Pruebas voluntarias. - El verdadero silicio 4
29. "El que está hastiado de la vida, pero que no
quiere quitársela, ¿es culpable si
busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de
hacer útil su muerte?"
Que el hombre se dé la muerte o que se la haga dar, el
objeto es siempre abreviar
su vida y por consiguiente, hay suicidio de intención,
si no de hecho. El pensamiento de
que su muerte servirá para algo, es ilusorio; no es
más que un pretexto para dar un
colorido a su acción y excusarla a sus propios ojos.
Si tuviera formalmente el deseo de
servir a su país, procuraría vivir defendiéndole y no
muriendo, porque una vez muerto,
de nada le sirve. La verdadera abnegación consiste en
no temer a la muerte cuando se
trata de ser útil, en desafiar el peligro, en hacer
anticipadamente y sin pensar, el
sacrificio de la vida pero la "intención
premeditada" de buscar la muerte exponiéndose al
peligro, aun cuando sea para hacer un servicio, anula
el mérito de la acción. (San Luis.
París, 1860).
30. "Un hombre se expone a un peligro inminente
para salvar la vida a uno de
sus semejantes, sabiendo de antemano que él mismo
sucumbirá, ¿puede mirarse esto
como un suicidio?"
Desde el momento que no existe la intención de buscar
la muerte, no hay
suicidio, sino sacrificio y abnegación, aun cuando se
tenga certeza de perecer. ¿Pero
quién puede tener esta certeza? ¿Quién ha dicho que la
Providencia no tenga un medio
inesperado de salvación en el momento más crítico?
¿Acaso no puede salvar al mismo
que esté a la boca de un cañón? Muchas veces se puede
querer llevar la prueba de la
resignación hasta su último límite; entonces una
circunstancia inesperada desvía el golpe
fatal. (San Luis. París, 1860).
31. "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con
resignación, por sumisión a la
voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la
felicidad futura, ¿no trabajan sólo para
ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean
provechosos a otros?"
Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro,
material y moralmente.
Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y
los sacrificios que ellos se imponen,
han contribuído al bienestar material de su prójimo;
moralmente, por el ejemplo que dan
de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del
poder de la fe espiritista puede
excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles
de la desesperación y de sus funestas
consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860).
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
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