Yo no he venido a traer la paz, sino la división
16. Cuando Jesús dijo: No creáis que haya venido a poner
paz, sino división, su pensamiento fué este: "No creáis que mi doctrina se
establezca pacíficamente; traerá luchas sangrientas, a las que mi nombre
servira de pretexto, porque los hombres no me habrán comprendido o no me habrán
querido comprender; los hermanos separados por su creencia sacarán la espada
uno contra otro, y la división reinará entre los miembros de una misma familia
que no tendrá la misma fe. Yo he venido a poner el fuego en la tierra para
limpiarla de los errores y de las preocupaciones, del mismo modo que se pone
fuego en un campo para destruir las malas hierbas, y por mi parte quiero que
arda para que la purificación sea más pronta, porque de este conflicto saldrá
triunfante la verdad; a la guerra sucederá la paz, al encono de los partidos la
fraternidad universal, a las tinieblas del fanatismo la luz de la fe razonada.
Entonces, cuando el campo esté preparado, "os enviaré el Consolador, el
Espíritu de Verdad que vendrá a restablecer todas las cosas"; es decir,
que haciendo conocer el verdadero sentido de mis palabras, que los hombres, ya
más ilustrados, podrán por fin comprender, pondrán término a la lucha
fratricida que divide a los hijos de un mismo Dios. Cansados, por último, de un
combate sin consecuencias, que arrastra tras sí la desolación y lleva la
turbación hasta el seno de las familias, los hombres reconocerán en dónde están
sus verdaderos intereses para este mundo y para el otro; verán de qué lado
están los amigos y enemigos de su reposo. Entonces todos se agruparán bajo una
misma bandera: la de la caridad, y las cosas se restablecerán en la tierra
según la verdad y los principios que os he enseñado".
17. El Espiritismo viene a realizar, en el tiempo
predicho, las promesas de Cristo; sin embargo, esto no puede hacerse sin
destruir los abusos; como Jesús, encuentra a su paso el orgullo, el egoísmo, la
ambición, la avaricia y el ciego fanatismo, que, acosados en sus últimos
atrincheramientos, intentan cortarle el camino y le suscitan trabas y
persecuciones; por esto le es necesario también combatir; pero el tiempo de las
luchas y de las persecuciones sangrientas ha pasado; las que se tendrán que
sufrir serán enteramente morales, y el término se acerca; las primeras han
durado siglos; éstas durarán apenas algunos años, porque la luz, en lugar de
salir de un solo foco, sale de todos los puntos del globo y abrirá más pronto
los ojos a los ciegos.
18. Aquellas palabras de Jesús deben, pues, entenderse en
el sentido de que manifestaban la cólera que él preveía que su doctrina iba a
levantar los conflictos momentáneos que iban a ser su consecuencia, las luchas
que tendrían que sostenerse antes de establecerse, como sucedió con los Hebreos
antes de entrar en la Tierra prometida, y no como un designio premeditado por
su parte de sembrar el desorden y la confusión. El mal debía venir de los
hombres y no de El. Es como el médico que va a curar, pero cuyos remedios
provocan una crisis saludable removiendo los humores malsanos del enfermo.
Extraído del libro “El evangelio según el espiritismo”
Allan Kardec
Allan Kardec
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