La melancolía


La melancolía

25. ¿Sabéis por qué una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y

os hace encontrar la vida tan amarga? Es vuestro espíritu que aspira a la felicidad y a la

libertad, y pegado al cuerpo que le sirve de prisión, hace vanos esfuerzos para salir de él.

Pero viendo que son inútiles, cae en el desaliento, e influyendo en el cuerpo, se apodera

de vosotros la languidez y el abatimiento y una especie de apatía, que hace que os

consideréis desgraciados.

Creedme, resistid con energía esas impresiones que debilitan en vosotros la

voluntad. Esas aspiraciones hacia una vida mejor, son innatas en el espíritu de todos los

hombres, pero no las busquéis en lá tierra, y ahora que Dios os envía a sus espiritus para

instruiros en la felicidad que os reserva, esperad con paciencia al angel de la libertad que

debe ayudaros a romper los lazos que tienen cautivo vuestro espíritu. Pensad que tenéis

que cumplir durante vuestra prueba en la tierra una misión que no sabéis, ya

consagrándoos a vuestra familia, ya llenando diversos deberes que Dios os ha confiado.

Y si en el curso de esta prueba y cumpliendo vuestra tarea, véis caer sobre vosotros los

cuidados, las inquietudes y los pesares, sed fuertes y valerosos para soportarlos. Arrastradlos denodadamente porque son de corta duración y

deben conduciros junto a los amigos que lloráis, que se alegrarán de vuestra llegada

entre ellos, extendiéndoos los brazos para conduciros a un lugar en el que no tienen

acceso los pesares de la tierra. (Francisco de Genève. Bordeaux).

Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

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