REENCARNACIÓN Y
ESPIRITISMO
No fueron los espíritas quienes inventaron la Reencarnación, (palabra
que
escribimos con mayúscula, como homenaje de nuestra alma agradecida a la
sabia y misericordiosa Ley que proyectó una luz, hasta el entonces
incomprendido problema del Ser, el Destino y el Dolor).
La enseñanza reencarnacionista viene desde muy lejos, de pueblos
antiguos y remotísimas doctrinas.
Le cupo al Espiritismo, la honra y la gloria de estudiarlo,
sistematizándolo
para convertirlo, finalmente, en uno de los principales, (sino el más
importante)
fundamento de su granítica estructura doctrinaria.
Grandes personalidades del pasado, en el campo de la Religión, de la
Filosofía y de la Ciencia, aceptaban y difundían la Reencarnación.
Orígenes, (nacido en el 185 y fallecido en el 254), considerado por San
Jerónimo como la mayor autoridad de la Iglesia de Roma, afirma, en el
libro
“De los Principios”, en fortalecimiento de la tesis básica del
Espiritismo: “La
causa de la variedad de condiciones humanas son debidas a las
existencias
anteriores.”
Son también, del eminente y consagrado teólogo las siguientes palabras:
“Las condiciones en que cada uno de nosotros nace en la Tierra, cuando
aquí
llegamos, son la consecuencia fatal de cómo se haya actuado
anteriormente en
el Universo.”
Así mismo dice: “Elevándose poco a poco, los Espíritus llegan a este
mundo y al conocimiento de él. De ahí subirán a un mundo mejor y
llegarán a
un estado tal que nada más tendrán que agregar.”
Krishna, en el Bhagavat Gita, (el Evangelio de la India), predica, con
absoluta e innegable claridad: “Yo y vosotros tuvimos innumerables
nacimientos. Los míos solo son conocidos por mí; mas vosotros no
conocéis
los vuestros.”
Los Vedas, millares de años antes que Jesucristo, difundían con largueza
la idea reencarnacionista.
Buda aceptaba y predicaba la Reencarnación.
Los sacerdotes egipcios enseñaban que “las almas inferiores y quedan
aprisionadas a la Tierra, por múltiples renacimientos, y que las almas
virtuosas
suben, volando hacia las esferas superiores, en donde recobran la visión
de las
Cosas Divinas.”
En Grecia, admirable cuna de verdaderos cóndores del pensamiento y la
cultura, encontramos a Sócrates, Platón y Pitágoras como fervorosos paladines
de las vidas sucesivas.
Sócrates enseñaba que “las almas, después de haber estado en el Hades el
tiempo necesario, son reconducidas a esta vida en múltiples y largos
períodos.”
La enseñanza pitagórica era, como es notorio, esencialmente
reencarnacionista, proviniendo de él, por la falsa interpretación de las
mentes
poco evolucionadas, la errónea teoría de metempsicosis.
Entre los romanos, Virgilio y Ovidio, diseminaban los principios
reencarnacionistas.
Ovidio llegaba a decir: “cuando mi alma llegue a la pureza, irá a
habitar
en los astros que pueblan el firmamento”, admitiendo así, semejante a
los
Espíritas, la continuidad de la vida en otros planetas.
San Jerónimo, afirmaba a su vez, “que la trasmigración de las almas eran
parte de las enseñanzas reveladas a un cierto número de iniciados.”
Con todo, dejemos a esas consagradas personalidades, cuya opinión
aunque respetable y acatada, empalidece ante la opinión de la figura
máxima
de la Humanidad, Nuestro Señor Jesucristo.
El sublime embajador predicó la Reencarnación. Algunas veces, en forma
velada, otras con objetiva claridad.
Hablando con referencia a Elías, el profeta fallecido algunos siglos
antes,
dijo el Maestro: “Elías ya vino y no lo conocisteis, comprendiendo
entonces
los discípulos que se refería a Juan el Bautista. (Elías reencarnado)
En el famoso diálogo con Nicodemo, afirma que nadie alcanzará el Reino
de Dios “si no naciera de nuevo.”
El nacer del Agua y del Espíritu, completa la intención del pensamiento
reencarnacionista de Jesús.
En otra oportunidad, exteriorizándose por medio de simples alegorías
sobre las Ley de Causas y Efectos, (o Karma), sentencia: “ninguno saldrá
de la
Tierra sin que pague hasta el mismo céntimo,” esto es hasta no completar
la
remisión de las faltas.
Como se ve, el Espiritismo no ha creado, no ha inventado a la
Reencarnación.
La acepta como herencia de eminentes filósofos y de respetables
doctrinas, de Jesús y de sus discípulos, y, confirmada a su tiempo por
los
Espíritus del Señor, el Espiritismo promovió su estudio, su difusión y
su
exégesis.
Video
; La Reencarnación https://youtu.be/in7mPDFF2vI
La Reencarnación - Soy Espírita.wmv
ResponderEliminarFrank Montanez
Publicado el 6 mar. 2012
https://www.youtube.com/watch?v=in7mPDFF2vI
Como paso lógico hacia la educación que es lo más importante en la divulgación de nuestra filosofía, no podemos dejar de publicar sobre la Reencarnación. Hoy día los que se volcán a los Cultos Religiosos que lo que promueven es la Prosperidad y que como consecuencia de no conocer la realidad del Alma Inmortal, ceden a los caprichos de los Mercaderes Espirituales.
EliminarEstos Mercaderes Espirituales, su único propósito en la vida es el beneficio propio y el enriquecimiento ilícito, aprovechando la necesidad de los que con esperanza de que les vaya ir mejor en la vida, caen inmisericordemente. Cada cual tiene derecho a ejercer el Libre Albedrío que el mismo Jesús nos indicó por medio de sus enseñanzas de Bien Común debíamos acatar.
Cuando Jesús nos enseñó que no le hiciéramos a nadie lo que no nos gustaría nos hicieran a nosotros mismos, estaba indicando que teníamos la voluntad de hacer el bien o el mal por nuestra propia decisión. Porque no hay forma de tener una acción si no es primero decidido en nuestro interior o en nuestras intenciones, para luego actuar. Por eso Dios es muy enfático en decir que lo que importa son las intensiones de nuestras acciones.
La mayoría de los que corren detrás de milagros y prodigios y a las predicas de Prosperidad, no saben o no entienden lo importante de la Reencarnación en nuestras vidas. Al no considerar que la Reencarnación es real y que como consecuencia de nuestras Almas Inmortales, tenemos la oportunidad de espiar nuestros errores y no estar condenados a una muerte eterna o en el infierno o en el cielo. Ninguno de estos 2 conceptos son reales, pues ¿para que se necesita un infierno o un cielo si la naturaleza del Alma es Inmortal?, nunca morirá jamás...
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