ACCIÓN  DE  LA  ORACIÓN. TRANSMISIÓN  DEL  PENSAMIENTO


ACCIÓN  DE  LA  ORACIÓN.

TRANSMISIÓN  DEL  PENSAMIENTO

9.                   La oración es una invocación; por ella un serse pone en comunicación mental con otro ser al que se dirige. Puede tener por objeto hacer un pedido, dar gracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, para otro, para los vivos y para los muertos. Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los Espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos Espíritus son transmitidas a Dios. Cuando se ora a otros seres y no a Dios, sólo es con el título de intermediarios, de intercesores, porque nada se puede hacer sin la voluntad de Dios.

10.               El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmisión del pensamiento, ya sea cuando el ser  a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o cuando nuestro pensamiento llega a él. Para formarse una idea de lo que sucede en esta circunstancia, es necesario imaginarse que todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos en el fluido universal que ocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamos en la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscriptas, mientras que las del fluido universal se extienden al infinito. Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, de encarnado a desencarnado, o de desencarnado a encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual trasmite el pensamiento como el aire trasmite el sonido.

La energía de la corriente está en razón del vigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, la oración es oída por los Espíritus, en cualquier lugar que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.

 Esta explicación, es sobre todo, para aquellos que no comprenden la utilidad de la oración puramente mística; no tiene como objetivo materializar la oración, sino con el fin de hacer comprensible su efecto, mostrando que puede tener una acción directa y efectiva. Por esto, no queda menos subordinada a la voluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y el único que puede hacer su acción efectiva.

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