Innecesaria Amargura


Innecesaria Amargura


Las relaciones humanas serán siempre pautadas por las dificultades que traemos en el alma. No podría ser diferente.

Como somos seres en evolución, muchos hay todavía, que tienen que construir en las conquistas emocionales para que el equilibrio, la justicia y la rectitud sean las herramientas en el relacionamiento humano.

No es raro individuos que, desgastados por los embates humanos, cansados de las dificultades de relacionamientos, alegan preferir vivir aislados del mundo, sin la necesidad de soportar a unos y aguantar a otros.

El raciocinio se torna casi natural, frente a tantos esfuerzos que tenemos que emprender tanta paciencia a ejercitar, con el trato con el semejante.

Y no son pocos aquellos que se aíslan del mundo. Sea buscando una vida de eremita, cerrándose en su hogar o aislándose en esa o aquella institución. Esos buscan la paz que no encontraban en las relaciones sociales familiares.

Muchos aunque así lo hagan imbuidos, algunas veces, por las más nobles intenciones, se olvidan de que, al aislarse, al huir de la sociedad, pierden la gran oportunidad del aprendizaje de la convivencia.

Solamente en los atritos que vivimos es donde vamos a encontrar la oportunidad de maduración en las experiencias, de crecer, de superar poco a poco las propias limitaciones en la interacción social.

Somos todos individuos creados para vivir en conjunto y la vida solitaria solamente nos causaría graves secuelas para la vida emocional y psicológica.

Es en la experiencia de vivir con los otros que el alma tiene la posibilidad de conocer diversas formas de aflicciones y ejemplos inolvidables.

Es natural que nuestras relaciones no sean siempre pautadas por la armonía. Son nuestros valores íntimos los que determinan los entrechoques que, no, raro, Vivenciamos, o los envolvimientos afectivos de calidad, que disfrutamos.

Como aun no nos acostumbramos a vivir en estabilidad intima por largos periodos de tiempo, una vez que otra surgen dificultades, problemas, indisposiciones variadas en nuestras relaciones.

Pensando así, se puede concluir cuento es innecesario e improductivo vivir cargando en lo intimo amarguras y mal quereres.

Nadie hay en el planeta que no se entristezca cuando recibe del otro lo que no le gustaría recibir. Sin embargo, no podemos olvidar que nadie pues también afirmar que, con su modo de hablar, de ser o de actuar, no cause tristeza y amargura a otras personas, aunque involuntariamente.

De esta forma, cabe a cada uno de nosotros procurar resolver malentendidos, molestias y amarguras con los recursos disponibles del dialogo, del entendimiento, de la disculpa y del perdón. Al final, si otros nos amargan por nuestra parte también acabamos amargando a uno u otro, algunas veces.

Pensando así, podemos concluir ser una gran pérdida de tiempo y un sufrimiento dispensable el almacenamiento de sentimientos como la amargura o la rabia en el corazón.

Hay tanto para realizar de bueno y de útil cada día, y el tiempo está tan apresurado, que pierde totalmente el sentido alimentar amargura en el alma, cualquiera que sea la intensidad.

Redacción de Momento Espirita

1 comentario:

  1. Muchos de nosotros hemos compartido con una persona amargada. La amargura es una forma de depresión donde la persona se enfoca negativamente en el mundo exterior, pensando que ha sido tratada injustamente. Según el diccionario, la palabra amargura significa: aflicción, sinsabor, disgusto, pesadumbre, melancolía. Muchas veces la amargura es el resultado de un resentimiento. Se vive una ofensa, al no perdonar la ofensa se convierte en ira o en dolor, y esto se convierte en odio. Este odio se convierte en amargura, que es la aflicción del alma. Nadie puede ser feliz o tener paz si su corazón está lleno de amargura.

    Podemos identificar los síntomas de las personas amargadas porque siempre están criticando, se están quejando, se sienten enojados, son volátiles, ofensivos, su autoestima está baja y les gusta hacer sentir mal a los demás. La amargura puede transformar el carácter de una persona, y su comportamiento reflejará negativismo, dureza, severidad, rencor y odio. ¿Conoce usted gente así?

    La amargura se refleja en la persona que carga sobre sus hombros estas características dañinas y es una amenaza no solo para su desarrollo emocional sino para todos aquellos que la rodean, ya que otra persona puede ser contaminada por la persona amargada. Cuando una ofensa, una traición o una desilusión llenan el corazón de una persona, pueden afectar en forma negativa los sentimientos, pensamientos y acciones, transformándola en un ser infeliz, resentido y atormentado. Esta persona no se da cuenta de los daños que puede estar causando a los demás a través de sus palabras, acciones y actitudes. Esto la lleva a desconectarse de la gente y a no considerar los sentimientos de los demás.

    Algunos de los síntomas de una persona amargada se pueden reflejar tanto en su área física como en la emocional o espiritual. Síntomas físicos pueden ser: presión arterial alta, desórdenes estomacales, problemas intestinales, insomnio, enfermedades cardiacas. Síntomas emocionales: inseguridad, ansiedad, preocupación, depresión, temor. Síntomas espirituales: pérdida de la visión de la vida, pérdida del propósito, pérdida de la fe. Recuerde que la amargura es la suma de heridas, rechazos, resentimientos, frustraciones, iras y dolor.

    Recomendaciones para manejar la amargura: Determinar la causa principal de la amargura, perdonar y perdonarse, entregar a Dios los deseos de venganza, renunciar a los derechos de seguir aferrándose a las heridas pasadas, hablar del enojo con Dios y con un consejero, considerar los intereses de otros, hablar y actuar con humildad. Se debe tener presente que la amargura procede del modo de pensar e interpretar las situaciones. Por tanto, se deben observar los pensamientos y detectar cuándo están fomentando amargura. Luego se les debe modificar por pensamientos positivos y constructivos.

    Con este artículo queremos crear conciencia de que tenemos que sanarnos, educarnos, motivarnos e influenciar a otros para que mejoremos nuestra calidad de vida. Perdonando y buscando la oportunidad que nos trae un momento difícil en la vida, porque detrás de cada adversidad puede haber una gran bendición.

    https://www.galenusrevista.com/?El-sindrome-de-la-amargura

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