ENFATICEMOS
EN LA MORAL
¿Por qué es necesario
que enfaticemos en conocernos a nosotros mismos y consideremos la moral como un
factor importantísimo en nuestro progreso como seres humanos y espirituales?
Como escuela que divulga
la doctrina espírita, entendemos que es propio que señalemos todo lo que pueda
ayudarnos a progresar como espíritus y esto lo podemos lograr trayendo a
nuestra atención los factores que constituyen la base del progreso del
individuo. De ahí partimos hacia el comportamiento y conducta que observamos
los seres humanos en nuestra vida diaria y que nos ocasionan situaciones
difíciles que obstaculizan el camino que debemos recorrer para llegar a la
perfección que es la meta que aspira alcanzar todo ser espiritual.
Hemos mencionado
anteriormente que ningún ser humano es perfecto pero, precisamente ese es el
gran reto que se nos presenta vida tras vida, ir mejorándonos para cumplir con
las palabras de Jesús: “sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre
celestial es perfecto”, Evangelio Según el Espiritismo, Cap. XVII, Sed
Perfectos, #2. Las leyes divinas son igualmente perfectas porque son la
manifestación de la fuerza suprema que llamamos Dios y por lo tanto, son las
leyes que debemos conocer para que nos sirvan de guía para nuestro
mejoramiento. Los principios de esas leyes están grabados en la intimidad de
nuestro ser, pues son la expresión de la perfección de Dios en cada uno de
nosotros. Es esa intuición, ese impulso que nos lleva a reflexionar sobre
nuestros pensamientos, sentimientos y acciones y que nos serían de gran
beneficio si le diéramos la consideración y atención que merecen en el momento
en que surgen.
El propósito que
queremos lograr no es el que tengamos que sentirnos avergonzados por las
imperfecciones que vamos descubriendo por medio del auto-análisis que
realizamos para conocernos. Todo lo contrario, se trata de responsabilizarnos
por un esfuerzo de mejoramiento diario donde vamos a ir sustituyendo los
defectos por virtudes. Esta tarea no se logra de la noche a la mañana, sino que
es un despertar de conciencia donde reconocemos la utilidad de nuestra fuerza
de voluntad para convertirnos en los conductores en el camino que queremos
seguir. Es importante que evaluemos cuánta influencia exterior estamos permitiendo
en nuestra conducta, pues tenemos que reconocer el libre albedrío que se nos ha
otorgado, pero no olvidar que debemos responder por cada acción nuestra.
La sociedad en que
vivimos actualmente está seriamente afectada por las consecuencias de la
conducta que observamos los seres humanos. A través del tiempo hemos aceptado
acciones que se han convertido en hábitos y vicios que nos perjudican en
nuestro cuerpo físico y espiritualmente. Son esas conductas aceptadas
socialmente como el beber alcohol, el fumar, el juego, promiscuidad sexual,
excesos en la ingestión de alimentos perjudiciales a la salud, etc. Hasta
cierto punto, hemos confundido la libertad con el libertinaje ignorando los
valores morales que son los puntales de una vida sana.
Así pues, no nos extraña
que Kardec le dé tanta importancia, porque así se lo transmitieron los seres
espirituales que participaron en la codificación espírita, a la edificación
moral del individuo. El progreso espiritual no se alcanza únicamente por los
conocimientos intelectuales adquiridos en cada encarnación. Es necesario que
ese conocimiento sea aplicado de manera que contribuya a fortalecer la
condición moral del individuo. Si miramos la historia de nuestra humanidad,
podemos apreciar distintos adelantos científicos y tecnológicos que al ser
utilizados sin el adecuado apoyo moral, han ocasionado grandes sufrimientos al
ser humano.
Se dice que en las
esferas inferiores de nuestro planeta se encuentran muchos seres denominados
como sabios pero que carecieron de un desarrollo moral que apoyara su
desarrollo intelectual. La expresión máxima de la moral que podemos alcanzar la
ofrece Jesús en las palabras “ama a tu prójimo como a ti mismo” y “solo por el
amor será salvo el hombre”.
Nuestra humanidad se
encuentra en un hermoso proceso de cambio, de transición, en el cual la moral
es un factor importantísimo y forma la base del futuro que nos aguarda. El
hombre de ciencia de nuestros días se afana por descubrir si hay vida en otros
planetas. La doctrina espírita nos indica que no hay duda de la vida en otros
planetas; recordemos la frase de Jesús: “hay muchas moradas en la casa de mi
Padre”; igualmente los postulados de la misma doctrina: inmortalidad del alma,
reencarnación, comunicación por medio de la facultad mediúmnica, pluralidad de
mundos habitados. Pero igualmente debemos indicar que esta humanidad ha
alcanzado los avances tecnológicos necesarios para visitar otros planetas y el
impedimento que ha tenido para lograrlo estriba en nuestro atraso moral.
Así, pues, tenemos que
volver al ejercicio de “conócete a ti mismo” para poder salir de ese atraso
moral que nos mantiene dando importancia, mayor de la que tiene, a la materia,
apegándonos cada día más a los goces y disfrutes que ella nos proporciona sin
fijarnos que solo estamos logrando apartarnos del camino del bien, del camino
del progreso. Esos goces materiales transitorios no pueden ni siquiera
compararse con la felicidad que puede experimentar el espíritu que ha sabido
conducir su vida por el camino del bien, de la caridad, del amor al prójimo,
del cumplimiento del deber. En este momento podemos recordar al ilustre
puertorriqueño Eugenio María de Hostos quien en una ocasión sabiamente dijo:
“el derecho y el deber son resplandores del espíritu; no puede exigir derechos
quien no ha cumplido con sus deberes”.
En el Evangelio Según el
Espiritismo, Capítulo I, #9, se nos indica que “Cristo fué el iniciador de la
más pura moral, la más sublime, de la moral que debe renovar el mundo, reunir a
los hombres y hacerlos hermanos; que debe hacer brotar de todos los corazones
humanos la caridad y el amor al prójimo y crear entre todos los hombres una
solidaridad común; en fin, de una moral que debe transformar la Tierra y hacer
de ella una morada para espíritus superiores a los que hoy la habitan. Es la
ley del progreso, a la que está sometida la naturaleza, que se cumple, y el
Espiritismo es la palanca de que Dios se sirve para hacer avanzar a la
humanidad.”
“Han llegado los tiempos
en que las ideas morales deben desarrollarse para realizar el progreso que
entra en los designios de Dios, siguiendo el mismo camino que han recorrido las
ideas de libertad y que fueron sus precursores....la hermosura y la santidad de
la moral impresionarán los espíritus, se aficionarán a una ciencia que les de
la clave de la vida futura y les abre las puertas de la eterna felicidad.”
Nos dice también León
Denis, en su libro El Problema del Ser y del Destino, Capítulo XII, El Libre
Albedrío: “el día en que se ha penetrado de la ley y la hace la regla de sus
acciones, ha alcanzado el punto moral en que el hombre se posee, se
domina y se gobierna a sí mismo”.
Ahora es el momento de
reconocer nuestra realidad espiritual, conocernos a nosotros mismos, trabajar
en nuestro mejoramiento moral para poder progresar material y espiritualmente.
Esas modificaciones en nuestros hábitos y costumbres que nos ayuden a
mejorarnos como seres humanos, también se habrán se reflejar en nuestro
espíritu y con esta labor de mejoramiento moral estaremos contribuyendo a edificar
un mundo mejor para ahora y para el futuro.
http://www.casadelasalmas.org/index_02-13-2014_029.htm
El Espiritismo es la moral. Su lema no es exclusivo como el del catolicismo, que dice: «Fuera de mí no hay salvación», el Espiritismo dice: Sin caridad, sin amor, sin transformación moral, sin corrección de sí mismos, no se salvan los seres, no se elevan las almas hacia su Creador, y por eso, la ciencia espirita y los espíritus de luz y de verdad repiten en todas partes como una admirable advertencia moral el «Sed hoy mejores que ayer y mañana mejores que hoy».
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