No creais a todos los espíritus.
6. Carísimos, "no queráis creer a todo
espíritu", mas probad a los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas, se han levantado en el mundo. (San Juan, epístola I, cap. IV,
versículo 1).
7. Los fenómenos espiritistas, lejos de acreditar los
falsos Cristos y los falsos profetas, como afectan algunos decirlo, por el
contrario, vienen a darles el golpe de gracia. No pidáis al Espiritismo ni
milagros ni prodigios, porque declara formalmente que no los produce; así como
la física, la química, la astronomía, la geología, etc., vinieron a revelar las
leyes del mundo material, él viene a revelar las otras leyes desconocidas, las
que rigen las relaciones del mundo corporal y del mundo espiritual, y como sus
hermanas mayores de la ciencia, no son menos leyes de la naturaleza, y da la
explicación de cierto orden de fenómenos incomprensibles hasta este día
destruyendo lo que quedaba aún en el dominio de lo maravilloso. Aquellos, pues,
que intentasen explotar esos fenómenos en provecho suyo haciéndose pasar por
mesías de Dios, no podrían abusar mucho tiempo de la credulidad y muy pronto
serían descubiertos. Por lo demás, así como se ha dicho ya, estos fenómenos
solos nada prueban; la misión se prueba por los efectos morales, que no es dado
producir a un cualquiera. Este es uno de los resultados del desarrollo de la
ciencia espiritista; averiguando la causa de ciertos fenómenos, levanta el velo
de muchos misterios. Los que prefieren la obscuridad a la luz, son los únicos
que tienen interés en combatirla; pero la verdad es como el sol: disipa las más
densas nieblas. El Espiritismo viene a revelar otra categoría mucho más
perniciosa de falsos Cristos y de falsos profetas, que se encuentra, no entre
los hombres, sino entre los desencarnados: es la de los espíritus embusteros,
hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios que de la tierra han pasado a la
erraticidad y toman nombres venerados para procurar a favor de la máscara con
que se cubren, acreditar ideas a menudo muy extravagantes y absurdas. Antes de
que las relaciones medianícas fuesen conocidas, ejercían su acción de un modo
menos ostensible: por la inspiración, la mediumnidad inconsciente, auditiva o
parlante. El número de los que en diversas épocas, pero sobre todo en estos
últimos tiempos, se han presentado por alguno de los antiguos profetas, por
Cristo, por María, madre de Cristo, y aun por Dios, es considerable. San Juan
previene contra ellos cuando dice: "Estimados míos, no creáis a todo espíritu,
mas probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas se han
levantado en el mundo". El Espiritismo da los medios de probarles,
indicando los caracteres en que se reconocen los buenos espíritus, caracteres
"siempre mortales y jamás materiales" (1). Al discernimiento de los
buenos o malos espíritus es, sobre todo, a lo que deben aplicarse estas
palabras de Jesús: "Se conoce la clase de árbol por su fruto; un buen
árbol no puede producir malos frutos, y un mal árbol no puede producirlos buenos".
Por la calidad de sus obras se juzga a los espíritus, como un árbol por la
calidad de sus frutos.
(1) Véase, para la
distinción de los espíritus, el "Libro de los Médiums", cap. XXIV y
siguientes.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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