“Si os he dicho cosas terrenales
y no creéis…”
El Espiritismo es una doctrina que sustenta, defiende y difunde la idea de que las revelaciones son hechas en la medida en que se procesa la madurez del hombre. No estando en condiciones de comprender la “voz de los cielos”, venga ella en el campo de la Ciencia, de la Filosofía o de la Religión, la criatura humana se manifiesta pretendiendo, no solo conocer lo que no puede, sino lo que es peor, pretende ejercer el monopolio en la interpretación de pequeños trozos de las Revelaciones que el Padre Celestial, permite se nos hagan. Son “cosas celestiales”, como acentuó Jesús, que los Nicodemo de la actualidad no pueden comprender, dado a que aún mismo no entienden las cosas terrestres. Y la manifestación de ese trabajo, entre los hombres de la Tierra, se subordina a factores de los más variados. Culturales, morales y espirituales. No se condiciona con la voluntad, casi siempre infantil o pretenciosa, de los encarnados.
Cada uno recibirá de acuerdo con su grado de cultura, el índice de espiritualidad y la naturaleza de sus sentimientos. En las revelaciones científicas, cultura y conocimientos. En las religiosas, sentimiento moral. Todo viene a su tiempo, y Dios sabe cuando es el tiempo propicio. Jesús habló sobre la reencarnación a Nicodemo, mas el digno y respetable integrante del fariseísmo no pudo comprender la referencia del Maestro.
Nicodemo era un hombre intelectualizado, nadie lo puede negar. Sin duda estaba habituado, en el Templo y en las Sinagogas al juego fraseológico de la exégesis de las Escrituras. Pero, a pesar de eso, no poseía cultura espiritual para entender el trascendentalismo de la tesis palingenésica, expuesta sutilmente por Jesús. “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? – resaltó el Maestro, comprensivo y paciente, generoso y sabio, ante el esfuerzo mental del curioso fariseo.
A pesar de eso, en un último intento, atento al hambre espiritual del Doctor de la Ley, prosiguió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” – palabras que, más tarde, el Consolador prometido por el propio Jesús, transformaría en “nacer, vivir, morir, renacer nuevamente y progresar continuamente…”
Para comprender a la Reencarnación, es indispensable, antes que nada, que el hombre se libere del fanatismo religioso. Aparte para bien lejos, el preconcepto científico. Mire desde afuera cualquier expresión dogmática. Si no se libera, no comprenderá. Entonces, liberarse para entender, esa es la cuestión. Es necesario que, superando la mala voluntad y el orgullo, dé el hombre una sacudida en la propia conciencia y se liberte, de una sola vez o gradualmente, pero con firmeza, de cualquier estrechez o inhibición. En ese esfuerzo por comprender, la humildad desempeña también, un papel relevante. Y el coraje moral tiene también su lugarcito… Estrechez e inhibiciones, mala voluntad y orgullo son herencias de las religiones que, o se modifican bajo el impacto de la evolución y el progreso, o pierden su finalidad y su prestigio en el seno del pueblo. Serán compelidas a ceder lugar, en definitiva, a las doctrinas más conformes con la fe y que no tienen miedo a la razón.
El hombre moderno está buscando, con ansiedad, el conocimiento de la Verdad. Es esencial, pues, no olvidar la advertencia de Jesús cuando afirmó que el hombre se liberará al conocer la Verdad…
Martins Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
Juan 3:12 Si os he hablado de las cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las celestiales?
ResponderEliminarJuan 3:12-36 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
ResponderEliminar12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.