PARÁBOLA DEL DRACMA PERDIDO


PARÁBOLA DEL DRACMA PERDIDO






“¿Qué mujer que tenga diez dracmas, si pierda uno, no enciende una luz y barre la casa y lo busca cuidadosamente hasta encontrarlo? Y cuando lo encuentra, llama a sus amigas y vecinas y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado el dracma que había perdido. Os digo que así se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.” 



(Lucas, XV, 8-10).





El principal propósito de Jesús, durante toda su existencia en la Tierra, fue demostrar a los hombres la Inmortalidad del Alma, la vida Eterna, la bondad, la misericordia, la solicitud de ese Dios, que Él anunciaba, para con todas sus criaturas. El Maestro nunca exigió de sus discípulos holocaustos y sacrificios. Lo que Él quería era que lo amasen, que creyesen en su Palabra y confiasen en el Padre, que Él había venido a anunciar, Padre creador y vigilante de toda su creación, de todas sus obras; que viste a los lirios y a las azucenas, y alimenta a los pajarillos; que busca a la oveja pérdida; que recibe al hijo pródigo, y que siente gran alegría cuando uno de sus hijos se vuelve para Él y le solicita los beneficios que necesita para su ascensión espiritual. Para grabar bien sus enseñanzas en la imaginación de sus oyentes, el Maestro amoroso, siempre que se le ofrecía ocasión, hacía comparaciones sirviéndose de hechos que se comprobaban todos los días, exaltando así los impecables atributos de Dios. La Parábola del Dracma Perdido, que no deja de ser un simple período, en que Jesús reunió a las exhortaciones que hizo cierta vez a los publicanos y pecadores, Él compara la alegría que hay en el Mundo Espiritual, en la presencia de los Mentores, cuando un pecador se arrepiente, con la alegría que tiene una mujer al encontrar 315 reales (un dracma*), que había perdido.     



 (*) Actualmente, el dracma es la unidad monetaria de Grecia, dividida en 100 kepta y cotizada a 30 por dólar (1968). 



Y hace ver que, de la misma forma que la mujer, al perder el dracma, enciende la luz, barre la casa y lo busca cuidadosamente hasta encontrarlo, también Dios emplea todos los medios que sabiamente sugiere a los Espíritus sus Mensajeros para encontrar su dracma, es decir, el pecador que se perdió, a fin de ser él llevado a la casa paterna. El Dios de Jesús, como se ve, es el Dios sabio y benevolente, el Dios amoroso y caritativo, y no el “Dios” pródigo, ocioso, vengativo y malo, enseñado por las religiones humanas, por los sacerdotes. Esto es lo que quiere la parábola: exaltar la bondad y el amor de Dios, que despierta en nosotros principios de sabiduría, para aproximarnos al Supremo Señor.

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