Parábola
de la higuera seca
8.
Y otro día, como salieron de Betania, tuvo hambre. - Y viendo a lo lejos una
higuera que tenía hojas, fué allá por si hallaría alguna cosa en ella; y cuando
llegó a ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos. - Y
respondiendo le dijo: Nunca más coma nadie de ti para siempre. Y lo oyeron sus
discípulos. Y al pasar por la mañana, vieron que la higuera se había secado de
raíz. - Y se acordó Pedro y le dijo: Maestro, cata ahí la higuera que
maldijiste cómo se ha secado. - Y respondiendo Jesús les dijo: "Tened fe
en Dios. - En verdad os digo, que cualquiera que dijera a este monte: Levántate
y échate en el mar; y no dudare en su corazón, mas creyere que se hará cuanto
dijere, todo le será hecho. (San Marcos, cap. XI, v. 12, 13, 14 y 20 a 23.)
9.
La higuera seca es el símbolo de las gentes que sólo son buenas en la
apariencia, pero que en realidad no producen nada bueno; oradores que tienen
más brillo que solidez, sus palabras tienen el barniz de la superficie, agradan
al oído, pero cuando se les analiza nada sustancial se encuentra para el
corazón; después de haberlos escuchado se pregunta uno qué partido se ha sacado
de sus oraciones. Es también el emblema de todos los que tienen los medios de
ser útiles y no lo son; de todas las utopías, de todos los sistemas vacíos, de
todas las doctrinas sin bases sólidas. Lo que falta la mayor parte de las veces
es la fe, la fe fecunda, la fe que remueve las fibras del corazón; en una
palabra, la fe que transporta las montañas. Son árboles que tienen hojas, pero
no dan frutos; por esto Jesús les condena a la esterilidad, porque vendrá un
día que se secarán de raíz; es decir, que todos los sistemas, todas las
doctrinas que no hayan producido ningún bien para la humanidad, caerán en la
nada, y todos los hombres voluntariamente inútiles por falta de haber puesto en
práctica todos los recursos que tenían, serán tratados como la higuera que
Jesús secó.
10.
Los médiums son los intérpretes de los espíritus, supliendo los órganos
materiales que a éstos faltan para transmitirnos sus instrucciones; por esto
están dotados de facultades a este efecto. En estos tiempos de renovación
social, tienen una misión particular; son arboles que deben dar el pasto
espiritual a sus hermanos, multiplicándose para que el pasto sea abundante; los
hay en todas partes, en todas las comarcas, en todas las clases de la sociedad,
entre los ricos y los pobres, entre los grandes y entre los pequeños, a fin de
que no haya desheredados, y para probar a los hombres que "todos son
llamados". Mas si desvían de su objeto providencial la facultad preciosa
que se les ha conferido, si la hacen servir para cosas fútiles y perniciosas,
si la ponen al servicio de intereses mundanos, si en vez de frutos saludables
los dan malsanos, si rehusan el ser provechosos para los otros, sí ellos mismos
no se aprovechan mejorándose, son como la higuera estéril; Dios les retirará un
don que es inútil en sus manos, la semilla que ellos no saben hacer
fructificar, y les dejará que sean presa de los malos espíritus.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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