La fe divina y la fe humana


La fe divina y la fe humana



12. La fe en el hombre es el sentimiento innato de sus destinos futuros; es la conciencia que tiene de sus facultades inmensas, cuyo germen ha sido depositado en él, primero en estado latente y que debe hacer desarrollar y aumentar, después por su voluntad de acción. Hasta el presente la fe no ha sido comprendida sino por el lado religioso, porque Cristo la preconizó como palanca poderosa y porque en El se ha visto el jefe de una religión. Pero Cristo, que hizo milagros materiales, ha enseñado por estos mismos milagros lo que el hombre puede cuando tiene fe, es decir, la "voluntad de querer" y la certeza de que esta voluntad puede cumplirse. Los apóstoles, a su ejemplo, ¿no hicieron también milagros? Pues ¿qué eran estos milagros sino efectos naturales cuya causa era desconocida a los hombres de entonces, pero que en gran parte se explican hoy y se comprenderán completamente por el estudio del Espiritismo y del magnetismo? La fe es humana o divina, según como el hombre aplica sus facultades a las necesidades terrestres o a sus aspiraciones celestes y futuras. El hombre de genio que persigue la realización de alguna grande empresa, consigue su objeto si tiene fe, porque siente en él que debe y puede realizarló, y esta certeza le da una fuerza inmensa. El hombre de bien que creyendo en su porvenir celeste quiere llenar su vida de nobles y bellas acciones, saca de la fe, con la certeza de la felicidad que le espera, la fuerza necesaria, y también con esto se realizan los milagros de la caridad, de afecto y de abnegación. En fin, con la fe no hay malas inclinaciones que no lleguen a vencerse. El magnetismo es una de las más grandes pruebas del poder de la fe puesta en acción: por la fe cura y produce esos fenómenos extraños que en otro tiempo se calificaban de milagros.


Lo repito, la fe es "humana y divina"; si todos los encarnados estuviesen bien persuadidos de la fuerza que tienen en sí y quisieran poner su voluntad al servicio de esta fuerza, serían capaces de llevar a cabo lo que hasta el presente se han llamado prodigios, y que sencillamente sólo son desarrollo de las facultades humanas. (Un espíritu protector. París, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

MANSEDUMBRE E IRRITABILIDAD


MANSEDUMBRE E IRRITABILIDAD





“Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra.”



(Mateo, V, 5).





La delicadeza y la cortesía son hijas dilectas de la mansedumbre.

Por la mansedumbre el hombre conquista amistades en la Tierra y bienaventuranzas en el cielo.

Enemiga de la irritabilidad que genera la cólera, la mansedumbre siempre triunfa en las luchas, vence las dificultades y enfrenta los sacrificios.

Los mansos y los humildes de corazón poseerán la Tierra, porque se elevan en la jerarquía espiritual y se constituyen otros tantos defensores invisibles del progreso de sus hermanos, guiándoles sus pasos en las veredas del Amor y de la Ciencia – nobles ideales que nos conducen a Dios.

”Aprended de mí, – dijo Jesús, – que soy humilde y manso de corazón.”

Es en Jesús en quien debemos buscar las lecciones de mansedumbre de que tanto carecemos en las luchas de la vida.

Aunque era enérgico, cuando las circunstancias lo exigían, el Sublime Redentor sabía hacer prevalecer su Palabra por el poder de la verdad que la embalsamaba, y sin odio, sin amargura, combatía los vicios, los embustes que deprimían a las almas.

Siempre bueno, llano, sincero, caritativo, proporcionaba a sus oyentes los medios de adquirir lo necesario para la vida en la Tierra y para la felicidad en el Cielo.

“No os encolericéis para que no seáis condenados.” 

La irritabilidad produce la cólera y la cólera es una de las causas predominantes de enfermedades físicas y males psíquicos.

La cólera engendra la neurastenia, las afecciones nerviosas, las molestias del corazón: es un fuego abrasador que corrompe nuestro organismo, es el virus venenoso que mancha nuestra alma.

Hija del odio, la cólera es un sentimiento mezquino de las almas bajas, de los Espíritus inferiores.

Sin mansedumbre no hay piedad, sin piedad no hay paciencia, sin paciencia no hay salvación.

La mansedumbre es una de las formas de caridad que debe ser ejercida por todos los que buscan a Cristo.

Es de la cólera de donde nace la brutalidad que tantas víctimas ha causado.

De la mansedumbre viene la indulgencia, la simpatía, la bondad y el cumplimiento del amor al prójimo.

El hombre prudente es siempre manso de corazón: persuade a sus semejantes sin excitarse; previene los males sin apasionarse; extingue las luchas con dulzura, y graba en las almas progresistas las verdades que sabe estudiar y comprender.

Los mansos y humildes poseerán la Tierra, y serán felices, tanto como se puede ser en el mundo en que se encuentran.



 CAIRBAR SCHUTEL

La fe, madre de la esperanza y de la caridad


La fe, madre de la esperanza y de la caridad



11. La fe, para ser provechosa, debe ser activa, no ha de embotarse. Madre de todas las virtudes que conducen a Dios, debe velar con atención el desarrollo de las hijas que da a luz. La esperanza y la caridad son una consecuencia de la fe; estas tres virtudes son una trinidad inseparable. ¿No es, acaso, la fe, la que da la esperanza de que se verán cumplidas las promesas del Señor? Porque si no tenéis fe, ¿qué esperaréis? ¿No es la fe la que da el amor? Porque si no tenéis fe, ¿qué reconocimiento tendréis y, por consiguiente, qué amor? La fe, divina aspiración de Dios, despierta todos los nobles instintos que conducen el hombre al bien; es la base de la regeneración. Es menester que esta base sea fuerte y duradera, porque si la menor duda la hace vacilar, ¿qué será del edificio que construyáis encima? Levantad, pues, este edificio sobre cimientos sólidos; que vuestra fe sea más fuerte que los sofismas y las burlas de los incrédulos, porque la fe que no desafía al ridículo de los hombres, no es la verdadera fe. La fe sincera es atractiva y contagiosa; se comunica a los que la tenían o que no querían tenerla; encuentra palabras persuasivas que se dirigen al alma, mientras que la fe aparente sólo tiene palabras sonoras que dejan frío e indiferente; predicad con el ejemplo para dar de ella fe a los hombres; predicad con el ejemplo de vuestras obras para hacerles ver el mérito de la fe; predicad con vuestra esperanza indestructible para hacerles ver la confianza que fortifica y que pone en situación de desafiar todas las vicisitudes de la vida. Tened, pues, fe en todo lo que ella tiene de bueno y hermoso, en su pureza y en su razonamiento. No admitáis la fe sin comprobación, hija ciega de la obscuridad. Amad a Dios, pero sabed por qué le amáis; creed en sus promesas, pero sabed por qué creéis en ellas seguid nuestros consejos, pero hacéos cargo del fin que os señalamos y de los medios que os manifestamos para conseguirlo. Creed y esperad sin desfallecer nunca; los milagros son obra de la fe. (José, espíritu protector. Bordeaux, 1862).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Origen de los Evangelios


Tema¦ Origen de los Evangelios



Anotaciones

Reunión # 31



  • Cualesquiera que sean los errores o las faltas de los que se cubren con el nombre de Jesús y su doctrina, el pensamiento de Cristo en nosotros no despierta sino un sentimiento de profundo respeto y de sincera admiración.
  • Una de las más serias objeciones lanzadas al cristianismo por la crítica moderna es que su moral y su doctrina de la inmortalidad reposan sobre un conjunto de hechos llamados «milagrosos», que el hombre relativamente ilustrado a la luz de las leyes de la naturaleza no podría hoy admitir.
  • Un pueblo no es grande, un pueblo no se eleva sino por el trabajo, por el culto de la justicia y de la verdad.
  • Porque el hombre tiene tanta necesidad de una creencia como de una patria, como de un hogar.







  • En un sentido más general, el término evangelio puede referirse a los evangelios, que son escritos de los primeros cristianos que recogen las primeras predicaciones de los discípulos de Jesús de Nazaret
    • La palabra "evangelio", del griego "evangelion" quiere decir buena nueva, buena noticia. Y Jesucristo es El mismo la Buena Noticia, el único Evangelio para la humanidad entera.
  • El Evangelio es el relato de vida y enseñanzas de Jesús.
  • Cristo nada escribió. Sus palabras, diseminadas a lo largo de los caminos, fueran transmitidas de boca en boca y, posteriormente, transcriptas en diferentes épocas, mucho tiempo después de su muerte.
      • Cristo sabía escribir, pero sin embargo, no volcó las enseñanzas al escrito ¿Por qué no lo hizo? Santo Tomás de Aquino dice al respecto: "Si Cristo no escribió fue por la excelencia de su doctrina, que no puede ser confinada en palabras escritas. Si Cristo hubiera dejado su doctrina en un escrito, los hombres la limitarían a lo que la escritura contuviera" ( III, q.42,a.4).
        Lo que quiere decir el santo es que la palabra viva es una manera más perfecta de enseñar porque impacta directamente en los corazones.
  • No es sino del año 60 al 80 que aparecen las primeras narraciones escritas, la de Marcos al principio,
      • El contenido de los evangelios permaneció durante algunos años en la memoria de los recitadores antes de ser escrito.
  • Los primeros apóstoles se limitaban a enseñar la paternidad de Dios y la fraternidad humana.
  • La Iglesia sintió la dificultad en encontrar nuevamente los verdaderos autores de los Evangelios. De ahí la fórmula adoptada por ella: Evangelio según.
      • Cuando hablamos de "cuatro Evangelios", estamos designando en realidad cuatro versiones distintas del único Evangelio. Por eso decimos "según San Juan o según San Lucas".
  • Cada iglesia estaba entregada a sus propias inspiraciones; apenas tenía para dirigirse una tradición incierta, fijada en algunos manuscritos, que resumían más o menos fielmente los actos y las palabras de Jesús, y que cada obispo interpretaba a su talante.
  • El cristianismo naciente sufría poco a poco la influencia griega, que lo llevaba a hacer de Cristo el verbo, el Logos de Platón.



«El Evangelio según el espiritismo»

Primera edición: abril de 1864

El libro fue publicado, inicialmente, con el título de Imitación del Evangelio. Kardec explica lo siguiente: "Más tarde, por fuerza de las observaciones reiteradas del Sr. Didier y de otras personas, lo cambié para ‘El Evangelio según el Espiritismo’, representando un manual de aplicación moral del Espiritismo”.





Referencia



http://inquietudesespiritas.blogspot.com/2015/01/evangelio-y-espiritismo.html



http://aquinense.blogspot.com/2010/04/origen-de-los-evangelios.html



http://www.laverdadcatolica.org/quesonlosevangelios.htm





Lectura Obligatoria

http://www.espiritismo.cc/Descargas/libros/allankardec/Evangelio.pdf







Iris de la Rosa Vélez

19 diciembre de 2016

Parábola de la higuera seca


Parábola de la higuera seca



8. Y otro día, como salieron de Betania, tuvo hambre. - Y viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fué allá por si hallaría alguna cosa en ella; y cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, porque no era tiempo de higos. - Y respondiendo le dijo: Nunca más coma nadie de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos. Y al pasar por la mañana, vieron que la higuera se había secado de raíz. - Y se acordó Pedro y le dijo: Maestro, cata ahí la higuera que maldijiste cómo se ha secado. - Y respondiendo Jesús les dijo: "Tened fe en Dios. - En verdad os digo, que cualquiera que dijera a este monte: Levántate y échate en el mar; y no dudare en su corazón, mas creyere que se hará cuanto dijere, todo le será hecho. (San Marcos, cap. XI, v. 12, 13, 14 y 20 a 23.)



9. La higuera seca es el símbolo de las gentes que sólo son buenas en la apariencia, pero que en realidad no producen nada bueno; oradores que tienen más brillo que solidez, sus palabras tienen el barniz de la superficie, agradan al oído, pero cuando se les analiza nada sustancial se encuentra para el corazón; después de haberlos escuchado se pregunta uno qué partido se ha sacado de sus oraciones. Es también el emblema de todos los que tienen los medios de ser útiles y no lo son; de todas las utopías, de todos los sistemas vacíos, de todas las doctrinas sin bases sólidas. Lo que falta la mayor parte de las veces es la fe, la fe fecunda, la fe que remueve las fibras del corazón; en una palabra, la fe que transporta las montañas. Son árboles que tienen hojas, pero no dan frutos; por esto Jesús les condena a la esterilidad, porque vendrá un día que se secarán de raíz; es decir, que todos los sistemas, todas las doctrinas que no hayan producido ningún bien para la humanidad, caerán en la nada, y todos los hombres voluntariamente inútiles por falta de haber puesto en práctica todos los recursos que tenían, serán tratados como la higuera que Jesús secó.



10. Los médiums son los intérpretes de los espíritus, supliendo los órganos materiales que a éstos faltan para transmitirnos sus instrucciones; por esto están dotados de facultades a este efecto. En estos tiempos de renovación social, tienen una misión particular; son arboles que deben dar el pasto espiritual a sus hermanos, multiplicándose para que el pasto sea abundante; los hay en todas partes, en todas las comarcas, en todas las clases de la sociedad, entre los ricos y los pobres, entre los grandes y entre los pequeños, a fin de que no haya desheredados, y para probar a los hombres que "todos son llamados". Mas si desvían de su objeto providencial la facultad preciosa que se les ha conferido, si la hacen servir para cosas fútiles y perniciosas, si la ponen al servicio de intereses mundanos, si en vez de frutos saludables los dan malsanos, si rehusan el ser provechosos para los otros, sí ellos mismos no se aprovechan mejorándose, son como la higuera estéril; Dios les retirará un don que es inútil en sus manos, la semilla que ellos no saben hacer fructificar, y les dejará que sean presa de los malos espíritus.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Esas Palabras 


Esas Palabras 



 Ha sentido la sensación que el día será más largo hoy. Estaba yendo al parque a reunirme con mi novio cuando me llama a decirme que iba a llegar tarde. Así que fui al kiosco y me compré un batido de fruta. Me senté en un banco cerca de la fuente. Apareciendo un señor de la nada a contarme sus penas. Por respecto a sus años lo escuche en silencio. A continuación, su alegato.



El día esta hermoso. Lleno de luz que resplandece en cada sitio del parque. Las flores esta bellas. Estoy pensando lo que sucedió hace un mes. Era algo que yo no me esperaba. Ella me hablo.  Esas palabras hicieron que esta persona fuera feliz.  Hacerme feliz fue un nuevo sentir, la esperanza de recuperar esa amistad profunda. No esperaba eso.

He creído toda la vida que cuando las personas se mueren se murió. Así mismo cuando algo termina termino. Eso no vuelve existir otra vez.  Pero esas palabras me devolvieron la vida a mis años. Me dio una esperanza. Me sentí otra persona como un niño que le comprar su primer juguete. El cual quiere protegerlo, cuidarlo de todos.  Yo pensaba que esa amistad estaba muerta. Pensé que éramos enemigos. Pero ella… Ella me dijo: “muchas felicidades en esta navidad”.  Eso fue para mí algo maravilloso. Ese día no necesitaba nada más.  Esas palabras suavizaron mi corazón que era como piedra. Brotó la sangre a mi cuerpo. Sentí el amor. Mi corazón, mi pensamiento se opacaron de alegría. Esas palabras llegaron a mí en un momento importante. El cual necesitaba. 



Ha pasado un mes de aquellas palabras. Hoy me siento triste por la razón que estas palabras me debilitaron.  Debilitaron mi carácter que tenía con ella. Me ha derrumbado.  Ahora tengo miedo de lo que yo le pueda decir. Tengo precaución y cuidado cuando estoy cerquita de ella. Quiero que vea que sigo siendo el mismo. Deseo endurecer mi corazón a ese sentimiento. Ser duró como el acero.  Que mi corazón y mi mente no recuerde aquella noche de pasión que tuvimos. Por cosas del destino nos volvimos enemigos a saber que nos mentimos. Ocultando a nuestras parejas. Ella con novio y yo casado. Yo la veo con él a cada rato. Eso destruye mi corazón.  Mientras la ignoraba está protegiendo mi corazón. Mi coraza desapareció el día que ella me dijo: “muchas felicidades en esta navidad”. 

Cada cual tiene un propósito en la vida. Sé que el mío no es herir y desmoralizar a las personas a mi alrededor. Yo solo quiero ayudar a la humanidad. Hacer el bien sin mirar a quien. Es por eso que yo vivo. Cuidar y proteger a mi semejante. Yo necesito que mis enemigos este bien conmigo. Que todas las personas que me rodean este bien. Quiero dormir tranquilo y no tener pesadilla. No quiero la tristeza en mi vida y tener mis sentimientos amorosos en cada momento. Yo anhelo las caricias. Necesito ser acariciado y dar caricias.  Deseo tener muchas amigas y no perder su amistad. Porque sería para mí una destrucción de la moral y la dignidad de cada una de ellas. Yo sufro por el rechazo si de alguna no me quiera.

Mientras estoy pensando y analizando las cosas de la vida aparece una amiga interrumpiéndome.  Al irse aparece mi otra amiga. Yo me pregunto: ¿para qué? Para interrumpir mi pensamiento porque al final y al cabo me dejan solo con mi dilema. Mi vida me ha hecho sufrir, llorar y han intentado desalentarme. He sido una persona de carácter fuerte de que era un niño. Crecí en la amargura, odio, coraje, y rencor. En un ambiente de venganza, burla y pelea. Pensé una vez quitarme del medio.



Aquellas palabras no se me han ido de la mente, como una persona que rompió amistad conmigo me desea el bien. Esas palabras me persiguen. Me cuestione porque me la digo si ella me odia. Pero fue hermoso escucharla. Ella derribo la coraza que me está amargando, torturando y quemando mi ser.

Como me decía un amigo el otro día en el parque la felicidad no es fácil ni es gratis, pero se puede conseguir. Lo que hay que intentarlo.  Pero ella decidido en aquel tiempo olvidarse de mí, de quien le podía dar felicidad. Yo supe que tenía problema con su novio y que estaba triste, yo la observaba, la tenía en la mirilla. Me dolía verla así. Aguantaba las ganas de ir a socorrerlas en mis dulces caricias. De abrazarla como antes de sentir su cuerpo contra el mío. Me enamore de ella más que las otras amigas.  Caramba, pero esas palabras me han dejado pensando. Cuestionándome en cada momento porque me las dijo. Acaso quiere volver conmigo. No logro entender esta situación. El sentimiento me invade y la duda me persigue. Será que ella al igual que yo tenía pedregal en el corazón. 


No será acaso que aquellas palabras fueron fingidas. Para saber que yo haría. Para desmoralizarme y destruir mi forma de vida.   Eso me amargaría.  Porque ella es mi peor pesadilla, mi tristeza y alegría, mi sentir y mi sufrir. Ella es la piedra y la estrella en mi camino. Una tortura para un hombre enamorado. Ella es tanta cosa para mí. Cada minuto pienso en ella, en sus caricias y amores. A pesar que amas a otro. Pero yo sé que no será mi esposa, porque esposa tengo. La quiero y deseo como amiga.

Yo no necesito que ella me quiera, con tan solo pensar en ella soy feliz. Con tan solo se fijé en mí. Sé que gritas a voces que me necesita. Por qué se dejas ver por mí. Va al lugar que yo frecuento. En mi pensamiento vive la cálida imagen de sus abrazos. Es muy importante sabe que cuando estoy lejos de ella siento esa necesidad de verla. Al verla me arrepiento de lo débil que he sido. Esta confusión ha hecho que me arrepienta de haberla conocido. Me preocupó cuando no la veo. Por qué me pregunto si le ha pasado algo. Pero luego llega aire a mi cabeza y pienso que esta con su novio.  Pero mi corazón me indica que ella me ama en silencio. El asunto es que a escuchas esas palabras recordé todo el amor que teníamos en nuestras manos.

Espero que me haya entendido joven. Me dijo el señor al finalizar su alegato. Se levantó del banco se despidió amablemente y prosiguió su camino por el parque.

Iris de la Rosa Vélez. 2002.

PD. El espiritista tiene que cuidarse de estas conducta que afecta el espiritud.

PARÁBOLA DE LA LEVADURA


PARÁBOLA DE LA LEVADURA





“¿A qué compararé el Reino de Dios? Es como la levadura que una mujer toma y la mete en tres medidas de harina hasta que fermenta toda la masa.” 



(Mateo, XIII, 33 – Lucas, XIII, 20-21). 





No hay quien ignore el proceso de la panificación. Se echa un poco de levadura en la masa de harina, se mezcla y se espera que fermente toda la masa, para lo que contribuye mucho el calor. Aparentemente, quien ve la masa no dice que tiene levadura; entretanto, después de algunas horas, la propia masa fermentada acusa la presencia de la misma. Así es el Reino de los Cielos: el hombre no se puede transformar, de simple e ignorante, a sublime y sabio de un momento para otro, como la levadura no transforma la harina en el mismo momento en que en ella es puesta. A medida que oye la voz de los profetas, la palabra de los emisarios de lo Alto, la inteligencia del hombre se va esclareciendo y su Espíritu se transforma: él asimila el Reino de los Cielos, que a primera vista le pareció un enigma, pero después se le presentó positivo, racional y lógico. ¿Quién diría que una sola medida de levadura, en tres medidas de harina, fermenta la misma? Es necesario, sin embargo, recordar que el calor, no sólo en la harina para el pan, sino también en el hombre, para la transformación de Espíritus, es indispensable. Y este calor puede producirse en la actividad que empleamos para el progreso al que somos llamados a conquistar.

CAIRBAR SCHUTEL

La fe religiosa. Condición de la fe inalterable


La fe religiosa. Condición de la fe inalterable



6. Desde el punto de vista religioso, la fe es la creencia en los dogmas particulares que constituyen las diferentes religiones; todas las religiones tíenen sus artículos de fe. Bajo este aspecto, la fe puede ser "razonada y ciega". La fe ciega, no examinando nada, acepta sin comprobación lo mismo lo falso que lo verdadero, y choca a cada paso contra la evidencia y la razón; empujada hasta el exceso, produce el "fanatismo". Cuando la fe se apoya en el error, se pierde tarde o temprano; la que tiene por base la verdad, está asegurada para el porvenir, porque nada tiene que temer del progreso de las luces, toda vez que "lo que es verdad en la obscuridad, lo es también en pleno día". Todas las religiones pretenden estar en la exclusiva posesión de la verdad; "preconizar la fe ciega sobre un punto de creencia, es confesar su impotencia en demostrar que se tiene razón".



7. Se dice vulgarmente que "la fe no se impone"; de aquí viene que muchas gentes digan que si no tienen fe, no es por culpa suya. Sin duda que la fe no se obliga, y lo que es más justo aún, "no se impone". No, no se impone, pero se adquiere, y no hay nadie a quien se rehuse el poseerla, aun entre los más refractarios. Hablamos de verdades espirituales fundamentales, y no de tal o cual creencia particular. No es la fe la que debía ir a ellos, sino ellos ir al encuentro de la fe, y si la buscan con sinceridad la encontrarán. Tened, pues, por seguro, que los que dicen: "Quisiéramos creer, pero no podemos", lo dicen de boca y no con el corazón, porque diciendo esto se tapan los oídos; sin embargo, las prueban abundan a su alrededor; ¿por qué rehusan verlas? En los unos es indiferencia; en los otros es miedo de verse obligados a cambiar de costumbres; en la mayor parte es el orgullo que rehusa conocer un poder superior, porque les sería preciso inclinarse ante él. En algunas personas, la fe parece de algún modo innata; sólo una chispa básta para desarrollarla. Esta facilidad en asimilarse las verdades espirituales es una señal evidente del progreso anterior; en los otros, al contrario, sólo penetra con dificultad, señal muy evidente de una naturaleza muy atrasada. Los primeros han creído ya y comprendido; traen, volviendo a "nacer", la intuición de lo que fueron; su educación está hecha; los segundos tienen que aprenderlo todo; su educación está por hacer; ella se hará, y si no se concluye en esta existencia se concluirá en la otra. Respecto a la resistencia del incrédulo, es menester convenir que es menos por su culpa que por la manera como se presentan las cosas. A la fe es preciso una base, y esta base es la inteligencia perfecta de lo que se debe creer; para creer no basta "ver", es necesario, sobre todo, "comprendér". La fe ciega no es de este siglo, pues hoy el mayor número de incrédulos, porque quiere imponerse y exige la abdicación de una de las más preciosas prerrogativas del hombre: el razonamiento y el libre albedrío. Contra esta fe se parapeta el incrédulo y tiene razón de decir que no se impone: no admitiendo aquellas pruebas, deja en el Espíritu un vacío, de donde nace la duda. La fe razonada, la que se apoya en los hechos y en la lógica, no deja en pos de sí ninguna obscuridad; se cree porque se está cierto, y no se está cierto hasta que se ha comprendido; esta es la razón porque es inalterable, "porque no hay fe inalterable sino la que puede mirar frente a frente a la razón en todas las edades de la humanidad". A este resultado conduce el Espiritismo, y por esto triunfa de la incredulidad, siempre que no encuentra oposición sistemática e interesada.





Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

La riqueza y la pobreza


La riqueza y la pobreza

En esta edición de la Revista Espirita que trata el tema “Desafíos de la existencia”, no podría faltar una reflexión sobre la riqueza y la pobreza. Ambas representan tanto oportunidades de desarrollo de nuestras facultades como seres inmortales, como retos a los que nos tenemos que sobreponer para no contraer deudas mayores que las que ya cargamos.

Por lo menos en este sentido son iguales: la riqueza y la pobreza son situaciones transitorias, auténticos desafíos existenciales que convocan al ser humano a vencerse a sí mismo. Es más, ambas son herramientas, ya que cada uno de nosotros recibirá su parte de riqueza o de pobreza según la necesidad de aprendizaje de su espíritu. Es precisamente para liberarnos de las deudas de existencias anteriores que recibimos, como préstamo divino, nuestra propia cuota de riqueza o de pobreza.

En el capítulo VII de El Evangelio según el Espiritismo, el espíritu Lacordaire nos hace una interesante reflexión. Nos dice que puede haber gran diferencia entre el rico y el pobre cuando están vestidos, pero desnudos son sencillamente seres humanos. La química, nos dice el espíritu, no ha encontrado ninguna diferencia entre la sangre de uno y de otro. En la pregunta 803 de El Libro de los Espíritus, se nos dice que todos los hombres son iguales ante Dios. El cuerpo vuelve a la tumba, los bienes materiales se quedan en la tierra, pero el espíritu vive. Ricos y pobres, y todos los grados intermedios que hay entre estos dos extremos, antes o después entregamos la envoltura perecedera al polvo para penetrar la realidad espiritual que hayamos elaborado con nuestro patrimonio intelectual y moral. Finalmente nos encontramos con la verdad íntima que nos transfiere, sin necesidad de juicios exteriores, a nuestras propias conquistas. ¿Quién es el rico y quién es el pobre en este momento decisivo?

Desde el punto de vista que nos aporta la Doctrina Espírita, la igualdad absoluta de riquezas en la Tierra no es posible, ya que hay diversidad de facultades y de carácter. Cada ser se encuentra en un momento evolutivo distinto, necesitando pruebas y expiaciones particulares a su propia caminata. No debemos, sin embargo, pensar en la riqueza y en la pobreza como dádivas de Dios. Sería una gran equivocación pensar en Dios como si fuera un dispensador de bienes, escogiendo entre sus criaturas aquellas a quiénes entregará más propiedades. Somos nosotros mismos, con la forma como nos conducimos moralmente por la vida, quiénes atraemos a nuestras existencias físicas todos los recursos de los que dispondremos para nuestra evolución o la carencia de ellos.

El codificador es sabio al hacer a los espíritus la pregunta 806, ¿La desigualdad de condiciones sociales es una ley natural? Nos dicen los espíritus: «No; es obra del hombre y no de Dios». Seamos conscientes, por tanto, que individualmente cada uno es responsable de su propia cuota de riqueza o de pobreza; de forma colectiva, somos todos responsables de las desigualdades que persisten en la sociedad y en el planeta. Como desafíos existenciales, tanto la riqueza como la pobreza son pruebas duras y resbaladizas. La pobreza puede conducir a la murmuración contra Dios, la rebeldía contra las leyes perfectas y justas de la inteligencia cósmica, la desesperación y la falta de esperanza. ¡Qué difícil mantener la fe en un Dios justo cuando hay carencia de todo! La riqueza puede conducir a los excesos, la vanidad, el orgullo y el egoísmo. ¡Qué difícil sentir la necesidad de valores espirituales cuando no falta de nada! Sin embargo, tales vacilaciones sólo son obras de la ignorancia de las leyes naturales.

Los que estamos instruidos por la Doctrina Espírita, sabemos que el rico de hoy puede ser el pobre de mañana; el pobre de ayer puede ser el rico de hoy. La reencarnación nos concede a cada uno lo que necesitamos y a la sociedad la manera de buscar el progreso colectivo. Los hombres, sea cual sea su condición social, tienen por misión trabajar para la mejora material del globo. La misión del rico se traduce en ofrecer trabajo, estimular la ciencia, cultivar la cultura, repartir educación entre sus hermanos de humanidad. El pobre ofrece su mano de obra, trabajando con disciplina, aprovecha las oportunidades que se le ofrecen en el campo de la educación y de la cultura, lucha por trascender su condición materialmente inferior a través del esfuerzo honrado, pautado por principios morales y éticos. Ricos y pobres están llamados, como seres inmortales en transitorias experiencias corporales, a encontrar en la humildad el recurso divino que nos debe hacer agradecidos a la vida por todas y cada una de las oportunidades de aprendizaje que ella nos concede.

El valor es casi siempre algo relativo. Lo que tiene valor en la Tierra ya no lo tendrá en el plano espiritual. Lo que tiene valor para una persona puede serle totalmente indiferente a otra o a ella misma en otro momento existencial. ¿Cuántas veces cambiamos de idea respecto al valor de las cosas, situaciones y personas? ¿Quién no habrá pensado alguna vez, cómo pude actuar de aquella manera? Pero si digo que el valor es casi siempre algo relativo, es porque aún no está pautado en el amor, verdad imperecedera. Como todavía estamos muy distantes de pautar nuestros sistemas de valor en el amor, nos queda cambiar de ideas muchas veces. Hasta que el amor ajuste nuestra comprensión de lo que vale la propia vida, la vida del prójimo, la vida de los animales y de los vegetales, seremos peregrinos. Ora ricos, ora pobres, reencarnaremos para que aprendamos definitivamente que el único valor de la vida es amar.

Janaina Minelli de Oliveira

Revista Espírita de la FEE

Poder de la fe


Poder de la fe



1.      Y cuando llegó donde estaba la gente, vino a El un hombre, e hincadas las rodillas delante de El, le dijo: Señor, apiádate de mi hijo, que es lunático y padece mucho: pues muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. - Y lo he presentado a tus discípulos y no le han podido sanar. - Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y depravada! ¿hasta cuando estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os sufriré? Traédmelo acá. - Y Jesús lo increpó, y salió de él el demonio, y desde aquella hora fué sano el mozo. - Entonces se llegaron a Jesús los discípulos aparte y le dijeron: ¿Por qué nosotros no le pudimos lanzar? - Jesús les dijo: Por vuestra poca fe. Porque en verdad os digo, que si tuviéreis fe cuanto un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá y se pasará; y nada os será imposible. (San Mateo, cap. XVII, v. de 14 a 19.)



2. En el sentido propio, es cierto que la confianza en nuestras propias fuerzas nos hace capaces de ejecutar cosas materiales que no se pueden hacer cuando dudamos de nosotros mismos, pero aquí es menester entender estas palabras sólo en el sentido moral. Las montañas que levantan la fe, son las dificultades, las resistencias, en una palabra, la mala voluntad que hay entre los hombres, aun en el momento en que se trata de las cosas mejores; las preocupaciones de la rutina, el interés material, el egoísmo, el ciego fana tismo y las pasiones orgullosas, son otras tantas montañas que interceptan el camino de cualquiera que tra baja para el progreso de la humanidad. La fe robusta de la perseverancia, la energía y los recursos que hacen vencer los obstáculos, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes; la que vacila de la incertidumbre y la perplejidad, de la cual se aprovechan aquellos a quienes se quiere combatir; no busca los medios de vencer porque creen no poder vencer.



3. En otra acepción se llama fe a la confianza que se tiene en el cumplimiento de una cosa, la certeza de alcanzar un objeto; da una especie de lucidez, que hace ver en el pensamiento el término hacia el cual uno se dirige y los medios de llegar a él por manera que aquel que la posee marcha, por decirlo así, con seguridad. En ambos casos puede hacer alcanzar grandes cosas. La fe sincera y verdadera es siempre serena; da la paciencia que sabe esperar, porque teniendo su punto de apoyo en la inteligencia y en la comprensión de las cosas, está cierta de llegar al fin; la fe dudosa siente su propia debilidad; cuando está estimulada por el interés, se vuelve furibunda, y cree suplir la fuerza por la violencia. La calma en la lucha es siempre una señal de fuerza y de confianza; la violencia, por el contrario, es una prueba de debilidad y duda de sí mismo.

4. Guardaos de confundir la fe con la presunción. La verdadera fe se aviene con la humildad; el que la posee pone su confianza en Dios más que en sí mismo, porque sabe que, simple instrumento de la voluntad de Dios, nada puede sin El, y por esto los buenos Espíritus vienen en su ayuda. La presunción más bien es orgullo que fe, y el orgullo es siempre castigado, más o menos tarde, por los desengaños y las desgracias que sufre.



5. El poder de la fe recibe una aplicación directa y especial en la acción magnética; por ella el hombre obra sobre el flúido, agente universal; modifica sus cualidades y le da una impulsión, por decirlo así, irresistible. Por esto el que tiene una gran fuerza fluídica normal, unida a una fe ardiente, puede, por la sola voluntad dirigida al bien, operat esos fenómenos extraños de curaciones y otros que en otro tiempo pasaban por prodigios y, sin embargo, sólo son consecuencia de una ley natural. Tal es el motivo porque Jesús dijo a sus apóstoles: si no habéis curado, es porque no teníais fe.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec


La Doctrina De Cristo


Tema¦ La Doctrina De Cristo



Anotaciones

Reunión # 30



  • Conocemos todo lo que la doctrina de Cristo encierra de sublime; sabemos que ella es por excelencia la doctrina del amor, la religión de la piedad, de la misericordia, de la fraternidad entre los hombres
  • Doctrina Espírita quiere decir Doctrina de Cristo. Y la Doctrina de Cristo es la doctrina del perfeccionamiento moral en todos los mundos. Guárdala, pues, en la existencia, como tú responsabilidad más alta, porque día vendrá en que serás naturalmente invitado a rendirle cuentas.

Dictado por el espíritu EMMANUEL

Medium Francisco Cândido Xavier

Extraído del libro "Religión de los Espíritus"



  • 25. Toda la doctrina de Cristo está fundada en el carácter que Él atribuye a la Divinidad. Con un Dios imparcial, soberanamente justo, bueno y misericordioso, Él hizo del amor de Dios y de la caridad para con el prójimo la condición expresa de la salvación, y dijo: Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a vosotros mismos; en esto consiste toda la ley y los profetas; no existe otra ley. Sobre esta única creencia asentó el principio de la igualdad de los hombres ante Dios, así como el de la fraternidad universal.
  • 26. […] Si Cristo no dijo todo lo que hubiera podido decir, es porque consideró conveniente dejar ciertas verdades en la sombra, hasta que los hombres estuviesen en condiciones de comprenderlas. Como Él mismo lo confesó, su enseñanza estaba incompleta, visto que anunció la llegada de aquel que debería completarla. Había previsto, entonces, que sus palabras serían despreciadas o mal interpretadas, y que los hombres se desviarían de su enseñanza; en suma, que destruirían lo que Él había hecho, puesto que todas las cosas habrán de ser restablecidas. Ahora bien, sólo se restablece aquello que ha sido deshecho.
  • 30. El espiritismo, que parte de las propias palabras de Cristo, como este partió de las de Moisés, es una consecuencia directa de la doctrina cristiana.









Más información: http://soyespirita.blogspot.pe/2016/08/la-doctrina-de-moises-era-despotica-y.html







Iris de la Rosa Vélez

12 diciembre de 2016

Se conoce al cristiano por sus obras


Se conoce al cristiano por sus obras



16.  "Los que me dicen: Señor, Señor, no entrarán todos en el reino de los cielos, mas sólo aquel que hace la voluntad de mi padre, que está en los cielos". Escuchad estas palabras del maestro todos los que rechazáis la doctrina espiritista como una obra del demonio. Abrid vuestros oídos; el momento de escuchar ha llegado. ¿Basta llevar la librea del Señor para ser un fiel servidor? ¿Basta decir: "Soy cristiano", para seguir a Cristo? Buscad a los buenos cristianos y los encontraréis en sus obras. "Un buen árbol no puede dar mal fruto, ni un mal árbol puede dar buen fruto. Todo árbol que no da buenos frutos es cortado y echado al fuego". Estas son las palabras del Maestro; discípulos de Cristo, comprendedlas bien. ¿Cuáles son los frutos que debe dar el árbol del cristianismo, árbol poderoso cuyo ramaje copudo cubre con su sombra una parte del mundo, pero que no ha abrigado aún a todos los que deben agruparse a su alrededor? Los frutos del árbol de la vida son frutos de vida, de esperanza y de fe. El cristianismo, tal como lo ha hecho desde muchos siglos, predica siempre esas divinas virtudes, procura esparcir sus frutos, pero ¡cuán pocos lo cogen! El árbol es siempre bueno, pero los jardineros son malos. Han querido cultivarlo a su modo, han querido modelarlo según sus necesidades, y lo han achicado y mutilado; sus ramas estériles no darán malos frutos, pero no dan ninguno. El viajero que tiene sed y se para bajo su sombra para coger el fruto de la esperanza que debe darle la fuerza y el valor, sólo ve ramas áridas que hacen presentir la tempestad. En vano pide el fruto de vida al árbol de la vida; las hojas caen secas, ¡el hombre las ha manoseado tanto, que las ha quemado! ¡Abrid, pues, vuestros oídos y vuestros corazones, queridos míos! Cultivad este árbol de vida cuyos frutos dan la vida eterna. El que lo ha plantado os invita a cuidarlo con amor, y vosotros le veréis aún dar con abundancia sus frutos divinos. Dejadlo tal como Cristo os lo dió; no lo mutiléis; su sombra inmensa quiere extenderse por todo el universo; no recortéis sus ramas; sus frutos bienhechores caen en abundancia para sostener al viajero sediento que quiere llegar al fin; no recojáis estos frutos para encerrarles y dejarles podrir y que no sirvan para nadie. "Muchos son los llamados y pocos los escogidos"; es que hay acaparadores para el pan de la vida, como los hay muchas veces para el pan material. No seáis de este número; el árbol que da buenos frutos debe esparcirse por todas partes. Marchad, pues, a buscar a aquellos que están sedientos; conducidles bajo las ramas del árbol y com partid con ellos el abrigo que os ofrece. "No se cogen uvas", hermanos míos; alejaos, pues, de aquellos que os llaman para presentaros los abrojos del camino, y seguid a aquellos que os conducen a la sombra del árbol de la vida. El divino Salvador, el justo por excelencia, lo ha dicho y sus palabras no faltarán. "Aquellos que me dicen: ¡ Señor, Señor!, no entrarán todos en el reino de los cielos, sino sólo aquellos que hacen la voluntad de mi padre, que está en los cielos". Que el Señor de bendición os bendiga; que el Dios de luz os ilumine; que el árbol de la vida derrame sobre vosotros sus frutos con abundancia. Creed y rogad. (Simeón. Bordeaux, 1863).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

ACCIÓN  DE  LA  ORACIÓN. 2


ACCIÓN  DE  LA  ORACIÓN. 2

TRANSMISIÓN  DEL  PENSAMIENTO





13.                    Accediendo Dios al pedido que se le dirige,

con frecuencia, tiene la mira de recompensar la intención, la devoción y la fe del que ora; por este motivo la oración del hombre de bien tiene más mérito a los ojos de Dios y es siempre más eficaz, porque el hombre vicioso y malo no puede orar con el fervor y la confianza que sólo se logra con el sentimiento de la verdadera piedad. Del corazón del egoísta, de aquel que ora sólo con los labios, no pueden salir sino palabras, pero no los impulsos de la caridad que dan a la oración todo su poder. Eso es tan comprensible, que, por un movimiento instintivo, la persona se recomienda con preferencia a las oraciones de aquellos cuya conducta se cree sean agradables a Dios, porque son más escuchados.

14.                    Si la oración ejerce una especie de acción magnética, podría creerse que su efecto está subordinado a la potencia fluídica, pero no es así. Puesto que los Espíritus ejercen esta acción sobre los hombres, suplen cuando es necesario la insuficiencia del que ora, ya obrando directamente en su nombre, sea dándole momentáneamente  una fuerza excepcional, cuando se le juzga digno de este favor, o cuando la cosa pueda ser útil.

El hombre que no se cree bastante bueno para ejercer una influencia saludable, no por esto debe abstenerse de rogar por otro, con el pensamiento de que no es digno de ser escuchado. La conciencia de su inferioridad es una prueba de su humildad siempre agradable a Dios, que toma en cuenta la intención caritativa que le anima. Su  fervor y su confianza en Dios son un primer paso para la vuelta al bien, en el cual los Espíritus son felices de poderle alentar. La oración que no se escucha es la del orgulloso que sólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendo poder substituirse a la voluntad del Eterno.

15.                    El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, orar en todas partes y a todas horas, estando solo o acompañado. La influencia del lugar  o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común, tiene una acción más poderosa, cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz juntos y unísonos; pero, ¡qué importaría estar reunidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en común aspiración, orarán como verdaderos hermanos en  Dios y su oración tendrá más fuerza que la de los otras cien. (Cap. XXVIII, números 4 y 5).

PARÁBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA  


PARÁBOLA DEL GRANO DE MOSTAZA







“El Reino de Dios es semejante a un grano de mostaza, que toma un hombre, lo echa en su huerto y crece hasta llegar a ser como un árbol, en cuyas ramas anidan las aves.”



(Mateo, VIII, 31-32 – Marcos, IV, 30-32 – Lucas, XIII, 18-19).



Consideremos aquí, el Reino de los Cielos como todo lo que está por encima y por debajo, a la derecha y a la izquierda de nosotros, todo ese inmenso espacio, infinito, inconmensurable, donde se mecen los astros y brillan las estrellas (*); todo ese Éter que nos parece vacío, pero que en verdad, encierra multitudes de seres y de mundos, donde se exhiben maravillas del Arte y de la Ciencia de Dios. Para quien lo ve desde la Tierra, con los ojos del cuerpo, su conocimiento parece insignificante, como lo es un grano de mostaza. Pero, después de estudiarlo, así como después que se planta la simiente, nuestra inteligencia se dilata, como se dilata la simiente cuando germina; se transforma nuestro modo de pensar, como le suele suceder a la simiente ya modificada en hierba; y el conocimiento del Reino de los Cielos crece en nosotros como crece la mostaza, hasta el punto de volvernos un centro de apoyo alrededor del cual revolotean los Espíritus, así como los hombres que sienten la necesidad de ese apoyo moral y espiritual, de la misma forma que los pájaros, para su descanso, buscan los árboles más exuberantes para gozar de la sombra benéfica de sus ramajes.  













(*) Ver también El Espíritu del Cristianismo.

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El grano de mostaza sirvió dos veces para las comparaciones de Jesús: una vez lo comparó al Reino de los Cielos; otra, a la Fe. El grano de mostaza tiene sustancia y un grano produce efecto revulsivo. Esa misma sustancia se transforma en árbol; después da muchas simientes y muchos árboles y hasta sus hojas sirven de alimento. Pero es necesaria la fertilidad de la tierra, para que trabaje la germinación, haya transformación, crecimiento y fructificación de lo que fue simiente; y es necesario, a su vez, el trabajo de la simiente y de la planta en el aprovechamiento de ese elemento que le fue dado. Así ocurre con el Reino de los Cielos en el alma humana; sin el trabajo de esa “simiente”, que es hecho por los Espíritus del Señor; sin el concurso de la buena voluntad, que es la mejor fertilidad que le podemos proporcionar; sin el esfuerzo de la investigación, del estudio, no puede aumentar y engrandecerse en nosotros, no se nos puede mostrar tal como es, así como la mostaza no se transforma en hortaliza sin el empleo de los requisitos necesarios para esa modificación. La Fe es la misma cosa: se parece a un grano de mostaza cuando ya es capaz de “transportar montañas”, pero su tendencia es siempre para el crecimiento, a fin de operar cambio para un campo más extenso, más abierto, de más dilatados horizontes. La Fe verdadera estudia, examina, investiga, sin espíritu preconcebido, y crece siempre en el conocimiento y en la vivencia del Evangelio de Jesús. El Espiritismo, con sus hechos positivos, viene a dar un gran impulso a la Fe, descubriendo para todos el Reino de los Cielos. Así como el Reinado Celeste abarca el infinito, la Fe es todo y de ella todos necesitan para crecer en el conocimiento de la Vida Eterna.

CAIRBAR SCHUTEL

Se dará al que ya tiene


Se dará al que ya tiene



13. Y llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? - El respondió y dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos: mas a ellos no les es dado. - Porque al que tiene se le dará y tendrá más: mas al que no tiene, aún lo que tiene, se le quitará. - Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo, ni oyen ni entienden. (San Mateo, cap. XIII, v. de 10 a 14.)



14. Y les decía: Atended a lo que vais a oir. Con la medida con que midiéreis os medirán a vosotros y se os añadirá: - Porque al que tiene se dará. Y al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará. (San Marcos, cap. IV, v. 24 y 25.)



15. "Porque al que tiene se le dará y tendrá más; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará". Meditad estas grandes lecciones, que muchas veces os han parecido paradojas. El que ha recibido es aquel que posee el sentido de la palabra divina; ha recibido porque ha procurado hacerse digno, y porque el Señor, en su amor misericordioso, anima los esfuerzos que se dirigen al bien. Estos esfuerzos, sostenidos y perseverantes, atraen las gracias del Señor; es un imán que atrae a El las mejoras progresivas y las gracias abundantes que os hacen fuertes para subir al monte santo, en cuya cúspide está el descanso después del trabajo. "Se quitará al que nada tiene, o que tiene poco". Tomad esto como una oposición figurada. Dios no retira a sus criaturas el bien que se ha dignado hacerlas. ¡Hombres ciegos y sordos!, abrid vuestras inteligencias, y vuestros corazones, mirad por vuestro espíritu, oíd por vuestra alma y no interpretéís de una manera tan groseramente injusta las palabras de aquel que ha hecho resplandecer a vuestros ojos la justicia del Señor. No es Dios el que quita al que ha recibido poco, sino el mismo espíritu que, pródigo e indolente, no sabe conservar lo que tiene y aumentar, fecundándolo, el óbolo caído en su corazón. El que no cultiva el campo que el trabajo de su padre le ha ganado y él hereda, ve cubrir este campo de hierbas parásitas. ¿Es, acaso, su padre el que le vuelve a tomar las cosechas que no ha querido preparar? Si ha dejado perder el grano destinado al campo para fructificar por falta de cuidado, ¿debe acusar a su padre si no produce nada? No, no; en vez de acusar al que todo lo había preparado para él, de volverle a quitar lo que le dió, que acuse al verdadero autor de sus miserias, y entonces, arrepentido y activo, se ponga a la obra con ánimo; que rompa la tierra ingrata por el esfuerzo de su voluntad, que la trabaje hasta el corazón con la ayuda del arrepentimiento y de la esperanza, que eche con confianza el grano que tendrá elegido, bueno entre los malos, que lo rocíe con su amor y con su caridad, y Dios, el Dios de amor, dará al que ya ha recibido. Entonces verá sus esfuerzos coronados de éxito, y un grano producirá ciento y otro mil. Animo, obreros; tomad vuestro rastrillo y vuestros arados, trabajad vuestros corazones y arrancad de ellos la cizaña; sembrad el grano que el Señor os ha confiado, y el rocío de amor le hará producir frutos de caridad. (Un espíritu amigo. Bordeaux, 1862).



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Una parte del Sermón de la Montaña


Una parte del Sermón de la Montaña









"Al ver las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos; y se puso a enseñarles así:                                                                                         

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

 "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra.

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

"Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

 "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

"Bienaventurados seréis, cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros.

" (Mateo, V, 1-12).



En el mundo hay alegrías, sin embargo, existen más dolores y tristezas. Job decía que "el hombre vive poco tiempo en la Tierra y su vida está llena de tribulaciones"

 – Brevi vivens tempore repletur multis miseriis.



Las Escrituras dicen que la Tierra es un Valle de Lágrimas y compara la vida del hombre a la del obrero que sólo a la noche come su pan bañado de sudor.



En este mundo, nos sentimos doblegados al peso del dolor; hoy, mañana o después, él no dejará de visitarnos. El peso de los infortunios acompaña a la Humanidad desde todos los siglos. El hombre viene al mundo con un grito; un gemido de dolor es su último suspiro.



De la cuna a la tumba, la senda de la vida está sembrada de espinas y bañada de lágrimas. ¡Cuántas ilusiones, cuántas amarguras, cuántos dolores pasamos en este mundo!



El dolor es una ley semejante a la de la muerte; penetra en el tugurio del pobre como en el palacio del rico. En este mundo aún atrasado, donde venimos a progresar, el dolor parece ser el centinela asignado a despertarnos para la perfección.



 Max Nordau decía: "Id de ciudad en ciudad y llamad de puerta en puerta; preguntad si ahí se encuentra la felicidad, y todos os responderán: ¡No; ella está muy lejos de nosotros!"



Pero si es verdad que el Señor permitió que los sufrimientos nos asaltasen, no es menos verdad que también nos proporciona la Esperanza, con que aguardamos días mejores. "Bienaventurados los que sufren, porque ellos serán consolados."



La Esperanza, es la estrella que dirige nuestras más bellas aspiraciones; es la estrella que ilumina la noche tenebrosa de la vida, y nos hace vislumbrar la estancia de salvación. La vida en la Tierra es un camino que nos conduce a los parajes luminosos de la Vida Eterna; no es un descanso, sino una preparación para el reposo.



Pablo, el Apóstol de los Gentiles, recordándonos en una de sus luminosas Epístolas la Vida Real, dice: "Día vendrá en que nos despojaremos de la vestimenta mortal para vestir la de la inmortalidad. "



Atravesamos la existencia en la Tierra como el soldado atraviesa un campo de fuego y de sangre, y los bravos y los fuertes de espíritu clavan en las murallas su estandarte y levantan el grito de victoria.

Esto es lo que nos enseña el Espiritismo con su consoladora Doctrina.



Lleno de compasión por el mundo, Cristo descendió de las alturas, se sienta en el monte, atrae hacia sí a multitudes de desventurados y comienza su monumental sermón con las consoladoras promesas:



 "Bienaventurados los pobres, los afligidos, los que lloran, porque de ellos es el Reino de los Cielos." La "buena palabra", la Esperanza, proporciona siempre resignación, coraje y fe a los desilusionados de las promesas del mundo.

El hombre que confía y espera en Dios, ve en los sufrimientos el rescate de sus faltas, el medio de purificarse de la corrupción. Es necesario tener fe, es necesario tener Esperanza. Decid al moribundo que, en verdad, no morirá, y él, animado por vuestra palabra, enfrentará la muerte y no sufrirá su aguijón.

 La Esperanza es el consuelo de los afligidos, la compañera del exilado, la amiga de los desventurados, la mensajera de las promesas de Cristo.

Pierda el hombre todo: bienes, fortuna, salud, seres queridos, amigos, pero si la Esperanza, Hija del Cielo, lo envuelve, él prosigue en su ascensión para el bien, para la vida, para la Inmortalidad.

En lo alto del monte, lleno de tristeza por las desventuras humanas, el Señor enseñaba a la multitud los medios de conquistar, con el trabajo por el que pasaban, el Reino de los Cielos. Y a todos recomendaba resignación en la adversidad, mansedumbre en las luchas de la vida, misericordia en medio de la tiranía, y limpieza de corazón para que pudiesen ver a Dios.



En esa auténtica oración, el Señor preveía que serían injuriados y perseguidos todos aquellos que, creyendo en su Palabra, encontrasen en ella el apoyo para sus dolores, el lenitivo para sus sufrimientos; mas recomienda, anticipadamente, que no nos encolericemos con el mal que nos hicieran, para que sea grande nuestra recompensa en los Cielos.



Dijo más: que ejemplificásemos nuestra vida como los profetas que nos precedieron, porque, "bienaventurados han sido todos los que son perseguidos por causa de la justicia."



Luchemos contra el dolor, aprovechando esa prueba que nos fue ofrecida, para la victoria del Espíritu, libre de los lazos terrenos.



Empuñemos la espada de la Fe y el escudo de la Caridad, con todos sus atributos, y el Reino de Dios florecerá en nosotros, como rogamos diariamente en el Padre Nuestro, la oración que Jesús nos legó.







CAIRBAR SCHUTEL

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