Los
obreros del Señor
5.
Tocáis el tiempo del cumplimiento de las cosas anunciadas para la
transformación de la humanidad; ¡felices serán los que hayan trabajado en el
campo del Señor con desinterés y sin otro móvil que la caridad! Los jornales de
trabajo serán pagados al céntuplo de lo que hayan esperado. ¡Felices los que
habrán dicho a sus hermanos: "Hermanos, trabajemos juntos y unamos
nuestros esfuerzos, a fin de que el Señor, cuando llegue, encuentre la obra
concluida", porque el Señor Les dirá: "Venid a mí, vosotros que sois
buenos servidores, vosotros que habéis hecho callar vuestros celos y vuestras
discordias para no dejar la obra en sufrimiento!" Pero desgraciados
aquellos que por sus disensiones habrán retardado la obra de segar, porque el
huracán vendrá y serán arrebatados por el torbellino. Entonces exclamarán:
"¡Gracia! ¡gracia!". Pero el Señor les dirá: "¿Por qué pedís
gracia, vos-otros que no habéis tenido piead de vuestros hermanos, y que habéis
rehusado tenderles la mano, vosotros que habéis abatido al débil en vez de sostenerle?
¿Por qué pedís gracia, vosotros que habéis buscado vuestra recompensa en los
goces de la tierra y en las satisfacciones de vuestro orgullo? Vosotros habéis
recibido ya vuestra recompensa tal como la quisísteis; no pidáis más: las
recompensas celestes son, para los que no hayan pedido las recompensas de la
tierra. Dios hace en este momento la enumeración de sus fieles servidores, ha
señalado con su dedo a aquellos que sólo tienen la apariencia de la abnegación,
a fin de que no usurpen el salario de los servidores valerosos, porque a los
que no retrocederán ante su tarea les va a confiar los puestos más difíciles en
la grande obra de la regeneración por el Espiritismo, y estas palabras se
cumplirán: "Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los
primeros en el reino de los cielos" (El Espíritu de Verdad. París, 1862).
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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