La Providencia (23-25)


La Providencia (23-25)



23. —Mas los Espíritus por elevados que sean, son criaturas de facultades limitadas, y ni su poder ni la extension de sus percepciones podrían bajo este aspecto aproximarse ni. con mucho á las de Dios; pero pueden servirnos hasta cierto punto de comparacion. Lo que el Espíritu no puede hacer sinó en muy reducidos límites, Dios, que es infinito, lo verifica en proporciones indefinidas. Hay aun entre la accion de uno y otro esta diferencia, y es que la del Espíritu es instantánea y subordinada á las circunstancias, mientras que la de Dios es permanente; el pensamiento del Espíritu no alcanza sinó á un espacio y un tiempo limitados, mientras que la de Dios abraza el universo y la eternidad. En una palabra, entre los Espíritus y Dios media la distancia que de lo finito á lo infinito, y por consecuencia, inconmesurable.



24. —El fluido perispirital no es el pensamiento del Espíritu, sinó el agente y el intermedio de este pensamiento: como es él quien lo trasmite, está en cierto modo impregnado de él; y en la imposibilidad en que estamos de aislarlo, parece unificarse con el fluido, como el sonido parece estarlo con el aire, de modo que podemos casi materializarlo; y como decimos que el aire se hace sonoro, podríamos, tomando el efecto por la causa, decir que el fluido se hace inteligente.



25. —Suceda ó no asi con el pensamiento de Dios, es decir que obre ó no directamente ó por medio de un fluido, para nuestra inteligencia, representémonoslo bajo la forma concreta de un fluido inteligente que llena el universo infinito y penetra todas las partes de la creacion. La naturaleza entera está sumergida en el fluido divino; mas en virtud del principio de que las partes de un todo simple son de la misma naturaleza y tienen las mismas propiedades que el todo, cada átomo de este fluido, si puede decirse así, poseyendo el pensamiento, es decir los atributos esenciales de la divinidad, y estando este fluido en todas partes, todo estará sometido á su accion inteligente, á su prevision, á su amor: no habrá ser por Ínfimo quesea, que no esté en cierto modo saturado de él. Así es que todos estamos constantemente en presencia de la divinidad; no hay acto, por insignificante que sea, que podamos sustraer á su mirada, y nuestro pensamiento está en contacto incesante con su pensamiento; por lo cual, con razon se dice que Dios lee en los mas recónditos pliegues de nuestro corazon. Estamos en Él, como Él está en nosotros, segun la palabra de Jesucristo.

Para abrazar en su amor á todas sus criaturas, no tiene necesidad Dios de bajar sus ojos de lo alto de la inmensidad; para que nuestras preces sean oidas, no es necesario que traspasen el espacio ni que sean recitadas en voz sonora; porque estando en nosotros, nuestros pensamientos repercuten en él, como los sonidos de una campana hacen vibrar todas las moléculas del aire ambiente.



Extraído del libro “EL GÉNESIS

LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec

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