“Y una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado toda su fortuna sin obtener ninguna mejoría, incluso había empeorado, al oír hablar de Jesús, se acercó a él por detrás entre la gente y le tocó el manto, pues se decía: Con sólo tocar sus vestidos, me curo. Inmediatamente, la fuente de las hemorragias se secó y sintió que su cuerpo estaba curado de la enfermedad. Jesús, al sentir que había salido de él aquella fuerza, se volvió a la gente y dijo: ¿Quién me ha tocado? Sus discípulos le contestaron: Ves que la multitud te apretuja, ¿y dices que quién te ha tocado? Él seguía mirando alrededor para ver a la que lo había hecho. Entonces la mujer, que sabía lo que había ocurrido en ella, se acercó asustada y temblorosa, se postró ante Jesús y le dijo toda la verdad. Él dijo a la mujer: Hija, tu fe te ha curado; vete en paz, libre ya de tu enfermedad.”
(Marcos, V. 25-34).
Sabiduría y santidad son los dos atributos para la adquisición de la felicidad. La Luz da sabiduría, la Religión da santidad, pero sólo el Amor resume toda la Ley y los Profetas. La Esperanza consuela y anima; la Caridad robustece y ampara; la Fe salva; el Amor anima todas estas virtudes; el Amor es la Ley. Los hombres titubean; la Humanidad degrada; todo parece perdido como la nave golpeada por la tempestad. Aparece el Amor y hace oír su voz convincente: todo se calma. La bonanza sucede a la impetuosidad de los vientos y a la furia de los mares. La luz sucede a las tinieblas como el día sucede a la noche. No hay nada que manifieste mejor la Ley de Dios que el Amor. Su nombre, escrito únicamente con cuatro letras, indica los cuatro puntos cardinales de la felicidad espiritual; sus letras son luces; su luz brilla más y arde mejor que el Sol. La Esperanza está unidad a la Inmortalidad; mas la Fe es inseparable del Amor.
La mujer enferma, llena de fe, se aproxima al Señor, le toca los vestidos. “Haciendo eso, pensó: quedaré curada del mal que hace muchos años me aflige.” ¡Y el milagro se efectuó! Así les sucederá también a todos aquellos que tuvieran fe y se aproximasen a Jesús: “El que me siga no estará en tinieblas.” Todos los que tuvieran Fe, y con Fe buscasen vencer las dificultades, triunfarán porque el Amor coopera con la Fe para derrumbar barreras, destruir dominios, aniquilar obstáculos y suprimir dificultades. “Si tuvieras fe, dijo Jesús, dirás a este monte: pásate para allá y él pasará.” “Si tuvieras fe, dirás a esta higuera: trasplántate más allá, y así ocurrirá.” La misión exclusiva de Jesús fue revivir los corazones en la Fe, para que las almas lleguen a las alturas del amor de Dios. En todos sus viajes, el Maestro sembraba Fe, para que las gentes, con su producción, adquiriesen los tesoros del Amor. Es así como, cultivando sus enseñanzas, nosotros alcanzaremos los mundos de luz que se mueven en el Éter accionados por la voluntad de Dios. La Luz da Sabiduría y salva; Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; el Amor es la Ley.
Extraído del libro
https://espiritismo.es/Descargas/libros/Parabolas_de_Jesus.pdf
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