¿Por qué se llama al Espiritismo el
Consolador Prometido?
Jesús prometió la llegada de un Consolador
que vendrá a enseñar y a recordar las palabras de Jesús y su Evangelio.
Si me amáis, guardad mis
mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no lo ve, ni lo conoce. Pero vosotros lo conocéis, porque mora
con vosotros, y estará en vosotros. […] Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo he dicho” (San Juan, 14:15 a 17 y 26, y San Mateo,
17:11).
Sabemos que en la elaboración de El Libro de los
Espíritus y del resto de las obras de Allan Kardec se utilizaron numerosas
comunicaciones de muchos Espíritus diferentes que colaboraron con sus
testimonios y enseñanzas. Entre estas comunicaciones también encontramos al
Espíritu de Verdad, que viene a recordarnos las palabras de Jesús. Algunas de
sus comunicaciones están recogidas en El Evangelio según el Espiritismo:
Vengo, como en otro tiempo, entre los
hijos descarriados de Israel, a traeros la verdad y a disipar las tinieblas.
Escuchadme. El Espiritismo, como otras veces mi palabra, debe recordar a los
incrédulos que sobre ellos reina la verdad inmutable, el Dios de bondad, el
Dios grande que hace crecer la planta y levantar las olas. Yo revelé la
doctrina divina; yo, como un segador, até en haces el bien esparcido por la
humanidad, y dije: Venid a mí, vosotros los que sufrís. (…)
¡Espiritistas! amaos: he aquí el primer mandamiento; instruíos: he aquí el segundo. Todas las virtudes se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano; y he aquí que desde más allá de la tumba donde creíais encontrar la nada, hay voces que os gritan: ¡Hermanos! nada perece: Jesucristo es el vencedor del mal; sed vosotros los vencedores de la impiedad. (El Espíritu de Verdad. París, 1860, El Evangelio según el Espiritismo)
¡Espiritistas! amaos: he aquí el primer mandamiento; instruíos: he aquí el segundo. Todas las virtudes se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano; y he aquí que desde más allá de la tumba donde creíais encontrar la nada, hay voces que os gritan: ¡Hermanos! nada perece: Jesucristo es el vencedor del mal; sed vosotros los vencedores de la impiedad. (El Espíritu de Verdad. París, 1860, El Evangelio según el Espiritismo)
El Espíritu de Verdad viene a nosotros de nuevo a
hablarnos como en otro tiempo hizo en Israel. Sus palabras sirvieron para
recordar la verdad inmutable, el Dios de bondad. El Espíritu de Verdad anima al
Espiritismo a que continúe con esta labor de recordar las enseñanzas de Jesús.
El Espiritismo llega, en el tiempo
señalado, para cumplir la promesa de Cristo: el Espíritu de Verdad preside su
establecimiento. Llama a los hombres a la observancia de la ley. Enseña todas
las cosas, haciendo que se comprenda aquello que Cristo sólo expresó por medio
de parábolas. Dijo Jesús: “El que tiene oídos para oír, oiga”. El Espiritismo
acude para abrir los ojos y los oídos, porque habla sin metáforas ni alegorías.
Levanta el velo arrojado intencionadamente sobre ciertos misterios. Viene, en
suma, a traer una suprema consolación a los desheredados de la Tierra y a todos
aquellos que padecen, dando una causa justa y una finalidad útil a todos los
dolores. (Allan Kardec, El Evangelio según el Espiritismo).
Por esta labor de traer consuelo a la
humanidad y de volver a recordarnos el Evangelio, la moral cristiana y las
palabras de Jesús, el Espiritismo cumple la promesa de Cristo. Por eso, el
Espiritismo cumple y realiza todo lo que Cristo dijo sobre el Consolador y se
convierte para la humanidad de nuestros días en la Tierra, en el Consolador
prometido por Jesús.
https://cursounpasomas.wordpress.com/2011/10/12/los-principios-basicos-de-la-doctrina-espirita-ii-el-espiritismo-cristiano/
https://www.youtube.com/watch?v=gkkL--Aim4k
ResponderEliminarEl Espiritismo: El Consolador prometido