Memoria de 40 años de amistad con gente de Guadeloupe,

Memoria de 40 años de amistad con gente de Guadeloupe, 

Juan Luis Gomez Rosa


Memoria de 40 años de amistad con gente de Guadeloupe , escrito por Juan Luis Gomez Rosa nos narra sus recuerdos del 1983 al 2023. Este libro recoge las vivencias  de 40 años de dos lugares, Puerto Rico y

Guadeloupe, los cuales tienen sus igualdad y diferencia como pueblos. 

El archipiélago de Guadeloupe está cerca de la isla del encanto,

pero a la misma vez lejos debido a que para visitarla hay que tomar

otras rutas aéreas. Guadalupe su territorio es de forma de mariposa.

Un lugar hermoso para el turista y la cultura. 


Mi primer contacto con personas de la isla de Guadeloupe ocurrió en el         

verano de 1983 como un encuentro no planificado. (P.12)


En mi humilde opinión el libro me hace una invitación abierta a profundizar

en los rincones de este archipiélago. En sus páginas conocí al deportista

Valere Lamie, disfruté de la historia de Gwo - Ka, además de sus comidas

gastronómicas.  Por medio de esta lectura el autor une dos culturas, que te

hace reflexionar que no somos tan diferentes, quedando abierta una invitación

a conocer el  archipiélago de Guadeloupe. 

¿Cuándo zarpamos? 


Iris De La Rosa Vélez, 

septiembre 2024



3 comentarios:

  1. https://www.minhpuertorico.org/index.php/noticias/55-noticias/8208-2023-12-23-03-13-53

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  2. Saludos a todos y todas:

    Lo primero que tengo que decir es que cuando el amigo y compañero de lucha Juan Luis Gómez Rosa me pidió que participara de esta presentación me sentí más que honrado. Aquí hay gente que lo conoce de toda la vida, pero yo lo conocí en la época en que Sonia y yo nos estábamos integrando al Nuevo Movimiento Independentista Puertorriqueño, el siempre bien recordado NMI, allá para 1997. Él era parte de ese grupo de líderes ya formados que nos acogieron en la organización y nos trataron de tú a tú, con mucho respeto y familiaridad a la vez.



    Desde el principio de esa relación, Juan Luis nos contaba de sus andanzas por el Caribe. Por ejemplo, de él fue que escuché por primera vez de los garífunas. Poco a poco me fui enterando de todas las facetas de este militante independentista.



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  3. Juan Luis es maestro de historia y educación física; sindicalista; cooperativista; deportista, tanto porque lo practica él mismo como en calidad de entrenador y conocedor profundo del deporte, a la vez que analista de las implicaciones sociales y políticas del deporte; músico y conocedor de la música, especialmente la afrocaribeña; conductor de programa radial; patriota comprometido con la liberación nacional puertorriqueña que ha ocupado diversos puestos en las organizaciones en las cuales ha militado; hostosiano dedicado en los últimos años a profundizar en el pensamiento del insigne mayagüezano a través de su participación en la Comisión Hostos 180; y caribeñista de convicción y de práctica, que valora de manera muy particular los elementos afro de nuestra cultura caribeña. Todas estas facetas están presentes en su libro. Esta última, la que tiene que ver con la hermandad caribeña, es el principal tema que atraviesa y le da razón de ser al libro.

    Leyendo Memorias de cuarenta años de amistad con gente de Guadeloupe, uno se sumerge en una solidaridad antillana no teórica ni académica, sino vivencial.



    Tenemos que reconocer el poco conocimiento que tenemos en Puerto Rico sobre el Caribe no hispano. Pues aquí tenemos a un puertorriqueño que ha entablado una relación viva con una de nuestras vecinas caribeñas. (Bueno, con más de una, pero aquí nos estamos limitando a lo que respecta a Guadalupe.) A través del libro nos ponemos en contacto con un Caribe que se vive, que se gusta, se oye, se baila, se prueba. Se entrelaza en el texto información histórica, política y geográfica con la cotidianidad que solo puede conocer quien la ha vivido.



    Yo creo que Juan Luis logró confirmar en Guadalupe que hay otras formas de vivir y de relacionarnos, al margen de la lógica del capital y la ganancia. El disfrute de la música, la conversación y la amistad como valores en sí mismos, nos señala que tal vez buscando en nuestras raíces culturales más profundas podremos visualizar esa vida alterna, ese mundo mejor posible al que aspiramos. En ese sentido, hay una mirada decolonial en todo el escrito. Cuando en un momento el autor afirma: “Comer en Guadalupe es un evento; es un proceso lento, sin prisa y con buena conversación.” Esa afirmación aparentemente sencilla tiene todo un mundo ideológico tras de sí.

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