El Pasista


El Pasista


TODOS LOS ENCARNADOS, CON MAYOR O MENOR EFICACIA, pueden prestar su concurso fraterno en la tarea de los pases. Manifestada la disposición fiel de cooperar en el bien del prójimo por uno u otro trabajador encarnado, las autoridades del mundo espiritual designan a entidades sabias y benevolentes que orientan, indirectamente, al aprendiz, valiéndose de su buena voluntad y enriqueciéndole su propio potencial. En otras palabras, consolidada su buena voluntad sincera, el trabajador leal entra en sintonía con bienhechores espirituales que le envían, de manera indirecta, sugerencias respecto a su perfeccionamiento.

En el proceso de preparación para la tarea de los pases, específicamente, es menester que el candidato considere la imperiosa necesidad de su elevación. De hecho, Allan Kardec enseña que la pureza de los sentimientos, el desinterés, la benevolencia, el deseo ardiente de proporcionar alivio, la oración fervorosa y la confianza en Dios, es decir, todas las cualidades morales, son las principales causas para el aumento de la fuerza fluídica curadora. El fluido de la persona de bien, más depurado, tiene propiedades bienhechoras y reparadoras, que no puede tener el fluido de la persona viciosa o interesada.

El desinterés mencionado por Allan Kardec debe ser tanto material como moral. El pasista no debe recibir retribución o ventaja financiera por los pases, pues no tiene el derecho de vender el fluido saludable de los buenos Espíritus:

Restituid la salud a los enfermos, resucitad a los muertos, curad los leprosos, expulsad los demonios. Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente. (Mateo, capítulo X, v.8).

El desinterés moral comprende la ausencia de vanidad, de orgullo y de deslumbramiento ante los resultados de la tarea: “Al aplicar pases y demás métodos de la terapéutica espiritual, no indagar sobre los resultados […]”.

André Luiz ofrece un ejemplo instructivo sobre la actitud del pasista ante los resultados alcanzados por medio de los pases. Al aplicar pases por primera vez, André Luiz obtiene la cura de la paciente, que se lo agradece intensamente. Inicialmente deslumbrado ante tal suceso, André Luiz reconoce después que: “Era como si a la luz de aquella dádiva, se mostrase con mayor fuerza el fondo obscuro de mis imperfecciones individuales”. La advertencia del orientador Aniceto a André Luiz en ese episodio constituye una directriz fundamental para todos aquellos interesados o ya activos en las tareas cristianas, especialmente de los pases:

[…] la excesiva contemplación de los resultados puede perjudicar al trabajador. En ocasiones como esta, la vanidad acostumbra despertar dentro de nosotros, haciéndonos olvidar al Señor. Recuerda que todo bien procede de Él, que es la luz de nuestros corazones. Somos sus instrumentos en las tareas de amor. El siervo fiel no es aquel que se inquieta por los resultados, ni el que permanece extasiado en su contemplación, sino el que cumple justamente la voluntad divina del Señor y sigue adelante.

Como los pases operan por la transfusión de energías psíquicas, la armonía de la mente es fundamental, conforme se indicó en el Capítulo 2. Por lo tanto, primeramente, le es necesario al pasista equilibrar el campo de las emociones. La nostalgia prolongada, la pasión descontrolada y la inquietud obsesiva constituyen barreras que impiden la canalización de las energías auxiliadoras a ser transmitidas por los pases.

Las sustancias que afectan los centros nerviosos y las funciones psíquicas, tales como el alcohol, anulan los mejores esfuerzos para la transmisión de energías equilibradas por los pases. También el exceso de alimentación perjudica las facultades radiantes, pues provoca desarmonías importantes en el organismo.

Además de las cualidades morales, el pasista debe reunir conocimientos intelectuales para la realización de la tarea de los pases: “en cualquier sector de trabajo la falta de estudio significa estancamiento”. El estudio lleva a la comprensión racional de la tarea a realizar, así como proporciona elementos para perfeccionarla. En resumen, el estudio ayuda a que los trabajadores sean instrumentos cada vez más útiles al servicio del Maestro Jesús.
Al reconocer las cualidades necesarias para el servicio de los pases, el candidato no debe sentirse desanimado, pues ellas constituyen indicadores que orientan al trabajador para que su tarea crezca en valores positivos y eternos.


El instructor Alejandro esclarece la cuestión con sabiduría:

[…] Si la práctica del bien estuviese circunscripta a los Espíritus completamente buenos, sería imposible la redención humana. Cualquier cuota de buena voluntad y espíritu de servicio recibe de nuestra parte [de los Espíritus] la mejor atención.

Sin embargo, las palabras del instructor Alejandro no deben ser interpretadas para justificar actitudes comodistas de los candidatos a la tarea de los pases o de los trabajadores.

Parafraseando la enseñanza evangélica sobre los buenos espíritas, se puede afirmar que se reconoce al verdadero pasista por su transformación moral y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones.

Además del pasista encarnado, hay un equipo de trabajadores espirituales en el servicio de pases de una Casa Espírita. El cuadro de auxiliares desencarnados se establece de acuerdo con la organización determinada por los mentores de la Esfera Superior. Los colaboradores espirituales son fichados, tal como ocurre con los médicos y enfermeros en un hospital terrestre común. El equipo espiritual, según el principio de la sintonía, se constituirá de Espíritus afines con los pasistas. Si los trabajadores encarnados actúan con buenas intenciones y buscan elevarse intelectomoralmente, atraerán a buenos Espíritus para la realización de la tarea de los pases.

Esclarece Manoel Philomeno de Miranda que:

En el conjunto de los cooperadores encarnados, el médium pasista, disciplinado y vigilante, puede ser comparado con un interruptor que acciona el flujo de fuerzas, a través de sus propias potencialidades, funcionando entre los desencarnados y los portadores de cualquier disturbio.

En esa labor, al filtrar las energías procedentes de nosotros [los desencarnados], las transmite cargadas de las fuerzas personales, fácilmente asimilables por los necesitados, en función de la estancia en la coyuntura fisiológica.

Como verdadero transceptor, le es indispensable generar energías puras, saludables, de las que nos utilizamos [los desencarnados] para los complejos trabajos de restauración de periespíritus enfermos y de organismos somáticos lesionados…

Sin embargo, por alto que sea el potencial curador de que disponga el hombre, si éste no se vincula a las labores de santificación y no se engrandece interiormente, mediante la vivencia del Cristianismo en su pureza, se convierte en un poseedor de graves recursos destructivos, que son utilizados por mentes infelices e impiedosas, con las cuales sintoniza por medio de procesos especiales de identificación de propósitos, de inconsciencia y de irresponsabilidad, que pasan a comandarlo en una dominación perniciosa. Además, eso sucede con todo aquel que se permite licencias y desequilibrios morales.

Los que disponen de más expresivas fuerzas de actuación enérgica más fácilmente se convierten en presas de aquellas mentes, por motivos obvios.

Cada criatura emite las vibraciones que le son propias, correspondiéndole el deber impostergable de perfeccionar tales energías, colocándose al servicio del bien operante. Y ese precioso medio de alterar providencialmente las propias fuerzas es el conocimiento y la vivencia del Evangelio de Jesús en toda su elocuencia.

El pasista no debe pretender obtener los mismos resultados alcanzados por Jesús y los apóstoles, pero sí tiene el deber de educarse mentalmente y buscar su propia renovación moral al mismo tiempo que contribuye para la mejoría del semejante.

Tomado de;


Anotaciones;

  1. Cuanto más elevado moralmente sea el pasista, más depurado será su periespíritu y más facilidad tendrá para atraer y transmitir buenos fluidos. Es como unvaso limpio que recibe y ofrece agua limpia.
  2. Cuanto menos elevado moralmente sea el pasista y menos esfuerzos haga para su renovación moral, más denso será su periespíritu y más dificultad tendrá para atraer y transmitir buenos fluidos. Es como un vaso sucio que recibe y ofrece agua sucia.

3 comentarios:

  1. Los pasistas deben recordar siempre:


    1ª – Que no debe tocar al paciente.


    2ª – Que puede dar pases a hombres y mujeres.


    3ª – Que no es necesario sacudir las manos para liberarse de los fluidos nocivos.
    4ª – Lo inútil de los resoplidos, jadeos y demás.


    5ª – La inconveniencia de hablar, con los pacientes en la sala de pases, o permitir que ellos hablen entre si.


    6ª – La necesidad de mantener, permanentemente, la higiene corporal y psíquica.


    7ª – No tener preferencias entre uno y otro paciente.


    8ª – No tener la presunción de que se vale de si mismo, ignorando la gran ayuda que le viene de lo Alto.


    9ª – Máxima sencillez y simplicidad a la hora de dar y recibir, ya que el propio pasista antes de dar, ya recibió el pase correspondiente, cuando se recogió por unos segundos en la sala de pase en oración, por lo que no necesita que ningún compañero le de fluidos.
    10ª – Vigilar su mente para saber que piensa y emite en los momentos del pase.

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  2. El pasista no debe descuidar la acomodación del paciente, este debe estar cómodamente sentado o tumbado, con el fin de poder relajar sus nervios y músculos, facilitando, por su desprendimiento, el relacionamiento entre las personas ligadas al pase. Se debe aconsejar al paciente; que el día del pase, se alimente correctamente con exclusión de carnes, (es un requisito que no es indispensable, y si aconsejable por las posibles toxinas de la carne). Salsas picantes e ingestión de bebidas alcohólicas, así como mantener el espíritu lo más tranquilo posible, con las miras de obtener mejor recepción de las energías irradiadas.

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  3. El pase, como género de socorro, invariablemente aplicable sin ninguna contraindicación, es siempre valioso en el tratamiento debido a los enfermos de toda clase. André Luiz

    Ante tanto dolor como ha habido en el mundo en todos los tiempos, por lo que las fuerzas de lo Alto han procurado asistirnos en todo momento. Debido a los diversos problemas de índole físico, psíquico o espiritual, podemos decir que el hombre siempre ha estado necesitado de auxilio que, en muchas ocasiones ha sido proporcionado por los mal conocidos médiums, sanadores, curanderos, magnetizadores etc. Y, éstos a su vez, han sido instrumentos de los Espíritus Superiores, dedicados y abnegados al bien, en todo momento.

    Médium es todo aquel que sirve de puente entre el mundo Espiritual y en el mundo terrenal.

    El pase es un recurso asistencial por parte de los Centros y Grupos Espíritas; incluso cuando el pase no se de en un Centro, él sigue siendo un recurso utilizado en muchas circunstancias de necesidad.

    Muy sabiamente nos dice Allan Kardec: La facultad de curar por la imposición de manos tiene evidentemente su principio en una potencia excepcional de expansión fluídica; pero está aumentada por diversas causas, entre las cuales es menester poner en primera línea la pureza de sentimientos, el desinterés, la benevolencia, el deseo ardiente de aliviar, la oración ferviente, y la confianza en Dios; en una palabra: todas las cualidades morales.

    https://espiritismo.es/que-es-el-pase/

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