EL DETERMINISMO HISTÓRICO Y LA CAUSALIDAD DEL ESPIRITISMO
Todos conocemos el contexto histórico en el que las ideas de Kardec hicieron mella en la sociedad europea del siglo XIX y la necesidad de producir por parte de los espíritus, el despertar de las conciencias adormecidas por el mecanicismo y el materialismo ortodoxo.
En palabras de Kardec, La Génesis, Cap. XVIII – Nº 25:
“No es el Espiritismo el artífice de la renovación social, sino la madurez de la humanidad la que convierte a esta renovación en una necesidad. Por su fuerza moralizadora, por sus tendencias progresistas, por la amplitud de miras, por la generalidad de los temas que abarca, el Espiritismo, más que ninguna otra doctrina, es apto para secundar al movimiento regenerador. Por tal motivo, ambos son contemporáneos. Llegó el momento en que podía resultar de utilidad, ya que también para él los tiempos han llegado; antes, hubiera chocado con obstáculos insuperables, inevitablemente sucumbiría, debido a que los hombres, satisfechos con lo que poseían, no sentían aún la necesidad de gustar lo que él les trae. Hoy, nacido el movimiento de ideas que fermentan, encuentran el terreno preparado para recibirlo; los espíritus, cansados de la duda y la incertidumbre y aterrorizados por el vacío que se abre ante ellos, lo acogen como un áncora de la esperanza y un supremo consuelo”.
También existió otro momento oportuno para el surgimiento de la Sociología Espírita alrededor de 1930, que vino a fijar posición frente al embate materialista y el capitalismo de la época, que encuentra al argentino Manuel Porteiro como uno de sus más lúcidos fundadores. Nuestro querido amigo Jon Aizpúrua lo eleva a su real valor en su obra: “El Pensamiento Vivo de Porteiro”.
En sus propias palabras Porteiro nos dice:
“Sostener, desde el punto de vista espiritista, que el hombre debe adaptarse al medio social, convivir con los intereses creados, con los egoísmos, con las vilezas, los prejuicios e inmoralidades, y no combatir las injusticias sociales, los males de la sociedad, ni tratar de aliviar los dolores y las miserias de sus semejantes, suprimiendo las causas inmediatas que los producen; decir que cada uno ocupa el lugar que le corresponde en la sociedad y, que por consiguiente, hay que dejarlo en ese lugar; asegurar que el que sufre es porque hizo sufrir anteriormente a los demás y necesita el sufrimiento para purgar el mal hecho; dar por originados en existencias anteriores todos los males, todos los abusos, desmanes, crímenes, desigualdades e iniquidades que se contemplan en este mundo, tratar de justificarlos y pensar que la condenación de los mismos es contraria al espíritu y a la moral de la doctrina espiritista; significa más que una falsa interpretación, una falta de lucidez en la conciencia de los que tal creen o suponen.
No es pues, mirando hacia atrás sino hacia delante, como debe conducirse el espiritista.”
Ya situados en el presente, avizoramos también otro momento oportuno para el florecimiento de la filosofía espírita frente a la crisis global que nos afecta tanto en el ámbito socio-económico como ambiental. Para hacer un rápido recorrido podemos nombrar: La Crisis económica Global, La Pérdida de la confianza en el Sistema Financiero y en la Ética Empresaria (Lehman Brothers, Enron, Nike entre otros ej.), El Calentamiento Global, El Aumento de la Pobreza y la Indigencia, El Círculo Perverso de la: Discriminación -> Segregación -> Violencia -> Miedo, (como lo describe Zygmunt Bauman en “Tiempos Líquidos”) que se está viviendo en el mundo desarrollado (deportaciones masivas en Italia, Francia, España, Estados Unidos etc.).
Hemos arribado a un estado de situación límite que sumado a la conducta individualista y egocéntrica que nos propone el capitalismo, está produciendo un aumento de las enfermedades mentales tales como la angustia, la depresión y ciertos tipos de esquizofrenia, además del resurgimiento de movimientos de extrema derecha que promueven la mixofobia y la discriminación étnica y de clases.
Frente a este complejo panorama el ser humano se debate entre la pérdida de valores fundamentales para la vida social y el rescate de la familia como ámbito privilegiado para el desarrollo de los mismos, como lo son: la tolerancia, el respeto, la generosidad y el amor en el ejercicio de la convivencia.
Todos conocemos el contexto histórico en el que las ideas de Kardec hicieron mella en la sociedad europea del siglo XIX y la necesidad de producir por parte de los espíritus, el despertar de las conciencias adormecidas por el mecanicismo y el materialismo ortodoxo.
En palabras de Kardec, La Génesis, Cap. XVIII – Nº 25:
“No es el Espiritismo el artífice de la renovación social, sino la madurez de la humanidad la que convierte a esta renovación en una necesidad. Por su fuerza moralizadora, por sus tendencias progresistas, por la amplitud de miras, por la generalidad de los temas que abarca, el Espiritismo, más que ninguna otra doctrina, es apto para secundar al movimiento regenerador. Por tal motivo, ambos son contemporáneos. Llegó el momento en que podía resultar de utilidad, ya que también para él los tiempos han llegado; antes, hubiera chocado con obstáculos insuperables, inevitablemente sucumbiría, debido a que los hombres, satisfechos con lo que poseían, no sentían aún la necesidad de gustar lo que él les trae. Hoy, nacido el movimiento de ideas que fermentan, encuentran el terreno preparado para recibirlo; los espíritus, cansados de la duda y la incertidumbre y aterrorizados por el vacío que se abre ante ellos, lo acogen como un áncora de la esperanza y un supremo consuelo”.
También existió otro momento oportuno para el surgimiento de la Sociología Espírita alrededor de 1930, que vino a fijar posición frente al embate materialista y el capitalismo de la época, que encuentra al argentino Manuel Porteiro como uno de sus más lúcidos fundadores. Nuestro querido amigo Jon Aizpúrua lo eleva a su real valor en su obra: “El Pensamiento Vivo de Porteiro”.
En sus propias palabras Porteiro nos dice:
“Sostener, desde el punto de vista espiritista, que el hombre debe adaptarse al medio social, convivir con los intereses creados, con los egoísmos, con las vilezas, los prejuicios e inmoralidades, y no combatir las injusticias sociales, los males de la sociedad, ni tratar de aliviar los dolores y las miserias de sus semejantes, suprimiendo las causas inmediatas que los producen; decir que cada uno ocupa el lugar que le corresponde en la sociedad y, que por consiguiente, hay que dejarlo en ese lugar; asegurar que el que sufre es porque hizo sufrir anteriormente a los demás y necesita el sufrimiento para purgar el mal hecho; dar por originados en existencias anteriores todos los males, todos los abusos, desmanes, crímenes, desigualdades e iniquidades que se contemplan en este mundo, tratar de justificarlos y pensar que la condenación de los mismos es contraria al espíritu y a la moral de la doctrina espiritista; significa más que una falsa interpretación, una falta de lucidez en la conciencia de los que tal creen o suponen.
No es pues, mirando hacia atrás sino hacia delante, como debe conducirse el espiritista.”
Ya situados en el presente, avizoramos también otro momento oportuno para el florecimiento de la filosofía espírita frente a la crisis global que nos afecta tanto en el ámbito socio-económico como ambiental. Para hacer un rápido recorrido podemos nombrar: La Crisis económica Global, La Pérdida de la confianza en el Sistema Financiero y en la Ética Empresaria (Lehman Brothers, Enron, Nike entre otros ej.), El Calentamiento Global, El Aumento de la Pobreza y la Indigencia, El Círculo Perverso de la: Discriminación -> Segregación -> Violencia -> Miedo, (como lo describe Zygmunt Bauman en “Tiempos Líquidos”) que se está viviendo en el mundo desarrollado (deportaciones masivas en Italia, Francia, España, Estados Unidos etc.).
Hemos arribado a un estado de situación límite que sumado a la conducta individualista y egocéntrica que nos propone el capitalismo, está produciendo un aumento de las enfermedades mentales tales como la angustia, la depresión y ciertos tipos de esquizofrenia, además del resurgimiento de movimientos de extrema derecha que promueven la mixofobia y la discriminación étnica y de clases.
Frente a este complejo panorama el ser humano se debate entre la pérdida de valores fundamentales para la vida social y el rescate de la familia como ámbito privilegiado para el desarrollo de los mismos, como lo son: la tolerancia, el respeto, la generosidad y el amor en el ejercicio de la convivencia.
http://www.viasantos.com/pense/arquivo/1356.html
No es pues, mirando hacia atrás sino hacia delante, como debe conducirse el espiritista
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