Resurrección y reencarnación 1
1. Y vino Jesús a las partes de Cesárea de
Philippo, y preguntaba a sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es
el hijo del Hombre? - Y
ellos respondieron: los unos que Juan el Bautista, los
otros que Elías, los otros que
Jeremías, o uno de los profetas. - Y Jesús les dice: Y
vosotros, ¿quién decís que soy
yo? - Respondió Simón Pedro, y dijo: Tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios vivo. - Y
respondiendo Jesús le dijo: Bienaventurado eres,
Simón, hijo de Juan; porque no
te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está
en los cielos. (San Mateo,
capítulo XVI, v. de 13 a 17; San Marcos, cap. VIII, v.
de 27 a 30).
2. Y llegó a noticia de Herodes el Tetrarca todo lo
que hacia Jesús, y quedó
como suspenso, porque decían algunos: Que Juan ha
resucitado de entre los
muertos; y otros: Que Elías había aparecido; y otros:
Que un profeta de los
antiguos había resucitado. - Y dijo Herodes: Yo
degollé a Juan. ¿Quién, pues, es
este de quien oigo tales cosas?, y procuraba verlo.
(San Marcos, capítulo VI, v. 14
y 15; San Lucas, cap. IX, v. 7, 8 y 9).
3. (Después de la transfiguración). Y sus
discípulos le preguntaron, y le
dijeron: ¿Pues por qué dicen los escribas que Elías
debe venir primero? Y él les
respondió y dijo: Elías, en
verdad, ha de venir y restablecerá todas las cosas. -
Pero os digo que ya vino Elías,
y no le conocieron, antes hicieron con él cuanto
quisieron. Así también ellos harán
padecer al hijo del hombre. - Entonces entendieron los
discípulos, que de Juan el
Bautista les había hablado. (San Mateo, capítulo XVII,
v. 10 a 13; San Marcos,
cap. IX, v. 10, 11 y 12).
4. La reencarnación formaba parte de los dogmas
judáicos, bajo el nombre de
resurrección; sólo los saduceos, que pensaban que todo concluía
con la muerte, no
creían en ella. Las ideas de los judíos en este punto,
como en muchos otros, no estaban
claramente definidas, porque sólo tenían nociones
vagas e incompletas sobre el alma y
sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que
había vivido podía volver a vivir, sin
explicarse con precisión la manera cómo esto podía
suceder; designaban con la palabra
resurrección, lo que el Espiritismo llama más juiciosamente reencarnación.
En efecto,
la resurrección supone la vuelta a la vida al
cuerpo que está muerto, lo que la ciencia
demuestra ser materialmente imposible, sobre todo
cuando los elementos de su cuerpo
están dispersos y absortos después de mucho tiempo; la
reencarnación es la vuelta del
alma o del espíritu a la vida corporal, pero en otro
cuerpo nuevamente formado para él y
que nada tiene de común con el antiguo. La palabra
resurrección podía de este modo,
aplicarse a Lázaro, pero no a Elías ni a los otros
profetas. Si, pues, según su creencia,
Juan Bautista era Elias, el cuerpo de Juan no podía
ser el de Elías, puesto que se había
visto a Juan niño y se conocía a su padre y a su
madre. Juan podía, pues, ser Elías
reencarnado, pero no resucitado.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
La reencarnación formaba parte de los dogmas judáicos, bajo el nombre de
ResponderEliminarresurrección; sólo los saduceos, que pensaban que todo concluía con la muerte, no
creían en ella. Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban
claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y
sus lazos con el cuerpo.