“Ninguno
desprecie tu juventud”
De manera general, podemos decir que los jóvenes
espiritas de la actualidad, son almas experimentadas en la sublime oficina del
servicio
evangélico. Almas, pues, que responden por la
construcción del mundo mejor del mañana.
Formularon, sin duda, las más edificantes promesas
regenerativas, en las divinas asambleas de preparación del retorno, a los
planos purificadores, de millares de obreros. Esa pléyade de entidades que
vuelven al escenario de la Tierra, necesita de ser animadas para el combate en
contra de las fuerzas destructoras que amenazan sofocar los buenos
sentimientos, retardando así la evolución.
No fue por casualidad que surgió en todos los rincones
del Brasil, “Patria del Evangelio y Corazón del mundo,” ese movimiento
renovador de juventudes espiritas cristianas, ese soplo dinámico y consciente
que tiende a operar, con bases evangélicas, una extraordinaria revolución en
las costumbres de la sociedad de hoy.
No constituye un accidente, en la Tierra de la Santa
Cruz, esta JUVENTUD EN MARCHA, juventud que estudia y trabaja, perfeccionando
la
inteligencia y el corazón. No ha sido obra del “acaso”,
el traslado de las actividades de figuras eminentes por su cultura y expresión
moral, hacia el nuevo campo de trabajo que se desarrolló en el Espiritismo: la lucha,
sincera y constante, por la reforma moral de los jóvenes, adaptándose a las
tareas doctrinarias.
Los tiempos han sido, realmente, llegados. Los Ministros
Divinos, bajo el amoroso comando del Ángel Ismael, trabajan infatigablemente,
en los planos superiores, inspirando a los sembradores encarnados en la
preparación del terreno.
Las responsabilidades se extienden, igualmente para los
jóvenes. Las tareas de la Juventud Espirita, frente al mundo y al futuro están,
amplia y claramente definidas. Las labores de evangelización y doctrinarias no
soportan la indiferencia, la duda ni la vacilación. El momento es de lucha –
lucha de renovación íntima. La hora es de trabajo – trabajo fraternal.
•Y no se diga, impropiamente, que la tarea pertenece y
cabe, tan solo a los servidores adultos. Con el “nacer, vivir, morir, renacer
nuevamente y progresar continuamente,” preceptuado por la Doctrina, el concepto
de la edad física cede lugar al concepto universal de la edad espiritual. Si el
operario más viejo dispone de la bendición de la experiencia, adquirida tras la
labor fecunda, posee el joven el entusiasmo que, bien dirigido, opera
prodigios.
El joven espirita, trabajador y juicioso, no es
simplemente una promesa; Es una afirmación. El vigor físico, la salud, el idealismo,
las esperanzas, todo esto constituye la muralla granítica capaz de destrozar la
idea de que la juventud no está en condiciones de cooperar, al lado de los más
viejos, en la construcción de las bases del mundo feliz de mañana.
La palabra evangélica o espirita, sembrada por la
juventud, será la llama bendita que iluminará el porvenir. Con todo, su vigor y
eficacia serán tanto mayores, cuanto mayores y más positivos fueran los
ejemplos del joven en su trabajo con el Maestro.
Es necesario que tanto el joven cuanto el adulto al
realizar la siembra evangélica, para la grandiosa tarea de la renovación de la
humanidad, se coloque en la posición de predicar ejemplificando. Ya dijo
alguien, con entera propiedad, que la misión del propio Cristo hubiese sido nula,
si él no hubiese dado, de todo cuanto enseñó, el más vivificante ejemplo.
Sus lecciones no habrían atravesado los siglos. El
concepto se aplica, con absoluta exactitud a quienes desean continuar, junto
con el Maestro, en su divina obra. Procure el joven espirita, realizar por lo
tanto, sinceramente la tarea preliminar de la auto-regeneración.
Busque desenvolver, a través de la lucha constante, los
sentimientos y las virtudes del bien, de la moral y la sabiduría, valores estos
que dormitan potencialmente en el espíritu inmortal, como resultante lógica de
las conquistas elevadas del ser humano, en un pasado desconocido. Si no le es
justo a los más veteranos, despreciar de los jóvenes la inmadurez, encendida de
idealismo y energía, es mucho menos razonable que el propio joven menosprecie
el patrimonio que la Divina Bondad le ha concedido.
Martins
Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
1 Timoteo
4:12 No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.
1 Timoteo 4:12 No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.
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