Catalepsia; resurrecciones


Catalepsia; resurrecciones


29. – La materia inerte es insensible; el fluido periespiritual lo es también, pero transmite la sensación al centro sensitivo que es el Espíritu. Las lesiones dolorosas del cuerpo repercuten, en el Espíritu como un choque eléctrico, por medio del fluido periespiritual, del cual los nervios parecen ser los hilos conductores. Los fisiólogos lo llamaron influjo nervioso, pero al no conocer las relaciones de ese fluido con el principio espiritual no han podido explicar sus efectos.

Puede tener lugar una interrupción, sea por la separación de un miembro o por el seccionamiento de un nervio, pero también puede haberla en forma parcial o general y sin lesiones de por medio en los momentos de emancipación, de sobreexcitación o preocupación del Espíritu. En ese estado el Espíritu no se preocupa del cuerpo y en su actividad febril atrae a sí al fluido periespiritual que retirándose de la superficie produce una insensibilidad momentánea.

Se podría aun admitir que, en ciertas circunstancias, se produce, en el fluido periespiritual, una modificación molecular que le saca temporalmente la propiedad de transmisión. Con frecuencia, así es como en el ardor del combate, un militar no percibe que fue herido; que una persona cuya atención está concentrada sobre un trabajo, no oye el ruido que se hace a su alrededor. Un efecto análogo, aunque más pronunciado, es el que ocurre con ciertos sonámbulos, en la letargia y en la catalepsia. Es así, en fin, que se puede explicar la insensibilidad de los convulsionarios y de ciertos mártires. (Revista Espírita, enero 1868: Estudio sobre los Aissaouas). La parálisis no tiene, de ningún modo, la misma causa; aquí el efecto es todo orgánico; son los propios nervios los hilos conductores, que ya no son aptos para la circulación fluídica; son las cuerdas del instrumento que están alteradas.

30. – En ciertos estados patológicos, cuando el Espíritu no está ya en el cuerpo y el periespíritu no se adhiere a él sino en algunos puntos, el cuerpo tiene todas las apariencias de la muerte, y se dice con verdad absoluta, que la vida pende de un hilo. Este estado puede durar más o menos tiempo; incluso ciertas partes del cuerpo pueden entrar en descomposición, sin que la vida esté definitivamente extinguida. Mientras el último hilo no esté roto, el Espíritu puede, sea por una acción enérgica de su propia voluntad, sea por un influjo fluídico extraño igualmente poderoso, ser llamado al cuerpo. Así se explican ciertas prolongaciones de la vida contra toda probabilidad, y ciertas supuestas resurrecciones. Es la planta que vuelve a brotar a veces, sirviéndose de un solo fragmento de raíz; pero cuando las últimas moléculas del cuerpo fluídico se han desprendido del cuerpo carnal, o cuando éste se halla en un estado de degradación irreparable, todo retorno a la vida es imposible. (1)

(1) Ejemplos: Revista Espírita, El doctor Cardon, agosto 1863, página 251; – La mujer corsa,
mayo 1866, página 134.


Allan Kardec
Extraído del libro “La Génesis”




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  1. Resurrecciones según el Espiritismo
    La Génesis - Capítulo XV
    #37 - #42
    La hija de Jairo
    La Génesis - Capítulo XV
    El hijo de la viuda de Naím

    Lázaro
    La Génesis - Capítulo XV
    40. En cuanto a la resurrección de Lázaro, digan lo que dijeren en contrario, no desmiente de ningún modo ese principio. Alegan que él ya llevaba cuatro días en el sepulcro; con todo, se sabe que hay letargia que duran ocho días, y más aún. Agregan que ya despedía mal olor, lo que es señal de descomposición. Este argumento tampoco prueba nada, visto que en ciertos individuos el cuerpo se descompone parcialmente incluso antes de la muerte, y en ese caso también exhala mal olor. La muerte sólo se verifica cuando han sido atacados los órganos esenciales para la vida. Asimismo, ¿quién podía saber que Lázaro ya olía mal? Fue su hermana Marta quien lo dijo. Pero ¿cómo sabía eso? Ella sólo lo suponía, porque Lázaro había sido enterrado cuatro días antes; sin embargo, no podía tener ninguna certeza de ese hecho. (Véase el Capítulo XIV, § 29.)


    https://youtu.be/aXUKhlvn_bc

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