La fuerza del ejemplo
“porque ejemplo os he dado, para que como yo
os he hecho, vosotros también hagáis.”
La influencia del Espiritismo no se hace sentir tan solo en los medios que les son peculiares. Su actuación, saludable y constructiva, (conviene resaltar que altamente constructiva), se extiende, sin duda hacia otros ambientes, sectores y esferas.
Reformándose poco a poco, en la medida en que se va comprendiendo, sintiendo y aceptando de corazón el mensaje renovador de la Doctrina, el espirita comienza, muchas veces sin notarlo, a ser un elemento provechoso en el medio en donde vive. Ciertamente, esto acontece por ser el Espiritismo una doctrina de autoresponsabilidad. Cuando el hombre comienza a sentir la influencia renovadora de la Tercera Revelación, siente igual y simultáneamente, una noción de responsabilidad irresistible, que lo hace iniciar, luego de su metamorfosis íntima y de modo especial, a preocuparse por el problema de la ejemplificación.
Si se desempeña, en la vida pública, con funciones de mando, siente el imperativo de ser justo y bueno, porque bondad y justicia son cualidades que el Espiritismo apunta como esenciales a la felicidad y el progreso. Si por el contrario, se desempeña en actividades subalternas, comienza por comprender la necesidad de esmerarse en el cumplimiento de sus obligaciones, con disciplina, respeto y buena voluntad, porque buena voluntad, respeto y disciplina son virtudes que la Doctrina le recomienda. Entonces, administrando o sirviendo, el comportamiento del espírita esclarecido tiende para el Bien y la Verdad, porque los preceptos doctrinarios no se armonizan con la maldad y la mentira, por hallarse aquellos, impregnados de sustancia evangélica.
No se puede exigir, evidentemente, del obrero espirita, la santificación compulsoria, de un día para el otro, dado a lo profundas que son nuestras vinculaciones con el pretérito; con todo, se le puede sugerir esfuerzo y buena voluntad, perseverancia y fidelidad en la corrección de los defectos y en la conquista de cualidades ennoblecedoras.
Siempre constituye motivo de alegría para los Instructores Espirituales, encarnados y desencarnados, percibir que el individuo, al tornarse espirita, se modifica para mejor. Si fuese vengativo y rencoroso, por lo general se convierte en generoso y prudente, esforzándose infatigablemente, en perdonar y servir a quienes antes lo ofendieran. Si fuera prejuicioso y comodista, se transforma en un operario diligente y laborioso. Si se complacía en el comentario maldiciente, con relación a todo y a todos, se torna discreto, habituándose inclusive a las observaciones circunspectas y sinceras.
Transformándose así gradualmente para el Bien y para la Luz, para el Amor y el Conocimiento, el servidor del Espiritismo puede influenciar, de manera satisfactoria a la comunidad a la que pertenece. Beneficiar el ambiente en donde la Suprema Bondad lo situó. Mejorar la colectividad de la que participa. Reajustar caracteres y embellecer sentimientos de compañeros que le comparten la experiencia evolutiva. Esto, porque el ejemplo – la Fuerza del Ejemplo – constituye la más edificante predicación que el hombre fiel a sí mismo puede realizar, a beneficio de su prójimo. La palabra, aunque culta y superior, puede ser olvidada. El buen ejemplo, observado y sentido permanece, indeleble, en la retina y en los repliegues de la conciencia. De allí que el Maestro aconsejara a sus discípulos, luego de haberles lavado los pies: “…porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”
ESTUDIANDO EL EVANGELIO
A la Luz del Espiritismo
MARTINS PERALVA.
Juan 13:15-17 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
ResponderEliminar15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.