El Instinto y la
Inteligencia 4
15.—En este órden de ideas se puede avanzar más todavía.
Esta hipótesis, por racional que parezca, no resuelve todas las dificultades de
la cuestión. Para buscar las causas hay que estudiar los efectos; y de la
naturaleza de los efectos se puede venir en conocimiento de la naturaleza de la
causa. Si se observan los efectos del instinto, se nota desde luego una unidad
de miras y de conexidad, y una seguridad de resultados, que no existen cuando
el instinto es reemplazado por la inteligencia libre; se reconoce además su
sabiduría por la apropiacion tan perfecta y tan constante de las facultades
instintivas á las necesidades de cada especie. Esa unidad de miras no podria
existir sin la unidad de pensamientos, y
por consecuencia con la multiplicidad de las causas determinantes.
Mas á consecuencia de los progresos que realizan incesantemente las
inteligencias individuales, hay entre ellas una diversidad de aptitudes y de
voluntades incompatible con ese conjunto tan perfectamente armonioso que se
produce desde el origen de los tiempos, y en todos los climas, con una
regularidad y una precision matemáticas, sin equivocarse ni desmentirse. Esta
uniformidad es el resultado de las facultades instintivas, es un hecho característico
que envuelve forzosamente la unidad de la causa. Si esta causa fuera inherente
á cada individualidad, habría tanta variedad de instintos, como individuos hay en
cada la especie, desde la planta hasta el hombre.
Un efecto general, uniforme y constante debe tener una
causa general, uniforme y constante; un efecto que acusa sabiduría y prevision,
debe ser producido por una causa previsora y sabia. Mas una causa sabia y
previsora no puede menos de ser inteligente; y por
consecuencia, no puede ser exclusivamente material. No
encontrando en las criaturas encarnadas ni de sencarnadas las cualidades
necesarias para producir tal resultado, es forzoso subir mas alto, es decir, al
Criador mismo. Recordando la explicacion que se ha
dado sobre la manera con que se puede concebir la accion de
la Providencia (cap. II, núm. 25), si suponemos á todos los seres penetrados
por el fluido divino, soberanamente inteligente, se comprenderán la sabiduría
previsora y la unidad de miras que presiden á
todos los movimientos instintivos para el bien de cada individuo.
Esta solicitud es tanto mas activa, cuanto el individuo tiene menos recursos en
sí mismo y en su propia inteligencia, y por eso se muestra mas grande y mas
absoluta en los animales y en los séres inferiores que en el hombre.
De este modo se comprende que el instinto sea un guía
siempre seguro. El instinto maternal, el mas noble de todos, que el materialismo
rebaja al nivel de las fuerzas atractivas de la materia , se encuentra ennoblecido
y sublimado: no convenia á causa de sus con
secuencias que quedara entregado á las caprichosas eventualidades
de la inteligencia y del libre albedrio. Dios mismo vela por sus criaturas
nacientes valiéndose de la madre como intermedio.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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