ACCIÓN
DE LA ORACIÓN. 2
TRANSMISIÓN DEL
PENSAMIENTO
13.
Accediendo Dios al pedido que se le dirige,
con frecuencia,
tiene la mira de recompensar la intención, la devoción y la fe del que ora; por
este motivo la oración del hombre de bien tiene más mérito a los ojos de Dios y
es siempre más eficaz, porque el hombre vicioso y malo no puede orar con el fervor
y la confianza que sólo se logra con el sentimiento de la verdadera piedad. Del
corazón del egoísta, de aquel que ora sólo con los labios, no pueden salir sino
palabras, pero no los impulsos de la
caridad que dan a la oración todo su poder. Eso es tan comprensible, que, por
un movimiento instintivo, la persona se recomienda con preferencia a las
oraciones de aquellos cuya conducta se cree sean agradables a Dios, porque son
más escuchados.
14.
Si la oración ejerce una especie de acción
magnética, podría creerse que su efecto está subordinado a la potencia
fluídica, pero no es así. Puesto que los Espíritus ejercen esta acción sobre
los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del que ora, ya
obrando directamente en su nombre, sea
dándole momentáneamente una fuerza
excepcional, cuando se le juzga digno de este favor, o cuando la cosa pueda ser
útil.
El hombre que
no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, no por esto
debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno de ser
escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de su humildad
siempre agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le
anima. Su fervor y su confianza en Dios
son un primer paso para la vuelta al bien, en el cual los Espíritus son felices
de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del orgulloso que sólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo
poder substituirse a la voluntad del Eterno.
15.
El poder de la oración está en el
pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se
hace. Se puede, pues, orar en todas partes y a todas horas, estando solo o
acompañado. La influencia del lugar o
del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el
recogimiento. La oración en común, tiene
una acción más poderosa, cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a
un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos
levantasen la voz juntos y unísonos; pero, ¡qué importaría estar reunidos en
gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal!
Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres,
unidas en común aspiración, orarán como verdaderos hermanos en Dios y su oración tendrá más fuerza que la de
los otras cien. (Cap. XXVIII, números 4 y 5).
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