“Y habrá un rebaño, y un pastor”
31. “También tengo otras ovejas que no son
de este redil; aquellos también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”
(San Juan, 10:16).
32. Con estas palabras, Jesús anuncia
claramente que un día los hombres se fusionarán en una única creencia. Pero,
¿cómo se llevará a cabo tal unificación? Parece algo difícil, si se piensa en
las diferencias que existe entre las religiones, el antagonismo que mantienen
entre sus respectivos adeptos, su obstinación en considerarse detentores
exclusivos de la verdad.
Todas desean mucho la unidad, pero se envanecen
pensando que ella será en su beneficio, y ninguna, además, intenta hacer una
concesión a sus creencias.
Sin embargo, la unidad se logrará en
religión como tiende a realizarse en los órdenes social, político y comercial
mediante la caída de la barreras que separan a los pueblos y por la asimilación
de los hábitos, las costumbres y el uso de la lengua.
Los pueblos del mundo entero
fraternizan ya, como las gentes de las provincias de un mismo país. Se intuye
esta unidad, se la desea, y ella será lograda por la fuerza de las cosas,
porque devendrá una necesidad para solidificar los lazos fraternales entre las
naciones.
Se la obtendrá por el desarrollo de la razón humana, que hará ver la
puerilidad de tales disidencias. Por el progreso de las ciencias, que cada día
corrigen los errores materiales sobre los cuales se apoyan, al tiempo que, poco
a poco, vayan separando las piedras carcomidas que aún afectan a sus cimientos.
Si la ciencia derriba en las regiones lo que es obra del hombre y fruto de su
ignorancia con respecto a las leyes de la Naturaleza, no puede, en cambio,
destruir, a pesar de la opinión de algunos, lo que es obra de Dios y lo que
constituye la verdad eterna: al allanar el terreno de lo falso, prepara el
camino hacia la unidad.
Para alcanzar la unidad, las religiones
deberán reencontrarse en un terreno neutral, aunque común a todas. Para ello,
todas deberán realizar concesiones y sacrificios más o menos importantes, de
acuerdo con la multiplicidad de sus dogmas particulares. Pero, en virtud del
principio de inmutabilidad que todas profesan, la iniciativa para las
concesiones no podría provenir del campo oficial.
En vez de tomar su punto de
partida en las altas esferas, lo tomarán en los últimos peldaños mediante la
iniciativa individual. Desde hace algún tiempo se opera un movimiento de
descentralización que va adquiriendo una fuerza arrolladora. El principio de
inmutabilidad, que las religiones consideraron hasta hoy como una égida
conservadora, devendrá un elemento destructor, ya que al inmovilizarse los
cultos, al tiempo que la sociedad avanza, ellos se verán desbordados y más
tarde absorbidos por la corriente de ideas progresivas.
La inmovilidad, en vez de ser una fuerza,
se convierte en una causa de debilidad y ruina para quien no sigue el
movimiento general. Rompe la unidad, porque quienes desean ir hacia adelante se
separan de los que se obstinan en quedarse atrás.
En el estado actual de la opinión y los
conocimientos, la religión que deberá unir un día a todos los hombres, bajo una
misma bandera, será la que satisfaga mejor a la razón y a las legítimas
aspiraciones del corazón y del espíritu. La que no pueda ser desmentida en
ningún aspecto por la ciencia positiva; la cual, en vez de inmovilizarse, siga
a la Humanidad en su marcha progresiva sin dejarse aventajar; la que no sea
exclusiva ni intolerante; la que emancipe a la inteligencia aceptando sólo la
fe razonada; aquella cuyo código de moral sea el más puro, el más racional, el
más armonioso con las necesidades sociales, el más adecuado para establecer
sobre la Tierra el reino del bien, por la práctica de la caridad y de la
fraternidad universales.
Lo
que mantiene vivo el antagonismo entre las religiones es la idea de que cada
una posee un dios particular y su pretensión de contar cada cual con el único
verdadero y el más poderoso, que se encuentra en constante hostilidad con los
dioses de los demás cultos y ocupado en combatir sus influencias. Cuando se
convenzan que sólo hay un Dios en el Universo y que se le adore como Jehová, Alá o Dios es,
en definitiva, el mismo; cuando lleguen a un acuerdo sobre sus atributos
esenciales comprenderán que un ser único sólo puede tener una voluntad única, y
entonces habrá llegado el momento de darse la mano como los servidores de un
mismo Amo y los hijos de un mismo Padre, siendo ése el primer gran paso que ha
de llevar a la unidad.
Tomado
de; La Génesis - Capítulo XVII, en las
Predicciones del Evangelio,
A. ¿Qué quiso decir Jesús con la frase
“Habrá un solo rebaño y un solo pastor”?
Con estas palaras “y habrá un solo rebaño y un solo
pastor”, Jesús anuncia claramente que un día los hombres se unirán en una única
creencia. La unidad se hará en religión, como tiende a hacerse socialmente,
políticamente, comercialmente, por la caída de las barreras que separan los
pueblos y por la asimilación de las costumbres, los usos y el lenguaje. Los
pueblos del mundo entero ya confraternizan, como los de las provincias de un
mismo país. Se intuye esta unidad y todos la desean. Ella se logrará, pues, por
la fuerza de las cosas, porque se volverá una necesidad para estrechar los
lazos de fraternidad entre las naciones; se logrará por el desarrollo de la
razón humana, que estará apta para comprender la puerilidad de todas esas
disidencias; por el progreso de las ciencias, que demuestran cada día los
errores materiales sobre los cuales se apoyan tales disidencias y separan poco
a poco de sus filas las piedras carcomidas. (La Génesis, cap. XVII, ítems 31 y 32.)
Tomado de; http://www.oconsolador.com.br/ano9/418/empk_espanhol.html
R. 09/18/2023
ResponderEliminarSagradas Escrituras 1569
Juan 10:16
También tengo otras ovejas que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz; y se hará un corral, y habrá un pastor.