los tiempos modernos y el espiritismo


Tema¦ los tiempos modernos y el espiritismo



Anotaciones

Reunión # 40



  • los tiempos modernos el Espiritismo es; sin duda, el revivir del cristianismo en sus fundamentos más simples.
  • El espírita, debe observar los tiempos en que vive y las circunstancias que a su alrededor se desenvuelven,
  • El Espiritismo es una doctrina evolutiva y dinámica, y por lo tanto sujeta a modificaciones que la engrandezcan y la amplíen.
  • una reactivación
    • mentalidad más abierta
    • una mayor adaptación a los tiempos y circunstancias que hoy vivimos
    • un olvido de los prejuicios sociales
    •  todo aquello que pueda limitarnos a divulgar ampliamente la doctrina
  • el intentar ponernos al corriente de las necesidades espirituales que esta sociedad tiene
  • ser consciente de cuál es su misión y responsabilidad
  • trabajar en grupo para poder enfrentar con éxito la nueva etapa que nos corresponde realizar
  • está en nosotros, y siempre ayudado por lo Alto, el conseguir unas metas más amplías de superación y progreso.



https://belltobias.wordpress.com/2008/11/30/congreso-nacional-de-espiritismo-1981-5/









Iris de la Rosa Vélez

20 febrero de 2017

Los sanos no tienen necesidad de médico


Los sanos no tienen necesidad de médico



11. Y acaeció que estando Jesús sentado a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con El, y con sus discípulos. - Y viendo esto los fariseos, decían a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? - Y oyéndolo Jesús, dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico sino los enfermos. (San Mateo, cap. IX, v. 10, 11 y 12).



12.  Jesús se dirigía, sobre todo, a los pobres y a los desheredados, porque éstos son los que tienen más necesidad de consuelos; a los ciegos dóciles y de buena fe porque quieren ver, y no a los orgullosos, que creen poseer toda la luz y no faltarles nada. (Véase la Introducción, art. "Publicanos y Peageros".) Estas palabras, como otras muchas, encuentran su aplicación en el Espiritismo. Algunos se admiran de que la mediumnidad se concede a gentes indignas y capaces de hacer mal uso de ella; parece, dicen, que una facultad tan preciosa debería ser atributo exclusivo de los más meritorios. Digamos, ante todo, que la mediumnidad consiste en una disposición orgánica de la que puede todo hombre estar dotado, como la de ver, oir y hablar. De todas puede abusar el hombre en virtud de su libre albedrío, y si Dios no hubiese concedido la palabra, por ejemplo, sino a los que son incapaces de decir cosas malas, habría más mudos que parlantes. Dios, que ha dado al hombre facultades, le deja libre para usar de ellas, pero castiga siempre al que abusa. Sin el poder de comunicar con los espíritus se hubiese dado sólo a los más dignos, ¿quién se atrevería a solicitarlo? Además, ¿en dónde estaría el límite de la dignidad? La mediumnidad se ha dado sin distinción a fin de que los espíritus puedan llevar la luz a todas partes, a todas las clases de la sociedad, así a la casa del pobre como a la del rico, lo mismo entre los prudentes para fortificarles en el bien, que entre los viciosos, para corregirles. ¿Acaso no son éstos últimos los enfermos que necesitan el médico? ¿Por qué Dios, que no quiere la muerte del pecador, le privaría del socorro que puede sacarle del cenagal? Los espíritus buenos vienen, pues, en su ayuda, y los consejos que recibe directamente son de tal naturaleza que le impresionan con más viveza que si los recibiera por caminos indirectos. Dios, en su bondad, para ahorrarle el trabajo de ir a buscar la luz más lejos, se la pone en la mano; ¿no es mucho más culpable si no la mira? ¿Puede excusarse con la ignorancia cuando él mismo haya escrito, visto, oído y pronunciado su propia condenación? Si no se aprovecha entonces es cuando es castigado por haber pervertido sus facultades, apoderándose de ella los malos espíritus para observarle y engañarle, sin perjuicio de las aflicciones reales con que Dios castiga a sus servidores indignos y a los corazones endurecidos por el orgullo y el egoísmo. La mediumnidad no implica necesariamente relaciones habitales con los espíritus superiores, sino que es sencillamente una "aptitud" para servir de instrumento más o menos flexible a los espíritus en general. El buen medium no es, pues, el que comunica fácilmente, sino el que es simpático a los buenos espíritus y sólo está asistido por ellos. Unicamente en este sentido es poderosa la excelencia de las cualidades morales sobre la mediumnidad.





Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec


Así voló


Así voló



En la ausencia del sol entristecido

Vi la escena de un amor perdido.

Entre sus dedos huesudos brotó sus sentimientos.

De labios de ella renacía el engaño.

Y él en la espera del amor inocente e ingenuo.



Fue una nube fugas que recorre el cielo

Fue la noche y el día de un huracán

Hallándose preguntas entre las repuestas

Sin nada que decir

Sin nada que callar.



Los rayos endebles del sol rozaban el pavimento

La niebla arropaba la montaña del corazón.

Él se quedó frente a ella en silencio sepulcral

Ella… Y ella, congelada por la traición.

No lo pudo negar.

Sentados frente al él, ella y alguien más.



El desembolso su cartera

Entre papeles su retrato contempló.

Se sentó al lado de ella

Su corazón se ahogado en su garganta.

Le dio su retrato y se marcho

Como ave libre del cautiverio así voló.



Iris de la Rosa Vélez

2 enero 2017

PARÁBOLA DE LOS LABRADORES MALOS


PARÁBOLA DE LOS LABRADORES MALOS O DE LOS ARRENDATARIOS INFIELES 






“Un hacendado plantó una viña, la cercó con una valla, cavó en ella un lagar, edifico una torre para guardarla, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, mando sus criados a los viñadores para recibir su parte. Pero los viñadores agarraron a los criados, y a uno le pegaron, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. Mandó de nuevo otros criados, más que antes, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les mando a su hijo diciendo: Respetarán a mi hijo. Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: Este es el heredero. Matémoslo y nos quedaremos con su herencia. Lo agarraron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores? Le dijeron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le paguen los frutos a su tiempo.”



(Mateo, XXI, 33-42.- Marcos, XII, 1-9.- Lucas, XX, 9-16).





Esta Parábola es la prueba de la inigualable presciencia del Hijo de Dios, así como la magistral sentencia que se había de cumplir en nuestro siglo contra los “arrendatarios infieles”, que han devastado nuestra siembra. Un propietario plantó una viña, la cercó con una valla hecha de ramas y troncos de árboles; cavó un lagar (lugar con todos los materiales para la fabricación del vino) y edificó una “torre” (gran edificio con protección contra los ataques enemigos). De manera que la hacienda estaba terminada, todo preparado: tierras de sobra, parras en gran cantidad, lagar, tanques, toneles – todo lo que era necesario para la fabricación del vino. Casa con todas las comodidades y confort. Pero teniendo que ausentarse el propietario, arrendó la hacienda a unos labradores; en el tiempo de la cosecha de los frutos mandaría recibir el producto del arrendamiento, es decir, los frutos que le correspondían. El contrato fue muy bien redactado: sellado, registrado y con los competentes testigos.

Cuando llegó la primera cosecha, el Señor de la viña mandó que sus empleados fuesen a recibir los frutos que le tocaban. Los arrendatarios, en vez de dar cuenta del depósito que les fuera confiado, agarraron a los emisarios, hiriendo a uno, apedrearon a otro y mataron al siguiente. En otra cosecha, el propietario de la hacienda volvió a mandar a otros emisarios, que tuvieron la misma suerte que los primeros. Viendo el dueño de la hacienda lo que ocurría con sus emisarios, creyó más conveniente delegar poderes al propio hijo, porque, con seguridad, lo respetarían, y lo envió a ajustar cuentas con los arrendatarios. Pero los labradores, viendo llegar a este a la propiedad, combinaron entre ellos y decidieron matarlo, porque, decían: “este es el heredero, matémoslo y apoderémonos de su herencia”. Y así lo hicieron: lo echaron fuera de la viña y lo mataron. “¿Cuándo llegue el Señor de la Viña, que hará a aquellos labradores”? – preguntó Jesús al proponer aquella parábola.  Y la respuesta vino enseguida: “Hará perecer a los malvados, a los arrendatarios fraudulentos, y entregará la viña a otros, que le darán los frutos a su debido tiempo.”



*



Parábola es la exposición, o la pintura de una cosa confrontada con otra de relación remota, o de sentido oculto o invisible. Jesús tenía por costumbre, para explicar aquello que escapaba a la comprensión vulgar, usar las parábolas a fin de que lo comprendieran mejor. En esta Parábola de los Labradores Malos, arrendatarios infieles, Jesús quiso explicar la soberanía de la acción divina que a veces tarda, pero no falla; y quiso también mostrar a sus discípulos quienes son los labradores que perjudican su siembra.





La siembra es la Humanidad; el propietario es Dios; la viña que él plantó es la Religión; el lagar son los medios de purificación espiritual que él concede; la Casa que edificó es el mundo, los labradores que arrendaron la labranza son los sacerdotes de todos los tiempos, desde los antiguos que sacrificaban la sangre de los animales, hasta nuestros contemporáneos. Los primeros siervos que fueron heridos, apedreados y sacrificados, son los profetas de la Antigüedad, que pasaron por duras pruebas: Elías, Eliseo, Daniel, que lo pusieron en la cueva de los leones; el mismo Moisés, que sufrió con los sacerdotes del Faraón y con los israelitas fanáticos que llegaron a fundir un becerro de oro para adorarlo, contra la Ley del Señor; después vino Juan Bautista, que fue decapitado; y después otros siervos, que pasaron por los mismos sufrimientos que los primeros – apóstoles y profetas como Esteban, que fue lapidado; Pablo, Pedro, Juan, Tiago, que sufrieron martirios, y todos los demás que no han acompañado las concepciones sacerdotales. El Hijo del Propietario, que fue muerto por los arrendatarios que se adueñaron de la hacienda, es Jesucristo, Señor Nuestro, que sufrió el martirio ignominioso de la cruz. Y, de acuerdo con las previsiones de la Parábola, los tales sacerdotes se adueñaron de la herencia con la cual se enriquecen hartamente, dejando la Siembra abandonada y la Viña sin frutos para el Propietario. En las condiciones en que se halla la Siembra, ¿podrá el Señor dejar su Viña entregada a esa gente, a esos arrendatarios inescrupulosos y malos? Estamos seguros de que se cumplirá brevemente la última previsión de la Parábola: “El Señor tomará la Viña de esos malvados y la arrendará a otros, que le darán los frutos a su tiempo.”



*



La confusión religiosa es la más espesa oscuridad que hace infelices a las almas.

La creencia es como el fruto de la cepa que alimenta, da valor y reanima. Así como este alimenta el cuerpo, aquella alimenta el alma. La Religión de Jesucristo no es el culto, las exterioridades, los sacramentos, la fe ciega; tampoco es el fuego que aniquila y consume, el mal que vence al bien, el Diablo que vence a Dios. La Religión de Jesucristo es el bálsamo que suaviza, es la caridad que consuela, es el perdón que redime, es la luz que ilumina; no es el aniquilamiento, sino la Vida; no es el cuerpo, sino el Espíritu. La Religión de Jesucristo debe ser, pues, suministrada en espíritu y verdad y no en dogmas y con exterioridades aparatosas, para que pueda ser comprendida, observada y practicada por el Espíritu. El cuerpo es nada; el Espíritu es todo. El cuerpo existe porque el Espíritu acciona; le da vida y lo mueve. El día en que el Espíritu se separa de él, no le queda ya más vida a ese envoltorio, a ese instrumento.  ¿Qué es el violín sin el músico? ¿Qué es el reloj sin que se le dé cuerda? ¿Qué es la máquina sin maquinista? El cuerpo sin Espíritu está muerto y se destruye, como una casa que cae y se convierte en escombros. El cuerpo “pulvis est et in pulveis reverteris”. Y si así es, ¿cuál es el efecto de los sacramentos y prácticas sibilinas que no alcanzan al Espíritu? El principio de la Religión es la Inmortalidad y los arrendatarios de la Viña tienen el deber de destacar y demostrar este principio, para que el Templo de la Religión, asentado sobre esta base inamovible, abrigue con la Verdad a los corazones que desean la paz y la felicidad. Los pastores y los sacerdotes, “arrendatarios de la Viña”, “malos obreros” que ensucian los sentimientos cristianos, transformando la Religión de Jesús en misas, imágenes, procesiones, adornos, músicas, cohetes y sacramentos, serán llamados a cuentas y el látigo de la Verdad desde ya los viene

expulsando de la hacienda, que será entregada a otros, para que los frutos de la Viña sean dados a los hambrientos de justicia, a los desheredados de consuelo, a los que buscan la luz que encamina y conduce a la perfección. Desde tiempos lejanos, la Religión ha sido causa de despreciable explotación. El sacerdocio, por varias veces, ha hecho peligrar el sentimiento religioso. La desgracia de la Religión ha sido, en todas las épocas, el sacerdote. El sacerdote hebreo, el sacerdote egipcio, el sacerdote budista, el sacerdote braman; siempre el sacerdote, la corporación eclesiástica, con toda su jerarquía, su escolástica, sus principios rígidos, sus cultos aparatosos, sus sacramentos arcaicos. El sacerdocio, volviéndose arrendatario de la Viña, como ha ocurrido, sólo conoce un “dios” a quien obedece ciegamente; “dios” constituido eclesiásticamente, y sacado o escogido de entre uno de sus propios miembros. Todas las religiones han tenido y continúan teniendo su papa, su mayoral, o su patriarca, o su jefe, a quien todos obedecen en detrimento del Supremo Señor y Creador. De ahí la lucha cruenta que el sacerdocio ha desarrollado contra los profetas en todas las épocas. Esta Parábola es la comparación de todas las luchas que los genios, los grandes misioneros, los profetas que hablan en nombre de la Divinidad y de la Religión, han mantenido contra el clero. Desde que el Gran Propietario plantó en la Tierra su Viña; desde que hizo brillar en el mundo el Sol vivificador de la Religión, cercando la Viña con una valla, construyendo un lagar y edificando una torre; desde que los principios religiosos fueron establecidos y quedaron grabados en los Códigos de los divinos preceptos, los malos labradores se apoderaron de ella como arrendatarios traidores, dejando perecer las viñas y masacrando a los enviados que en nombre del Señor les venían a pedir o reclamar, como lo hacemos hoy, los frutos de la Viña.  Los siervos del Propietario de la Labranza eran presos, heridos y muertos. Con el pretexto de herejía y apostasía, quemaron cuerpos como quien quema leña seca y verde; les inflingieron los

más duros suplicios, manchando de sangre las páginas de la Historia de nuestro mundo. Ni el Hijo de Dios, cuya parábola premonitoria de muerte acabamos de leer, ni Él fue evitado de la clase sacerdotal, que tenía por Pontífices a Anás y Caifás, en conspiración con los gobiernos de la época. La clase sacerdotal, que nada hizo a la Humanidad y fascinó a los hombres con sus cultos aparatosos y sus dogmas horripilantes, es precisamente lo que constituye, en línea general, los “malos labradores” de la parábola.  Ellos están muy bien representados en esos obreros fraudulentos y mercenarios que proliferan en todo el mundo, vendiendo la fe, la salvación y las gracias. ¿Qué les hará el Propietario de la Viña a tan malos obreros? El resultado no puede ser otro: “los hará perecer, les retirará el poder que les concedió y la entregará a otros, que darán el fruto a su tiempo.” Felizmente también llegó la época de la realización de la premonición de Cristo registrada en los Evangelios. Los Espíritus de la Verdad bajan al mundo, unos toman un envoltorio carnal, y otros, a través del velo que separa las dos vidas, vienen a apoderarse de la Viña, para que ella dé los resultados designados por el Señor de Todas las cosas. El sacerdocio cae, pero la Religión prosigue; los dogmas son abatidos, pero la Verdadera Fe aparece, robusteciendo conciencias, consolando corazones, y, principalmente, haciendo surgir en la Tierra la aurora de la Inmortalidad, para realzar al Dios Espíritu, al Dios Justo, al Dios Poderoso y Sabio que reina en todo el Universo.

Los sanos no tienen necesidad de médico


Los sanos no tienen necesidad de médico



11. Y acaeció que estando Jesús sentado a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con El, y con sus discípulos. - Y viendo esto los fariseos, decían a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores? - Y oyéndolo Jesús, dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico sino los enfermos. (San Mateo, cap. IX, v. 10, 11 y 12).



12.  Jesús se dirigía, sobre todo, a los pobres y a los desheredados, porque éstos son los que tienen más necesidad de consuelos; a los ciegos dóciles y de buena fe porque quieren ver, y no a los orgullosos, que creen poseer toda la luz y no faltarles nada. (Véase la Introducción, art. "Publicanos y Peageros".) Estas palabras, como otras muchas, encuentran su aplicación en el Espiritismo. Algunos se admiran de que la mediumnidad se concede a gentes indignas y capaces de hacer mal uso de ella; parece, dicen, que una facultad tan preciosa debería ser atributo exclusivo de los más meritorios. Digamos, ante todo, que la mediumnidad consiste en una disposición orgánica de la que puede todo hombre estar dotado, como la de ver, oir y hablar. De todas puede abusar el hombre en virtud de su libre albedrío, y si Dios no hubiese concedido la palabra, por ejemplo, sino a los que son incapaces de decir cosas malas, habría más mudos que parlantes. Dios, que ha dado al hombre facultades, le deja libre para usar de ellas, pero castiga siempre al que abusa. Sin el poder de comunicar con los espíritus se hubiese dado sólo a los más dignos, ¿quién se atrevería a solicitarlo? Además, ¿en dónde estaría el límite de la dignidad? La mediumnidad se ha dado sin distinción a fin de que los espíritus puedan llevar la luz a todas partes, a todas las clases de la sociedad, así a la casa del pobre como a la del rico, lo mismo entre los prudentes para fortificarles en el bien, que entre los viciosos, para corregirles. ¿Acaso no son éstos últimos los enfermos que necesitan el médico? ¿Por qué Dios, que no quiere la muerte del pecador, le privaría del socorro que puede sacarle del cenagal? Los espíritus buenos vienen, pues, en su ayuda, y los consejos que recibe directamente son de tal naturaleza que le impresionan con más viveza que si los recibiera por caminos indirectos. Dios, en su bondad, para ahorrarle el trabajo de ir a buscar la luz más lejos, se la pone en la mano; ¿no es mucho más culpable si no la mira? ¿Puede excusarse con la ignorancia cuando él mismo haya escrito, visto, oído y pronunciado su propia condenación? Si no se aprovecha entonces es cuando es castigado por haber pervertido sus facultades, apoderándose de ella los malos espíritus para observarle y engañarle, sin perjuicio de las aflicciones reales con que Dios castiga a sus servidores indignos y a los corazones endurecidos por el orgullo y el egoísmo. La mediumnidad no implica necesariamente relaciones habitales con los espíritus superiores, sino que es sencillamente una "aptitud" para servir de instrumento más o menos flexible a los espíritus en general. El buen medium no es, pues, el que comunica fácilmente, sino el que es simpático a los buenos espíritus y sólo está asistido por ellos. Unicamente en este sentido es poderosa la excelencia de las cualidades morales sobre la mediumnidad.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Resurrección de la carne









Resurrección de la carne

¿Sera posible una persona volver a la vida, incluso después de literalmente haber muerto, esto es, después del desprendimiento definitivo entre el cuerpo u espíritu? 
Si eso fuese posible, estaríamos delante de algo extraordinario, en oposición a una ley divina básica, que trata con absoluta equidad a todos los seres humanos: la muerte del cuerpo físico, cuyo propósito es la renovación del Espíritu y su trayectoria evolutiva, la cual se hace por etapas.
Tal vez por eso parezca tan extraños para nosotros, estudiosos de los principios espirituales, constatar personas gastando millones de dólares con la criogenia humana, con la esperanza de que, en un futuro incierto, sus cuerpos puedan ser descongelados y resucitados, sea para la eliminación de dolencias actualmente incurables, sea para alcanzar una utópica inmortalidad en la carne, que, si fuese posible, mas se asemejaría a una “maldición” que una bendición.
La palabra “resurrección”, del punto de vista semántico, es un término equivocado o polisémico, esto es, posee más de un significado o interpretación. En el sentido tradicional del término, es más conocido como el “Acto de resurgir o reaparecer vivo después de haber muerto; restitución del muerto a la vida” (1). 
Dicen los que defienden esta tisis – de la vuelta del Espíritu a un cuerpo ya muerto – que para Dios nada es imposible y que existen “milagros” como aquellos atribuidos a Jesús y descritos en el Nuevo Testamento (Lucas, 7:11 a 17 “El hijo de la viuda de Naim”, y Mateo, 9:23 a 26 “la hija de Jairol”), siendo la resurrección de Lázaro (Juan, 11:1 al 45), el caso más conocido).
No se desconoce el poder del Creador, ¿pero tendría realmente necesidad de revocar las propias leyes, solamente para probar su poder, para agradar o convencer criaturas céticas e ignorantes como nosotros, aun matriculadas en las primeras lecciones del alfabeto del Espíritus? Para decepción de los que veneran lo “maravilloso”, es preciso informar que el fenómeno descrito en el Nuevo Testamento no se trata de ningún milagro, pues aquellos personajes bíblicos no estaban efectivamente muertos. (2) 
Posiblemente, experimentaron los efectos de otra ley natural, la facultad de emancipación o desdoblamiento del alma, que ocurre por medio de la catalepsia y de la letargia, desconocidas de la Medicina de aquel tiempo, época en que el diagnostico de la muerte era comparado por la simple parada cardiorespiratoria y no por la cesación del funcionamiento del tronco encefálico, criterio actualmente aceptado por la comunidad científica” (*)
Los teólogos, casi siempre distanciados de las leyes naturales, adoptaron también, para el término “resurrección”, la connotación escatológica, fundada en la interpretación literal de la Biblia: la resurrección de los muertos en el día del “Juicio Final”, ignorando que “muchas veces la palabra de Jesús era alegórica y en forma de parábolas, porque El hablaba de acuerdo con la época y los lugares”(3), hasta el momento en “que la Ciencia, de un lado, y el Espiritismo, del otro, revelasen las nuevas leyes de la Naturaleza, haciendo comprensible su verdadero sentido” (4)
En vista de eso, el Espiritismo perfila una interpretación racional para el fenómeno de la resurrección de la carne, en el día del “Juicio Final”: La resurrección de los muertos en el último día, en el fin de los tiempos, es una alegoría judaica que Jesús utilizo, como de tantos otros elementos del Judaísmo, para enseñar el sentido verdadero de la muerte como transición o pasaje de un mundo para otro, del mundo material para el espiritual. 
El último día es apenas aquel en que morimos. (5) (Grifo nosso) Por tanto, la creencia en la “resurrección” como vuelta del Espíritu al mismo cuerpo, después del “Juicio Final”, también no tiene respaldo científico, pues los despojos del organismo humano no se conservan homogéneos y se descomponen en sus elementos químicos, que van a ser utilizados para la estructura de nuevos cuerpos. (6)
Conforme orientan los Espíritus de la Codificación, el dogma de la resurrección de la carne, tomando en su verdadero sentido, es la consagración de la inmortalidad y de la reencarnación enseñada por los Espíritus superiores: La reencarnación formaba parte de los dogmas judaicos, bajo el nombre de resurrección; sólo los saduceos que creían que todo terminaba con la muerte, no creían en ella. 
Las ideas de los judíos en este punto, como en muchos otros, no estaban claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas sobre el alma y sus lazos con el cuerpo. Creían que un hombre que vivió podía revivir, sin explicarse con precisión la manera cómo esto podía suceder; designaban con la palabra resurrección, lo que el Espiritismo llama más juiciosamente reencarnación. 
En efecto, la resurrección supone el regreso a la vida del cuerpo que murió, lo que la Ciencia demuestra ser materialmente imposible, sobre todo cuando los elementos de ese cuerpo están, desde hace mucho, dispersos y absortos. La reencarnación es el retorno del alma o Espíritu, a la vida corporal, pero en otro cuerpo nuevamente formado para ella, y que nada tiene de común con el antiguo. 
La palabra resurrección podía de este modo, aplicarse a Lázaro, pero no a Elías, ni a los profetas. Pues, si según su creencia, Juan el Bautista era Elías, el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se había visto a Juan niño y se conocía a su padre y a su madre. Así, Juan podía ser Elías reencarnado, pero no resucitado. (7)
Toda vez que se pronuncia el termino resurrección, mas tarde la asociamos al fenómeno de la resurrección de Jesús entre los hombres, después la tragedia del Gólgota, que, por regla general, es interpretado como siendo el resurgir del Maestro con el mismo cuerpo material que utilizo en su sublime misión terrena. 
Todavía, más de una vez, es preciso colocar las cosas en su debido lugar. La “resurrección”, de Jesús no tiene nada que ver con lo que aconteció con el hijo de la viuda de Naim, con la hija de Jairo o con Lázaro. Lo que los apóstoles y otras personas vieron, muy probablemente, no fue el cuerpo físico de Jesús sino su Espíritu momentáneamente materializado.
En esas afirmaciones, encontramos los siguientes esclarecimientos del escritor espirita Severino Celestino da Silva, profesor de la disciplina Ciencias de las Religiones, de la Universidad Federal de Paraíba, que así resume la posición espirita: 
Quien resucita es el Periespíritu. Es el molde del cuerpo, constituido de materia quintaesenciada, funcionando como el intermediario entre el cuerpo físico y el espíritu durante la vida corpórea, por tanto, es lo que vemos después de la muerte. Fue el periespíritu del Cristo que fue visto en el tercer día y no su cuerpo. 
El cuerpo que sirvió de morada al espíritu no puede ser visto, después de la muerte, pues vuelve a la tierra que lo origino y por ella es destruido. Y así, lo que se llama de resurrección es lo mismo que Reencarnación, es como vimos, según Daniel y Ezequiel, ella ocurre en la tierra y no en el mundo espiritual, y ocurre todos los días conforme afirma Pablo a los hebreos 9:27 después de la muerte ocurre el juicio. Quedando la verdadera y conocida “resurrección del último día” como sinónimo de “etapa final de evolución” en nuestro planeta. 
La resurrección del ultimo día será la conquista espiritual suprema obtenida por nosotros. Después de ella, no habrá más necesidad de Reencarnación. (8) (Grifos nosso)
En suma, la resurrección de la carne es la propia reencarnación, corolario de la inmortalidad en innúmeros pasajes de los textos bíblicos (Viejo y Nuevo Testamento), bajo la forma alegórica. Su turno, la resurrección física de un ser que aun no desencarnó es de efecto temporal, pues la ley natural de la muerte biológica alcance a todos indistintamente, y hasta Jesús a esta se sometió dentro de la normalidad de las cosas. 
Ya la resurrección espiritual es el retorno del ser al mundo espiritual de donde vino, antes de la reencarnación, pudiendo hacerse visible y hasta tangible o no a los encarnados, conforme las circunstancias a que dan oportunidad las leyes divinas.
Finalizando, nunca es de más recordar que, en un otro sentido espiritual, tenemos la oportunidad de resucitar todos los días para le mejora de nuestras condiciones morales, ejercitando los legítimos valores de la vida, corrigiendo en nosotros los vicios que entorpecen las potencias del Espíritu, destinado al progreso y a la felicidad plena.

Christiano Torchi

(*) La catalepsia y la letargia son una especie de sueño físico de orden patológico. Se caracterizan por la pérdida temporal de la sensibilidad y del movimiento del cuerpo físico, que asume, temporalmente, la apariencia de muerte biológica. Hay registros, aun en la actualidad, de personas sepultadas vivas, por haber sido diagnosticadas, equivocadamente, como muertos. (Para más información, remitimos el lector al artículo de nuestra autoría, bajo el titulo Letargia, catalepsia, muertes aparentes, publicado en esta Revista en noviembre del 2008 p29 (427) al 31 (429)

Referencia:

(1) Diccionario brasileño de la lengua portuguesa. Palabra “Ressurreição”
(2) Allan Kardec. La génesis
(3) Allan Kardec. El libro de los Espíritus.
(4) Allan Kardec. El evangelio según el espiritismo.
(5) J. Herculano Pires. Educación para la muerte.
(6) Allan Kardec. El libro de los Espíritus.
(7) Allan Kardec. El evangelio según el espiritismo.
(8) Severino Celestino da Silva. Analizando las traducciones bíblicas.

Revista Reformador. Marzo 2013

Traducido por Jacob



R-2/3/2023

No vayáis a camino de gentiles


No vayáis a camino de gentiles



8. A estos doce envió Jesús mandándoles y diciendo: No vayáis a camino de gentiles, ni entréis en las ciudades de los Samaritanos. - Mas id antes a las ovejas, que perecieron de la casa de Israel. - Id y predicad diciendo: Que se acercó el reino de los cielos. (San Mateo, cap. X, v. 5, 6 y 7).



9. Jesús prueba en diferentes circunstancias que sus miras no están circunscritas al pueblo judío, sino que abrazan a toda la humanidad. Si, pues, dijo a sus apóstoles que no fuesen entre paganos, no fué porque

desdeñase la conversión de éstos, lo que hubiera sido poco caritativo, sino porque los judíos, que creían en la unidad de Dios y esperaban el Mesías, estaban preparados por las leyes de Moisés y de los Profetas a recibir su palabra. Entre los paganos, faltando la base, todo estaba por hacer, y los apóstoles aún no estaban bastante ilustrados para tan ruda tarea; por esto les dijo: Id al rebaño descarriado de la casa de Israel, es decir, id a sembrar en un terreno ya desmontado, sabiendo bien que la conversión de los gentiles vendría a su tiempo. En efecto, más tarde los apóstoles fueron a plantar la cruz en el mismo centro del paganismo.



10. Estas palabras pueden aplicarse a los adeptos y a los propagadores del Espiritismo. Los incrédulos sistemáticos, los burlones obstinados, los adversarios interesados, son, para ellos, lo que los gentiles eran para los apóstoles. A ejemplo de éstos, que busquen primero los prosélitos entre las gentes de buena voluntad, a los que desean la luz, en quienes se encuentra un germen fecundo y el número es grande: sin perder el tiempo con aquellos que rehusan ver y oir y se resisten tanto más por el orgullo, cuanto más valor se quiere dar a su conversión. Más vale abrir los ojos a cien ciegos que deseen ver claro, que a uno solo que se complace en la obscuridad, porque es aumentar el número de los adeptos de una causa en más grande proporción. Dejar a los otros en paz, no es indiferencia, sino buena política; ya les tocará su turno cuando serán dominados por la opinión general y cuando oirán sin cesar repetir la misma cosa a su alrededor; entonces creerán aceptar la idea voluntariamente y no bajo las impresiones de un individuo. Además, hay ideas que son como las semillas: que no pueden germinar antes de la estación y aun únicamente en un terreno preparado; por esto es mejor esperar el tiempo propicio y cultivar primero las que germinan, y no ser que aborten las otras precipitándolas demasiado.

En tiempo de Jesús, y a consecuencia de las ideas limitadas y materiales de la época, todo estaba circunscrito y localizado; la casa de Israel era un pequeño pueblo y los gentiles eran los pueblos pequeños que existían a su alrededor; hoy las ideas se universalizan y se espiritualizan. La nueva luz no es privilegio de ninguna nación; para ella no existen barreras; tiene su hogar en todas partes y todos los hombres son hermanos. Mas los espiritistas tampoco son un pueblo: es una opinión que se encuentra en todas partes, y cuya verdad triunfa poco a poco, como el cristianismo ha triunfado del paganismo. Ya no se le combate con armas de guerra, sino con el poder de la idea.







Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Desacreditado El Espiritismo


Tema¦ Desacreditado El Espiritismo



Anotaciones

Reunión # 39



·         el ideal espírita está rodeado de un halo de misterio y fantasía, que ha propiciado un gran desprestigio para la doctrina

·         han creado la idea del miedo y del temor en las personas, consiguiendo un rechazo innato por parte de la sociedad

·         No debemos de olvidar que los espiritistas venimos a dar luz y no a crear confusión, y mucho ha podido depender de nuestra actitud y comportamiento, el criterio e imagen que del espiritismo se tiene.

·         la mala imagen que del espiritismo se tiene y comprenderemos el por qué no existe interés en conocer la doctrina espírita

·         donde se critica y deteriora la imagen del espiritismo.

o   supuestas encarnaciones de personajes famosos.

o   se observa la circunstancia del uso y abuso del nombre de determinadas protecciones

o   FANATISMO

§  personas aceptan ciegamente todo lo que se dice por la boca de un médium

·         personas de las que acuden a una sesión mediúmnica, sólo les ilusiona el hablar con sus familiares y amigos o aquello que se les pueda decir, sin más determinación de cambio espiritual en su vida

·         Muy pocas personas conocen o han leído la doctrina espírita,

·         Los errores que cometemos los espiritistas están basados en nuestra falta de acoplamiento a la línea moral que la doctrina contiene

·         que los espiritistas no hemos dado el suficiente ejemplo moral en nuestro diario vivir



No se puede ni se debe de enseñar una doctrina que no esté basada en el amor.





Iris de la Rosa Vélez

13 febrero de 2017

Lámpara debajo del celemín. - Por qué Jesús habla por parábolas


Lámpara debajo del celemín. - Por qué Jesús habla por parábolas



1. Ni encienden una antorcha y la ponen debajo del celemín sino sobre el candelero, para que alumbre, a todos los que están en la casa. (San Mateo, cap. V, y. 15).



2. Nadie enciende una antorcha y la cubre con alguna vasija, o la pone debajo de la cama: mas la pone sobre el candelero, para que vean la luz los que entran. - Porque no hay cosa encubierta que no haya de ser manifestada: ni escondida, que no haya de ser descubierta y hacerse pública. (San Lucas, capítulo VIII, v. 16 y 17).



3. Y llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? - Y les respondió y dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos: mas a ellos no les es dado. - Porque al que tiene se le dará y tendrá más, mas el que no tiene aún lo que tiene se le quitará. - Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no lo ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías que dice: De todo oiréis y no entenderéis; y viendo, veréis y no veréis. - Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y cerraron sus ojos: para que no vean de los ojos, y oigan de las orejas, y del corazón entiendan; y se conviertan, y los sane. (San Mateo, cap. XIII, v. de 10 a 15).



4. Nos maravillamos cuando oímos decir a Jesús que es menester no dejar la luz debajo del celemín, mientras que él mismo oculta sin cesar el sentido de sus palabras bajo el velo de la alegoría que no puede ser comprendida de todos. El lo explica diciendo a sus apóstoles: Les hablo por parábola, porque no están en estado de comprender ciertas cosas; ven, miran, oyen y no comprenden; decírselo todo sería inútil en este momento; pero a vosotros os lo digo, porque os es dado comprender estos misterios. Obraba, pues, con el pueblo, como se hace con los niños cuyas ideas no están aún desarrolladas. De este modo indica el verdadero sentido de la máxima: "Nadie enciende una antorcha y la cubre con una vasija, o la pone debajo de la camá, mas la pone sobre el candelero, para que vean la luz los que entran". No significa que sea necesario revelar todas las cosas inconsiderablemente: toda enseñanza debe ser proporcionada a la inteligencia de aquel a quien se dirige, porque hay gentes a quienes una luz demasiado viva las deslumbra sin darles claridad. Lo mismo sucede con los hombres en general que con los individuos; las generaciones tienen su infancia, su juventud y su vejez; cada cosa debe venir a su tiempo, pues el grano sembrado fuera de la estación no fructifica. Mas lo que la prudencia aconseja callar momentáneamente, debe descubrirse más o menos tarde, porque llegados a cierto grado de desarrollo, los hombres buscan ellos mismos la luz viva; la obscuridad les pesa. Habiéndoles dado Dios la inteligencia para comprender y guiarse en las cosas de la tierra y del cielo, quieren razonar su fe; entonces es cuando no se debe poner la antorcha debajo del celemín, porque "sin la luz de la razón, la fe se debilita" (Capítulo XIX, número 7).



5. Si, pues, en su sabia previsión, la Providencia sólo revela las verdades gradualmente, las descubre siempre que la humanidad está en disposición de re

cibirlas; las tiene reservadas, pero no debajo del celemím. En cambio, los hombres que están en posesión de estas verdades, la mayor parte de las veces sólo las ocultan con la idea de dominar; verdaderamente ellos son los que ponen la luz debajo del celemín. Así es que todas las religiones han tenido sus misterios, cuyo examen prohiben; pero mientras esas religiones van quedando rezagadas, la ciencia y la inteligencia han marchado y han roto el velo del misterio; el vulgo se ha vuelto adulto y ha querido penetrar en el fondo de las cosas, y ha sido cuando ha expulsado de su fe lo que era contrario a la observación. No puede haber misterios absolutos, y Jesús está en lo verdadero cuando dijo que no hay nada secreto que no deba ser conocido. Todo lo que está oculto será descubierto algún día; y lo que el hombre no puede aún descubrir en la tierra, le será sucesivamente descubierto en los mundos más avanzados y cuando esté purificado; en la tierra está aún en las tinieblas.



6. Se pregunta: ¿qué provecho pudo el pueblo sacar de esta multitud de parábolas cuyo sentido estaba oculto para él? Es de notar que Jesús no se expresaba con parábolas sino respecto a las partes, hasta cierto punto abstractas, de su doctrina; pero habiendo hecho de la caridad hacia el prójimo y de la humildad la condición expresa de salvación, lo que dijo concerniente a esto es perfectamente claro, explícito y sin ambigüedad. Así debió ser, porque es la regla de conducta, regla que todo el mundo debía comprender para poderla practicar; es la esencial para la multitud ignorante a la que se limitaba a decir: Esto es lo que debéis hacer para alcanzar el reino de los cielos. Sobre los otros puntos sólo desarrollaba su pensamientos a sus discípulos, estando éstos más adelantados, moral e intelectualmente. Jesús había podido iniciarles en las verdades más abstractas; por esto dijo: "A los que tienen se les dará más". (Cap. XVIII, núm. 15.)

Sin embargo aun con sus apóstoles se dejó en la vaguedad muchos puntos, cuya completa inteligencia estaba reservada a los tiempos ulteriores. Estos son los puntos que han dado lugar a interpretaciones tan diversas, hasta que la ciencia por un lado y el Espiritismo por otro han hecho comprender su sentido verdadero.


7. El Espiritismo viene hoy a hacer luz sobre una porción de puntos obscuros; sin embargo, no la hace inconsideradamente. Los espíritus proceden en sus instrucciones con una admirable prudencia; sólo sucesiva y gradualmente han abordado las diferentes partes conocidas de la doctrina y del mismo modo serán reveladas las otras a medida que llegue el tiempo de hacerlas salir de la obscuridad. Si la hubiesen presentado completa al principio, sólo hubiera sido accesible a un reducido nilmero; hubiera asustado hasta a los que no estaban preparados, y esto hubiera sido un obstáculo para su propagación. Si, pues, los espíritus no lo dicen aún todo ostensiblemente, no es porque haya en la doctrina misterios reservados para los privilegiados, ni que pongan la antorcha debajo del celemín, sino porque cada cosa debe venir en tiempo oportuno. Dejan que una idea madure y se propague antes de presentar otra, "y que preparen su aceptación los acontecimientos".







Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

Dios es por fe


Dios es por fe




Cuando nos sentimos que las cosas vallan mal

Y el poder de asunto suele ser sacudido y ser afligidos.

Dios es quien puede ayudarnos.

Cosecha la esperanza y la fe en la oración.

Y la oración colectiva es nuestro protector.

La torpeza del hombre es seguir el camino de la pena.

Y olvidarse del camino del intelecto celestial.

Dios permite el control equilibrado.

Dios es la razón de lo bueno y la victoria de los justos.

Dios es por fe.



Iris de la Rosa Vélez

19 de septiembre de 2016

PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS


PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS






“Un hombre tenía dos hijos; se acercó al primero y le dijo: Hijo, vete atrabajar hoy a la viña. Y él respondió: Iré, señor; y no fue.  Se acercó al otro hijo y le dijo lo mismo, y este respondió: No quiero; pero más tarde tocado por el arrepentimiento fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Le contestaron: El segundo. Jesús dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán en el Reino de Dios antes que vosotros.”



(Mateo, XXI, 28-31).





Estas dos personalidades revelan perfectamente sus cualidades en sus palabras y acciones. El primer hijo, convidado por el padre a trabajar en su viña, dijo que iría, pero no fue. El segundo dijo que no iría, pero fue. El primero es la personalidad de la creencia (credo) sin obras. El segundo es el tipo de hombre inteligente que, negándose al trabajo espiritual, después de razonar y extraído sus conclusiones, transformó el no en sí, no con la palabra abstracta, la creencia, la obediencia ciega, sino por un esfuerzo intelectual y por las obras que decidió hacer, “trabajando en la viña”. Esta parábola enseña que la voluntad de Dios es que trabajemos no sólo en provecho nuestro, sino en provecho de nuestros semejantes: mientras la voluntad de Dios no es crearnos sin trabajo, es decir, ciegamente, sin obras. La creencia ciega es la creencia de los ancianos del pueblo, de los viejos rutinarios y de los sacerdotes, pues son estos a los que Jesús dice que los publicanos y las prostitutas eran superiores, tanto es así que los precederían en el Reino de los Cielos. La Parábola, en la parte en la que se refiere al hijo que dice: “iré, pero no fue”, entiende también con esos ancianos y sacerdotes que, asumiendo la tarea de guiar para la verdad, a los jóvenes y a los que les están subordinados, se mantienen en un exclusivismo condenable, apagando, hasta de las almas, alguna centella de fe que les fue donada.

En fin, el hijo que tardó, y dijo que no iría, pero fue – entiende con esos publicanos y prostitutas que se demoran, como es sabido, pero, al final, cambian de vida y se vuelven, las más de las veces, grandes obreros de la Siembra Divina. 

Yo no he venido a traer la paz, sino la división 3


Yo no he venido a traer la paz, sino la división



16. Cuando Jesús dijo: No creáis que haya venido a poner paz, sino división, su pensamiento fué este: "No creáis que mi doctrina se establezca pacíficamente; traerá luchas sangrientas, a las que mi nombre servira de pretexto, porque los hombres no me habrán comprendido o no me habrán querido comprender; los hermanos separados por su creencia sacarán la espada uno contra otro, y la división reinará entre los miembros de una misma familia que no tendrá la misma fe. Yo he venido a poner el fuego en la tierra para limpiarla de los errores y de las preocupaciones, del mismo modo que se pone fuego en un campo para destruir las malas hierbas, y por mi parte quiero que arda para que la purificación sea más pronta, porque de este conflicto saldrá triunfante la verdad; a la guerra sucederá la paz, al encono de los partidos la fraternidad universal, a las tinieblas del fanatismo la luz de la fe razonada. Entonces, cuando el campo esté preparado, "os enviaré el Consolador, el Espíritu de Verdad que vendrá a restablecer todas las cosas"; es decir, que haciendo conocer el verdadero sentido de mis palabras, que los hombres, ya más ilustrados, podrán por fin comprender, pondrán término a la lucha fratricida que divide a los hijos de un mismo Dios. Cansados, por último, de un combate sin consecuencias, que arrastra tras sí la desolación y lleva la turbación hasta el seno de las familias, los hombres reconocerán en dónde están sus verdaderos intereses para este mundo y para el otro; verán de qué lado están los amigos y enemigos de su reposo. Entonces todos se agruparán bajo una misma bandera: la de la caridad, y las cosas se restablecerán en la tierra según la verdad y los principios que os he enseñado".



17. El Espiritismo viene a realizar, en el tiempo predicho, las promesas de Cristo; sin embargo, esto no puede hacerse sin destruir los abusos; como Jesús, encuentra a su paso el orgullo, el egoísmo, la ambición, la avaricia y el ciego fanatismo, que, acosados en sus últimos atrincheramientos, intentan cortarle el camino y le suscitan trabas y persecuciones; por esto le es necesario también combatir; pero el tiempo de las luchas y de las persecuciones sangrientas ha pasado; las que se tendrán que sufrir serán enteramente morales, y el término se acerca; las primeras han durado siglos; éstas durarán apenas algunos años, porque la luz, en lugar de salir de un solo foco, sale de todos los puntos del globo y abrirá más pronto los ojos a los ciegos.



18. Aquellas palabras de Jesús deben, pues, entenderse en el sentido de que manifestaban la cólera que él preveía que su doctrina iba a levantar los conflictos momentáneos que iban a ser su consecuencia, las luchas que tendrían que sostenerse antes de establecerse, como sucedió con los Hebreos antes de entrar en la Tierra prometida, y no como un designio premeditado por su parte de sembrar el desorden y la confusión. El mal debía venir de los hombres y no de El. Es como el médico que va a curar, pero cuyos remedios provocan una crisis saludable removiendo los humores malsanos del enfermo.



Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec

EVANGELIO Y ESPIRITISMO


EVANGELIO Y ESPIRITISMO



G — Cap. 1 — Párrafo 41



Todos aquellos que niegan el aspecto religioso del Espiritismo están rechazando también su verdadero carácter de Cristianismo restaurado, puesto que, sin entrar en consideraciones abundantes, no escapa a la razón que la esencia evangélica está presente en la estructura de sus principios y en la solidez de sus fundamentos.



Examinemos superficialmente algunos de los puntos más importantes con los que se constituyó el Testamento Kardeciano:



El Libro de los Espíritus, que se divulgó con mil dieciocho cuestiones sabiamente expuestas, es, no obstante, la belleza filosófica que lo integra, un auténtico código de responsabilidad moral que se inicia con dos proposiciones acerca de Dios y del Infinito, y culmina con otras dos que se refieren al reino de Cristo en los corazones y al primado del bien entre los hombres.



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El Libro de los Médiums es una obra de metodología para la relación entre encarnados y desencarnados, la cual presenta en su comienzo una valiosa argumentación alusiva a la existencia del Mundo Espiritual y concluye reuniendo numerosas comunicaciones de individualidades desencarnadas, al mismo tiempo que nos invita a un examen serio e imparcial de todos los mensajes recibidos del Más Allá por la vía mediúmnica. Es de destacar que la primera página de la selección citada comienza con esta significativa advertencia de San Agustín: "Tened confianza en la bondad de Dios y sed lo bastante esclarecidos para comprender los preparativos de la nueva vida que Él os destina".



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El Evangelio según el Espiritismo inicia sus propias elucidaciones con juicios y relaciones en torno a Moisés y a la Ley del Antiguo Testamento, compendiando seguidamente la exégesis de las enseñanzas de Jesús y concluyendo con la inclusión de conmovedores poemas exaltando a la oración.



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El Cielo y el Infierno es un volumen de específicas meditaciones religiosas, según ya lo define el mismo título. Comienza analizando el porvenir humano desde el punto de vista espiritual y concluye con un dictado de José, el ciego, Espíritu de una regular evolución, quien destaca la necesidad del sufrimiento como medio expiatorio de la conciencia culpable

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y nos muestra, además, la excelencia de la reencarnación como auténtica expresión de la Justicia Divina.



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El Génesis es el último libro de la Codificación. En él se manifiestan arriesgadas tesis de ciencia y filosofía, enumeradas a través de dieciocho capítulos y más de cien Párrafos, de los cuales más de la tercera parte. Se refieren exclusivamente a la doctrina y las lecciones del Divino Maestro, debiéndose resaltar, además, que la obra comienza reconociendo al Espiritismo en su misión de Consolador profetizado, es decir, atribuyéndole la función de explicar y desarrollar las instrucciones de Cristo, para luego finalizar con admirables reflexiones sobre la nueva generación y la regeneración de la humanidad.



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Creemos de buena fe, que todos los hermanos que se encuentran deliberadamente desvinculados de las tareas religiosas del Espiritismo, proceden así con la intención de inmunizarse contra la superstición y el fanatismo, lo cual es un punto de la plataforma libertadora que la misma Doctrina Espírita nos obliga a cumplir; pero, sinceramente manifestamos que no podemos entender a la Nueva Revelación sin el Cristianismo, que es la espina dorsal en la que aquélla se apoya. Esto es tan natural, puesto que si después de diecinueve siglos de teología arbitraria no habíamos podido llegar a comprender, sin Allan Kardec, al Evangelio y a Jesús, la lógica nos ordena que proclamemos que el Espiritismo y Allan Kardec se fundamentan en Cristo en una forma total y absoluta.



EMMANUEL



Yo no he venido a traer la paz, sino la división 2


Yo no he venido a traer la paz, sino la división 2



14. Es preciso notar que el cristianismo llegó cuando el paganismo estaba en decadencia, y se debatía contra las luces de la razón. Se practicaba aún por fórmula, pero la creencia había desaparecido; sólo el interés personal la sostenía. Pero el interés es tenaz; nunca cede a la evidencia irritándose tanto más cuanto más perentorios son los razonamientos que se le oponen y le demuestran mejor su error; sabe bien que está en él, mas esto no le conmueve, porque la verdadera fe no está en su alma; lo que más teme es la luz que abre los ojos de los ciegos; este error lo aprovecha, y por esto se aferra a él y lo defiende. ¿Sócrates no había, también, emitido una doctrina análoga, hasta cierto punto, a la de Cristo? ¿Por qué, pues, no prevaleció en aquella época en uno de los pueblos más inteligentes de la tierra? Es que el tiempo no había llegado aún; Sócrates sembró en una tierra que no estaba trabajada; el paganismo aun no se había "gastado". Cristo recibió su misión providencial en tiempo propicio. Todos los hombres de su época no estaban, ni mucho menos, a la altura de las ideas cristianas; pero había una aptitud más general en asimilárselas porque se empezaba a sentir el vacío que las creencias vulgares dejaban en el alma. Sócrates y Platón abrieron el camino y predispusieron los espíritus. (Véase en la Introdución, párrafo IV, "Sócrates y Platón, precursores de la idea cristiana y del Espiritismo").



15. Desgraciadamente los adeptos de la nueva doctrina no se entendieron sobre la interpretación de las palabras del maestro, la mayor parte cubiertas con el velo de las alegorías y de la figura; de aquí nacieron, desde el principio, las sectas numerosas que todas pretendían tener la verdad exclusiva, y que diez y ocho

siglos no han podido poner de acuerdo. Olvidando el más importante de los divinos preceptos, aquel del que Jesús había hecho la piedra angular de su edificio y la condición expresa de salvación, la caridad, la fraternidad y el amor al prójimo, esas sectas se anatematizaron mutuamente y se arrojaron unas contra otras, destruyendo las más fuertes a las más débiles, ahogándolas en la sangre, en los tormentos y en las llamas de las hogueras. Los cristianos vencedores del paganismo, de perseguidos se hicieron perseguidores, y a sangre y fuego plantaron en ambos mundos la cruz del cordero sin mancha. Es un hecho constante que las guerras de religión han sido las más crueles y han hecho más víctimas que las guerras políticas, y que en ninguna de éstas se han cometido más actos de atrocidad y barbarie que en aquéllas. ¿Acaso está la falta en la doctrina de Cristo? No, ciertamente, porque condena formalmente toda violencia. ¿Dijo nunca a sus discípulos, id y matad, destrozad, quemad a los que no crean lo que vosotros? No, sino que les dijo todo lo contrario: Todos los hombres son hermanos y Dios es soberanamente misericordioso; amad a vuestro prójimo, amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os persiguen. Les dijo más: El que mata por la espada, perecerá por la espada. La responsabilidad no está, pues, en la doctrina de Jesús, sino en los que la han interpretado falsamente y han hecho de ella un instrumento para servir a sus pasiones; está en los que han desconocido estas palabras: "Mi reino no es de este mundo". Jesús, en su profunda sabiduría, preveía lo que iba a suceder; estas cosas eran inevitables, por ser inherentes a la inferioridad de la naturaleza humana, que no podía transformarse repentinamente. Era preciso que el cristianismo pasase por esta larga y cruel prueba de diez y ocho siglos para manifestar todo su poder, porque a pesar de todo el mal cometido en su nombre ha salido puro; jamás se le ha puesto en tela de juicio; la culpa ha recaído siempre sobre los que han abusado de él; a cada acto de intolerancia se ha dicho siempre: Si el cristianismo fuese mejor comprendido y mejor practicado, no hubiera sucedido esto.











Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo” Allan Kardec

Las parábolas de Jesús


Tema¦ Las parábolas de Jesús



Anotaciones

Reunión # 38



·        Las parábolas de Jesús son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.

o   Las parábolas no son un método original y exclusivo de Jesús. Era una técnica utilizada por otros rabinos, pero en las de Jesús hay detalles que causan sorpresa y plantean un reto.

·        No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles de la naturaleza, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana.

o   Algunas personas piensan;

§  Las Parábolas de los Evangelios son alegorías que contienen preceptos de moral.

§  la Parábola Evangélica es una instrucción alegórica, expuesta siempre con un fin moral, como un medio fácil de hacer comprender una lección espiritual

·        la razón de por qué hablaba por parábolas

o   Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Mateo 13:13

o   Las parábolas fueron instrumentos que Jesús usó para exponer su mensaje a la gente sencilla. Pero en ocasiones también las usó como arma dialéctica contra los líderes religiosos y sociales.

o   Uno de los propósitos fundamentales de las parábolas de Jesús es exponer los principios fundamentales de su enseñanza

·        las parábolas más conocidas de Jesús






Referencias consultadas



  1. https://es.wikipedia.org/wiki/Par%C3%A1bolas_de_Jes%C3%BAs
  2. http://www.es.catholic.net/op/articulos/18796/las-parbolas-de-jess.html
  3. http://roble.pntic.mec.es/jfeg0041/todo_reliduques/jesus/activi_jesus/para/parabolas.htm
  4. http://www.akardec.com/?p=36904





Iris de la Rosa Vélez

6 febrero de 2017

Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio

  Memoria de mi Espíritu Clara Román- Odio En Memoria de mi Espíritu, un libro que no presenta la autora, su memoria de recuerdos de su ni...