LA PIEDRA DESECHADA 2


LA PIEDRA DESECHADA  2

Simple en su pureza, claro en su manifestación, el Espíritu del Sinaí estableció en diez mandamientos las bases de la moral social que prepararía a las gentes para un nuevo ímpetu a las regiones esclarecidas de la Espiritualidad. Infelizmente, como suele ocurrir en todas las manifestaciones de lo Alto, la mala interpretación humana, mezclándose con el pensamiento divino, desnaturalizó el Decálogo, transformándolo en un Código draconiano donde casi se prescribe el “diente por diente, ojo por ojo”. Pero la verdad primitiva, a pesar de todo, permanece para aquellos que tienen ojos para ver. Pasan los tiempos, vienen nuevos tiempos y el cielo decide enviar a la Tierra un Nuevo Mensaje, visible y tangible; es la Revelación Cristiana, vestida con todos los esplendores del Espíritu. Este es el que testifica la verdad del Verbo; exaltando el valor de la piedra la (Revelación), que fue puesta como piedra angular de sus enseñanzas, pero que fue desechada por los constructores, se volvió la Cabeza Angular en la cual tropiezan los ignorantes y los perturbadores de la Ley. El Divino Mesías no deja de dar esa piedra como fundamento de su Religión, no deja de mencionar la Revelación como siendo el fundamento de su Iglesia: Super hanc petran edificabo ecclesiam meam, “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”  Parece bien claro el texto para que nos detengamos en más consideraciones. La palabra del hombre es el resultado de la carne y de la sangre, pero la confesión de Pedro no salió de la carne o de la sangre, sino de la Revelación Divina: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo. “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.” Nuevamente los tiempos se desvanecen y la Humanidad progresa. Pasaron casi veinte siglos; pero la palabra no pasa, y la Revelación da un nuevo impulso al mundo paralizado por las ideas de castas, malsanas que hacen abstracción del alma: He aquí que el 
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Espiritismo, como un Pentecostés solemne, derrama sobre la Tierra las luces de su sublime Revelación. “Yo tengo aún muchas cosas que decíos pero no las podéis entender ahora; sin embargo, el Espíritu de la Verdad, que permanecerá con vosotros, os guiará en toda la verdad.” Revelación Abraámica, Revelación Mosaica, Revelación Cristiana, Revelación Espírita; aquella, la primera; esta, la última; Revelación de las Revelaciones. Reúne, congrega, esclarece, explica todas las revelaciones pasadas y anuncia las futuras; es la Revelación Básica de la Moral, de la Filosofía, de la Ciencia y de la Religión. He aquí en sus líneas generales el carácter suave e instructivo de la Revelación. Examinémosla ahora desde otro prisma: El reinado de Nabucodonosor había alcanzado su apogeo cuando muere el gran rey, sucediéndole en el trono su nieto Baltasar. Cierto día, se ofrece un gran banquete en palacio. Hombres y mujeres de su corte, convidados, hacían brindis con esos vasos dejados por Nabucodonosor, cuando una mano fluídica aparece próxima a la pared. ¡El rey tiembla de pavor, su cuerpo se estremece de asombro, pero la mano, movida por una fuerza indómita, escribe: M´ane, Thecel, Phares! Es la “piedra cortada sin intervención humana, la cual hirió la estatua en los pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó.” Es la Revelación – aguijón terrible contra el orgullo y la vanidad – que vino a poner término a un reinado inútil. Prosigamos con el análisis:  Oprimidos por la esclavitud del Faraón en Egipto, los israelitas sufren las más duras pruebas. El poder despótico del rey no da treguas a los esclavos, cuando el Señor, compadecido de sus hijos, llama a Moisés y a Aarón, revistiéndolos de dones y envolviéndolos en las gracias de la Revelación. No es necesario transcribir los prodigios realizados ante el Faraón por aquellos insignes varones. Los magos, con todo su arte y 
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su encanto, no consiguieron dominar las “plagas” que envolvían a los egipcios, y, si llegaron a imitar algunas de ellas, fue para servir de castigo al rey endurecido, proclamando, por fin, el Espíritu, la libertad de Israel y la subyugación de sus terribles opresores. Lean la Historia, porque es de ella de donde extrajimos estos hechos gloriosos que exalta la Revelación, caracterizada por todos esos fenómenos objetivos y subjetivos, cuya única causa es la presencia del Espíritu revestido de sus elevados atributos. En el año 916 antes de la Era Cristiana, Achab, rey de Israel, mandó edificar un templo al dios Baal, donde pontificaban 450 sacerdotes del mismo ídolo. Fue cuando el Profeta Elías, presentándose ante el rey, le dice: “Tan seguro como que Dios existe, no caerá del cielo ni una gota de lluvia sobre esta tierra mala, hasta que yo lo consienta.” Y durante tres años y seis meses no llovió: después Elías pidió lluvia al cielo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo sus frutos. Luego, el mismo Elías combate con los 450 sacerdotes de Baal. Dos holocaustos fueron armados y mientras el de Baal, con sus 450 padres, permanece inofensivo, el de Elías, a ruegos de este, es devorado por las llamas que él atrae del cielo. ¡La Revelación es extraordinaria, admirable! Con su auxilio Moisés hace pasar a los israelitas por el Mar Rojo a pie, y Elías, abre, a su vez, las aguas del Jordán y lo atraviesa libre, dirigiéndose para Jericó. Fue la Revelación la que llamó a las puertas de Nínive e hizo al pueblo vestirse de cilicio, cubrirse de ceniza y ayunar. Fue la Revelación la que movió los labios y la pena de Isaías para que proclamase las grandezas de Dios; es ella la que en todos los tiempos suscitó profetas y constituyó apóstoles; fue ella la que se mostró admirable y gloriosa a Jacob: este, adormecido sobre la piedra de Betel, símbolo de la misma Revelación, vio los Cielos abiertos, y, por una escalinata que reposaba sobre la Tierra, subieron y descendieron Espíritus, en su deber continuo de evolución y auxilio de progreso a los que aún en atraso pedían el cariño de sus superiores para elevarse a las cimas supremas de la Espiritualidad. Todo hombre, toda la Humanidad es perfectible: de siglo en siglo, de año en año, de día en día, la Humanidad conquista nuevas luces que le dan superioridad moral, material y espiritual. Esta verdad es axiomática. Todos los progresos conquistados nos son proporcionados por la Revelación. ¡Infelizmente no se ha comprendido así, porque los constructores, en el ansia de las glorias y subordinados a las ideas bastardas, desecharon la PIEDRA ANGULAR, que, finalmente, fue puesta como CABEZA ANGULAR! 



Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf

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