El Instinto y la
Inteligencia 2
12. —La inteligencia se revela
por actos voluntarios, reflexivos, premeditados, combinados segun la
oportunidad de las circunstancias. Es incuestionablemente un atributo exclusivo
del alma.
Todo acto maquinal es
instintivo; el que denota la reflexion y la combinacion es inteligente:
el uno es deliberado, libre ; el
otro inconsciente, necesario.
El instinto es un guía seguro
que no engaña jamás; la inteligencia, por lo mismo que es libre, está con
frecuencia sujeta á error.
Si el movimiento instintivo no
tiene los caracteres del acto inteligente, revela sin embargo una causa inteligente,
esencialmente previsora. Si se admite que el instinto tiene su origen en la
materia, hay que admitir que la materia es inteligente, y aun mas seguramente
inteligente y previsora que el alma, puesto que el instinto no se engaña nunca,
mientras que la inteligencia se engaña.
Si se considera el instinto como
una inteligencia rudimentaria, ¿cómo se explica que en ciertos casos sea sur error
á la inteligencia consciente y razonada? ¿Qué es lo que le da la facultad de
ejecutar ciertas cosas que la inteligencia no puede realizar? Si es el atributo
de un sér espiritual distinto, ¿qué se hace de este principio al deshacerse el
organismo?
Puesto que el instinto
desaparece, ¿será aniquilado? Si los animales no están dotados mas que de
instinto, su porvenir no tiene salida: sus sufrimientos quedan sin compensacion,
lo cual no es conforme ni con la justicia ni con la bondad de Dios.
13. —Segun otro sistema el
instinto y la inteligencia tendrían un mismo principio ; llegado el instinto á cierto
grado de desarrollo, este principio que al pronto no tiene sino las cualidades
del instinto, sufriría una transformacion que le daria las de la inteligencia libre,
y recibiría lo que se ha convenido en llamar la centella divina. Esta
transformacion, segun el sistema indicado, no seria repentino, sino gradual; de
modo que durante un cierta período participaría de las dos aptitudes, disminuyendo
la primera á medida que aumentaría la segunda.
Extraído del libro “EL GÉNESIS
LOS
MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO”
Allan Kardec
Allan Kardec
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