LA OVEJA PERDIDA
“…no dejará las noventa y nueve en el desierto
y va tras la que se perdió.”
El tiempo de permanencia en los planos de
sufrimiento, después de la
muerte física, será aquel que la propia
criatura quisiera, tanto cuanto
permanecemos en un local de confusión,
solamente hasta el momento en lo que
deseamos.
Repetimos con el énfasis de una
inquebrantable convicción: el tiempo que
la criatura quiera.
Meses, años, decenios o siglos.
El egoísmo y la perversidad, el odio y la
venganza elaboran, sin que el
hombre lo perciba, su propia condena.
La conciencia culpable de hoy, caerá
mañana, en el infierno que el
remordimiento creó.
Y, cayendo en ese infierno, al extraviarse
se sintonizará con millares de
conciencias culposas que le armonizarán
con el desvarío y el crimen.
Las zonas de sufrimiento, en la
Espiritualidad, están repletas de almas
atormentadas. Abarrotadas de ovejas que abrazaron
el mal y en él se zambullen
por largo tiempo.
Egoístas y envidiosos, perversos y
vengativos, avaros y sensuales,
conforman la infeliz población de estos
Planos vibratorios ligados a la
superficie y profundidades de la Tierra.
De ellos, con todo, podrán salir cuando
así lo permitan sus propias
fuerzas.
El Pastor Amoroso busca, ansiosamente, a
la oveja descuidada, puesto que
le conoce la fragilidad.
Falanges de Samaritanos, incursionan, en
el nombre del Cristo, y bajo su
inspiración, incansable y permanentemente,
por los sombríos valles del plano
extra físico, donde vegetan, en horrible
promiscuidad, millones de criaturas.
Aquellas, todavía, que abran su corazón al
arrepentimiento sincero,
saldrán de allí en los amorosos brazos de
sublimes mensajeros del Padre, que
no desea que se pierda una sola de sus
ovejas.
Tan luego se disponga el ser infeliz a
renovarse, inmediatamente cesará su
“infierno.”
La creación y la destrucción del infierno
dependen, en principio, del
propio hombre.
Nada de tormentos eternos.
Ni de lenguas de fuego quemando sin
consumir, traduciendo un proceso
de castigo que el más cruel verdugo del
mundo tendría vergüenza de inventar.
Ni mucho menos mantenerlo…, como pretenden
que viene haciendo Dios.
Las “tinieblas”, a que tantas veces se
refirió Jesús, son el producto
exclusivo del desequilibrio mental de
millones de seres infelices.
Esas almas fracasadas permanecerán, de
hecho, en esas “tinieblas”, hasta
el día que lo deseen.
Más correctamente, en lenguaje
doctrinario; hasta el momento en que
tengan fuerzas para reajustarse
mentalmente.
En definitiva, hasta el instante en que
vengan a ofrecer, el santuario del
corazón, a las renovadoras bendiciones del
arrepentimiento sincero y de la
humildad cristiana.
El hombre evangelizado, que se armoniza
con Dios y con la propia
conciencia, jamás vivirá en las “tinieblas”.
Podrá ir hasta ellas, para ayudar y
socorrer a los infelices que por
negligencia, en ellas se precipitaron.
Pertenezca a esta o aquella religión, lo
mismo que a ninguna, si el hombre
fuerza bueno y digno, caritativo y puro,
honesto y moralizado, nunca vivirá en
esas “tinieblas.”
Martins Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
ResponderEliminarParábola de la oveja perdida
15 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.