Eficacia de la oración


Eficacia de la oración

Hay gentes que niegan la eficacia de la oración fundándose en el principio de que, conociendo Dios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas. Aun añaden que, encadenándose todo el universo por leyes eternas, nuestros votos no pueden cambiar los decretos de Dios. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener como sería injusto acusar a la Providencia si no accede a otro lo que se le pide, puesto que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Hace lo mismo que un padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; mas si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación. Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándole de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a si mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo lo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades; pero casi siempre se preferiría el ser socorrido por un milagro sin ningún trabajo.

Tomado de; http://walterius-tiempomistico.blogspot.com/2010/04/la-oracion-segun-la-doctrina-espirita.html


El hombre convive con la religión hace miles de años, conociendo y utilizando durante todo ese tiempo formas variadas de acceso a los poderes superiores que ella afirma representar. Aún en nuestros días, diversos rituales del pasado sirven para expresar alabanza o formular pedidos a las entidades invisibles pero supuestamente con capacidad para interferir en nuestras vidas.

En cuanto al resultado de nuestras solicitudes, la experiencia se ha mostrado un poco inconclusa: algunas veces parece que son atendidas, mientras que en otras ocasiones los acontecimientos se muestran francamente contrarias a nuestras expectativas a pesar de estas ser insistentemente dirigidas con ese objetivo especial con el apoyo de ceremonias y ministros de culto.

Esto, entre otras cosas, era hasta inevitable en ciertas situaciones, como las guerras, tan frecuentes en el pasado, cuando apenas uno de los lados podría salir victorioso. A pesar de eso el recurrir a la oración, personalmente realizada o por medio de terceros, ha sido una constante en el comportamiento humano, mientras que en épocas recientes, el materialismo pasase a negar todo tipo de trascendencia, clasificando la oración y otras prácticas de devoción como credulidades o supersticiones, mientras religiosos racionalistas le recusan igualmente cualquier fuerza para interceder, alegando que la vida es gobernada por leyes perfectas, establecidas por Dios, que no podrían, por esto, ser modificadas al sabor de nuestros intereses momentáneos.

La Doctrina Espiritista trajo una valiosa contribución al estudio de este tema, mostrándonos no solamente como la oración funciona sino también como y para que debe ser utilizada. Así, esclarecieron, inicialmente, los guías espirituales, diciendo que ella se irradia a partir de nuestro pensamiento, que es permanentemente acompañado por el Poder Supremo (de una forma que de ninguna manera podemos alcanzar), llegando igualmente a otras inteligencias que, obrando en su nombre, pueden auxiliarnos de innumeras maneras, siempre objetivando nuestro bien. Por otro lado, no estando nosotros sometidos a un destino prefijado e inexorable, que determine todos los detalles de nuestras vidas, habrá siempre un sinnúmero de acontecimientos que podrán realizarse, o no, dependiendo de nuestra voluntad e iniciativa. Por lo tanto, es perfectamente posible que Dios atienda a ciertos pedidos sin que eso altere a inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto.

La Doctrina trajo también una valiosa orientación con relación a la forma – que debe ser la de un coloquio íntimo con el Padre – y al objeto de nuestras rogativas, informando que es inútil querer la eliminación milagrosa de nuestras pruebas (por ejemplo el aislamiento de determinadas personas o cambios en su manera de ser) pues la Soberana Justicia no está subordinada a nuestros caprichos y a nuestro inmediatismo, que nos llevan a ver como malos todos los obstáculos y luchas necesarias para nuestro progreso.

La Doctrina aclara, sin embargo, que jamás será recusado un pedido encaminado para adquirir fuerzas o consejos para enfrentar mejor y superar los problemas y dificultades. Por medio del Espiritismo comprendemos también que será siempre de nuestro interés subordinarnos a la decisión final – “hágase siempre tu santa voluntad”, como dice el “Padre Nuestro” – a la Suprema Sabiduría, que invariablemente dispone experiencias y acontecimientos teniendo como objetivo nuestra felicidad real.

Tomado de; http://www.luzespiritual.org/?p=4330

1 comentario:

  1. Cuando usted enfrenta algún tipo de problema, ¿se detiene a orar o se pone en acción? Dios actúa poderosamente por medio de la oración, pero con frecuencia la vemos como el último recurso: cuando estamos al final de la cuerda es cuando empezamos a orar.

    Valiéndose del ejemplo de Elías, Santiago nos recuerda lo que puede lograr la oración eficaz de una persona justa. En el pasaje de hoy, el tema es la sanidad, pero esa no es la única oración que Dios desea responder. Cada aspecto de la vida puede ser tocado por el poder de la oración.

    Tentaciones. Jesús dijo a sus discípulos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación” (Mr 14.38).

    Alabanza. Después de ser golpeados y echados en la cárcel, Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios, aun en medio de su dolor (Hch 16.25).

    Guerra espiritual. Pablo nos enseña a conectarnos con el poder de Dios “orando sin cesar” (1 Ts 5.17).

    Ansiedad. No estamos a merced del temor si oramos por todo (Fil 4.6).

    Transformación. Cuando oramos conforme a los deseos de Dios, Él transforma nuestra mente, actitud, carácter y forma de actuar (Col 1.9-12).

    Testimonio. Por medio de la oración, pedimos al Señor que nos abra puertas para esparcir su Palabra (2 Ts 3.1).

    Protección. Dios es fiel para conceder nuestras peticiones de fortaleza y protección (2 Ts 3.2, 3).

    La próxima vez que enfrente una situación difícil, recuerde que la oración es más poderosa que todos nuestros esfuerzos. Ore y verá a Dios actuar.

    https://www.encontacto.org/lea/revista/devocionales-diarios/la-eficacia-de-la-oracion

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