JUVENTUD Y
RENUNCIA
“…a los
jóvenes como a hermanos
El apóstol
enseña a Timoteo que hable a los jóvenes “como a hermanos”,
esto es,
con sinceridad y amor, con respeto y seriedad.
Por eso,
nuestro lenguaje para con los jóvenes debe ser claro y franco,
especialmente
al hablarles de las profundas e inmensas responsabilidades que
Cristo
atribuyó a la juventud.
Responsabilidades
indeclinables, inmediatas e intransferibles.
La
generación del futuro ha de ser un reflejo de las generaciones de hoy:
Por lo
tanto nadie prescinde, en su aprendizaje, del ejemplo de sus maestros.
La
generación actual, debe ser un espejo para las generaciones del
mañana.
Y la cara
de ese espejo no puede, ni se debe dejar saturar por las manchas
de la
iniquidad, que generan el desequilibrio y el mal ejemplo.
Echemos
manos pues a la siembra evangélica, sin mirar para atrás, porque
en la lucha
edificante, no serán admitidos retrocesos ni vacilaciones.
Recordemos
el “pregonad en tiempo y fuera de tiempo” del convertido de
Damasco.
Aquel que
desea seguir a Cristo, tiene que renunciar a sí mismo, tomar su
cruz y
seguirlo. Esa exhortación, profundamente sabia, atravesó los milenios y
tiene hoy,
la resonancia sublime de una advertencia amiga y generosa.
Renunciemos,
jóvenes, a las preocupaciones materiales, porque la tarea
evangélica
está allí, exigiendo renuncia, abnegación y sacrificio.
Brindemos al
“mundo” tan solo lo indispensable.
Renunciemos,
para que la colectividad entera, la gran familia humana se
beneficie
de la grandiosa obra de regeneración planetaria en el más corto
espacio de
tiempo.
Del
esfuerzo empleado, dependerá la mayor o menor amplitud de tiempo
demandado.
El trabajo
de los jóvenes espíritas tiene, pues, características
inimaginables.
Con la
fuerza moral adquirida tras el estudio y en la ejemplificación
evangélica,
serán llevados a efecto valiosos emprendimientos.
En las
instituciones juveniles, la palabra de fe, entusiasmo y convicción
será oída
por otros jóvenes que no encontrarán por cierto, en otras doctrinas, la
savia
vivificante de la realidad cristiana, desnuda de fórmulas, rituales y
símbolos.
En la
intimidad de los hogares, en la ejemplificación constante de la
bondad, de
la afabilidad, de la corrección, del respeto filial, exaltando así, la
“honra a tu
padre y madre.”
En las
Universidades e institutos, presentándose como perfectos
caballeros,
educados, estudiosos y aplicados, constituyendo excepciones que
no pueden
dejar de ser notadas.
En las
reparticiones, en el comercio, en la industria, como funcionarios
celosos,
dedicados y honestos, o jefes humanos y altruistas.
En fin, en
el seno de la sociedad, siempre manchada de preconceptos,
fortalecidos
y amparados en la convicción evangélica, darán testimonio
edificante,
separándose serenamente de los abusos y desvaríos anticristianos.
Tendremos
entonces, a la juventud espírita de hoy, constituyendo mañana,
para gloria
de Dios y felicidad de todos, a la elite cristiana de profesores y
médicos, de
los magistrados y gobernantes.
Hombres
dignos, humanos, justicieros, actuando consonantemente con las
lecciones
del Cristo Inmortal, de quien tanto nos hemos separado.
Iluminados,
en definitiva, entonces por las claridades de la Tercera
Revelación,
(El Espiritismo), caminaremos, unidos en la paz y en el amor, en la
Concordia y
en la Fraternidad, hacia el frente y lo alto, con Nuestro Señor
Jesús
Cristo.
La posteridad,
respirando en un clima de legítima comprensión,
bendecirá,
de los jóvenes espíritas de hoy, el esfuerzo de renuncia ante las
glorias del mundo…
Martins
Peralva
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
Extraído del libro “Estudiando el evangelio a la luz del espiritismo”
1 Timoteo 5:2
ResponderEliminarSagradas Escrituras 1569
a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda limpieza.
1 Timoteo 5:1
No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórta lo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos,