CRISTO Y LÁZARO II
LA PRIMERA FRASE: “Quitad la piedra”
Cuando el Maestro se acercó al túmulo en donde yacía
Lázaro, ya se había
formado allí un pequeño grupo de personas.
Eran amigos y conocidos que habiendo ido a la casa de
Marta y María,
para consolarlas “acerca del hermano”, conforme
esclarece el Evangelio, al ser
informadas de la llegada del Maestro a la sepultura,
para allá también se
dirigieron.
Obviamente, es de creerse, que los curiosos y
escépticos pretendiesen
(¿quién lo sabe?), testificar el maravilloso poder del
carpintero de Nazaret.
Juzgarle la grandeza excelsa.
Certificar si eran reales o no, las propaladas
cualidades del profeta, pues
decían que el Hijo de José, operaba prodigios.
Rehabilitaba a mujeres infelices.
Curaba locos.
Reanimaba desalentados y sufridores.
Restituía la visión a los ciegos.
Limpiaba a los leprosos.
Levantaba a los paralíticos.
Lo cierto es que la Buena Nueva, registra la presencia
de numerosas
personas en torno de la sepultura, cuando el Maestro
llegó allí acompañado de
los discípulos y de Marta, quien le había salido al
encuentro.
Esas personas irían a colaborar con Jesús en la
resurrección de Lázaro…
•
Entre Jesús y el muerto había una piedra.
Entre la claridad y la sombra había una barrera, un
obstáculo enorme y
pesado.
En el estrecho recinto en donde se presumía que Lázaro
comenzaba a
pudrirse, y en el amplio mundo exterior, en donde el
Cristo meditaba, dos
opuestas realidades se enfrentaban.
Extrañas, diferentes, antagónicas…
La Vida y la Muerte.
Acá afuera, con la primera, la luz refulgente en las
candilejas de la
naturaleza en fiesta.
Allá adentro, con la segunda, la oscuridad y la
quietud.
Lázaro, separado de la Vida, sumergido en la Muerte no
podía,
evidentemente, escuchar de Jesús la palabra renovadora.
No le podía atender la voz de mando, suave y enérgica
al mismo tiempo,
en una simultaneidad que el hombre difícilmente
comprenderá.
No tenía oídos para captar la orden que, más tarde
cuando el obstáculo
fuese removido, por terceros, el Señor le daría: “¡Lázaro,
ven afuera!”
Era indispensable, por lo tanto, el concurso de los
circundantes, la
colaboración de los que allí se encontraban, aun que
sea por curiosidad o
escepticismo.
Lázaro estaba muerto.
No tenía ojos para ver, ni oídos para oír, ni sentidos
para percibir la
realidad que lo procuraba
Apeló entonces Jesús a la colaboración de sus amigos: “Quitad
la piedra.”
En otras palabras: “Quitad la escoria mental que le
impide la visión de los
magníficos panoramas de la Vida Inmortal.”
Estaba proferida, por lo tanto, la “primera frase” del
Maestro en el
maravilloso, en el deslumbrante e incomprendido
episodio de la resurrección
de Lázaro.
Los amigos del muerto retiraron la piedra, bajo la
inspiración de Jesús.
La claridad del Sol que caía, penetró, como una chispa
de esperanza, en el
fondo de la caverna en donde habían puesto al hermano
de Marta y María, al
amigo del Señor…(*)
•
Cuando estamos muertos para la Verdad,
insensibilizados ante el
esplendor de la Inmortalidad Gloriosa, la palabra del
Maestro no consigue
resonar en nuestro universo íntimo, tornándose
imprescindible, a la manera de
Lázaro, que otras manos nos ayuden.
Manos que tanto pueden venir del Plano Espiritual a
través del mensaje
edificante y del libro que esclarece, como del propio
plano físico, en donde
aprendemos mediante la convivencia noble, educativa y
saludable.
Tales compañeros, incumbidos por Jesús de “Quitar la
Piedra” que nos
separa de la claridad, son legítimos cireneos en
nuestra jornada.
Así también, Emmanuel y André Luiz, Bezerra de Menezes
y tantos otros
retransmiten a nuestro corazón el mensaje renovador
del Cristo, reeducándonos
para la Vida Mejor, apartando de nuestra sepultura
espiritual la piedra del
egoísmo que desde hace milenios nos obstruye la
conciencia, congelándonos el
corazón y petrificándonos el sentimiento.
Bendigamos pues, a los generosos amigos, encarnados y
desencarnados
que, muchas veces nos han herido el orgullo desmedido,
nos despreciaron la
vanidad y nos destrozaron el egoísmo avasallante,
colocándonos en contacto
con la Luz de la Verdad.
Ellos nos aproximan a Nuestro Señor Jesús Cristo, el
Pan de Vida.
(*)Nota de la editora: (FEB): A los lectores que deseen conocer el
fenómeno, recomendamos la lectura del Capítulo “La
Resurrección de Lázaro”,
en la Obra “Síntesis del Nuevo Testamento” de Minimus.
ESTUDIANDO EL EVANGELIO
A la Luz del Espiritismo
MARTINS PERALVA.
Lázaro de Betania es un personaje bíblico del Nuevo Testamento, hermano de María y Marta de Betania. Vivió en Betania, un pueblo a las afueras de Jerusalén. En su casa se alojó Jesús al menos en tres ocasiones (Mt 21:17; Mc 11:1, 11.12; Lc 10:38; Jn 11:1). Es muy famoso principalmente porque según el Evangelio de Juan (11:41-44) fue revivido por Jesús. A partir de esta historia su nombre es utilizado frecuentemente como sinónimo de resurrección.
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