JESÚS EN BETANIA II


JESÚS EN BETANIA II

MARTA Y MARÍA

Marta, Marta, afanada y turbada estás…

Hay, en la existencia humana, en la existencia de toda criatura, dos partes: la material,

representada por las obligaciones que la propia vida impone, y la espiritual, representada

por los deberes relacionados con el alma eterna.

Ambas son respetables, porque integran el conjunto de necesidades humanas,

consecuentes de la propia vida en sociedad.

La mujer y el hombre, el viejo y el niño, el pobre y el rico, la autoridad y el subalterno,

el letrado y el analfabeto, viven estas dos verdades.

Con todo, lo que las distingue, es que una tiene carácter efímero, mientras que la otra

tiene carácter definitivo.

La parte material de nuestras vidas, pese a su respetabilidad, es pasajera y transitoria.

La parte espiritual es eterna, inmortal e imperecedero.

La inquietud de Marta indica un mayor aprecio a la parte material, tanto así que no se

preocupa de escuchar las sublimes lecciones que el Maestro distribuye en abundancia, y que

María absorbe, sedienta.

En la medida en que la criatura va sintiendo la parte espiritual, comienza a existir en

ella misma, del lado de adentro, una quietud, un sosiego, una profunda e inalterable calma

en el trato con la otra parte, la material.

Fue el caso de María.

No ignoraba que el arreglo del departamento y el propio refrigerio podían ser

aplazados, sin perjuicio para los intereses eternos.

Podían quedar para después, a fin de que no se perdiese el alimento divino que Jesús

ofrecía.

El bendito minuto de la visita del Ciudadano Celeste, representaba un suceso

fundamenta, insustituible, que posiblemente nunca más se repitiese.

El Maestro debería seguir con su camino, demandando otras aldeas y otras gentes, para

derramar su Luz en profusión y Bendiciones en abundancia.

Urgía, por lo tanto, que no se perdiese una sola de sus palabras, una sola de sus

enseñanzas.

Ese era el Concepto de María, respecto de la visita de Jesús a su casa…


Hay mucha gente en el mundo en la posición de Marta: generosa y fraterna, pero inquieta, agitada,

desasosegada ante las cosas perecibles.

Muy pocos seguimos el ejemplo de María, que despertada para la Verdad, se mostraba

quieta por dentro y por fuera, superior a los problemas efímeros, sin, a pesar de todo,

despreciarles el valor relativo.

La advertencia del Maestro conserva, aún hoy su vigencia.


Es necesario que impere en nosotros el espíritu calmo de María inclinado a las cosas

infinitas, con el fin de que las inquietudes finitas de Marta no nos impidan oír, sin desgano,

los consejos del Maestro, que el Evangelio nos trajo, y el Espiritismo revive.

El Evangelio que el Señor predicaba en aquella hora a Marta y María, continúa siendo

el tema de más fundamental importancia para nuestra alma.

Por medio de sus lecciones, sentidas y ejemplificadas, caminaremos hacia el progreso

y encontraremos la luz.

Los problemas mundanos, sin que los despreciemos ni les disminuyamos el valor,

atienden, tan solo, al instante que pasa.

Jesús, en la conceptuación de María, era una realidad que ella deseaba perpetuar en su

alma; un tesoro que no se le podía escapar de los ojos ni del corazón.

Jesús, en el concepto de Marta, era el Huésped Celeste, cuya presencia debía honrar,

en aquel instante.

Los servicios domésticos constituían, para la joven afanosa, un elemento

impostergable.

El Cristo respetó, cariñosamente la inmadurez de la joven de Betania, tanto que se

limitó a remarcarle la inquietud, con intención de reajustarla: Marta, Marta, afanada y

turbada estás con muchas cosas.

Le identificó, con ternura, la infancia espiritual.

La sabía sin preparación para las enseñanzas más sutiles, como novata de las cosas

espirituales.

No la censuró, ni la recriminó. Tan solo le aconsejó con delicadeza, que se calmase.

Y, sin exaltar la ventajosa posición de María, para no perjudicar el germen de

entendimiento superior, le aclara: María ha escogido la buena parte, la cual no le será

quitada.

 

 
Martins Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”

1 comentario:

  1. Jesús visita a Marta y a María

    38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.

    39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.

    40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

    41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.

    42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

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