La Providencia (22)
22. —En la impotencia en que el hombre está, de comprender
la esencia misma de la divinidad, no puede formarse sino una idea aproximativa
por medio de comparaciones, necesariamente muy imperfectas, pero que al menos
pueden mostrarle la posibilidad do
lo que á primera vista les parece imposible.
Supongamos un fluido bastante sutil para penetrar todos los
cuerpos, es evidente que encontrándose cada molécula de este fluido en contacto
con cada molécula de la materia, producirá sobre el cuerpo una acción idéntica
á la que produciría la totalidad del fluido.
Así lo demuestra á cada paso la química, en proporciones
limitadas.
Este fluido, como ininteligente, obra mecánicamente por las
solas fuerzas materiales. Mas si suponemos á este fluido dotado de
inteligencia, de facultades perceptivas y sensitivas, obrará no ciegamente sino
con discernimiento, con voluntad y libertad; verá, oirá y
sentirá.
Las propiedades del fluido perispirital pueden darnos de
esto una idea. No es inteligente por sí mismo, puesto que es materia; pero es
el vehículo del pensamiento, de las percepciones y de las sensaciones del
Espíritu. A causa de la sutileza de ese fluido, los Espíritus penetran por
todas partes, escrutan nuestros pensamientos mas íntimos, ven y obran á
distancia.
A ese mismo fluido, llegado á cierto grado de depuracion, es
á lo que los Espíritus superiores deben el donde obicuidad; basta un rayo de su
pensamiento dirijido sobre diversos puntos, para que puedan hacer sentir su
presencia en ellos simultáneamente; la estension de esta facultad está
subordinada al grado de elevacion y de purificacion del Espíritu.
.
Es tambien por medio de este fluido como el hombre mismo
obra á distancia por la potencia de la voluntad sobre ciertos individuos; cómo
modifica en ciertos límites las propiedades de la materia; da á sustancias
simples propiedades determinadas; repara los des
órdenes orgánicos, y verifica curaciones con la sola imposición
de las manos.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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