LA FUERZA DE LA PALABRA


LA FUERZA DE LA PALABRA


La palabra es un don que nos ha sido concedido a los seres humanos y que podemos considerar como una herramienta de trabajo que debemos aprender a utilizar correctamente para que sirva a los propósitos de bien.

A través de la palabra nosotros nos comunicamos con nuestro prójimo, expresamos nuestros sentimientos ya sean de amor o desamor, hacemos la caridad con el consuelo al atribulado por el dolor, compartimos conocimientos y es nuestra palabra, modulada y acompañada por nuestro comportamiento, la que define quiénes y cómo somos.

Podemos definir palabra como una unidad compuesta de una secuencia de sonidos portadora de significado. Con nuestras palabras damos énfasis a nuestras ideas y sentimientos. Nuestras palabras son una representación de nosotros mismos. Con ellas podemos edificar o destruir. Por lo tanto, antes de hablar debemos preguntarnos si lo que vamos a decir es verdad, es beneficioso y es conveniente. Si no podemos asegurar que es así, lo mejor es guardar silencio. No en vano se dice que el silencio es oro.

Las palabras o frases que proferimos proyectan unas fuerzas o energías que pueden ser positivas o negativas. Por eso Jesús nos dice que más daño hace lo que sale por nuestra boca, que lo que por ella entra.

La pureza en el corazón de cada cual se manifiesta en nuestras acciones y también a través de la palabra. En el Evangelio Según el Espiritismo, Capítulo X, Bienaventurados los Misericordiosos, Perdón y Olvido de las Ofensas, en el #14 se nos enfatiza que “no olvidéis nunca que tanto en palabras como en acciones, el perdón de las injurias no debe ser una palabra vana.....hay dos modos muy diferentes de perdonar: hay el perdón de palabra y el de corazón....Muchas personas dicen que perdonan a su adversario mientras que interiormente experimentan un placer secreto del mal que les sucede...”.

Las palabras mal empleadas, las críticas no constructivas, el comentario malicioso, la calumnia, ocasionan daños no solamente al que van dirigidas sino al que las emite. Son vibraciones negativas en las cuales nos envolvemos y que habrán de tener consecuencias en el presente o en el futuro. No debemos apresurarnos a pasar noticias que no hemos verificado ya que podríamos estar cometiendo una injusticia contra un hermano, además de que nuestra credibilidad y honestidad podrían quedar en entredicho.

La verdadera caridad no solo consiste en tender la mano al necesitado sino también en guardarnos de pronunciar palabras ofensivas, humillantes, que rebajen a nuestros semejantes a pesar de las maldades cometidas. La palabra debe ser regeneradora y no condenatoria.

Por nuestra fuerza de voluntad podemos modificar nuestros pensamientos para que nuestras palabras sean de indulgencia y tolerancia para nuestro prójimo. Con el debido uso de las palabras adecuadas podemos hacer los señalamientos que sean necesarios en determinadas situaciones, sin necesidad de ofender o humillar a la otra persona, si de antemano nos hemos planteado ¿cómo me gustaría que se dirigieran a mí en esta circunstancia? La regla de oro debe ser aplicada: “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti.”

Las palabras sinceras y justas llevan su propia carga y cumplen su cometido sin que tengamos que utilizarlas con propósitos ulteriores, o sea, aprovechando la situación para descargar nuestros corajes y otros sentimientos negativos.

Cuando en el Evangelio Según el Espiritismo, Capítulo XVII, Sed Perfectos, se refiere al hombre de bien, dice: “En todas las circunstancias, la caridad es su guía; dice que el que causa perjuicio a otro con palabras malévolas, que hiere la susceptibilidad de otro por su orgullo y desprecio, que no retrocede ante la idea de causar una pena, una contrariedad, aún cuando sea ligera, cuando puede evitarlo, falta al deber de amor al prójimo y no merece la clemencia del Señor”.

Así pues, cuidemos nuestras palabras; son el reflejo de lo que llevamos en nuestro corazón y modificándolas para bien estaremos ayudando a edificar un mundo mejor en el cual solo se muevan energías de paz y de amor.

Tomado de; http://www.casadelasalmas.org/index_02-13-2014_017.htm

1 comentario:

  1. La Palabra: ese arma que le fue entregada al ser humano, y que todavía hoy, éste no es lo suficientemente consciente de cual poderosa puede llegar a ser.

    Una o varias palabras pueden hacer mucho más daño que el más fuerte de los puñetazos. Y, por el contrario, las palabras adecuadas pueden hacer que un corazón abatido salga del pozo de tristeza en el que se encontraba.


    Vivimos en un tiempo en el que se habla por no callar. El habla es un don que poseemos las personas y del cual, en muchos de los casos, no hacemos un buen uso de él.

    https://www.enbuenasmanos.com/la-fuerza-de-las-palabras

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