“el reino de Dios no vendrá con advertencia”



“el reino de Dios no vendrá con advertencia”

Son inconciliables los conceptos doctrinarios sobre el Cielo, aceptados y

adoptados por el Espiritismo, con los pregonados y afirmados por algunas

religiones.

Para esas religiones, el Cielo es también, a la manera del Infierno, un

lugar determinado, circunscrito, delimitado.

Una zona geográfica, en la Espiritualidad, en donde la beatitud y la

contemplación nos hablan de un dios comodista, para no decir prejuicioso.

Tal concepto Teológico del Cielo, como se ve, es tan absurdo e

inaceptable cuanto el del Infierno.

Entidades angélicas, a los sones de arpas quejumbrosas, distrayendo a

aquellos que tuvieron medios y recursos para recibir en la Tierra, de manos no

siempre puras, un pasaporte para las regiones inmaculadas del infinito…

Realmente, no se puede decir que tal ambiente, con ángeles música y

claridades, sea desagradable: Mas nadie tampoco le podrá negar la monotonía,

la somnolencia, la frialdad y la inutilidad.

Es tan poco posible creer, en el presente siglo, en el sufrimiento eterno, en

las llamas que no se extinguen, como de creer en la felicidad inoperante, sin

dinamismo ni fin, en un cielo en donde no haya trabajo y renovación.

El Espiritismo acepta y predica una definición activa del Cielo,

compatible además, con la Ley Evolutiva que rige a todos los fenómenos de la

vida.

El Cielo, para los Espíritas, es también un estado de conciencia.

Un estado de Conciencia Superior, reflejando el clima psicológico, la

realidad mental de quien paso por el mundo realizando el Bien.

No sería justo, lógico, ni racional, que el individuo que se moralizó, se

dignificó en el trabajo, se engrandeció moral y espiritualmente, tenga como

premio, luego de la muerte del cuerpo, la peor cosa del mundo, el más triste

castigo que se le puede infringir a un ser humano: ¡NO HACER NADA!

Simplemente oír suavidades musicales…

Apenas deleitarse con la beatífica visión de un cielo parado, sin lucha y

sin esfuerzo, de un cielo sin realizaciones ni trabajo.

El Espiritismo enseña que hay incontables regiones en el Universo entero

(y no tan solo en algunos puntos geográficos), en donde almas elevadísimas se

congregan a través de la armonía de sentimientos, constituyendo así, ellas

mismas, trascendentes mundos de culminante felicidad, verdaderos cielos,

zonas inaccesibles a las almas impuras (hasta que se perfeccionen), en donde la

Voluntad de Dios, distribuye misiones grandiosas, teniendo en vista el

progreso de las Humanidades.

“Rezan las tradiciones del mundo espiritual, que en la dirección de todos

los fenómenos de nuestro sistema, existe una comunidad de Espíritus Puros y

Electos por el Señor Supremo del Universo, en cuyas manos se conservan las

riendas directoras de la vida de todas las colectividades planetarias” – escribe

Emmanuel en el “Camino de la Luz”.

Esas zonas no se destinan para A, B o C, sino para todas las criaturas de

Dios, (espíritas, católicos o protestantes), desde el momento en que se redimen,

que se afectan definitivamente al Cristo, desde que se integran al programa

evangélico de la virtud y del conocimiento, de la renovación y del trabajo.

Todos nosotros viviremos un día, en esas regiones, cuando el superior

estado de nuestras conciencias así lo permita.

Todos conoceremos, más tarde, esa plenitud divina.

El progreso abraza a la universalidad de los seres.

Los tiranos del mundo, los criminales de todos los matices, los infelices de

toda especie, las prostitutas, los ateos y materialistas, todos alcanzarán un día,

las celestes bienaventuranzas.

El Padre no desheredará a ninguno de sus hijos.

“Ninguna de las ovejas que el Padre me confió, se perderá”, aseguró Jesús

con la dulce autoridad de Su Grandeza.

Las almas infernales de hoy, serán mañana las almas sublimadas por el

Amor y por la Sabiduría, porque la Evolución es Ley impersonal, no dogmática

y sin sectarismos.

La Evolución abraza, universalmente, a todos los seres.

El hombre, puede retardar el cumplimiento de esa Ley por algún tiempo,

por años o siglos.

Un día, no obstante, cuando se abra en su conciencia una pequeña brecha,

por menor que sea, la fuerza de esa Ley lo impulsará, irresistiblemente, para el

Alto Destino que le está reservado.

Martins Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”

1 comentario:

  1. Lucas 17:20 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles,

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