Parábola
del festin de las bodas
1.
Y respondiendo Jesús, les volvió a hablar otra vez en parábolas, diciendo:
semejante es el reino de los cielos a cierto rey, que hizo bodas a su hijo. Y
envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron ir.
Envió de nuevo otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí
preparado mi banquete; mis toros y los animales cebados están ya muertos, todo
está pronto: venid a las bodas. - Mas ellos le despreciaron, y se fueron unos a
su granja, y otros a su tráfíco. - Y los otros echaron mano de los siervos, y
después de haberlos ultrajado, los mataron. - Y el rey cuando los oyó, se
irritó; y enviando a sus ejércitos acabó con aquellos homicidas y puso fuego a
su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas ciertamente están aparejadas,
mas los que habían sido convidados no fueron dignos. - Pues id a la salida de
los caminos y a cuantos halláreis, llamadlos a las bodas; y habiendo salido sus
siervos a los caminos, congregaron a cuantos hallaron, malos y buenos; y se
llenaron las bodas de convidados. Y entró el rey para ver a los que estaban a
la mesa, y vió allí an hombre que no estaba vestido con vestidura de boda. - Y
le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí no teniendo vestidura de boda. Mas él
enmudeció. - Entonces el rey dijo a sus ministros: Atado de pies y manos
arrojarle en las tinieblas exteriores: allí será el llorar y el crugir de
dientes. – Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos. (San Mateo,
cap. XXII, v. de 1 a 14).
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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