“Teniendo sustento y abrigo, estemos contentos…”


“Teniendo sustento y abrigo, estemos contentos…”

Luego de llamar la atención a Timoteo, respecto a los peligros que genera

la riqueza, y resaltar el que de este mundo “cosa alguna nos podremos llevar”,

desarrolla, el Apóstol de los Gentiles, para su joven discípulo un sistema de

vida capaz de prepararlo convenientemente, para el Reino de los Cielos.

Por esto, exhórtalo, con humildad al decirle: “Así que, teniendo sustento y

abrigo, estemos contentos con esto.”

La inmensa mayoría de los hombres vive inquietamente, luchando por

acumular bienes materiales, atesorándolos ávidamente; porfiando por aumentar

patrimonios terrestres, sin la imprescindible conversión a favor del progreso

general y, pugnando por capitalizar recursos, en la triste y engañosa ilusión de

que la paz espiritual está condicionada a los tesoros perecibles.

El mundo está repleto de criaturas que no duermen bien, avasalladas por

terribles inquietudes.

Conservan las mentes puestas en los registros de las cajas contables, que

balancean sus abultados negocios y fabulosas transacciones.

Ganar y guardar, tal es el programa de esas personas…

Son realmente almas equivocadas que merecen piedad.

Endurecidas en el egoísmo y la avaricia, confinan en la billetera y el

cofre, en la cuenta bancaria y en el lucro, las propias aspiraciones.

Sueñan con la multimillonaria posesión de bienes transitorios, que las

polillas consumen y los ladrones roban, indiferentes a que sus almas eternas

permanezcan mendigas de los tesoros de la Inmortalidad.

Para tales compañeros, las noches son mal dormidas, las madrugadas

excesivamente penosas y, cada nuevo día, un motivo de inquietud íntima.

Los valores monetarios, traducidos por los talones de las chequeras y por

las resonantes monedas, bailan en su imaginaciones sobreexcitadas, en la

profundidad de la noche, ejecutando en los compases de una extraña

orquestación, la obsesiva danza de los millones.

Buscan una felicidad que realmente no existe.

Una despreocupación que nunca llega.

La legítima felicidad, (la felicidad indestructible), no es hija de la riqueza,

sino de la paz de conciencia.

La quietud interior y la tranquilidad no son hijas de la fortuna, aunque la

fortuna cristianamente elaborada y aplicada fraternalmente, sea siempre un

instrumento de alegría y prosperidad.

La alegría y la prosperidad no solo son para los que poseen fortuna, sino

también para los hogares en donde hay carencia de pan y de ropa.

La riqueza, escondida en los cofres de algunos, significa falta de trabajo

para muchos.

Sin duda, dentro del clima utilitarista en que vive y respira el hombre

común, no se puede exigir que el consejo de Pablo, encuentre resonancia, en

los días actuales.

En cuanto el hombre espiritual se siente feliz, teniendo “sustento y

vestidura”, adquiridos con el trabajo digno, el hombre material muestra la

expresión fisonómica en una mezcla de sarcasmo y desprecio, ante la

exhortación del Apóstol.

El hombre que no está realizando, por lo menos, el esfuerzo por

desprenderse del mundo, no puede comprender esta sobriedad, este recato, esta

moderación en el poseer.

Todo su ser, milenariamente viciado en el egoísmo enfermizo, vibra y

ansía, trabaja y lucha por un objetivo, exclusivo y avasallante que se podría

denominar como “meta de la desesperanza”: acumular en la Tierra los tesoros

que de la Tierra no podrán ser llevados.

Sin embargo, a la manera de agua generosa que se precipita,

persistentemente sobre el granito, indiferente a su dureza e insensibilidad, la

palabra renovadora de Jesús y de sus Apóstoles, debe continuar proyectando

sobre la piedra del corazón humano, inclinándolo con el tiempo, al

entendimiento superior.

El hombre espiritual, precursor de la Humanidad del futuro, para sentirse

feliz, desea simplemente tener el “sustento y la vestidura”, la salud y el trabajo.

El hombre material, según las reglas modernas, se juzga feliz cuando ve el

arca saturada, la cuenta bancaria subiendo y el patrimonio económico

financiero creciendo.

En cualquier circunstancia, sin embargo, en el tiempo y en el espacio,

permanece la recomendación de Pablo a Timoteo: Teniendo sustento y con que

vestirnos, estemos contentos”, obligándonos a luchar en la Tierra, sin sacar los

ojos del Cielo.

 

MARTINS PERALVA

REENCARNACIÓN Y FAMILIA


REENCARNACIÓN Y FAMILIA

“Ninguno verá el Reino de Dios si no naciera de nuevo…”

Uno de los argumentos más comunes de los opositores del Espiritismo es

el de que la Reencarnación, su ley básica, destruye los lazos de la familia.

Tal argumento, como tantos otros que la ignorancia y la mala fe sustentan,

teniendo como objetivo obstaculizar la marcha triunfante y gallarda de la

Tercera Revelación, no resiste al más simple razonamiento, al más leve

examen de la lógica y del buen sentido.

Es por medio de la Reencarnación (y gracias exclusivamente a ella), que

los lazos de la fraternidad se amplían y fortalecen, sobre todo en los círculos de

la consanguinidad.

Sin las nociones de la palingenesia, nuestra familia espiritual sería

reducida, porque en principio también sería reducida nuestra familia corporal.

A través de la Reencarnación, se prolongan los afectos más allá de la vida

física.

Continúan los lazos y vínculos espirituales, en los otros mundos y en las

otras existencias.

Por su intermedio, se establecen ataduras eternas entre los corazones que

se reencuentran, innumeras veces, en el paisaje del mundo, renovando

experiencias de perfeccionamiento.

Se nos figura imposible considerar a la Reencarnación como una doctrina

perjudicial a los lazos de la familia.

Solamente podemos entenderla como afirmación de la solidaridad entre

los seres, demostrando así, en toda su plenitud, la Bondad Celeste.

Tan solo conseguimos concebirla como elemento divino de reunión de las

almas, en un mismo grupo o ambiente, pueblo o nacionalidad, para consolidar

los afectos iniciados, en otros grupos y en otros pueblos, en tiempos que se

fueron.

Existe, sin embargo, otro aspecto que igualmente revela su excelsitud, la

valía de la Reencarnación. Si por ella amigos se reaproximan en el mismo

hogar, también en el mismo hogar los adversarios se reencuentran para la

definitiva extinción de odios, cuyos orígenes se pierden en la bruma del

pretérito.

No fuera la Reencarnación, nos faltarían las oportunidades de la

reconciliación con aquellos a quienes ofendimos o herimos, o que nos

agraviaron y lesionaron.

Son por esto, benéficos los efectos y las consecuencias de la

Reencarnación.

¿Cómo podríamos, igualmente, restablecer el contacto con las almas que

sembraron espinas en nuestro camino y con espíritus que enfrentaron piedras

colocadas por nosotros?

¿Cómo podríamos volver al escenario terrestre, con el fin de, al lado de

compañeros de otras jornadas, concluir programas individuales o colectivos

apenas esbozados o simplemente iniciados?

¿Cómo nos rehabilitaríamos en frente a aquellos que, situados en nuestro

camino evolutivo, en la condiciones de hijos y cónyuges, parientes y amigos,

tuvieron sus vidas y sus destinos complicados por nuestra desatención a los

preceptos del Evangelio?

Como vemos, en vez de destruir los lazos familiares, las ataduras de la

consanguinidad, la Reencarnación los fortalece y consolida.

Les asegura la perpetuidad en la Tierra y en otros mundos.

Si el Divino Maestro la exaltó en varias ocasiones, inclusive con el

“ninguno verá el Reino de Dios si no naciere de nuevo”, la Doctrina Espírita la

glorifica en la admirable síntesis que en el frente de nuestro movimiento

filosófico ostenta, gallardamente; “Nacer, morir, renacer nuevamente y

progresar continuamente, tal es la Ley.”

Jesús y Kardec plenamente identificados en la Ley Magnánima.

La Reencarnación niega el egoísmo, pues afirma, de manera elocuente, la

solidaridad entre todos los seres

Divulgarla, hacerla conocida es encender en el corazón de la Humanidad

la lámpara de la esperanza.

Ella diluye el preconcepto, en cualquiera de sus manifestaciones.

La Reencarnación es el bálsamo, también, para el sufrimiento.

Es llave que abre la puerta para la comprensión de los más complejos

problemas humanos.

Es luz que aclara la noche de nuestros sufrimientos y de nuestros deseos

para la Vida en el Más Allá.

La Reencarnación, es en síntesis, Amor…
 
 

La Reencarnación y el Evangelio


La Reencarnación y el Evangelio

 Entrevistando al escritor espírita Richard Simonetti en una de sus visitas a Aracaju como Periodista, se le hicieron una serie de preguntas que actualmente, son comentadas desde diversos sectores, unos a favor y otros en contra de la reencarnación. Vamos aquí a seguir las respectivas respuestas.

1. ¿ La reencarnación aparece en el Nuevo Testamento?

Respuesta: Más que en el viejo. Hay innumerables referencias bastante explícitas.

2. Se menciona el célebre encuetro de Jesús con Nicodemo para demostrar que Jesús enseñaba la reencarnación. ¿ Sería esta la evidencia mayor?

Respuesta: Es la más recordada. El problema es que Jesús empleaba un lenguaje simbólico. El analista siempre lo interpreta según las conveniencias de su religión.. En qué textos del Evangelio, la reencarnación aparece de forma objetiva?


Respuesta: En las referencias de Jesús a Juan el Bautista. Según las tradiciones judaicas, el profeta Elías debería retornar a la Tierra en el advenimiento del Mesías. Sería el precursor aquel que anunciaría su llegada y lo presentaría. Sabemos que Elías reencarnó como Juan Bautista. Jesús se refiere textualmente a eso cuando, preguntado por los discípulos dijo: " Yo, por tanto os digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también, el Hijo del Hombre ha de padecer en manos de ellos". (Mateo 17.12). Juan fué decapitado por orden de Herodes.. Eso significaba la conclusión del evangelista, en el versículo siguiente: " Entonces los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan el Bautista".

4. La reencarnación aparece en otros pasajes evangélicos?

Respuesta: EnMateo (16:13-14), cuando Jesús pregunta: "¿ Qué dice el pueblo de quién puede ser el hijo del hombre?.

Responden los discípulos: Unos dicen que Juan Bautista, otros que Elías y otros que Jeremías o algún otro de los profetas." Es obvio que los discípulos y el pueblo estaban familiarizados con la idéa de las vidas sucesivas y no cabría aquella respuesta ante semejante pregunta si no admitiesen la reencarnación".

  Si la reencarnación aparece de forma tan evidente en el Nuevo Testamento, por qué fué proscrita?

Respuesta: A partir del Siglo IV, cuando por influencia de los Emperadores Constantino y Teodosio, transformaron el cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano. Fué en este momento cuando el Evangelio fué alterado en la parte referente a la preexistencia del alma . Esta iglesia se institucionalizó surgiendo así el profesionalismo religioso en nombre de Jesús con las prácticas exteriores del paganismo, hasta hoy. En ese cuadro de ambiciones y privilegios, no había lugar para la reencarnación, una doctrina que exalta la responsabilidad individual y enseña que nuestro futuro está condicionado por el empeño de renovación individual, y nunca a la simple adhesión a cualquier iglesia. Volveremos después...

Tomado de; http://inquietudesespiritas.blogspot.com/2011/02/la-reencarnacion-y-el-evangelio.html
.

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Hola buenas vamos hablar de la Reencarnación en el Evangelio: Así veremos como no fue Ni Jesús ni los primeros padres de la Iglesia los que no creían en la Reencarnación Y que fue quitada POR conveniencia, La Iglesia católica se salió de ella por Orden de la mujer de Constantino el emperador católico.

Los libros sagrados de los hebreos: el Zohar, la Cábala, el Talmund, afirman igualmente la preexistencia y, con el nombre de resurrección, la reencarnación. Esta era la creencia de los fariseos y de los Esenios. El
Antiguo y Nuevo testamento, en medio de textos oscuros y alterados, traen aún numerosas huellas; por ejemplo, en ciertos pasajes de Jeremías y de Job, luego en el caso de Juan Bautista, que antes fue Elías, en el del ciego de nacimiento y en la conversación secreta de Jesús con Nicodemo.

Se lee en Mateo. “Yo os digo la verdad: entre las criaturas nacidas de mujer, no hay ninguna más grande que Juan Bautista. Y si queréis entender, él es el mismo Elias que tenía que venir. Quien tenga oídos para oír que oiga”

Otro día, los discípulos de Cristo, le interrogaron, diciéndole ¿Por qué, pues, los escribas dicen que es preciso que antes vuelva Elías” Y Jesús les contestaba: “En verdad que Elías ya ha venido, pero que ellos no lo han reconocido y han hecho con él lo que han querido”. Entonces, los discípulos comprendieron que era de Juan Bautista, de quien hablaba, y a quien se refería.

Un día, Jesús, pregunta a sus discípulos que decía el pueblo acerca de él. Aquellos le contestaron “Los unos, dicen que tú eres Juan Bautista: otros, que eres Elías, y otros, Jeremías o algún otro de los
antiguos profetas vuelto al mundo”. Jesús lejos de disuadirles, como lo hubiese hecho, seguramente, en el caso de exponer cosas imaginarias, se contentó con añadir: ¿Y vosotros Quien creéis que yo sea? Cuando Jesús encuentra al ciego de nacimiento, sus discípulos le preguntan sí aquel hombre ha nacido ciego a causa de los pecados de sus padres, o de los que él había cometido antes de nacer. Ellos creían, pues en la posibilidad de la reencarnación de la preexistencia del alma, . Su lenguaje haría creer que esta creencia estaba extendida en el pueblo, y Jesús parece autorizarla, en lugar de combatirla. El habla de las numerosas moradas de que se compone la casa del Padre, y Orígenes comentando estas palabras, añade: “El Señor, hace alusión a la diferentes estancias que las almas deben ocupar, después que han sido despojadas de sus cuerpos actuales, y que se hayan revestido con otros nuevos.

Leemos en el avangelio de San Juan “Había un hombre entre los fariseos, llamado Nicodemo, que era uno de los principales judios. Este hombre fue una noche a encontrar a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú eres un doctor, venido de parte de Dios, puesto que nadie sabría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él” Jesús le contestó: “En verdad te lo digo: si un hombre no nace de
nuevo, no le es posible ver el reino de Dios”. Nicodemo contestó: “¿Cómo un hombre puede nacer de nuevo cuando es viejo. ¿Puede, acaso volver a entrar en el vientre de su madre y nacer una segunda vez?” Jesús contesta: “En verdad te digo que si un hombre no nace de agua o de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es: mas, lo que es nacido de esp0íritu, es Píritu es. No te extrañe nada de lo que te he dicho; es preciso que nazcáis de nuevo . El aire, sopla donde quiere y tú oyes su ruido, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo es con todo hombre nacido de espíritu”.

Como vemos, todo estos fragmentos sacados de el Evangelio demuestran que Jesús, si creía en la reencarnación a un mas la proclamaba como única manera de conseguir la pureza de Espíritu. “Que fuera verdad o no que Jesús lo dijera, en el evangelio está", y demuestra que el cristianismo es reencarnacioncita aunque los católicos y los protestantes lo nieguen por eso hay tanta contradicción en el si no se parte de esa base.

Un Saludo:

 

Tomado de; http://www.alegsa.com.ar/Foro/viewtopic.php?t=6982

ESPIRITISMO Y REENCARNACIÓN


ESPIRITISMO Y REENCARNACIÓN
 

En el Libro de Los Espíritus codificado por Allan Kardec, Los Espíritus Superiores confirman y explican la reencarnación ampliamente, aquí extraemos algunas de sus respuestas al respecto:

 

171 – ¿Sobre qué está basado el dogma de la reencarnación?

– En la justicia de Dios y en la revelación; porque como lo repetimos siempre: Un buen padre deja siempre a sus hijos una puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que sería injusto privar para siempre de la dicha eterna, a todos aquellos cuyo progreso no dependió de ellos mismos? ¿No son todos los hombres hijos de Dios? Solo entre los egoístas impera la iniquidad, el odio implacable y los castigos sin perdón.

 

132 – ¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?

– Dios les impone la encarnación con el objetivo de hacerlos llegar a la perfección. Para algunos es una expiación, para otros una misión. Pero para alcanzar esa perfección, deben soportar todas las vicisitudes de la existencia corporal. En esto consiste la expiación.

La encarnación tiene también otro objetivo que es el de poner al Espíritu en condiciones de cumplir con su parte en la obra de la Creación, para cuya realización toma en cada mundo un cuerpo en armonía con la materia esencial de ese mundo, cumpliendo así, bajo este aspecto, las órdenes de Dios, de tal manera que concurriendo para la obra general, él mismo progrese también.
 

La acción de los seres corporales es necesaria a la marcha del Universo, pero Dios en su sabiduría, quiso que por esta misma acción encontrasen un medio de progresar y de aproximarse a él. Así es que por una ley admirable de su providencia, todo se encadena y todo es solidario en la Naturaleza.

133 – Los Espíritus que desde el principio, han seguido el camino del bien, ¿tienen necesidad de la encarnación?

– Todos fueron creados sencillos e ignorantes y se instruyen en las luchas y tribulaciones de la vida corporal. Dios, que es justo, no podía hacer a unos felices, sin dificultades y sin trabajo, y por consiguiente, sin mérito.

El progreso de los Espíritus es fruto de su propio trabajo, unos adelantan mas rápidamente, otros se estacionan durante muchos siglos en rangos inferiores.

REENCARNACIÓN Y ESPIRITISMO


REENCARNACIÓN Y ESPIRITISMO

No fueron los espíritas quienes inventaron la Reencarnación, (palabra que

escribimos con mayúscula, como homenaje de nuestra alma agradecida a la

sabia y misericordiosa Ley que proyectó una luz, hasta el entonces

incomprendido problema del Ser, el Destino y el Dolor).

La enseñanza reencarnacionista viene desde muy lejos, de pueblos

antiguos y remotísimas doctrinas.

Le cupo al Espiritismo, la honra y la gloria de estudiarlo, sistematizándolo

para convertirlo, finalmente, en uno de los principales, (sino el más importante)

fundamento de su granítica estructura doctrinaria.

Grandes personalidades del pasado, en el campo de la Religión, de la

Filosofía y de la Ciencia, aceptaban y difundían la Reencarnación.

Orígenes, (nacido en el 185 y fallecido en el 254), considerado por San

Jerónimo como la mayor autoridad de la Iglesia de Roma, afirma, en el libro

“De los Principios”, en fortalecimiento de la tesis básica del Espiritismo: “La

causa de la variedad de condiciones humanas son debidas a las existencias

anteriores.”

Son también, del eminente y consagrado teólogo las siguientes palabras:

“Las condiciones en que cada uno de nosotros nace en la Tierra, cuando aquí

llegamos, son la consecuencia fatal de cómo se haya actuado anteriormente en

el Universo.”

Así mismo dice: “Elevándose poco a poco, los Espíritus llegan a este

mundo y al conocimiento de él. De ahí subirán a un mundo mejor y llegarán a

un estado tal que nada más tendrán que agregar.”

Krishna, en el Bhagavat Gita, (el Evangelio de la India), predica, con

absoluta e innegable claridad: “Yo y vosotros tuvimos innumerables

nacimientos. Los míos solo son conocidos por mí; mas vosotros no conocéis

los vuestros.”

Los Vedas, millares de años antes que Jesucristo, difundían con largueza

la idea reencarnacionista.

Buda aceptaba y predicaba la Reencarnación.

Los sacerdotes egipcios enseñaban que “las almas inferiores y quedan

aprisionadas a la Tierra, por múltiples renacimientos, y que las almas virtuosas

suben, volando hacia las esferas superiores, en donde recobran la visión de las

Cosas Divinas.”

 

En Grecia, admirable cuna de verdaderos cóndores del pensamiento y la

cultura, encontramos a Sócrates, Platón y Pitágoras como fervorosos paladines

de las vidas sucesivas.

Sócrates enseñaba que “las almas, después de haber estado en el Hades el

tiempo necesario, son reconducidas a esta vida en múltiples y largos períodos.

La enseñanza pitagórica era, como es notorio, esencialmente

reencarnacionista, proviniendo de él, por la falsa interpretación de las mentes

poco evolucionadas, la errónea teoría de metempsicosis.

Entre los romanos, Virgilio y Ovidio, diseminaban los principios

reencarnacionistas.

Ovidio llegaba a decir: “cuando mi alma llegue a la pureza, irá a habitar

en los astros que pueblan el firmamento”, admitiendo así, semejante a los

Espíritas, la continuidad de la vida en otros planetas.

San Jerónimo, afirmaba a su vez, “que la trasmigración de las almas eran

parte de las enseñanzas reveladas a un cierto número de iniciados.”

Con todo, dejemos a esas consagradas personalidades, cuya opinión

aunque respetable y acatada, empalidece ante la opinión de la figura máxima

de la Humanidad, Nuestro Señor Jesucristo.

El sublime embajador predicó la Reencarnación. Algunas veces, en forma

velada, otras con objetiva claridad.

Hablando con referencia a Elías, el profeta fallecido algunos siglos antes,

dijo el Maestro: “Elías ya vino y no lo conocisteis, comprendiendo entonces

los discípulos que se refería a Juan el Bautista. (Elías reencarnado)

En el famoso diálogo con Nicodemo, afirma que nadie alcanzará el Reino

de Dios “si no naciera de nuevo.”

El nacer del Agua y del Espíritu, completa la intención del pensamiento

reencarnacionista de Jesús.

En otra oportunidad, exteriorizándose por medio de simples alegorías

sobre las Ley de Causas y Efectos, (o Karma), sentencia: “ninguno saldrá de la

Tierra sin que pague hasta el mismo céntimo,” esto es hasta no completar la

remisión de las faltas.

Como se ve, el Espiritismo no ha creado, no ha inventado a la

Reencarnación.

 


La acepta como herencia de eminentes filósofos y de respetables

doctrinas, de Jesús y de sus discípulos, y, confirmada a su tiempo por los

Espíritus del Señor, el Espiritismo promovió su estudio, su difusión y su

exégesis.

 
 
 
Video ; La Reencarnación https://youtu.be/in7mPDFF2vI

Reencarnación


Reencarnación.- Definición: volver a encarnar, es decir que el Espíritu que animaba al cuerpo de una persona muerta vuelva a vivir pero en un nuevo cuerpo.

Todas las antiguas culturas y civilizaciones, tuvieron la creencia de la reencarnación:

Los antiguos egipcios creían que los hombres podían reencarnar. Todo hombre cuando moría tenía una prueba que transcurría en el "Aduat", suerte de purgatorio, era un lugar donde se pesaba el corazón del difunto en una balanza, y se le hacía una serie de preguntas a las que debía contestar. Aquellos que eran suficientemente sutiles podían llegar al Amen-Ti, o sea, la Tierra de Amón,... Pero aquellos que, careciendo de esta fuerza espiritual, quedaban presos en las ansias de volver a la tierra, no podían pasar el Aduat y tenían que regresar otra vez a las experiencias terrestres.
 
En América, entre los Aztecas, existía la creencia de que el alma volvía de nuevo a este mundo. Decían que los hombres que morían, pero que estaban muy aferrados a la tierra, quedaban presos del encanto de la tierra. Pero sostenían que, las almas, que ya no tenían apegos en el mundo, iban a lo que hoy llamaríamos la fotósfera del sol, es decir, que iban a vivir en la Luz, como colibríes bajo la forma de Huitzilopochtli.

Lo mismo nos indican los chinos, los griegos, a Sócrates le preguntaron: "¿De dónde nacen los vivos?, y él contestó preguntando a su vez: ¿De dónde nacen los muertos? Los muertos nacen de los vivos, y los vivos de los muertos.
 
Los hindúes, dentro de sus distintas religiones o sectas, han llegado a afirmar que en el mundo todas las cosas reencarnan, todas las cosas vuelven a vivir, habían tratado de demostrar, no solamente mediante la fe, sino también mediante el razonamiento, de que el hombre podía volver a vivir. Decían que todas las cosas son cíclicas. Miles de años antes, ellos habían ya descubierto las leyes de Lavoisier: "En la Naturaleza nada se pierde, todo se transforma". También nos hablan de la ley científica de acción y reacción, Ley del Karma: la Ley de Causa y Efecto.

Incluso los romanos, judíos y los cristianos primitivos, creían en la reencarnación. Jesús habla claramente al respecto de la reencarnación en varias oportunidades pongamos como ejemplo estas palabras de Jesús tomadas de su evangelio:

Jesús dice a Nicodemo “Nadie puede ver el reino de Dios si no naciere de nuevo”

(San Juan, cap. III, v. de 1 a 12)

Sus discípulos le preguntaban, diciéndole: ¿Por qué, pues, los escribas dicen que es preciso que Elías venga antes? Mas Jesús les respondió: Es verdad que Elías debe venir y restablecer todas las cosas; mas yo les declaro que Elías ya vino, y no le conocieron, mas lo trataron como quisieron. Así ellos harán sufrir al Hijo del Hombre. Entonces sus discípulos comprendieron que era de Juan de Bautista que les había hablado. (San Mateo, cap. XVII, v. de 10 a 13).
Tomado de;

http://espiritismoquito.blogspot.com/2012/09/la-reencarnacion.html

El espiritismo y yo


El espiritismo y yo


Mi relación con el espiritismo tiene un pasado remoto. Mi madre era asidua a un centro en donde se practicaba el espiritismo criollo o popular de mesas blancas. En aquellos escenarios convivían sin conflicto las obras de Allan Kardec, Camille Flammarion y la Biblia, con una imagen de Santa Bárbara o Changó. Yo la acompañaba forzado por las circunstancias. Mi padre no iba al centro y mi madre no me dejaba cuidando con nadie. Sus visitas eran en busca de consejo, solidaridad, sanación física o espiritual. Eran los primeros años de la década de 1960. Al cabo las visitas se hicieron más esporádicas, el templo se hizo pequeño para las reuniones y se mudó de barrio y todo se convirtió en un recuerdo borroso.

Mi relación académica con el espiritismo es de principios de la década de 1990. En medio de los debates generados por la irrupción postmodernista, volví a mirar hacia la masonería, la teosofía y la antroposofía como  formas de la crítica a los valores de la modernidad. Entonces me topé con el espiritismo el cual también traducía una reacción comprensible a un problema cultural concreto. El espiritismo francés al cual miraba era una  propuesta revisionista que puntualizaba los límites de la ciencia positiva. De paso, esbozaba un nuevo y original humanismo que mediaba entre el humanismo cristianismo y el secular. Pero el espiritismo también era una censura contra las injusticias que emanaban del capitalismo liberal en la Europa del siglo 19, resentía del individualismo egoísta y llamaba a la solidaridad.

Mis reflexiones sobre el espiritismo después del 2000 me han conducido a verlo como una propuesta antisistémica (una crítica al orden dominante) cercana a otros sistemas de pensamiento que entendieron que reducir la existencia a su materialidad, como lo hacía el capitalismo y el mercado, profundizaba el problema de la desigualdad. El espiritismo había caminado aquella ruta al lado de la filantropía, la fraternidad, el abolicionismo, el mutualismo y el cooperativismo. La mirada anti-individualista que lo caracterizaba también había servido para llamar la atención del vitalismo alemán, el simbolismo literario, el socialismo francés, el anarquismo y el sindicalismo. Los puntos de contacto entre todas esas proposiciones son numerosos. Los énfasis de cada una estaban en lugares distintos, pero todas pisaban el terreno común de la resistencia a los valores deformantes de una modernidad en crisis.

La conexión del espiritismo con Puerto Rico, una sociedad que hasta 1898 miró hacia Europa, siempre fue intensa. El espiritismo ha interesado a figuras de la relevancia de Alejandro Tapia y Rivera, Ramón E. Betances Alacán, Manuel Corchado y Juarbe, Francisco Mariano Quiñones, Lola Rodríguez de Tió, Luisa Capetillo, Amalia Paoli, Rosendo Matienzo Cintrón, Rafael López Landrón, Francisco Vincenty, Vicente Géigel Polanco, Francisco Matos Paoli y Manuel Guzmán Rodríguez, entre otros. La diversidad ideológica, de estas figuras demuestra la plasticidad  del fenómeno espiritista en el contexto puertorriqueño. Mis investigaciones me decían que el espiritismo había sido parte del proyecto de resistencia y cambio en un Puerto Rico colonial y capitalista antes y después de 1898.

Sin embargo mi interpretación estaba centrada en la tradición de Allan Kardec, Camille Flammarion, León Denis, Gabriel Delanne, Amalia Domingo Soler, Cesare Lombroso, Lev Tolstoi, entre otros. Joaquín Trincado o la “Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal” no aparecían en el mapa del espiritismo puertorriqueño sino como una nota al calce o un apunte marginal. El hecho de que Romeu Toro llamara mi atención sobre este asunto es una deuda intelectual impagable que tengo con la autora. Los apuntes sobre el discurso y la praxis humanística, filosófica y social del trincadismo en Puerto Rico son la mayor aportación de este volumen.

https://puertoricoentresiglos.wordpress.com/tag/historia-de-la-cultura-popular/

EL ESPIRITISMO EN NUESTRA HISTORIA


EL ESPIRITISMO EN NUESTRA HISTORIA

El universo intelectual en Puerto Rico estaba altamente ligado a la estructura política. La propagación de ideas y el desarrollo de una comunidad intelectual, siempre estuvo altamente restringido por nuestra subordinación colonial al gobierno español. Aún más, ideas que pudieran suscitar un reto al establecimiento y sus representantes: el estado y la iglesia católica. En un tiempo la doctrina espiritista se convirtió en un asunto peligroso contra el “status quo”.

Los primeros centros espiritistas en Puerto Rico se desarrollaron en la ciudad de Mayaguez al principio de los años 1870. En aquellos días la práctica de esta nueva filosofía era apenas permitida por los oficiales del gobierno. Muy cercano al tiempo de la insurrección en Lares (1868) cualquier reunión poco usual y de naturaleza no revelada, no era bienvenida por los representantes del estado. Los locales utilizados para las reuniones (usualmente el hogar de uno de los miembros) era vigilado por la guardia civil.

En el 1888, la aplicación de la Ley de Asociación bajó el tono de la oposición del gobierno local a las prácticas de la doctrina espiritista. Esta breve atmósfera de tolerancia facilitó el surgimiento visible de otros centros espiritistas: El Centro Unión en Mayaguez (1888); La Caridad en San Juan (1888); Centro Espiritista en Lares (1893); La Unión en Barceloneta (1893); Sociedad Espiritista en Aguadilla (1897), entre otros. Reconocidos y respetables individuos en sus comunidades dirigían los centros. Considerando el carácter de la doctrina espírita, se entiende la atracción que ejerció sobre los intelectuales durante las últimas décadas del siglo 19. La combinación de filosofía y ciencia, fe y experimentación, al principio, y luego sus puntos de vista filosóficos, fueron atractivos para las clases educadas. Para los primeros seguidores, Espiritismo era un símbolo de modernidad. Para la clase media que se levantaba, de abogados, medicos, maestros, dentistas, hombres de negocios, propietarios, el Espiritismo ofrecía una organización social, educativa, con énfasis en la ciencia.

Los postulados filosóficos también eran transferibles al dominio social. La visión espiritista fué usada para criticar lo que estos intelectuales vieron como símbolos retrógrados sociales y políticos: la falta de separación de la iglesia y el estado, la explotación de las clases obreras, la práctica de la pena de muerte, etc. En las últimas décadas del dominio español sobre la isla, los seguidores de la doctrina espiritista usaron sus principios morales para promover el triunfo de la ciencia sobre la superstición, de la razón sobre la fe ciega, y la armonía sobre los conflictos sociales. Pero estos principios, expresados dentro de un contexto político, se convirtieron en armas de oposición al sistema establecido.

No sorprende entonces que en el 1897, el gobernador Sabas Marín González, diera instrucciones a todos los alcaldes de las ciudades a utilizar todos los medios necesarios para cerrar todos los centros espiritistas. Al año siguiente, Sabas Marín se encontró desempleado cuando Puerto Rico fué transferido a los Estados Unidos como parte de los acuerdos de la Guerra Hispano Americana.

Con la ocupación de los Estados Unidos en el 1898 vino la separación del estado y la iglesia. La iglesia católica perdió gran parte de su fuerza económica y política. La nueva situación abrió una ventana de oportunidad a los seguidores del Espiritismo. Durante las primeras dos décadas del siglo 20, aparecieron centros espiritistas en los pueblos más importantes. Tenían sus propias revistas, periódicos y bibliotecas. A fines del siglo anterior, habían once centros espiritistas en la isla. Para el 1920 habían ciento cincuenta (150).

Como resultado de la propagación de la doctrina, se organizó una Federación Espiritista en el 1903. Su primera convención fué celebrada en Mayagüez con la participación de los delegados de veintiseis centros. De ahí en adelante las convenciones se celebraron anualmente. Una rápida mirada sobre algunas resoluciones tomadas durante las reuniones anuales, demuestran que el movimiento mantuvo la orientación social que le hizo tan ideológicamente avanzado y peligroso para el estado en el siglo anterior. En su reunión del 1905 la Federación estableció un programa para sus miembros: cada centro debe establecer una escuela nocturna para enseñar a leer y escribir a cualquier persona que lo solicitara; cada centro debía tener una biblioteca con los principales escritos espiritistas y otros temas filosóficos; cada centro trataría de establecer un hospital local para proveer asistencia libre de costo a niños pobres, ancianos e impedidos. En su sexta reunión en el 1908, algunas de las resoluciones adoptadas tenían un profundo carácter social: oposición a la práctica de la pena de muerte; el promover la creación de bibliotecas públicas y cooperativas de hogares; el establecimiento de día de trabajo de ocho horas, entre otros.

Definitivamente, las posturas sociales adoptadas por el movimiento y los principios morales que lo sostienen, fueron muy atractivos para un sector grande y frecuentemente olvidado: personas de origen social humilde y las mujeres. Es evidente en los registros de la Federación la participación significativa de ambos grupos. Las mujeres encontraron en el Espiritismo un espacio social e intelectual que le había sido negado por el estado oficial. Esta postura de igualdad entre las distintas clases sociales y géneros, practicada dentro de la doctrina espiritista, surge del punto de vista filosófico de que todos somos iguales en espíritu. Para el 1907 el 25% de los delegados a la convención anual de la Federación eran mujeres.

En ese sentido, los centros espiritistas se convirtieron en verdaderos calderos de fundición social. Estaban adelantados a su tiempo (y adelantados a las instituciones oficiales) en promover programas sociales que impactaran las comunidades circundantes; armonía entre clases; educación; posturas ideológicas avanzadas; y la creación de un espacio donde los grupos sociales olvidados (los pobres y las mujeres) podían participar activamente en la vida social de sus comunidades. La Gran Logia Espiritual Número 1 engloba este complejo y rico proceso social.

Tomado de; http://www.casadelasalmas.org/index_02-13-2014_026.htm

 

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