ESTUDIAR  A  KARDEC


ESTUDIAR  A  KARDEC



La Doctrina Espírita es ciencia divina del espíritu, y para poder conocerla bien debemos comenzar con estudios serios de las obras de Allan Kardec, pues, son las fuentes fundamentales para el perfecto conocimiento del Espiritismo. Leer muchos libros espíritas de manera precipitada, olvidándose de estudiar a Kardec, será conocer el Espiritismo de forma incompleta. Sin estudio metódico, permanente y progresivo, ningún espírita conseguirá construir la estructura sólida de la Fe Razonada. Las Obras de Kardec enseñan al hombre a razonar con la verdad, a analizar los fenómenos materiales y espirituales que están a su alrededor, a reflexionar sobre su propio destino, a meditar en las consecuencias de su libre albedrío, a usar la razón y la lógica en todo cuanto lee y estudia.

Con la persistencia de años y años de estudio ininterrumpidos, se conquistan las virtudes: Prudencia, Buen Sentido y Discernimiento, indispensables para la práctica del verdadero Espiritismo. Razonemos con Kardec en el silencio y confort de la mesa de nuestra residencia y llevemos con buena voluntad, los luminosos frutos de ese esfuerzo para los Grupos de Estudios de las casas espíritas. Dar nuestra contribución fraterna, con estudios bien elaborados, seguidos de explicaciones lúcidas y bien argumentadas. Quien estudia sólo para su uso personal, no ayudando en la difusión del conocimiento espírita, actúa como egoísta de la fe racional. Seamos buenos aprendices de Kardec, manoseemos diariamente sus extraordinarias Obras, a semejanza de los libros escolares siempre consultados por los alumnos dedicados. Estudiemos a Kardec en grupo de hermanos sinceros en las casas espíritas. Que sea estudio participativo y dinámico, dialogando y comentando y bien debatido de forma respetuosa y democrática, con actuación verbal de todos los presentes, de manera alegre, fraternal y simpática. Todos son invitados a hablar y a oír, a preguntar y a responder con espíritu de disciplina, amistad y aprovechamiento del tiempo. De este modo, obtendremos siempre los mejores resultados en la asimilación de los principios doctrinarios. Gastemos fosfato y tiempo de esfuerzo continuado, desdoblando intenso amor al conocimiento profundo de cada obra de Kardec, ¡hasta su término!… Luego enseguida, ¡comencemos nuevamente el estudio de ésta o de otra excelente obra del Codificador!









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