La vista de Dios. (31-33)
31. —Puesto que Dios está en
todas partes, ¿por qué no le vemos? ¿Le veremos al dejar la tierra? Tales son
las preguntas que continuamente nos hacemos. A la primera es fácil contestar:
nuestros órganos materiales tienen percepciones limitadas que los hacen
impropios para ver ciertas cosas, aun de las materiales. Así es como ciertos
fluidos se sustraen totalmente á nuestra vista y á nuestros instrumentos más
perfeccionados, y sin embargo, no dudamos de su existencia. Vemos los efectos
de la peste, más no los fluidos, miasmas ó corpúsculos que la transportan;
vemos á los cuerpos moverse bajo la influencia de la fuerza de gravitacion, y
sin embargo no vemos esta fuerza.
32. —Las cosas de esencia
espiritual no pueden ser vistas por órganos materiales: sólo por la vista espiritual
podemos ver los Espíritus y las cosas del mundo inmaterial. Sólo, pues, nuestra
alma puede tener la percepcion de Dios. ¿Se vé inmediatamente despues
de la muerte? Cosa es que
sólo las comunicaciones de ultratumba pueden decirnos. Por ellas sabemos que la
vista de Dios sólo es perceptible para las almas puras ' y que son muy pocas
las que al dejar su envoltura terrestre, han alcanzado el grado de
desmaterializacion necesario para ello. Algunas comparaciones vulgares lo harán
comprender fácilmente.
33. —Quien se encuentra en el
fondo de un valle cubierto de bruma densa no vé el sol; pero como ya lo hemos
dicho, juzga por la luz difusa de la presencia del sol. Si sube á lo alto, la
niebla se va aclarando á medida que gana altura; mas no por eso ve todavía el
sol. Cuando empieza á verlo, se le presenta velado, porque el menor vapor basta
para amortiguar su esplendoroso disco. Sólo despues de haber salvado
completamente la capa brumosa y encontrándose en una atmósfera perfectamente
pura, es cuando le vé en todo su esplendor y magnificencia.
Lo mismo sucedería á quien
tuviese la cabeza cubierta con varios velos: al principio no vería nada; mas á
cada velo que se le quitase, iria percibiendo la luz con mas claridad y solo
cuando hubiese desaparecido el último, veria distintamente lo que le rodea.
. Cosa análoga sucede con un
licor cargado de materias estraíías: al pronto está turbio, mas á cada
destilacion gana en trasparencia hasta que completamente purificado, adquiere
una limpieza perfecta y no presenta ningun obstáculo á la vista.
Esto sucede con el alma. La
envoltura perispirital, aunque invisible é impalpable para nosotros, es para
ella una verdadera materia demasiado grosera aun, para ciertas percepciones.
Esta envoltura se espiritualiza á medida que el alma se eleva en moralidad.
Las imperfecciones del alma
son como velos que oscurecen su vista: cada imperfeccion que deja, es un velo
que se quita; mas sólo cuando se halla completamente purificado, es cuando goza
de la plenitud de sus facultades.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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