El trabajo voluntario puede proporcionar vida más larga y feliz


El trabajo voluntario puede proporcionar vida más larga y feliz

Los beneficios del trabajo voluntario

¿Qué tal vivir más y con más salud? La ciencia lo comprueba: quien desarrolla un trabajo voluntario gana mucho en bienestar y felicidad.
Lo que usted hace bien puede hacer bien a alguien. Ese es el espíritu del trabajo voluntario, que significa poner Todo el mundo puede ser voluntario, a disposición de la sociedad un talento bastan disposición, buena voluntad y compromiso. (Foto: Getty imágeness). nuestro. Pero esa historia, que ya sería bonita si terminase ahí, va más allá: las personas que actúan como voluntarias movidas por el amor (y no para ganar puntos en su currículo, por ejemplo) viven en promedio cuatro años más, según un estudio de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, y con mejor calidad de vida, afirma el investigador estadounidense Allan Luks, en el libro The Healing Power of Doing Good (El poder curativo de hacer el bien).
“Quien realiza por lo menos cuatro horas de trabajo voluntario por mes tiene diez veces más oportunidades de tener una buena salud que quien no hace ninguna labor voluntaria”, dice Luks.
¿La explicación? El voluntario vive un poderoso sentimiento de satisfacción, resultado de la disminución del estrés y de la liberación de endorfinas, neurotransmisores que provocan sensación de felicidad.
“La persona se siente valorada, útil, con buena autoestima. Todo eso por saber que tiene algo para contribuir”, explica la psicóloga Cleonice de Andrade. (…)

Ser voluntario es bueno para la Salud

También una investigación realizada durante 10 años por profesores de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, con dos mil setecientas personas, concluyó que el trabajo voluntario es un óptimo remedio. En el estudio se dedujo que ser voluntario es bueno para el corazón y el sistema inmunológico, además de aumentar la expectativa de vida y la vitalidad.
Los investigadores notaron que las personas que tienen esos gestos de altruismo, al percibir la felicidad y gratitud de otros, liberan en el cerebro la endorfina, responsable por la sensación de placer. Ella disminuye la sensación de dolor y las oportunidades de enfermar. Otro punto importante del estudio fue la mejoría en el funcionamiento inmunológico de quien ayuda.
Hacer el bien proporciona una satisfacción, por el simple hecho de saber que donó a otro algo positivo, trayendo una agradable sensación de bienestar.
¿Qué ocurre en el cerebro de quien ayuda al prójimo?
Neurólogos brasileños desarrollaron una investigación con el objetivo de descubrir lo que ocurre en el cerebro de quien se dispone a ayudar al prójimo.
Sometieron a diecinueve voluntarios, estudiantes universitarios, a exámenes de resonancia magnética funcional mientras realizaban una tarea determinada por los científicos.
Antes del examen, los voluntarios recibieron ciento veintiocho dólares y la explicación de que esa cantidad podría ser donada a determinadas instituciones benéficas apoyadas por el Fondo de Naciones Unidas, y que el saldo (o todo el dinero, si quisiesen), podría embolsárselo el participante.
Enseguida, recibieron explicaciones sobre las acciones desarrolladas por las referidas instituciones. Los resultados mostraron una intensa activación del sistema de recompensa del cerebro siempre que el voluntario decidía retener el dinero para sí. O sea, ganar dinero genera placer. No obstante, surgió un dato inesperado cuando se observaron los exámenes de los que resolvieron hacer donaciones a las referidas instituciones.
Además del sistema de recompensa, otra área del cerebro también fue activada, el córtex pre frontal, en el cual se sitúan los sentimientos de empatía y que entra en acción cuando nos vinculamos afectivamente a alguien o cuando practicamos un servicio voluntario.
O sea, el acto de donar generó placer y vino acompañado de un sentimiento de solidaridad hacia aquellas personas atendidas por las instituciones benéficas.
Ese estudio detectó que hacer el bien produce sensaciones placenteras en aquel que lo realiza, sensación acrecentada de un sentimiento positivo: la empatía hacia el beneficiado. O sea, hay una recompensa al practicar el bien. El cuerpo confiere, a través de mecanismos internos automáticos, un premio a aquel que lo efectuó. Así, gana quien recibe y gana quien practica el bien.
Por tanto, ayudar al prójimo está en nuestra propia naturaleza, forma parte del ser humano.






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