Amor y sacrificio
No digas, alma hermana, que la Tierra es triste.
La Tierra, en todas partes, es iluminada
escuela Y la grandeza de Dios, en todo cuanto existe, Es la luz que apoya,
crea, equilibra y consuela.
Del resplandor solar a los abismos del mundo,
De esfera a esfera, en paz, la vida se
confía Al sublime poder del amor tierno y profundo Que envuelve nuestro dolor
en perpetua alegría.
La Naturaleza entera es siempre un libro abierto
La noche, da medida al tiempo de la
alborada, Todo es renovación, a campo descubierto, De los detritos del fango a
la bóveda estrellada.
Hela surgiendo de la roca: la fuente viva y pura;
Y, besando el guijarro que al rostro se le lanza Extiende en el desierto
imperios de verdura
En que la vida renace esparciendo la esperanza.
De la leña dada al fuego el calor se derrama,
La tierra se hace jardín, a golpe de
tractores Y una simple semilla acomodada a la lama Transforma el propio charco
en cuna de flores.
¡Escucha corazón!… ¡Perdona, sirve y acepta,
La lágrima como luz en los deberes que desposas,
El Sufrimiento construye la Armonía Perfecta,
La sombra señala la estrella, las espinas dan rosas!…
Sólo en el AMOR hay poder
divino, magno y diverso
Que abraza ángeles y reos, santos, creyentes
y ateos, Y el sacrificio del amor es la
fuerza del Universo Que revela la Bondad y la Presencia de Dios.
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