendo el sol, se quemaron y se secaron, porque no tenían raíz. Y otras cayeron sobre las espinas; y crecieron las espinas y las ahogaron. Y otras cayeron en tierra buena; y rendían fruto, una a ciento, otra a sesenta, y otra a treinta. El que tenga orejas para oir, oiga. (San Mateo. cap. XIII, v. de 1 a 9). Vosotros, pues, oíd la parábola del que siembra. Cualquiera que oye la palabra del reino, y no la entiende, viene el malo y arrebata lo que se sembró en su corazón: éste es el que fué sembrado junto al camino. Mas el que fué sembrado sobre las piedras, éste es el que oye la palabra, y por el pronto la recibe con gozo. - Pero no tiene en sí raíz, antes es de poca duración. Y cuando le sobreviene tribulación y persecución por la palabra, luego se escandaliza. Y el que fué sembrado entre las espinas, éste es el que oye la palabra, pero los cuidados de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y queda infructuosa. Y el que fué sembrando en tierra buena, éste es el que oye la palabra, y la entiende y lleva fruto; y una lleva a ciento y otra a sesenta y otra a treinta. (San Mateo, cap. XIII, v. de 18 a 23).



6. La parábola de la semilla representa perfectamente los cambios que existen en la manera de aprovecharse de las enseñanzas del Evangelio. ¡Cuántas personas hay, en efecto, para las cuales es sólo una letra muerta, que, semejante a la semilla que cavó en las piedras, no produce ningún fruto! Encuentra una aplicación no menos justa en las diferentes categorías de los espiritistas. ¿Acaso no es este el emblema de aquéllos que sólo se concretan a fenómenos materiales, y no sacan de ellos ninguna consecuencia porque sólo ven un objeto de curiosidad? ¿De aquéllos que sólo buscan la brillantez en las comunicaciones de los espíritus y no las toman con interés sino cuando satisfacen su imaginación, pero que después de haberlas oido están tan fríos e indiferentes como antes? ¿Que encuentran los consejos muy buenos y los admiran, pero los aplican a los demás y no a ellos mismos? ¿De aquellos, en fin, para quienes estas instrucciones son como la semilla que cayó en tierra buena y produce frutos?



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

CUALIDADES DE LA ORACIÓN


CUALIDADES DE LA ORACIÓN



1. Cuando oréis, no os asemejéis a los hipócritas, que se complacen en orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser

vistos por los hombres. En verdad os digo, ellos recibieron su recompensa. Mas cuando quisiereis orar, entrad en vuestro aposento y estando cerrada la puerta, orad a nuestro Padre en secreto; y nuestro Padre que ve lo que pasa en  secreto, os recompensará. No cuidéis orar mucho en vuestras oraciones, como lo hacen los gentiles, que piensan sea por la multitud de palabras que serán oídos. No os volváis, pues, semejantes a ellos, porque nuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. (San Mateo, cap. VI, v. 5 a 8). 2. Cuando os presentéis para orar, si tuviereis alguna cosa contra alguno, perdonadle, para que nuestro Padre, que está en los cielos, os perdone también los pecados. Si vosotros no perdonareis, nuestro Padre, que está en los cielos, tampoco perdonará vuestros pecados. (San Marcos, cap. XI, v. 25 y 26). 3. Él contó también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos, como si fuesen justos y despreciaban a los otros. Dos hombres subieron al templo a orar; el uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, estando en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios mío, gracias os doy porque no soy como los otros hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todo lo que poseo. Mas el publicano, por el contrario, manteniéndose distante, no osaba ni aun alzar los ojos al cielo; mas golpeaba su pecho diciendo: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Os digo que éste regresó justificado entre los suyos y no el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado y cualquiera que se humilla será enaltecido. (San Lucas, cap. XVIII, v. 9 a 14). 4. Las cualidades de la oración están claramente definidas por Jesús; cuando oréis dice él, no os pongáis en evidencia; orad en secreto y no afectéis rogar mucho, porque no será por la multitud de palabras que seréis oídos, sino por su sinceridad; antes de orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela, porque la oración no podría ser agradable a Dios sino sale de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, orad con humildad, como el publicano y no con orgullo como el fariseo: examinad vuestros defectos y no vuestras cualidades, y si os comparáis con otros, buscad lo que hay de malo en vosotros. (Cap. X, números 7 y 8).

Los buenos espiritistas


Los buenos espiritistas



4. El Espiritismo bien comprendido, pero, sobre todo, bien sentido, conduce forzosamente a los resultados expresados más arriba, que caraterizan al verdadero espiritista como al verdadero cristiano, siendo los dos una misma cosa. El espiritismo no viene a crear una moral nueva; facilita a los hombres la inteligencia y la práctica de la de Cristo, dando una fe sólida e ilustrada a los que dudan o vacilan. Pero muchos de los que creen en las manifestaciones no comprenden ni sus consecuencias, ni su objeto moral; o, si los comprenden, no se las aplican a si mismos. ¿En qué consiste esto? ¿es un defecto de precisión de la doctrina? No, porque no contiene ni alegorías ni figuras que puedan dar lugar a falsas interpretaciones; su esencia es la misma caridad, y esto es lo que constituye su fuerza, porque se dirige a la inteligencia. Nada tiene de misterioso, y sus iniciados no están en posesión de ningún secreto oculto para el vulgo. Para comprenderla, ¿es preciso una inteligencia privilegiada? No, porque se ven hombres de una capacidad notoria que no la comprenden, mientras que las inteligencias vulgares, y aun de jóvenes apenas salidos de la adolescencia, comprenden sus matices más delicados con admirable precisión. Esto depende de que la parte de algún modo "material" de la ciencia, sólo requiere vista para observar, mientras que la parte "esencial" requiere cierto grado de sensibilidad que se puede llamar la "madurez del sentido moral", madurez independiente de la edad y del grado de instrucción, porque es inherente al desarrollo, en un sentido especial, del espíritu encarnado. En los unos, los lazos de la materia son aún muy tenaces para permitir al espíritu desprenderse de las cosas de la tierra; la niebla que los rodea les quita la vista del infinito; por esto no dejan fácilmente ni sus gustos, ni sus costumbres, ni comprenden nada mejor de lo que ellos poseen; la creencia en los espíritus es para ellos un simple hecho, pero modifica muy poco o nada sus tendencias instintivas; en una palabra, sólo ven un rayo de luz insuficiente para conducirles y darles una aspiración poderosa y capaz de vencer sus inclinaciones. Se fijan en los fenómenos más que en la moral, que les parece venal y monótona; piden sin cesar a los espíritus que les inicien en nuevos misterios, sin preguntar si se han hecho dignos de entrar en los secretos del Criador. Estos son los espiritistas imperfectos, de los cuales algunos se quedan en el camino o se alejan de sus hermanos en creencias, porque retroceden ante la obligación de reformarse, o reservan sus simpatías para los que participan de sus debilidades o de sus prevenciones. Sin embargo, la acepción del principio de la doctrina es el primer paso que les hará el segundo más fácil en otra existencia. El que puede con razón calificarse de verdadero y sincero espiritista está en un grado superior de adelantamiento moral; el espíritu, que domina más completamente la materia, le da una percepción más clara del porvenir; los principios de la doctrina hacen vibrar en él las fibras que permanecen mudas en los primeros; en una palabra, "tienen el corazón enternecido"; su fé es también a toda prueba. El primero es como el músico que se conmueve por ciertos acordes, mientras el otro sólo comprende los sonidos. "Se reconocé el verdadero espiritista por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones", mientras el uno se complace en un horizonte limitado, el otro, que comprende alguna cosa mejor, se esfuerza en ir más allá y lo consigue siempre cuando para ello tiene una firme voluntad.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec


¿Cuál es la labor más importante del Espírita?


¿Cuál es la labor más importante del Espírita?


Estudio, divulgación, práctica de la caridad, atender las diversas tareas del centro espírita, tomar contacto con otros centros, etc, etc… Estas quizá sean las más expresivas, y sin duda configuran el molde del auténtico espírita, que es el espírita comprometido.

Sin embargo, y aunque ciertamente las tareas que hemos referido tienen vital importancia (tanto para el movimiento organizativo de cada país), la tarea mayor, la más esencial, la que compromete directamente la parte más íntima de nosotros, es la AUTOREFORMA. Lo demás es importante, pero esto último es absolutamente prioritario…

Desde este planteamiento que deducimos, sin dudar que el “mejor” espírita no es quien más obras asistenciales hace, ni el que más capacidad de oratoria tiene en las exposiciones públicas, ni el que más libros haya estudiado, ni el que reúna más experiencia como director y/o  fundador de centros, etc, etc: lo más primordial es la capacidad de ver nuestras fallas de carácter, y hacerlo sin disfrazarlas ni justificarlas, para así trata de trabajarlas. Esto es autoreforma.

Hay que ser tenaces, algo valientes y del todo honestos para reconocer nuestros fallos, sobretodo aquellos más automatizados (porque son los más ferozmente defendido por nuestro ego). Se precisa de una labor de humildad, introspección y perseverancia para que la autoreforma sea la paciente y activa labor de todos los días (porque de otra manera no podría llevarse a cabo, quedaría en poco más que un “parche” doctrinario).

Nuestras reticencias ególatras son tan tenaces y están tan reforzadas, que pueden servirse incluso de las actividades más honrosas (como la divulgación, la organización de un centro, una palestra o la planificación de un encuentro institucional) para nuestro realce personalista y amodorrar la conciencia… Mientras que permanece inoperativo el indispensable reajuste interno.

Si otras filosofías y creencias del mundo son esencialmente transformadoras (persiguen la autoiluminación), el Espiritismo, que es la gran propuesta educativa de las esferas superiores, es en esencia una filosofía integral y una ciencia (eminentemente) práctica del autodesarrollo personal.

No sólo hay un espiritismo “hacia fuera”…, si no hay uno hacia dentro, en primer lugar, no podremos hablar de Espiritismo en su legítima dimensión. Es la diferencia entre ser espírita “oficial” (por razones de veteranía, labores activas, etc) y ser espírita en consciencia.

Artículo de Juan Manuel Ruiz González para zonaespirita.com

El hombre de bien


El hombre de bien



3. El verdadero hombre de bien es el que practica la ley de justicia, de amor y de caridad en su más grande pureza. Si pregunta a su conciencia sobre sus propios actos, mira si ha violado esta ley; si no ha hecho daño, si ha hecho todo el bien "que ha podido", si ha despreciado voluntariamente alguna ocasión de ser útil, si alguien tiene quejas contra él; en fin, si ha hecho a otro lo que hubiera querido que hicieran por él. Tiene fe en Dios, en su voluntad, en su justicia y en su sabiduría; sabe que nada sucede sin su permiso, y se somete en todas las cosas a su voluntad.

Tiene fe en el porvenir; por esto coloca los bienes espirituales sobre los temporales. Sabe que todas las vicisitudes de la vida, todos los dolores, todos los desengaños, son pruebas o expiaciones y las acepta sin murmurar. El hombre penetrado del sentimiento de caridad y de amor al prójimo hace bien por hacer bien, sin esperanza de recompensa; devuelve bien por mal, toma la defensa del débil contra el fuerte, y sacrifica siempre su interés a la justicia. Encuentra su satisfacción en los beneficios que hace, en los servicios que presta, en las felicidades que reparte, en las lágrimas que enjuga y en los consuelos que da a los afligidos. Su primer impulso es pensar en los otros antes que pensar en sí, buscar el interés de los otros antes que el suyo propio. El egoísta, al contrario, calcula los provechos y las pérdidas de toda acción generosa. Es bueno, humano y benévolo para con todo el mundo, sin excepción "de razas ni de creencias", porque mira a todos los hombres como hermanos. Respeta en los demás todas las convicciones sinceras, y no anatematiza a los que no piensan como él. En todas las circunstancias la caridad es su guía; dice que el que causa perjuicio a otro con palabras malévolas, que hiere la susceptibilidad de otro por su orgullo y desdén, que no retrocede ante la idea de causar una pena, una contrariedad, aun cuando sea ligera, pudiendo evitarlo, falta al deber de amor al prójimo y no merece la clemencia del Señor. No tiene odio, ni rencor, ni deseo de venganza; a ejemplo de Jesús, perdona y olvida las ofensas y sólo se acuerda de los beneficios; porque sabe que él será perdonado, así como él mismo habrá perdonado. Es indulgente para con las debididades de otro; porque sabe que él mismo necesita de indulgencia y se acuerda de aquellas palabras de Cristo: "Que el que esté sin pecado arroje la primera piedra".

No se complace en buscar los defectos de otro ni en ponerlos en evidencia. Si la necesidad le obliga, busca siempre el bien que puede atenuar el mal. Estudia sus propias imperfecciones y trabaja sin cesar para combatirlas. Todos sus esfuerzos consisten en poder decir al día siguiente, que hay en él alguna cosa mejor que en la víspera. Nunca procura hacer valer su imaginación ni su talento a expensas de otro; por el contrario, busca todas las ocasiones de hacer resaltar lo que es ventajoso para los demás. No está envanecido por su fórtuna, ni por sus ventajas personales, porque sabe que todo lo que se le ha dado, puede perderlo. Usa, pero no abusa de los bienes concedidos, porque sabe que es un depósito del cual deberá dar cuenta y que el empleo más perjudicial que pudiese hacer de ellos para sí mismo, es hacerlos servir para satisfacción de sus pasiones. Si el orden social ha colocado a los hombres bajo su dependencia, les trata con bondad y benevolencia, porque son sus iguales delante de Dios; usa de su autoridad para moralizarles y no para abrumarles por su orgullo, evitando lo que puede hacer más penosa su posición subalterna. El subordinado, por su parte, comprende los deberes de su posición y procura cumplirlos religiosamente. (Cap. XVII, nº 9). El hombre de bien, en fin, respeta en su semejante todos los derechos que dan las leyes de la naturaleza como quisiera que se respetaran en él. Esta no es la relación de todas las cualidades que distinguen al hombre de bien; pero cualquiera que se esfuerce en poseerlas, está en camino de poseer las demás.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Puntos Intermediarios


Tema¦ Puntos Intermediarios



Anotaciones

Reunión # 25



1.    ¿QUÉ ES LA VIDA?



·         A lo largo de la historia se han generado diversos tipos de respuestas a esta interrogante. Desde las mágicas o metafísicas que atribuyeron esencias o fuerzas vitales a los fenómenos de la vida, hasta las meramente científicas que nos hablan del metabolismo, de la acción de genes, de la herencia y de la evolución, fenómenos biológicos fundamentales. La respuesta a qué es la vida, de este modo, ha estado ligada al desarrollo mismo de la cultura y de la ciencia.

·         No existe una definición expresa de vida, sino que a partir de observaciones directas e indirectas del estado térmico de las estructuras vivas, podemos decir lo siguiente: Vida es la dilación en la difusión o dispersión espontánea de la energía interna de las biomoléculas hacia más microestados potenciales.

·         En el hombre sólo el cerebro percibe, y toda impresión de dolor o de placer que no fuese transmitida al cerebro por medio de los nervios no sería sentida. El cuerpo privado de cabeza no siente.

2. Decapitación de Juan el Bautista

·         Mateo 14

Decapitación de Juan el Bautista

14 En aquel tiempo Herodes el tetrarca se enteró de lo que decían de Jesús, y comentó a sus sirvientes: «¡Ése es Juan el Bautista; ha *resucitado! Por eso tiene poder para realizar milagros.»

En efecto, Herodes había arrestado a Juan. Lo había encadenado y metido en la cárcel por causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe. Porque Juan había estado diciéndole: «La ley te prohíbe tenerla por esposa.» Herodes quería matarlo, pero le tenía miedo a la gente, porque consideraban a Juan como un profeta.

En el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos; y tanto le agradó a Herodes que le prometió bajo juramento darle cualquier cosa que pidiera. Instigada por su madre, le pidió: «Dame en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.»

El rey se entristeció, pero a causa de sus juramentos y en atención a los invitados, ordenó que se le concediera la petición, 10 y mandó decapitar a Juan en la cárcel. 11 Llevaron la cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, quien se la entregó a su madre. 12 Luego llegaron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo y le dieron sepultura. Después fueron y avisaron a Jesús.





·         Pero he aquí que un sabio fisiólogo, el doctor Petitgand, de Gray, que se ha encontrado en muchas circunstancias especiales para el examen inmediato de la cabeza de un decapitado, acaba de publicar en la Revue Scientifique el relato de una observación de la cual se deduciría que la cabeza de un hombre aún puede vivir y pensar durante algunos segundos (muchas eternidades en tal situación), durante quince o veinte segundos, después de haber sido separada del cuerpo. Se trata de una ejecución realizada en Saigón, en 1875, en presencia del observador.  

3     Lo infinitamente pequeño es quizá, de todas las contemplaciones de la naturaleza, la que nos acerca más a lo infinitamente grande. 

4     la contemplación de la naturaleza nos atrae con mucha más intensidad y con mayores encantos que otro pasatiempo u ocupación

5     Hombre

a.    El hombre credo por la voluntad directa de Dios, en virtud de un milagro, o el hombre descendiendo de los animales, que le han precedido en la evolución de la naturaleza. He aquí los términos del problema; las dos únicas hipótesis posibles; no hay tres.

b.    Dios lo ha creado todo por su árbitra voluntad, cómo y cuándo ha querido

c.    Todos los seres vivientes han nacido adultos a la voz de Dios

d.    Cualquiera que sea el secreto del origen de los seres, lo cierto es que las cosas se presentan como si derivasen unos de otros

e.    Hay hombres que prefieren ser hechura de un Adán a ser descendientes de un antiguo simio. Es cuestión de gusto. El más hermoso elogio que pueda hacerse de la humanidad no es quizá el que se ostenta.

6     La Mujer

a.    La Biblia nos asegura que el Padre Eterno tuvo un día la singular idea de extraer una costilla del lado del hombre, de ensanchar esta costilla y de convertirla en mujer, con gran asombro del padre Adán, que al despertar de su sueño no podía dar crédito a sus ojos; que esta mujer era hermosa, pura y encantadora, pero que era seguramente menos virtuosa que su marido, puesto que ella fue quien le indujo al pecado. Después, el Padre Eterno que estaba de vuelta de un paseo hecho por el Vergel (Génesis, III, 8), se sentó bajo un árbol y cosió pieles de animales, dejados sin duda allí por un cazador, para construir dos vestidos al uso de nuestros primeros padres. 

b.    Nos parece que nada de esto debe aceptarse al pie de la letra, pues todo ello no pasa de ser un bello simbolismo oriental.

c.     A propósito del origen de la mujer se encuentra la misma leyenda, con algunas variantes, en todas las tradiciones indias y orientales, y casi siempreobsérvese biencon esta opinión desfavorable sobre la primera mujer, sin cuya creación, dicen, el hombre habría vivido eternamente dichoso, en las puras delicias de un paraíso encantado, sin emociones, sin enfermedades y sin concupiscencias.

d.     Pero realmente, los comentaristas antifeministas ¿no han ido un poco lejos en sus imprecaciones?  







Referencia:
























Iris de la Rosa Vélez

7 noviembre de 2016

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