Necesidad de la encarnación
25. "¿ Es un castigo la encarnación y están
sujetos a ello sólo los espíritus
culpables?"
El tránsito de los espiritus por la vida corporal es
necesario para que éstos
puedan cumplir, con el auxilio de una acción material,
los designios cuya ejecución les
confía Dios; es necesario para ellós mismos, porque la
actividad que están obligados a
desplegar, ayuda al desarrollo de la inteligencia.
Siendo Dios soberanamente justo, debe
hacer parte igual a todos sus hijos; por esto da a
todos
un mismo punto de partida, la misma aptitud, las
"mismas obligaciones que cumplir y la
misma libertad de obrar", todo privilegio sería
una preferencia, y toda preferencia una
injusticia. Pero la encarnación, para todos los
espíritus, sólo es un estado transitorio; es
un deber que Dios les impone al empezar su vida, como
primera prueba del uso que
harán de su libre albedrío. Los que desempeñan este
deber con celo, pasan rápidamente
y con menos pena los primeros grados de iniciación y
gozan más pronto del fruto de sus
trabajos. Por el contrario, aquéllos que hacen mal uso
de la libertad que Dios les ha
concedido, retardan su adelanto; así es que por su
obstinación, puede prolongarse
indefinidamente la necesidad de reencarnarse, y
entonces es cuando la encarnación viene
a ser un castigo. (San Luis, París, 1859).
26. Nota. Una comparación vulgar hará
comprender mejor esta diferencia. El
estudiante no obtiene los grados de la ciencia sino
después de haber recorrido la serie de
clases que a ellos conducen. Esas clases, cualquiera
que sea el trabajo que exijan, son un
medio de llegar al fin, y no un castigo. El estudiante
laborioso abrevia el camino, y
encuentra en él menos abrojos; lo contrario sucede al
que por pereza y negligencia le
obligan a duplicar ciertas clases. No es, pues, el
trabajo de una clase lo que constituye el
castigo, sino la obligación de volver a empezar el
mismo trabajo.
Lo mismo sucede al hombre en la tierra. Para el
espíritu del salvaje, que está casi
al principio de la vida espiritual, la encarnación es
un medio de desenvolver su
inteligencia; pero para el hombre ilustrado cuyo
sentido moral está muy desarrollado, y
que está obligado a redoblar las jornadas de una vida
corporal llena de angustias, cuando
podía ya haber llegado al fin, es un castigo por la
necesidad en que está de prolongar su
morada en los mundos inferiores y desgraciados. Por el
contrario, aquel que trabaja
activa
mente en su progreso moral, puede, no sólo abreviar la
duración de la encarnación
moral, sino pasar de una sola vez los grados
intermedios que le separan de los mundos
superiores.
¿No podrían los espíritus encarnarse sólo una vez en
el mismo globo y cumplir
sus diferentes existencias en esferas también
diferentes? Sería admisible esta opinión
cuando todos los hombres estuviesen en la tierra,
exactamente en el mismo nivel
intelectual y moral. Las diferencias que existen entre
ellos, desde el salvaje hasta el
hombre civilizado, manifiestan los grados que están
llamados a recorrer. Por otra parte,
la encarnación debe tener un objeto útil; de otro
modo, ¿cuál sería el de las
encarnaciones efímeras de los niños que mueren en edad
temprana? Hubieran sufrido sin
provecho para ellos ni para otro; Dios, cuyas leyes
son soberanamente sabias, no hace
nada inútil. Por la reencarnación en el mismo globo,
ha querido que los mismos espíritus
encontrándose de nuevo en contacto, tuviesen ocasión
de reparar sus faltas recíprocas:
por el hecho de sus relaciones anteriores, ha querido
además fundar los lazos de familia
en una base espiritual, y apoyar en una ley de la
naturaleza los principios de solidaridad,
de fraternidad y de igualdad.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
https://actualidad.rt.com/sociedad/162475-estremecedoras-evidencias-fisicas-reencarnacion
El estudiante laborioso abrevia el camino, y encuentra en él menos abrojos; lo contrario sucede al que por pereza y negligencia le obligan a duplicar ciertas clases.
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